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1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
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1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Recuerdo del primer mensaje :
La Fortaleza Roja volvía a vestirse de gala con motivo de celebración. Volvía, tras meses de guerra, rebeliones y muertes, muchas muertes. Y cambios, sobre todo. Porque las siete puertas de Desembarco del Rey se habían abierto a la nobleza ponienti una vez más, tras meses, y largas comitivas habían desfilado por toda la ciudad en dirección a la Alta Colina de Aegon, como antaño; y a su vez, diferente. La celebración del decimosexto día del nombre del Príncipe Viserys llamaba a ser a priori algo alegre, pero en contraste reinaba un clima enrarecido. Lobos, truchas, halcones. Faltaban muchos.
La hospitalidad del Rey Aerys abrazó a todos los invitados, incluso a los más tempraneros, llegados días antes a aquella decimoquinta jornada de la séptima luna. El Salón del Trono sin trono, para invitar a un mayor aprovechamiento del espacio, había sido ornamentado para la ocasión. Dragones tricéfalos rojos sobre negro en decenas de estandartes decoraban las paredes, y los colores de la Casa Targaryen, gules y sable, coloreaban superficies y detalles. Se habían dispuesto sillas y mesas, repletas de víveres más que suficientes para todos los presentes, y los mayordomos, con sus bandejas repletas de bebidas, estaban ya preparados en vísperas del comienzo de la celebración. Al final de una de las mesas, céntrica, se guardaba sitio para la familia real y en especial para uno, el sexto hijo de Aerys Targaryen, único varón vivo.
Cuando el sol comenzó a caer, las puertas del salón se abrieron. Los invitados comenzaron a entrar, de uno en uno, parejas o en grupo, el Salón del Trono no tardó en estar lleno. Tampoco tardaron en llegar el Príncipe Viserys y el resto de la familia real, incluso el Rey. Aerys Targaryen destacaba por su carencia en cordura en diversas circunstancias, pero no era idiota. Había apostado soldados por toda la sala; también en los exteriores, por toda la fortaleza. Era precavido. Los bardos se atrevieron con las primeras canciones, con tal de amenizar la velada. La fiesta había comenzado.
Vientos primaverales
La Fortaleza Roja volvía a vestirse de gala con motivo de celebración. Volvía, tras meses de guerra, rebeliones y muertes, muchas muertes. Y cambios, sobre todo. Porque las siete puertas de Desembarco del Rey se habían abierto a la nobleza ponienti una vez más, tras meses, y largas comitivas habían desfilado por toda la ciudad en dirección a la Alta Colina de Aegon, como antaño; y a su vez, diferente. La celebración del decimosexto día del nombre del Príncipe Viserys llamaba a ser a priori algo alegre, pero en contraste reinaba un clima enrarecido. Lobos, truchas, halcones. Faltaban muchos.
La hospitalidad del Rey Aerys abrazó a todos los invitados, incluso a los más tempraneros, llegados días antes a aquella decimoquinta jornada de la séptima luna. El Salón del Trono sin trono, para invitar a un mayor aprovechamiento del espacio, había sido ornamentado para la ocasión. Dragones tricéfalos rojos sobre negro en decenas de estandartes decoraban las paredes, y los colores de la Casa Targaryen, gules y sable, coloreaban superficies y detalles. Se habían dispuesto sillas y mesas, repletas de víveres más que suficientes para todos los presentes, y los mayordomos, con sus bandejas repletas de bebidas, estaban ya preparados en vísperas del comienzo de la celebración. Al final de una de las mesas, céntrica, se guardaba sitio para la familia real y en especial para uno, el sexto hijo de Aerys Targaryen, único varón vivo.
Cuando el sol comenzó a caer, las puertas del salón se abrieron. Los invitados comenzaron a entrar, de uno en uno, parejas o en grupo, el Salón del Trono no tardó en estar lleno. Tampoco tardaron en llegar el Príncipe Viserys y el resto de la familia real, incluso el Rey. Aerys Targaryen destacaba por su carencia en cordura en diversas circunstancias, pero no era idiota. Había apostado soldados por toda la sala; también en los exteriores, por toda la fortaleza. Era precavido. Los bardos se atrevieron con las primeras canciones, con tal de amenizar la velada. La fiesta había comenzado.
Importante
- Regla básica:
- Nos reservamos el derecho de incidir sobre el destino de alguno/s de los personajes implicados en esta trama, si las circunstancias se dan. Recordamos que Leyenda de Hielo y Fuego es un foro de rol bélico y conspirativo, y aunque no exista riesgo de muerte, quedan avisados. Y ante todo, disfruten de la fiesta.
Madre Rhoyne
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Vientos de Primavera. 1era Trama global
Día 15 | Mes 7| Año 284| Desembarco del Rey
Como siempre, la respuesta de su esposa resultó práctica y al punto, incluso buscando herir y desarmar sus propias palabras en ese juego constante que tenían. Garth negó las frases de Slava con un fingido gesto de desagrado, como si dijera tonterías, pero era cierto que ellos formaban parte de ese selecto grupo que estaba en la cúspide de poder y que se regodeaba en ello. Negarlo era tonto y el matrimonio Hightower no era para nada tonto. “Sería complicado sentarse a usarlas con el fuego calentando las zonas sensibles.” Siguió la broma de la mujer una vez estuvieron en el Salón.
Notó la tristeza que invadió a la dorniense cuando le hizo notar la presencia de Ashara. Era entendible, tanto Lady Dayne como la Sirena de Dorne habían perdido a una hermana de alma cuando Elia murió y todo el Sur se lamentaba y lloraba por aquello. Garth asintió en silencio, siguiendo de la mano a su esposa y lamentando que el dolor tuviera que embargarla… esperaba que no fuera demasiado duradero, o al menos que pudiera distraerse con otras cosas en lo inmediato. “Lady Dayne, el gusto es mío… y agradezco vuestras palabras. Espero a futuro podáis ver con vuestros propios ojos al heredero de Antigua.” Respondió él ante las palabras de la mujer con una media sonrisa.
Pero el dolor era tal que Ashara fue esquiva, alegando que saludaría al Príncipe, y eso le dio la pauta al Señor del Faro que la sala se había comenzado a llenar de personalidades importantes. “Parece que esto se comienza a poner interesante…” exclamó en un susurro, dirigido solo a Slava. Sus ojos grises observaban a la Alta Nobleza que había ingresado. El Príncipe Viserys, el homenajeado, cuyos rasgos valyrios resultaban indiscutibles y su forma de vestir regia y elegante. La Querida del Rey, Diana Belmore que parecía más Reina que consorte o amante… esa era una mujer peligrosa, y la Mano del Rey misma: Alester Florent, el hombre que se había vuelto el Señor del Dominio usando la oportunidad que se le presentó.
Los Baratheon, los Lannister y los Belmore hicieron acto de presencia, y la admiración correspondiente fue gastada en cada uno. Garth era un simpatizante de los Baratheon y de los Lannister, pero con los Belmore no había tenido demasiado trato… ahora solo sabía que al igual que su señor feudal actual, se habían aprovechado de la traición de los Arryn para tomar el poder, y el joven Lord Darren era soberano del Valle ahora. Su hermana estaba prometida con el Príncipe Viserys… y eso los colocaba en una situación de poder sólida que, sin duda alguna, la Viuda Blanca había orquestado.
“Esto es un verdadero nido de arañas… me gusta.” Una sensación de emoción recorrió la espalda del Torrenegra, que se sentía en su elemento. Por supuesto, Slava era su único publico. En ese momento entró el Rey y todo cambió, el ambiente se caldeó y el aire se pudo cortar con una hoz. Él, cuando pudo ver que el monarca bebía vino, entonces se dedicó a buscar un sirviente para que le trajera una copa a él y a su mujer y compañera.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Priscila, Elliot, Barbara, Ashara, Robert
Mención: Stannis, Aerys
La bendición que Priscila Belmore le había dedicado, fue lo suficiente como para hacerlo sonreír. Recordaba todavía la charla que habían tenido hace muy poco, la noche del arribo de la muchacha a la Fortaleza. Asintió, de manera aprobatoria ante aquellos deseos de protección por parte de los Siete, pero dirigiéndose a ella le dijo:
- Gracias por vuestros deseos, Lady Belmore. Aunque debo decir que poder veros así, esplendorosa y radiante, es suficiente bendición para mí.
Y había empezado.
Había comenzado el desfile de los nobles que, de una u otra manera, venían a presentar sus respetos ante el homenajeado. A Viserys no le pasó por alto que entre ellos no se encontrara precisamente el Consejero de Edictos del Rey, Stannis Baratheon, pero conociendo al hombre, no debería sorprenderlo.
La cercanía de su prometida puso de muy buen humor al joven de rasgos valyrios. A todos, Viserys los recibió con una sonrisa ecuánime, incluso a la dorniense Lady Dayne, a pesar de que su opinión acerca de los dornienses no era la mejor. Sin embargo, a diferencia de la postura de su padre, la postura del Príncipe con respecto a los que habitaban en el extremo sur de Poniente no era públicamente conocida. Y lo mejor era que continuase de esa manera. Los Targaryen no requerían de más enemigos y él no estaba dispuesto a dar motivos a los nobles por los cuales rivalizar con él, al menos de momento.
- Es un placer veros aquí, Lady Dayne.- dijo el Príncipe, con la más exquisita cortesía que pudo.- Espero que disfrutéis de la velada.
Una escena parecida se repitió con la llegada ante él del norteño Elliot Glover, con su deseo de que viviese por muchas lunas más.
- Gracias, haría hasta lo imposible por prolongar mis lunas, mi señor. Hay demasiadas cosas de las que disfrutar.
Otra muchacha que le llamó bastante la atención fue Lady Estermont, a sus ojos, quizá la más bella de las que se hubieran presentado frente a él, si se quitaba a su propia prometida, o a Cersei Lannister a la que veía a lo lejos con los demás occidentales, estaba claro que Aerys no dejaría que ésta última se acercase demasiado.
La familia de la tortuga, vasallos de los Baratheon, le habían otorgado una ornamentada y bonita ballesta como regalo de cumpleaños y sus parientes varones fueron de los primeros que se acercaron a él, ya incluso durante el día anterior, en el momento de las justas, para presentar sus respetos y su obsequio. No veía en ese momento a Lord Estermont, pero hizo una suave inclinación con la cabeza ante la chica y le dijo, regalándole una sonrisa: - Muchas gracias por las bendiciones, milady. Y agradeced nuevamente a vuestro padre de mi parte por el magnífico regalo que me ha otorgado.
Y el Rey por fin hizo acto de presencia. El chico se mantuvo en silencio respetuoso mientras su progenitor hablaba, y no pudo encontrar gracioso su último comentario; no teniendo en cuenta que a pesar de la victoria de los Targaryen en la Rebelión, la peor idea que podía darse era insultar a los invitados.
Sin embargo así era Aerys, el Segundo de su Nombre. Y cuando soltó aquellos chistes, el muchacho tuvo que reír. En ese lugar se bailaba al son que tocaba el soberano. Rhaegar no lo había aprendido y por eso había muerto. Viserys procuraría no cometer sus errores.
Ocupó su lugar junto a su progenitor... y fue sorprendido por el arribo de un invitado más ante su presencia. Lord Robert Baratheon; aquel que había asesinado a Rhaegar, uno de los máximos líderes de la fallida Rebelión. No esperaba encontrarse con el Venado en los salones de la Fortaleza Roja, y por eso se sorprendió también cuando el día anterior lo había visto en las justas. El Príncipe lo examinó largamente con sus ojos lilas. Desconfiaría de cualquier hombre que hubiese combatido contra el reinado de su padre y ahora se mostrase tan solícito. Pero pensándolo bien: hasta él mismo se sentía en deuda con el de cabellos azabaches. Después de todo, gracias a él el "Gran Dragón" de su hermano mayor estaba muerto.
¿Le guardaba rencor por eso? Tal vez. Después de todo, Viserys consideraba a Rhaegar un ejemplo a seguir en varios puntos pero, por otra parte, le había hecho un favor a todo el reino eliminándolo y, particularmente, a él. Entonces vio como un sirviente de los Baratheon se acercaba y mostraba el regalo de Lord Robert. Era una capa. Una fantástica capa de marta, negra, con el dragón tricéfalo de los Targaryen confeccionado en cuero rojo. El Príncipe parpadeó momentáneamente ante esto y extendió las manos, para tomar el presente. Acarició con lentitud la tela, notando su fina calidad. Era un obsequio de gran categoría, sin lugar a dudas.
¿A qué estaría jugando Robert Baratheon?
Sin embargo, la expresión de Viserys no demostró ni un ápice de desconfianza aunque ese fuera el sentimiento imperante en su ser: por el contrario, se veía encantado. Le sonrió con amplitud y asintió con la cabeza, de manera aprobatoria. Dobló cuidadosamente la prenda y la dejó a un lado, junto al libro regalado por la Mano del Rey.
- Agradezco el regalo, Lord Robert, es magnífico. Así como vuestra presencia aquí... Espero que estéis disfrutando de la fiesta. - todo lo que pudiera, por supuesto. No ignoraba lo que había terminado sucediéndole a su prometida, Lady Lyanna, ese debía ser un golpe muy difícil de superar, al igual que la muerte de Eddard Stark. Pero eran pérdidas que los traidores habían de soportar, después de todo.
Y luego lo pensó... ¿Cómo se hubiera sentido él si le sucediese algo como a Lyanna a su propia prometida? ¿O si los sobrinos de Lord Florent, sus mejores amigos, fuesen también destruidos? Clamaría por venganza, seguramente.
No debía olvidar eso.
Mención: Stannis, Aerys
La bendición que Priscila Belmore le había dedicado, fue lo suficiente como para hacerlo sonreír. Recordaba todavía la charla que habían tenido hace muy poco, la noche del arribo de la muchacha a la Fortaleza. Asintió, de manera aprobatoria ante aquellos deseos de protección por parte de los Siete, pero dirigiéndose a ella le dijo:
- Gracias por vuestros deseos, Lady Belmore. Aunque debo decir que poder veros así, esplendorosa y radiante, es suficiente bendición para mí.
Y había empezado.
Había comenzado el desfile de los nobles que, de una u otra manera, venían a presentar sus respetos ante el homenajeado. A Viserys no le pasó por alto que entre ellos no se encontrara precisamente el Consejero de Edictos del Rey, Stannis Baratheon, pero conociendo al hombre, no debería sorprenderlo.
La cercanía de su prometida puso de muy buen humor al joven de rasgos valyrios. A todos, Viserys los recibió con una sonrisa ecuánime, incluso a la dorniense Lady Dayne, a pesar de que su opinión acerca de los dornienses no era la mejor. Sin embargo, a diferencia de la postura de su padre, la postura del Príncipe con respecto a los que habitaban en el extremo sur de Poniente no era públicamente conocida. Y lo mejor era que continuase de esa manera. Los Targaryen no requerían de más enemigos y él no estaba dispuesto a dar motivos a los nobles por los cuales rivalizar con él, al menos de momento.
- Es un placer veros aquí, Lady Dayne.- dijo el Príncipe, con la más exquisita cortesía que pudo.- Espero que disfrutéis de la velada.
Una escena parecida se repitió con la llegada ante él del norteño Elliot Glover, con su deseo de que viviese por muchas lunas más.
- Gracias, haría hasta lo imposible por prolongar mis lunas, mi señor. Hay demasiadas cosas de las que disfrutar.
Otra muchacha que le llamó bastante la atención fue Lady Estermont, a sus ojos, quizá la más bella de las que se hubieran presentado frente a él, si se quitaba a su propia prometida, o a Cersei Lannister a la que veía a lo lejos con los demás occidentales, estaba claro que Aerys no dejaría que ésta última se acercase demasiado.
La familia de la tortuga, vasallos de los Baratheon, le habían otorgado una ornamentada y bonita ballesta como regalo de cumpleaños y sus parientes varones fueron de los primeros que se acercaron a él, ya incluso durante el día anterior, en el momento de las justas, para presentar sus respetos y su obsequio. No veía en ese momento a Lord Estermont, pero hizo una suave inclinación con la cabeza ante la chica y le dijo, regalándole una sonrisa: - Muchas gracias por las bendiciones, milady. Y agradeced nuevamente a vuestro padre de mi parte por el magnífico regalo que me ha otorgado.
Y el Rey por fin hizo acto de presencia. El chico se mantuvo en silencio respetuoso mientras su progenitor hablaba, y no pudo encontrar gracioso su último comentario; no teniendo en cuenta que a pesar de la victoria de los Targaryen en la Rebelión, la peor idea que podía darse era insultar a los invitados.
Sin embargo así era Aerys, el Segundo de su Nombre. Y cuando soltó aquellos chistes, el muchacho tuvo que reír. En ese lugar se bailaba al son que tocaba el soberano. Rhaegar no lo había aprendido y por eso había muerto. Viserys procuraría no cometer sus errores.
Ocupó su lugar junto a su progenitor... y fue sorprendido por el arribo de un invitado más ante su presencia. Lord Robert Baratheon; aquel que había asesinado a Rhaegar, uno de los máximos líderes de la fallida Rebelión. No esperaba encontrarse con el Venado en los salones de la Fortaleza Roja, y por eso se sorprendió también cuando el día anterior lo había visto en las justas. El Príncipe lo examinó largamente con sus ojos lilas. Desconfiaría de cualquier hombre que hubiese combatido contra el reinado de su padre y ahora se mostrase tan solícito. Pero pensándolo bien: hasta él mismo se sentía en deuda con el de cabellos azabaches. Después de todo, gracias a él el "Gran Dragón" de su hermano mayor estaba muerto.
¿Le guardaba rencor por eso? Tal vez. Después de todo, Viserys consideraba a Rhaegar un ejemplo a seguir en varios puntos pero, por otra parte, le había hecho un favor a todo el reino eliminándolo y, particularmente, a él. Entonces vio como un sirviente de los Baratheon se acercaba y mostraba el regalo de Lord Robert. Era una capa. Una fantástica capa de marta, negra, con el dragón tricéfalo de los Targaryen confeccionado en cuero rojo. El Príncipe parpadeó momentáneamente ante esto y extendió las manos, para tomar el presente. Acarició con lentitud la tela, notando su fina calidad. Era un obsequio de gran categoría, sin lugar a dudas.
¿A qué estaría jugando Robert Baratheon?
Sin embargo, la expresión de Viserys no demostró ni un ápice de desconfianza aunque ese fuera el sentimiento imperante en su ser: por el contrario, se veía encantado. Le sonrió con amplitud y asintió con la cabeza, de manera aprobatoria. Dobló cuidadosamente la prenda y la dejó a un lado, junto al libro regalado por la Mano del Rey.
- Agradezco el regalo, Lord Robert, es magnífico. Así como vuestra presencia aquí... Espero que estéis disfrutando de la fiesta. - todo lo que pudiera, por supuesto. No ignoraba lo que había terminado sucediéndole a su prometida, Lady Lyanna, ese debía ser un golpe muy difícil de superar, al igual que la muerte de Eddard Stark. Pero eran pérdidas que los traidores habían de soportar, después de todo.
Y luego lo pensó... ¿Cómo se hubiera sentido él si le sucediese algo como a Lyanna a su propia prometida? ¿O si los sobrinos de Lord Florent, sus mejores amigos, fuesen también destruidos? Clamaría por venganza, seguramente.
No debía olvidar eso.
Viserys Targaryen
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
[quote="Ysilla Royce"]
La variedad de vinos y frutas en la actividad eran exquisitos. Y el trato de los sirvientes igual, aunque Ysilla notó que algunos de los sirvientes tenían miradas de terror que imaginó debía de ser por la presión de que quedara todo perfecto. Sonrió. Le encantaba que la gente hiciera las cosas a la perfección, pues sabía muy bien que si a ciertas personas no les metía un poquito de presión ellos jamás darían lo mejor. Piedra de las Runas funcionaba a las maravillas por eso mismo, porque tanto ella como su padre eran estrictos con el servicio que se debía de brindar.
Su padre y hermano se encontraban hablando con algunos nobles que ella identificó como los Redfort. O quizás eran los Waynwood. Ladeó la cabeza, desde donde estaba no podía identificar los emblemas familiares.
Decidida a que ya era el turno de ir a presentar sus respetos, Ysilla se encaminó hacia la magnífica mesa donde la familia real se encontraba. Entre los presentes, Ysilla identificó con rapidez al príncipe Viserys, no solo por sus ropas elegantes, sino por su cabellera platinada y sus ojos púrpuras. Entre los presentes de la mesa también identificó a Lady Belmore, pues su estilo y belleza eran únicos y legendarios en todo el Valle. Junto a ellos también estaban dos jóvenes rubios que solo pudo imaginar debían de ser Lord Belmore y Lady Priscila. La muchacha de cabellos dorados era tan hermosa que parecía casi un ángel caído del cielo, tal y como se la habían descrito sus amigas. Lord Belmore, por otro lado, era un joven gallardo y elegante, que había heredado, definitivamente, sus apariencias de su madre.
Ysilla realizó una reverencia educada y graciosa, sus cabellos castaños cayendo por toda su espalda y pecho.—En representación de la Casa Royce del Valle os vine a felicitar por vuestro día del nombre, Su Alteza. Espero que los Siete os protejan y le otorguen muchísimos años de felicidad,— sonrió radiantemente, antes de volver a realizar una reverencia, esta vez no solo observando al Príncipe, sino a los tres Belmore que regían en el Valle. Sin nada más que decir, se retiró justo en el momento en que su Majestad, el Rey Aerys entró al salón.
Ysilla nunca había sido testigo de cómo un ambiente podía cambiar tan repentinamente en cuestión de segundos. El ambiente se convirtió tan tenso que casi se podía percibir en el aire. Terror. La gran mayoría de los vasallos en aquel salón estaban aterrados ante la presencia de su majestad, y para ella no era de extrañarse. Aún recordaban muy claramente los sucesos.
Vientos Primaverales
Cumpleaños de Viserys
La variedad de vinos y frutas en la actividad eran exquisitos. Y el trato de los sirvientes igual, aunque Ysilla notó que algunos de los sirvientes tenían miradas de terror que imaginó debía de ser por la presión de que quedara todo perfecto. Sonrió. Le encantaba que la gente hiciera las cosas a la perfección, pues sabía muy bien que si a ciertas personas no les metía un poquito de presión ellos jamás darían lo mejor. Piedra de las Runas funcionaba a las maravillas por eso mismo, porque tanto ella como su padre eran estrictos con el servicio que se debía de brindar.
Su padre y hermano se encontraban hablando con algunos nobles que ella identificó como los Redfort. O quizás eran los Waynwood. Ladeó la cabeza, desde donde estaba no podía identificar los emblemas familiares.
Decidida a que ya era el turno de ir a presentar sus respetos, Ysilla se encaminó hacia la magnífica mesa donde la familia real se encontraba. Entre los presentes, Ysilla identificó con rapidez al príncipe Viserys, no solo por sus ropas elegantes, sino por su cabellera platinada y sus ojos púrpuras. Entre los presentes de la mesa también identificó a Lady Belmore, pues su estilo y belleza eran únicos y legendarios en todo el Valle. Junto a ellos también estaban dos jóvenes rubios que solo pudo imaginar debían de ser Lord Belmore y Lady Priscila. La muchacha de cabellos dorados era tan hermosa que parecía casi un ángel caído del cielo, tal y como se la habían descrito sus amigas. Lord Belmore, por otro lado, era un joven gallardo y elegante, que había heredado, definitivamente, sus apariencias de su madre.
Ysilla realizó una reverencia educada y graciosa, sus cabellos castaños cayendo por toda su espalda y pecho.—En representación de la Casa Royce del Valle os vine a felicitar por vuestro día del nombre, Su Alteza. Espero que los Siete os protejan y le otorguen muchísimos años de felicidad,— sonrió radiantemente, antes de volver a realizar una reverencia, esta vez no solo observando al Príncipe, sino a los tres Belmore que regían en el Valle. Sin nada más que decir, se retiró justo en el momento en que su Majestad, el Rey Aerys entró al salón.
Ysilla nunca había sido testigo de cómo un ambiente podía cambiar tan repentinamente en cuestión de segundos. El ambiente se convirtió tan tenso que casi se podía percibir en el aire. Terror. La gran mayoría de los vasallos en aquel salón estaban aterrados ante la presencia de su majestad, y para ella no era de extrañarse. Aún recordaban muy claramente los sucesos.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Mención a Garth y Slava Hightower
—Debería ir a dar mis respetos al príncipe —dijo Erik, haciendo el ademán de levantarse, antes de ser interrumpido por Cersei.
—Ni siquiera lo intentes —replicó, en voz alta—. ¿Por qué piensas que estamos en una de las mesas más alejadas de la familia Real? No nos quieren cerca suyo.
—¿Podrías dejar de tratarme como a un ignorante? Yo, soy tu esposo.
—Desafortunadamente, sí —respondió, con el rostro serio, igual que siempre—. Pero no dejaré que tu estupidez avergüence mi nombre.
—También soy un Lannister —respondió. Sin embargo, antes de que la leona pudiese continuar con su argumento, la entrada del Rey suspendió la disputa.
Aerys II se hizo paso a través del salón hasta llegar a su mesa. Una vez allí, dio inicio a su discurso, dando la bienvenida a los nobles de Poniente a aquel festejo. Mas la respetuosa imagen que ambos Lannister intentaron contener, se borraron al dar crédito a lo que oían sus oídos. Erik tragó saliva, y de pronto, todo su alrededor no pareció real. De la nada, comenzó a sentirse algo inquieto e incómodo a la par que unas ínfimas gotas de sudor se resbalaban por los costados de su rostro. Percibió una molesta necesidad de asearse, urgentemente. Y como si fuera poco, el estómago le rugió. Miró a su alrededor, comprobando que nadie lo hubiese escuchado, y así fue. No obstante, a él le pareció un gran estruendo. Al levantar la vista, Cersei parecía no reparar en su presencia: sus ojos divagaron en las mesas de cada noble, hasta posarse en los Hightower, sobre todo en Garth, a quién -quién sabrá por qué- se le quedó mirando un buen rato.
—Nos rechazan, Cersei. No me siento bien aquí.
—Siéntate derecho y compórtate —hizo una pausa—. Por supuesto que nos rechazan. Sienten asco. Apuesto a que incinerarán esta copa al finalizar todo esto. Piensan que ambos tenemos esa... plaga, por más que no sea así.
—Bueno, en realidad, no sabemos, ¿o sí? —Habló así Erik, con un tono de voz más bajo—Me refiero a que, cualquiera puede contraer eso. No estamos seguros.
—¿Qué? —Cersei aparentaba estar algo intranquila.
—Olvídalo. No puedo creerlo, ¡inaceptable! ¿Cuántos años de servicio le brindó Tywin, tu padre, como mano del rey a Aerys? ¿Acaso olvida el apoyo que le otorgaron los Lannister en la rebelión? Jaime murió, luchando su guerra, y-
—Suficiente.
Cersei Lannister se incorporó disculpándose, y, sin compañía alguna, se marchó sin decir nada, llamando la atención de más de una mirada entrometida. Quizá a retocarse o respirar aire fresco. Erik Lannister, por su parte, se sentó allí, como foráneo, incómodo, y ahora sólo. ¿Era algo que él había dicho? Mas la rabia lo excusaba. Si no fuera porque era Aerys Targaryen con quien trataban, no hubiera dudado en presentarse enfrente del rey a exigir una explicación, pasando sobre la palabrería de su esposa. Lo que se suponía que debía ser una velada de distracción, para arrinconar sus problemas por al menos un día, resultaba ser un consistente recordatorio de ellos. Cada vez, le agradaba menos y menos eso de formar parte de la Alta Nobleza.
—Ni siquiera lo intentes —replicó, en voz alta—. ¿Por qué piensas que estamos en una de las mesas más alejadas de la familia Real? No nos quieren cerca suyo.
—¿Podrías dejar de tratarme como a un ignorante? Yo, soy tu esposo.
—Desafortunadamente, sí —respondió, con el rostro serio, igual que siempre—. Pero no dejaré que tu estupidez avergüence mi nombre.
—También soy un Lannister —respondió. Sin embargo, antes de que la leona pudiese continuar con su argumento, la entrada del Rey suspendió la disputa.
Aerys II se hizo paso a través del salón hasta llegar a su mesa. Una vez allí, dio inicio a su discurso, dando la bienvenida a los nobles de Poniente a aquel festejo. Mas la respetuosa imagen que ambos Lannister intentaron contener, se borraron al dar crédito a lo que oían sus oídos. Erik tragó saliva, y de pronto, todo su alrededor no pareció real. De la nada, comenzó a sentirse algo inquieto e incómodo a la par que unas ínfimas gotas de sudor se resbalaban por los costados de su rostro. Percibió una molesta necesidad de asearse, urgentemente. Y como si fuera poco, el estómago le rugió. Miró a su alrededor, comprobando que nadie lo hubiese escuchado, y así fue. No obstante, a él le pareció un gran estruendo. Al levantar la vista, Cersei parecía no reparar en su presencia: sus ojos divagaron en las mesas de cada noble, hasta posarse en los Hightower, sobre todo en Garth, a quién -quién sabrá por qué- se le quedó mirando un buen rato.
—Nos rechazan, Cersei. No me siento bien aquí.
—Siéntate derecho y compórtate —hizo una pausa—. Por supuesto que nos rechazan. Sienten asco. Apuesto a que incinerarán esta copa al finalizar todo esto. Piensan que ambos tenemos esa... plaga, por más que no sea así.
—Bueno, en realidad, no sabemos, ¿o sí? —Habló así Erik, con un tono de voz más bajo—Me refiero a que, cualquiera puede contraer eso. No estamos seguros.
—¿Qué? —Cersei aparentaba estar algo intranquila.
—Olvídalo. No puedo creerlo, ¡inaceptable! ¿Cuántos años de servicio le brindó Tywin, tu padre, como mano del rey a Aerys? ¿Acaso olvida el apoyo que le otorgaron los Lannister en la rebelión? Jaime murió, luchando su guerra, y-
—Suficiente.
Cersei Lannister se incorporó disculpándose, y, sin compañía alguna, se marchó sin decir nada, llamando la atención de más de una mirada entrometida. Quizá a retocarse o respirar aire fresco. Erik Lannister, por su parte, se sentó allí, como foráneo, incómodo, y ahora sólo. ¿Era algo que él había dicho? Mas la rabia lo excusaba. Si no fuera porque era Aerys Targaryen con quien trataban, no hubiera dudado en presentarse enfrente del rey a exigir una explicación, pasando sobre la palabrería de su esposa. Lo que se suponía que debía ser una velada de distracción, para arrinconar sus problemas por al menos un día, resultaba ser un consistente recordatorio de ellos. Cada vez, le agradaba menos y menos eso de formar parte de la Alta Nobleza.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interactúo con: Bárbara Estermont, Robert Baratheon, Ser Borros Wensington [PNJ]
—Casa Yronwood de Palosanto —respondió inmediatamente Stannis, esbozando un breve rictus mientras observaba la trayectoria de su prima hasta él. Bárbara Estermont radiaba alegría por cada poro de su cuerpo e incluso alguien tan regio como él podía contagiarse mínimamente.
—¿Y tres hebillas de bronce sobre azul? Es un blasón fácil —prosiguió con el juego, en referencia a una de las casas vasallas de las Tormentas—. Qué de tiempo sin verte. ¿Ha venido tu padre? —terminó por preguntarle. Siempre había tenido especial estima hacia su tío Eldon, principalmente por su capacidad como estratega naval, que le había reportado un gran aprendizaje durante sus años entre Bastión y Piedraverde.
Luego llegó su hermano Robert, al que Stannis había estado esperando ver desde el principio. Ya había presenciado su competencia en las justas del día anterior, y su respectiva caída. Antaño le hubiera dedicado alguna burla socarrona al respecto, pero ahora los hermanos tenían deberes diferentes en lugares lejanos. Le dedicó una larga mirada adusta, pero fraternal.
—Robert, hermano —le saludó, asintiendo con la cabeza—. No me puedo quejar, aunque extraño un poco Bastión, la verdad. ¿Lysa? Debe andar por ahí, con sus cosas —respondió, cambiando su tonalidad a una bastante más seria cuando se refirió a su esposa, y es que no estaba precisamente cómodo con ella desde una discusión que mantuvieran días atrás.
Cuando lord Baratheon entregó su regalo al príncipe, Stannis ordenó a ser Borros Wensginton que hiciera lo mismo, mandándole a depositar su presente en manos de alguno de los sirvientes reales. El obsequio del venado en aquel decimosexto día del nombre de Viserys Targaryen era un libro antiguo, más no por ello carente de valor histórico y de contenido. Databa de los años que precedieron a la Primera Rebelión Fuegoscuro, y hablaba extensamente de Aegon IV Targaryen, El Indigno. A Stannis Baratheon le agradaba depositar mensajes implícitos en sus regalos, confiaba en que el joven príncipe era lo suficientemente inteligente como para comprenderlo.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
- Palabras a Robert y a Stannis e interactua por proximidad con aquellos que los rodean -
Bryen ya había depositado su regalo en poder de uno de los sirvientes, no era un gran señor como paara presentarse de buenas a primeras frente al príncipe, mucho menos si aun su señor no lo había hecho. Bebía tranquilamente en una de las mesas, observando casi alegremente lo que ocurría a su alrededor. Si bien no era muy dado a dejar sus territorios en esta oportunidad asistía tambien en parte por orden de Robert,Las Tormentas tendría que empezar a expandir su poder político en Poniente intentando aprovechar los espacios vacíos dejados por los antiguos aliados. Por otro lado, un poco de comida y bebida gratis nunca venían nada mal a nadie. Pasaron unos minutos, en los que interactuo amablemente con todo aquel con el que cruzó palabras, con algo de dificultad al principio pero poco a poco fue ganando confianza, ayudado por la experiencia que adquiría con cada palabra dada y recibida además del vino que comenzaba a circular por sus venas. En un instante vio ingresar a Lord Baratheon al salón y sin dudarlo se dirigió hacia el. - Mi Lord, es un verdadero agrado verlo aqui. - Señaló, simulando no saber que asistiría, adicionalmente hizo una inclinación de cabeza para saludar a los demás presentes, poniendo énfasis en el saludo a ser Stannis a quien llevaba bastante tiempo sin verlo.
Por un segunddo recordó aquella oscura noche en las cercanías de Bastión de Tormentas, cuando enfrentaron al tal Jeor, aquel bandido mugroso por el cual casi Stannis casi pierde la vida. - Ser Stannis... que gusto verlo... Habría agregado "recuperado" al final de su frase, pero optó por acallar su garganta con un sorbo de vino, quizás el Consejero de Leyes podría haberse ofendido. Bryen bien sabía que Stannis era muy diferente a Robert y que probablemente no poseía el mismo sentido del humor que su hermano mayor.
Bryen Caron
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Syreo demabulaba por el salón, probando algunos bocados y bebiendo muy poco, no quería hacerlo mas de la cuenta para no comprometer su labor. De reojo fue observando como llegaban los otros asistentes, observó a la esposa de Stannis, Lady Lysa ingresar al salón en solitario, lo que inmediatamente lo alertó. - Y Stannis? No se supone que debieran entrar juntos? Buf estos ponientis tienen unas costumbres muy extrañas... - Refunfuñó para sus adentros, aun sin comprender muy bien como iban las cosas del protocolo. Aunque si sabía bastante bien por su cercanía con Stannis lo que en más de una ocasión lo había llevado a escuchar conversaciones o comentarios sobre el mismo, que hacían notar que su señor no estaba muy conforme con la forma en que su matrimonio se desarrollaba. Esa era probablemente la explicación más lógica.
No dijo nada, pues el no era nadie para juzgar a los otros, pero pensó hacia sus adentros que eso se podría considerar una falta de respeto grave para la mujer, sin embargo Lysa Baratheon no tenía a nadie que la defendiera, su familia había muerto y era justamente su esposo quien la ofendía. Sin duda que su situación en todo ese embrollo político era precario, hija de una casa traidoa y casada con un hombre que lucho por el bando realista, en ese sentido nada podía andar peor.
Divagaba en sus pensamientos cuando notó que Stannis había llegado y se acercó a él pausadamente y se mantuvo a una distancia prudente, sin inmiscuirse en lo que su señor estaba haciendo, a la espera de ser llamado.
No dijo nada, pues el no era nadie para juzgar a los otros, pero pensó hacia sus adentros que eso se podría considerar una falta de respeto grave para la mujer, sin embargo Lysa Baratheon no tenía a nadie que la defendiera, su familia había muerto y era justamente su esposo quien la ofendía. Sin duda que su situación en todo ese embrollo político era precario, hija de una casa traidoa y casada con un hombre que lucho por el bando realista, en ese sentido nada podía andar peor.
Divagaba en sus pensamientos cuando notó que Stannis había llegado y se acercó a él pausadamente y se mantuvo a una distancia prudente, sin inmiscuirse en lo que su señor estaba haciendo, a la espera de ser llamado.
Syreo de Volantis
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Mención: Cersei [NPC] y su esposo.
Interacción: Petyr Baelish
Si la ubicación que se les había dado a los nobles de Occidente en el salón no había sido suficiente para que algunos de ellos se percatasen de lo que estaba sucediendo, el discurso del rey logró que los que todavía creían que eran parte de aquella celebración recibieran el mensaje, no les quedo otra que disimular con esbozos de sonrisas sus caras largas tras la supuesta broma de su majestad. Roland era posiblemente de los pocos cuya sonrisa fue real y que alzo la copa con gusto, el ver la incomodidad en el resto de sus congéneres era un deleite que se daba en contadas ocasiones, en especial el de la pareja dorada que en aquellos minutos eran el centro de atención de todos los vasallos del viejo león.
Un osado joven se sentó en la proximidad de su mesa, sabía que no era occidental lo que llamo su atención, hasta donde el resto sabia el sentarse en las inmediaciones de los portadores de la plaga podía significar una agonía espantosa que solo terminaría con una humillante muerte, no sabía si catalogarlo de idiota, irresponsable, irrelevante, osado o curioso. Probablemente un poco de todas. El chico sonreía mientras miraba en la dirección de los nobles más acomodados, parecía que Roland no era él único que se entretenía en esa mesa después de todo. - ¿A quien agraviaste para que te exiliaran con los leprosos? - La voz del Lefford era profunda y algo amenazante por naturaleza, pero en el tono se notaba que era una broma aunque sus facciones dijeran lo contrario, no siempre solía ser sencillo interpretar cuando el guerrero bromeaba o no. - Otros en tu lugar estarían gimoteando por su oscuro destino, y de paso estarían usando un pañuelo para tapar su nariz y boca.
El arrebato de la leona llamó su atención, asi como de todos los que estaban aburridos como él, se había levantado dejando tirado a su señor esposo, posiblemente hastiada de tantas humillaciones. Ella probablemente sabía tan bien como el resto de los vasallos de su padre que de estar vivo Tywin Lannister la mesa de los leones no habría estado apartada sino que en el lugar que les correspondía plaga o no plaga, y nadie se habría atrevido a quitarle el saludo. Quienes le habían conocido sabían que ni el más astuto ni el poderoso habría osado agraviar al viejo león, muchos considerarían la posibilidad de infectarse algo de menor cuidado que el cruzarse en el camino del señor de Roca Casterly. Pero aquellos tiempos habían quedado atrás y Cersei Lannister se tendría que hacer a la idea en base a caídas en lo que se convertiría en una obra de lo más entretenida.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Vientos Primaverales
Día XV | Mes VII | Año 284 | Desembarco del Rey
Antes de que un mar de cuerpos ocultaran a Lysa, ella captó su mirada. Ante esa situación, mantuvo firme su gesto y seguramente debía su rostro estaría cargado de pillería a raíz del comentario que le dedicó el fornido comensal, aquel hombre de Occidente. Si bien esa chispa continuaba en sus ojos cuando su cabeza se giró hacia el otro, su sonrisa ahora era menos exagerada.Interacción con Lysa Baratheon y Roland Lefford
—Siempre me han agravado más ellos, como podéis observar —le devuelve la cortesía de la broma— Petyr Baelish —se presenta haciendo un simple gesto con la cabeza— espero que comprendan que no reparta besos —dice curvando de nuevo la sonrisa como si se tratara del último tramo al ascenso del Nido de Águilas— un pañuelo ya me convertiría en un hombre enfermo, ¿no os parece?—plantea ese particular punto de vista al tiempo que se levanta de su asiento de nuevo para rebuscar menor entre sus bolsillos y mostrar en su mano una cantidad ingente de hojas de menta— esta es mi armadura: lo opuesto a la peste —desvela, aunque ya resultaba evidente que mascaba esas hojas y que también portaba sobre sus ropajes bastante perfume. Desconocía de la efectividad que tuvieran esos remedios que había llevado pero estaba seguro de que algo harían, después de todo, inhalaría su propio aroma, que espantaría el de los demás. Tan sólo tenía que ser precavido a la hora de tomar el aire y no estaría en más peligro que los que se sentaban dos mesas más allá, eso seguro.
Aún de pie miró furtivamente a donde antes había estado Lysa y en aquella ocasión, parecía era ella la que primero había dado con él. Saludó con un movimiento de cabeza y haciendo un gesto le indicó que se cruzarían más tarde: ella ahora debía de ir con su esposo o tendrían problemas. No sabía hasta que punto la joven comprendería, de la experiencia vivida en los últimos día de Petyr en Aguasdulces, la necesidad de hacerlo así. Esperaba lo hiciera completamente, sabrían encontrarse, con más sutileza, según avanzara la noche.. Y así, a pesar de que evidentemente se había comunicado con otra persona durante esos instante, Meñique se volvió a sentar y continuó como si nada. Sabrían encontrarse, con más sutileza, según avanzara la noche.
—Vengo sólo y tan sólo soy el Heredero de un pequeño torreón en el Valle. Para mi ya sólo es un honor poder estar aquí —dijo pues seguramente su nombre no le habría dicho nada al de la voz profunda. Otros detalles sobre sí mismo, de momento, se los reservaba.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción : Ashara Dayne
Aclaración: Este personaje no se presenta como Daemon Velaryon y ha venido con la comitiva de los Dayne.
Una mano se extendió por las largas túnicas que vestía ahora, noble como pocos, con colores purpúreos que se apagaban en las malgamas marrones de las finas telas. El blanco de sus cabellos estaba oculto en una mancha negra que teñía parte de éstos por tintas Dornienses. La mirada, en cambio, era aguda como una pantera, viendo solo un punto fijo en todo el salón mientras sus dedos envolvían la muñeca solitaria de la joven Dayne, de Campoestrella.
—Os adelantaste —susurró su voz, baja como pocas, desde su oído derecho a la vez que se paseaba detrás de la doncella para ponerse a su lado. —O quizás yo me he atrasado —
Seguramente la segunda opción era la más certera, puesto que efectivamente sus ojos se habían perdido en las grandes decoraciones en torno a los dragones que envolvían la gran fortaleza roja, una vez, hogar de alguien a quién respetaba. El tiempo cambiaba a muchos pero pocos rostros habían cambiado tanto como el de Daemon. Sus mejillas se encontraban tan delgadas que le daban una impresión ligeramente cadavérica. Su cabellera, antes larga y plateada estaba cortada a los hombros, con una marca negra en una de las mechas de adelante. Lo único que mantenía con él era su mirada amatista, la cual no podía cambiar a pesar de desearlo. Esos ojos que se habían vuelto la muerte de quienes le viesen en el lugar que fuese.
Las ropas que lucía eran totalmente Dornienses, de eso no cabía dudas. Ya no estaba con los desastrosos harapos que escondían su piel blanca y el sol le había dado color a su cara ahora. Sabía que podía estar entrando en la boca de los lobos pero, existe una realidad y ningún lord que se precie de serlo baja su cabeza más allá de su nariz. Rhaegar por eso era diferente. Él sí veía a los ojos a sus cercanos…
El lugar apestaba a bailes, cantos, vinos y basura. Todos juntos en un mismo sitio, como si con esto buscasen desviar de sí el anhelo monstruoso que caería sobre ellos. Quizás por eso El Desconocido les evitaba. ¿Quién desearía abrazar seres tan despreciables?
No buscó la mirada de los reyes ni del príncipe. Por un instante sus ojos se posaron en una mesa llena de seres demasiado parecidos entre sí y en su interior, una sonrisa sardónica latió como su corazón. La prole…
Poco había conocido a Viserys pero hasta Rocadragón habían llegado los rumores de que su locura aun no opacaba a la de su padre, pero por una cuestión de edades. No tenía sentido cortar una rama del árbol si aun habían otras que se abrían y generaban veneno en todo Poniente.
—No veo que se esté divirtiendo —preguntó en voz baja, con una mirada cálida quizás, quizás distante, a Ashara Dayne, quien le había traído en su comitiva.
Y por más que sus ojos buscaron por los rincones, lo que no encontró fue Rhaenys y Aegon. ¿Estarían en ese sitio, festejando el cumpleaños de su tío?
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Darren y Viserys.
Mención: Diana, Aerys y, en general, todos los que se acercan al príncipe.
Los gemelos Belmore habían entrado juntos al salón, acercándose sin dudar a la mesa en la que su madre acompañaba príncipe Viserys en cuyo honor eran todas las celebraciones que estaban teniendo lugar aquel día. Respondió a los halagos del joven Targaryen con una sonrisa cálida y una mirada tímida. Priscila todavía estaba algo nerviosa puesto que su prometido no había visto su regalo y aunque creía que estaba a su altura, estaba ligeramente inquieta por saber cuál sería su reacción al verlo. El Rey todavía no había llegado y decidió que tal vez era mejor esperar un poco más, a que el monarca hiciera su aparición, antes de entregarle al príncipe aquello que tenía para él. Se situó junto a su hermano de modo que pudieran hablar mientras los nobles saludaban al príncipe, algunos incluso dirigiendo sus atenciones a ellos también. —Después de las celebraciones me marcharé con el príncipe a Rocadragón. —dijo en voz tan baja que sólo él pudiera oírlo y porque estaba junto a ella. No sabía si su madre le había facilitado aquella información a él también o si estaría tan sorprendido como ella cuando Viserys compartió la noticia la noche anterior, apenas un rato después de conocerse. Miró a su hermano a la espera de intuir en su expresión si había sido tan ignorante de los planes como ella misma.
La conversación podría haber seguido un poco más de no ser porque el Rey Aerys entró en el salón y todas las charlas cesaron al instante. Al llegar a su lugar, el hombre llamó al príncipe Viserys y a su madre, Lady Diana, para que se unieran a él. El escueto discurso del rey terminó con lo que parecía ser una broma puesto que el hombre estalló en carcajadas que fueron seguidas, en parte, por las de algunos de los asistentes.
Tras ello, los nobles volvieron a sucederse, uno detrás de otro, para saludar y felicitar al príncipe. Aguardó su momento, esperando que se quedara a solas, antes de hacer un gesto discreto a uno de los sirvientes con el que había hablado antes de entrar al salón. El joven no tardó en regresar con aquella hermosa galera de madera entre sus brazos. Priscila se había encargado, incluso, de escribir en letras doradas, con su hermosa y cuidada caligrafía, el nombre del príncipe. —Alteza, creo que ha llegado el momento de que sepáis el motivo del retraso de mi llegada. Sé que mi hermano se excusó ante vos, pero no fue la que os dio la razón real de que tuviera que quedarme atrás. —explicó. Hizo un gesto para que el chico dejara el barco sobre la mesa, ante él. —Esto es sólo una pequeña réplica puesto que vuestro regalo espera atracado en el puerto, mi príncipe, recién llegado de Essos. Hubo un retraso con él y por eso yo también estuve a punto de llegar tarde. —aclaró, dando por terminada su explicación. Puede que no fuera más que un objeto simbólico, pero podía apreciarse perfectamente el cuidado trato que había recibido la madera hasta recrear a la perfección la nave, bautizada en nombre del príncipe, que como bien acababa de decir estaba esperando en el puerto de Desembarco del Rey.
Mención: Diana, Aerys y, en general, todos los que se acercan al príncipe.
Los gemelos Belmore habían entrado juntos al salón, acercándose sin dudar a la mesa en la que su madre acompañaba príncipe Viserys en cuyo honor eran todas las celebraciones que estaban teniendo lugar aquel día. Respondió a los halagos del joven Targaryen con una sonrisa cálida y una mirada tímida. Priscila todavía estaba algo nerviosa puesto que su prometido no había visto su regalo y aunque creía que estaba a su altura, estaba ligeramente inquieta por saber cuál sería su reacción al verlo. El Rey todavía no había llegado y decidió que tal vez era mejor esperar un poco más, a que el monarca hiciera su aparición, antes de entregarle al príncipe aquello que tenía para él. Se situó junto a su hermano de modo que pudieran hablar mientras los nobles saludaban al príncipe, algunos incluso dirigiendo sus atenciones a ellos también. —Después de las celebraciones me marcharé con el príncipe a Rocadragón. —dijo en voz tan baja que sólo él pudiera oírlo y porque estaba junto a ella. No sabía si su madre le había facilitado aquella información a él también o si estaría tan sorprendido como ella cuando Viserys compartió la noticia la noche anterior, apenas un rato después de conocerse. Miró a su hermano a la espera de intuir en su expresión si había sido tan ignorante de los planes como ella misma.
La conversación podría haber seguido un poco más de no ser porque el Rey Aerys entró en el salón y todas las charlas cesaron al instante. Al llegar a su lugar, el hombre llamó al príncipe Viserys y a su madre, Lady Diana, para que se unieran a él. El escueto discurso del rey terminó con lo que parecía ser una broma puesto que el hombre estalló en carcajadas que fueron seguidas, en parte, por las de algunos de los asistentes.
Tras ello, los nobles volvieron a sucederse, uno detrás de otro, para saludar y felicitar al príncipe. Aguardó su momento, esperando que se quedara a solas, antes de hacer un gesto discreto a uno de los sirvientes con el que había hablado antes de entrar al salón. El joven no tardó en regresar con aquella hermosa galera de madera entre sus brazos. Priscila se había encargado, incluso, de escribir en letras doradas, con su hermosa y cuidada caligrafía, el nombre del príncipe. —Alteza, creo que ha llegado el momento de que sepáis el motivo del retraso de mi llegada. Sé que mi hermano se excusó ante vos, pero no fue la que os dio la razón real de que tuviera que quedarme atrás. —explicó. Hizo un gesto para que el chico dejara el barco sobre la mesa, ante él. —Esto es sólo una pequeña réplica puesto que vuestro regalo espera atracado en el puerto, mi príncipe, recién llegado de Essos. Hubo un retraso con él y por eso yo también estuve a punto de llegar tarde. —aclaró, dando por terminada su explicación. Puede que no fuera más que un objeto simbólico, pero podía apreciarse perfectamente el cuidado trato que había recibido la madera hasta recrear a la perfección la nave, bautizada en nombre del príncipe, que como bien acababa de decir estaba esperando en el puerto de Desembarco del Rey.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interactuo con Lyonel Corbray (PNJ) Aerys targaryen, Viserys Targaryen y Diana Belmore
No le agradaba en lo más mínimo estar en la fortaleza roja, prefería la fea y empobrecida fortaleza de su esposo, que ese gran castillo que tantas pesadillas le causa. Cuando caminaba por los pasillos le parecía que aun podía escuchar a la reina Raella gritar y eso le ponía la piel de gallina, por lo cual no podía intentar alejar sus recuerdos pensando en cualquier otra cosa, pero sin lograrlo realmente.
No había tenido muchas ganas de asistir al cumpleaños del príncipe, pero sabía que no hacerlo podría ser considerado una ofensa y perdería la oportunidad de relacionarse con otros nobles, lo cual era algo que realmente deseaba hacer pues quería empezar a mover las cosas para lograr que su nueva casa obtuviera un poco más de dinero.
Tardo un poco en arreglarse, busco ponerse un vestido que resaltara su figura y estuviera hermosamente decorado con hilo de oro y algunos cristales, esperando que eso la hiciera destacar mientras iba del brazo de su esposo. su marido estaba un poco fastidiado por tener que esperarla y la hizo caminar rápido hacia el salón donde se estaba llevando a cabo la celebración, esto hizo que la dama frunciera el ceño, pero antes de entrar al salón respiro profundamente y trato de poner una expresión más amigable.
Ingresaron al lugar y se acercaron a donde se encontraba la familia real-Su majestad le agradecemos permitirnos acompañarlos en un día tan importante-dijo la pelirroja al rey y luego miro al príncipe-su alteza espero este disfrutando de este día tan importante y de los obsequios que le han dado sus vasallos-le dijo al príncipe mientras se preguntaba si el joven ya habría visto la daga que encargo con algo del dinero que quedaba de su dote como regalo para el príncipe-tía Diana es un gusto volver a verte-saludo a la hermana de su madre con sinceridad e hizo otra reverencia antes de alejarse llevándose a su esposo con ella, no quería incordiar a ninguno de los presentes y por eso no presto mucha atención a quien más se encontraba por ahí.
Cuando estuvieron lejos de la familia real, se apartó del Lord Corbray y fue a mezclarse entre la gente, esperando encontrarse con algún conocido que no la hiciera rabiar, tal vez alguno de sus primos, o un espacio solitario donde pudiera pasar el resto de la velada sin llamar mucho la atención.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
vientos primaverales Addam Osgrey Addam era el último de la familia Osgrey, y como tal, no le tocaba heredar absolutamente nada. Además de que su casa no era ni la más poderosa ni la más rica de Poniente. Por ello, cuando tuvo la edad suficiente, su padre lo envió a Desembarco del Rey junto a unos tíos, donde serviría de paje, y con algo de suerte, Ser. Pero, la suerte no estaba de su lado. De compostura flacucha y débil, el Osgrey estaba muy lejano a ser un digno caballero. Por ello había tenido que conformarse con ser un paje. Había corrido de mano en mano, y a su corta edad, podía decir que solo había tenido un buen señor quien le había enseñado muchísimas cosas. Dadas las vueltas del destino, se había topado con un hombre a quien había conocido en una vida pasada. A uno que creyó muerto, sin embargo, allí estaba frente a él. Si no hubiera sido por sus ojos, él no le hubiera reconocido. No necesitó que el hombre se presentase, el hombre tampoco le pidió que lo hiciera. Había la confianza suficiente entre los dos como para que el tipo le entregase un pequeño papel doblado. "Nadie debe verte, Addam. Nadie." Y él, como el leal hombrecillo que era asintió, a sabiendas de que un traspiés podría poner su cabeza en una pica. Tomó el papelillo y se lo echó a un bolsillo. El hombre, cubierto por un juego de sombras que solo permitía que se le vieran sus ojos verdes, le entregó un pequeño saco con oro. Addam lo rechazó. —No es necesario, mi Señor. No es necesario.— Negó la cabeza y le devolvió las monedas. No necesitaba oro para mostrar su lealtad. Y como pocos hombres en Poniente, Addam Osgrey, el más joven de su familia, se llevó consigo un importante deber. Uno que podría significar su muerte, pero muy poco le importaba. Si bien era flacucho y débil, Addam podía ser considerado como un joven valiente y leal hasta su último suspiro. Cargando frente a sí una bandeja de vinos, el muchacho se escurrió entre la multitud de nobles. Florent. Baratheon. Belmore. Targaryen. Velaryon. Todos se mostraban altivos con sus títulos. A lo lejos observó a los Lannister y los occidentales, escondidos casi en una esquina. Sus ojos claros buscaron con rapidez a quien estaba buscando. Lo encontró a lo lejos, detenido junto a una mujer. Tragó seco y se aferró fuertemente de su bandeja, no había tiempo para errores. Con pasos rápidos, el muchacho se detuvo justo frente a Garth Hightower. La persona que estaba buscando. Sonrió, extendiéndole una copa al Lord de Antigua. Justo detrás de su copa había un pequeño pergamino, doblado y ligeramente húmedo a causa del alcohol y sudor. Mi Señor, espero que el alcohol no os nuble la cabeza. Aunque siempre es posible salir a tomar un poco de aire,— realizó una inclinación y sin más se retiró. Su trabajo ya estaba hecho. El contenido de la nota eran solo dos oraciones escritas con pulcritud a pesar de la condición del papel. "A pesar de ser persona gracias a terceros, creo que en la vida no os ha ido tan mal. Pudo haberte ido peor y ser un paje de Luthor y verlo cazar por toda a eternidad." Y una simple firma. Rob Flores |
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Príncipe, Alyn Celtigar, Erick Lanister y Bárbara
El lugar estaba lleno y, a pesar de eso, Elliot pudo identificar varios rostros conocidos esparcidos por el salón. Los Baratheon, sin duda, eran los más identificables entre la multitud, desde luego, por sus múltiples miembros. A veces, cuando niño, Elliot solía bromear con los jóvenes Starks acerca de ellos, de que parecían multiplicarse a penas tocaban el agua. Ahora, claro, la borma no le hacía gracia porque todo eso representaba un pasado oscuro para el hombre. Ese apellido se había llevado la gloria de su casa dejando a un niño idiota al mando. Por si fuera poco, le habían arrebatado dos de las cosas que él más valoraba: a su querido hermano mayor y su libertad de elegir su propia vida, todo con la misma y única acción de asesinar a Ethan, porque a los cristalinos ojos del rubio, ese siempre sería un asesinato.
Así que se acercó al príncipe para mostrarle sus respetos, lo mismo que al rey con una reverencia quizá demasiado teatral. Para finalizar, dejó ante el príncipe algo traído de su tierra, algo que sólo se conseguía allá. Era una piel de lobo, perfectamente cuidada y curtida. Había sido en vida un lobo completamente negro a excepción de esa marca en forma de luna creciente que tenía en el homóplato izquierdo, ésta completamente blanca con un contorno plateado. Había sido su orgullo en el norte, pero ya no estaba en su casa y la persona que la hizo para él ya no existía. Lo mejor era que algo tan vistoso lo tuviera alguien de la altura del príncipe en persona. De manera que presentó sus respetos y se retiró para dejar pasar a los invitados. En ese momento, medianamente distraído en la búsqueda de otro rostro conocido, su hombro chocó con una joven dama que, sin duda, reconocía de su infancia. Se disculpó con una pequeña inclinación de cabeza y siguió su camino hacia dónde lord Celtigar se había ubicado. Lo saludó cortesmente con un gesto y preguntó.
- ¿Cómo siguen sus heridas? Espero que no haya sido nada grave. La verdad es que es usted un excelente competidor y dudaba poder ganar- admitió sinceramente. Mucho se le había dicho de los dotes del lord en lo que a justas respecta y con el paso de los comentarios perdió algo de confianza. De cualquier manera, no era ningún tipo de alarde, era simplemente para entablar conversación. Entonces vio pasar a Erick Lanister, quien lo venciera en las semifinales, y lo saludó con cortesía acompañada de una gran sonrisa. Se merecía con creses su victoria, debía admitirlo, una que simple y sencillamente lo había dejado a él medianamente lastimado de momento. En su fuero interno pensó en pedirle otra oportunidad de enfrentarse a semejante oponente.
Entonces tomó una copa de una de las charolas que alguien llevaba por todo el lugar, y se la bebió casi de un trago, siguiendo con la mirada a la joven rubia con la que había chocado, como el león que tiene en la mira a su presa. Sólo quería hablar, claro, sólo eso, por los viejos tiempos.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Vientos de Primavera. 1era Trama global
Día 15 | Mes 7| Año 284| Desembarco del Rey
Afortunadamente el evento parecía haberse relajado un poco. Apenas, y quizás Garth leyera mal el ambiente, pero podía deberse también a la búsqueda de alcohol, que tampoco era tan difícil de encontrar puesto que los sirvientes habían aumentado de forma proporcional a los nobles y figuras de relevancia. El Hightower no había abandonado el lado de Slava, y dejó su inspección para observarla a ella en persona. “¿Estas bien?” le preguntó, dado que acababa de encontrarse con Lady Dayne y, por lo tanto, con un período del pasado que le fue (y le era) muy doloroso. Elia y su muerte era un tema que no sabía si todavía estaba resuelto para la Sirena, pero solo podía suponer que no lo estaba para los Martell y tampoco para Ashara, que había sido una de sus amigas más cercanas. Mentía, en realidad estaba seguro que Slava no había solucionado nada en su cabeza, simplemente esperaba el momento para tomar venganza.
Acarició la espalda de la dorniense, pero en ese momento pareció que sus pensamientos se materializaron, puesto que un mozo… no, un joven de aspecto noble se colocó frente a él. Si, frente a él con la única intención de contactarlo, de llamar su atención. Garth levantó sus ojos grises para encontrar la mirada del muchacho y supo que había algo importante… TENÍA algo importante. Alzó una ceja y abrió la boca para preguntar, pero su interlocutor le tendió una copa que él observó con sospecha antes de aferrar y notar la nota que estaba allí escrita. Además, las palabras del muchacho no fueron inocentes, tenían un sentido una vez leyera el trozo de papel.
Sus ojos viajaron por las letras con velocidad y, luego, las repasaron con lentitud. Entendió muchas cosas de repente, puesto que la memoria le funcionó en seguida. Una leve sonrisa de lado apareció en su rostro y le tendió la nota a Slava, que ahora ya estaba al tanto de toda la escena. “Voy a tomar aire, te comento luego…” La besó con suavidad antes de comenzar a retirarse sigilosamente. De todas formas, un Hightower no llamaba la atención, todos estaban inmiscuidos en sus propios halagos mutuos e hipocresías, ignorando la falta de individuos y familias enteras. El Salón del Trono de Hierro era una oda a la masturbación de la nobleza ponienti… así definiría ese momento el Torrenegra. Pero, de nuevo, adoraba ese lugar…
- OFF:
- Garth se retira momentáneamente de la escena.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Un aturdimiento repentino lo tomó por sorpresa. La vista se le estaba nublando y escuchaba un curioso tintineo. Los rostros de las personas se le volvían borrosos, y sus voces parecían simples murmullos, sin sentido alguno. Se sentía como en un estrecho páramo con una increíble variedad de fauna: Tortugas, cangrejos, venados, leones, cuervos, ruiseñores, zorros y dragones. Estaban pasando demasiadas cosas, pero al mismo tiempo, el sentía que no pasaba nada. Su respiración se agitó, y se obligó a sí mismo a respirar más despacio. Por lo que se puso de pie con cautela, ignorando a sus escoltas, quienes le preguntaban si se encontraba bien. Simplemente dio unos pasos, algo dudosos, atravesando el gran salón, en donde se cruzó con Elliot Glover, a quien había vencido hacía no mucho en el Torneo. Le dijo algo, pero no le prestó mucha atención. Se limitó a asentir y sonreír en señal de respuesta, pues el pasmo no le abandonaba.Interacción con Aerys II y Viserys Targaryen / Mención a Elliot Glover
Cerró el puño derecho con mucha fuerza. Tanto, que llegó a lastimarse la mano, mas no le dio importancia. En la otra mano, llevaba una copa de vino. Se encontraba muy ocupado exasperándose, de tan sólo pensar en aquel entorno, del que él no había pedido formar parte. Todavía encolerizado por la situación que les hicieron pasar los Targaryen, tomó una decisión arriesgada. Era su momento, Cersei se había retirado, por lo que si no actuaba ahora, se lo impediría a su regreso. Tomó aire, profundo, y exhaló. Cerró los ojos, y a continuación, se encaminó a la mesa de Aerys y Viserys Targaryen, certero. Sin embargo, un corpulento guardia le bloqueó el paso, poniendo una lanza enfrente del Lannister. Increíble, pensó Erik, primero nos privan de un puesto de privilegio, siendo una de las casas más fieles a la corona, y ahora me prohíben acercarme a ellos? Eso era todo.
—¡A un lado, animal!
Erik hizo a un lado al guardia, empujándolo con impresionante fuerza, por la cual se destacaba. Continuó con su camino, habiendo llamando la atención de quizá todos los lores allí presentes. Pero ya era muy tarde para retractarse. Frunciendo el ceño y apretando los dientes, se paró enfrente de la mesa de los Targaryen, y se enfrentó al Rey de los Ándalos y los Primeros Hombres, cara a cara. Pero primero, lo primero: hizo una reverencia y se dirigió a Viserys.
—Príncipe Viserys —comenzó, esbozando una sonrisa sarcástica—. Espero esté usted pasando una maravillosa velada, y le otorgo mis más sinceras felicitaciones y deseos por su decimosexto día del nombre. Los Siete os bendigan —pero pronto acabó su gratitud, y pronunció las palabras que podrían conllevar a un trágico desenlace—. Su majestad —dijo, señalando a Aerys II con su dedo índice—, es inaceptable, ¡humillante! ¿Os puedo preguntar, cómo osa insultar a la casa Lannister de esta manera? Después de todo lo que Tywin Lannister hizo por vos, y el reino, ¿despreciar a su hija, su sucesor y al resto de los occidentales dejándolos en la lejanía? —y hablaba así prestando un expresivo lenguaje corporal, al mismo tiempo que cargaba con una copa de vino en su mano izquierda, que iba a usar para algo interesante si las cosas se tornaban algo tensas— Occidente, y sobre todo Roca Casterly es la zona con mayor actividad comercial en todo Poniente. El oro de los Lannister ha ayudado a pagar deudas de la corona y el reino, y en el momento de mayor necesidad, cuando nos vemos obligados a inclusive cerrar caminos y aislarnos por nuestra situación, os das el placer de darnos las espalda? Os exijo, como Guardián de Occidente y en nombre de los Lannister y todas las casas occidentales, que se nos otorgue una mejor ubicación y una disculpa, por hacernos pasar por esto.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Priscila Belmore, Elliot Glover, Ysilla Royce, Laena Corbray, Erik Lannister
Mención: Stannis Baratheon, Petyr Baelish, Diana Belmore, Aerys Targaryen
La ola de invitados que iban a presentar sus respetos continuaba acercándose. Hizo una suave inclinación con la cabeza, en gesto cortés ante lady Ysilla Royce por sus deseos de felicidad y salud. Entonces pensó:
"Bien. Si cada felicitación en el día de hoy fuese realidad y en verdad me diese más años para vivir, sería más longevo que el mismo Jaehaerys, el Viejo Rey".
Pero bueno, era protocolario, después de todo. Aunque eso no significaba que tanto desfile le resultase algo aburrido.
Uno de los regalos que le fascinó fue el que le fue presentado por Glover. Era otra capa, pero ésta de piel de lobo, un lobo negro parecería, con una mancha plateada que parecía ser una luna creciente o algo semejante. Acarició suavemente la piel, sintiendo la textura de la misma y sonrió con total aprobación. Era un obsequio valioso, sin lugar a dudas.
- Es un gran regalo, Glover.- murmuró. - Os lo agradezco de todo corazón.- hizo una inclinación con la cabeza. No sabía cuál capa era mejor, la que le dio Lord Baratheon tenía el símbolo de los Targaryen, pero la recibida con Glover se veía bastante elegante... Además, no confiaba del todo en los motivos del primero, pero no pensaba despreciar su regalo. Depositó la prenda recién recibida junto a la otra.
Y de hecho, poco después de que recibiera la capa de parte de Robert, otro sirviente de los Baratheon se acercó a darle un nuevo regalo, ésta vez de parte del Consejero de Edictos. Otro libro... ¿Un libro más? ¿De verdad? Y parecía lectura pesada. Pero conocía un poco de ese título. Como Príncipe de Poniente, debía conocer todo lo relativo a la historia de la Casa Targaryen. No lo había leído, pero sabía que el texto contenía grandes detalles sobre el reinado de Aegon IV, el Indigno... ¿Eso era alguna clase de estúpido mensaje de parte del Baratheon? ¿Lo consideraba "Indigno" para gobernar y suceder a su padre? ¿Él? ¿Más indigno que el hijo de un traidor conocido? Viserys apretó con fuerza los dientes y los ojos lilas fulguraron con una buena dosis de rabia. Rabia que hubo de tragarse puesto que no deseaba hacer un escándalo. Ah, pero no olvidaría fácil aquella afrenta, por supuesto que no.
Una nueva invitada pasó ante él, lady Laena Corbray, que le volvía a darle sus buenos deseos y esperaba que disfrutase de sus regalos. Oh, si los disfrutaría. Era una daga ornamentada y bastante bonita. Aquella arma le había gustado.
- Oh, lo estoy disfrutando, lady Laena. Y también de los obsequios, la daga de vuestra familia es muy bonita.- y, sin duda, sería la mar de útil.
Pero lo más grande de la noche vino junto a Priscila... Cuando su prometida volvió a presentarse ante él y le dio aquella galera de juguete, Viserys no comprendió inmediatamente hasta que ella no se lo dijo.
Así que la galera era una representación del regalo verdadero que lo esperaba en el puerto.
El regalo verdadero.
Su mente tardó un poco en procesarlo, por la sorpresa... ¿Priscila le había regalado un barco? ¿Un barco? ¿De verdad? Parpadeó varias veces... Se sentía tan emocionado con la idea de tener una embarcación propia que deseaba ir ahora mismo al puerto a verlo y casi había olvidado la ofensa de Stannis. Tuvo que resistir el impulso de abrazar a Priscila y lo trocó por uno de acariciar lentamente la representación del barco que tenía entre sus manos. Si la galera real era semejante a esa, entonces sin duda era un navío espectacular y muy bonito. Le dedicó una sonrisa dulce a su prometida y luego extendió una mano para acariciar una de las de ella y decirle:
- Es un regalo espléndido, mi señora. Estoy ansioso por ir a verlo, cuánto antes mejor. - no podía salir del recinto ahora, pero apenas tuviera oportunidad iría a observar el regalo de ella, no se lo perdería.
Sus ojos se centraron, por su parte en el resto de los invitados una vez que se recuperó de la impresión de lo de la embarcación. Buscaban a una persona en particular, una que lo había contactado por carta, enviándole un caro juego de sitrang. Petyr Baelish. Un noble de una casa muy menor del Valle... El Príncipe no lo conocía y se preguntaba si los Belmore lo harían. Deseaba agradecerle el regalo... se preguntaba porque no se presentó ante él, pero no importaba. Una vez finalizada la fiesta, quizá lo mandara llamar para darle las gracias en persona.
Su mirada también se dio cuenta de otra cosa: Cersei Lannister, una de las mujeres más bellas presentes en el lugar, la llamada Luz de Occidente se incorporó, aparentemente airada y se retiró del salón. Viserys frunció el ceño. ¿Qué sucedía?
Y lo que pasó luego, pasó demasiado rápido. El Guardián del Oeste, Erik Lannister, se puso de pie también, pero no se retiró, sino que se acercó a la mesa real, por más que uno de los soldados que guardaban a los dragones intentó cortarle el paso. El Príncipe notó como el otro le felicitaba, de manera casi sarcástica, lo que le hizo fruncir el ceño.
Pero lo peor fue lo siguiente. Lannister se tomó el atrevimiento de cuestionar directamente al Rey... ¡Al Rey! ¡A Aerys Targaryen! ¿Es que aquel león era suicida?
Si con la llegada del monarca el ambiente se había puesto tenso, ahora directamente podría cortarse con un cuchillo.
Desde el punto de vista del Príncipe, los occidentales deberían agradecer el haber sido invitados a pesar de la aflicción que recorría sus tierras. Haber sido leales a la Corona no implicaba que tuvieran el derecho a enfermar y apestar a la familia real y a todos los invitados. Por lo menos eso era lo que el Viserys más auténtico pensaba.
Ahora bien... ¿Debía pensar como el Viserys auténtico? Probablemente, pero debía actuar como el Viserys Príncipe, el que había recibido constante educación de Diana Belmore, el que entrenaba en todos los aspectos posibles todos los días con la finalidad de convertirse en un buen rey. Si alguien le hubiera pedido su opinión, habría desaconsejado eso. Claro, habría mantenido lejos al grueso de los occidentales pero cerca a los Lannister. Los reclamos de Erik no eran del todo injustos. Después de todo, era preferible soportar a los dos leones que habían llegado, que a todo el aluvión zoológico occidental en su conjunto.
- Lord Lannister.- comenzó el chico, una vez que el Guardián del Oeste se hubo callado. No deseaba que su padre hiciese algo que perjudicase a los Targaryen todavía más, pero dudaba que se tomase las palabras del otro a bien. Sin embargo, tampoco podía quedarse callado mientras los dragones eran desafiados de esa manera. - Os agradezco vuestros deseos para conmigo, así como vuestra presencia en éste lugar.- él no ignoraba la ayuda que Tywin Lannister le había prestado al Trono de Hierro, ni tampoco la lealtad demostrada por Occidente durante la rebelión, o la muerte de Ser Jaime.
Viserys todavía no era quien para disculpar a la Casa Targaryen ante Occidente... Eso dependía plenamente de Aerys y creía que la reacción de Aerys no iba a ayudar al prestigio de la Corona. Pero su propia reacción... Ah, eso podría contribuir. Tenía que actuar como Viserys el Príncipe y tragarse todo lo que pudiese pensar de los occidentales y su enfermedad y estaba dispuesto a hacerlo con toda la dignidad y el orgullo posibles, para demostrar que los dragones no olvidaban a sus aliados, aunque hubiesen caído en desgracia.
El poder era algo tan frágil...
Se puso de pie, con lentitud y dijo:
- Las gestas de Occidente no se olvidan, milord, no penséis eso. Pero no creo que sea prudente hacer perder el tiempo de Su Majestad con reclamos de éste estilo que pueden solucionarse de manera muy simple. Vuestro lugar no es deshonroso como podríais pensar en un primer momento, es más...- hizo una pausa y luego le miró profundamente a los ojos. No sabía si su padre lo aprobaría, si Diana Belmore lo haría, ni si alguien en ese cuarto podría llegar a hacerlo, pero estaba dispuesto. Estaba dispuesto a realizarlo con tal de que los Targaryen continuasen en una posición de poder: - Si así lo consideráis, puedo deciros algo. La presencia de un príncipe honra cualquier mesa en la que éste se encuentre, más si se trata del homenajeado de la noche. - sus ojos lilas no delataban nada: ni asco, ni temor, ni desazón, absolutamente nada. Rodeó la mesa y entonces miró a Erik intensamente para rematar: - Os ofrezco ir hacia vuestra mesa y estar con vuestra gente, mi señor de Lannister. Que no se diga que la Casa Targaryen olvida a sus aliados...- luego sus ojos recorrieron el resto de la sala, en silencio. Se sentía abrumado, con una enorme pesadez sobre sus hombros. Tenía miedo de la reacción de Aerys, pero consideraba que ese ofrecimiento era mucho más digno que pedirle al Rey que se disculpara, y ahorraría la sangre de los Lannister. No podía invitar a Erik cerca de la mesa real, pero si era libre de ofrecer ir hacia donde se encontraban ellos. Y sabía que si se movía a esa mesa, los demás se verían obligados a acercarse allí, si querían presentar sus respetos como hasta ahora (o quizá se salvase del aburrido aluvión protocolar que había estado aguantando estoico). Nadie haría al lado a los Occidentales, de esa manera también. - Y que no se diga que el reino en general olvida a los que han sangrado por su bienestar, ni a los que necesitan apoyo.- quizá eso, en su parte, también conformaría a la retorcida mente de Aerys. Seguro ver al resto del reino acercarse a los "inmundos leprosos" como él los definía le daría gran satisfacción en sí. Le echó una disimuladísima mirada a Lady Diana, una que él esperaba que ella entendiera... Deseaba que intentara contener la reacción del Rey, que no hiciera nada que pudiera dañar totalmente a los Targaryen a los ojos del reino completo. Eso era lo que él temía: que por un reclamo de éste tipo, el dragón terminase debilitándose... ¡No debía permitirlo! Él, por su parte, no se preocupaba por su seguridad con los occidentales. Él tenía la sangre del dragón, una estúpida peste no iba a abatirlo.
Mención: Stannis Baratheon, Petyr Baelish, Diana Belmore, Aerys Targaryen
La ola de invitados que iban a presentar sus respetos continuaba acercándose. Hizo una suave inclinación con la cabeza, en gesto cortés ante lady Ysilla Royce por sus deseos de felicidad y salud. Entonces pensó:
"Bien. Si cada felicitación en el día de hoy fuese realidad y en verdad me diese más años para vivir, sería más longevo que el mismo Jaehaerys, el Viejo Rey".
Pero bueno, era protocolario, después de todo. Aunque eso no significaba que tanto desfile le resultase algo aburrido.
Uno de los regalos que le fascinó fue el que le fue presentado por Glover. Era otra capa, pero ésta de piel de lobo, un lobo negro parecería, con una mancha plateada que parecía ser una luna creciente o algo semejante. Acarició suavemente la piel, sintiendo la textura de la misma y sonrió con total aprobación. Era un obsequio valioso, sin lugar a dudas.
- Es un gran regalo, Glover.- murmuró. - Os lo agradezco de todo corazón.- hizo una inclinación con la cabeza. No sabía cuál capa era mejor, la que le dio Lord Baratheon tenía el símbolo de los Targaryen, pero la recibida con Glover se veía bastante elegante... Además, no confiaba del todo en los motivos del primero, pero no pensaba despreciar su regalo. Depositó la prenda recién recibida junto a la otra.
Y de hecho, poco después de que recibiera la capa de parte de Robert, otro sirviente de los Baratheon se acercó a darle un nuevo regalo, ésta vez de parte del Consejero de Edictos. Otro libro... ¿Un libro más? ¿De verdad? Y parecía lectura pesada. Pero conocía un poco de ese título. Como Príncipe de Poniente, debía conocer todo lo relativo a la historia de la Casa Targaryen. No lo había leído, pero sabía que el texto contenía grandes detalles sobre el reinado de Aegon IV, el Indigno... ¿Eso era alguna clase de estúpido mensaje de parte del Baratheon? ¿Lo consideraba "Indigno" para gobernar y suceder a su padre? ¿Él? ¿Más indigno que el hijo de un traidor conocido? Viserys apretó con fuerza los dientes y los ojos lilas fulguraron con una buena dosis de rabia. Rabia que hubo de tragarse puesto que no deseaba hacer un escándalo. Ah, pero no olvidaría fácil aquella afrenta, por supuesto que no.
Una nueva invitada pasó ante él, lady Laena Corbray, que le volvía a darle sus buenos deseos y esperaba que disfrutase de sus regalos. Oh, si los disfrutaría. Era una daga ornamentada y bastante bonita. Aquella arma le había gustado.
- Oh, lo estoy disfrutando, lady Laena. Y también de los obsequios, la daga de vuestra familia es muy bonita.- y, sin duda, sería la mar de útil.
Pero lo más grande de la noche vino junto a Priscila... Cuando su prometida volvió a presentarse ante él y le dio aquella galera de juguete, Viserys no comprendió inmediatamente hasta que ella no se lo dijo.
Así que la galera era una representación del regalo verdadero que lo esperaba en el puerto.
El regalo verdadero.
Su mente tardó un poco en procesarlo, por la sorpresa... ¿Priscila le había regalado un barco? ¿Un barco? ¿De verdad? Parpadeó varias veces... Se sentía tan emocionado con la idea de tener una embarcación propia que deseaba ir ahora mismo al puerto a verlo y casi había olvidado la ofensa de Stannis. Tuvo que resistir el impulso de abrazar a Priscila y lo trocó por uno de acariciar lentamente la representación del barco que tenía entre sus manos. Si la galera real era semejante a esa, entonces sin duda era un navío espectacular y muy bonito. Le dedicó una sonrisa dulce a su prometida y luego extendió una mano para acariciar una de las de ella y decirle:
- Es un regalo espléndido, mi señora. Estoy ansioso por ir a verlo, cuánto antes mejor. - no podía salir del recinto ahora, pero apenas tuviera oportunidad iría a observar el regalo de ella, no se lo perdería.
Sus ojos se centraron, por su parte en el resto de los invitados una vez que se recuperó de la impresión de lo de la embarcación. Buscaban a una persona en particular, una que lo había contactado por carta, enviándole un caro juego de sitrang. Petyr Baelish. Un noble de una casa muy menor del Valle... El Príncipe no lo conocía y se preguntaba si los Belmore lo harían. Deseaba agradecerle el regalo... se preguntaba porque no se presentó ante él, pero no importaba. Una vez finalizada la fiesta, quizá lo mandara llamar para darle las gracias en persona.
Su mirada también se dio cuenta de otra cosa: Cersei Lannister, una de las mujeres más bellas presentes en el lugar, la llamada Luz de Occidente se incorporó, aparentemente airada y se retiró del salón. Viserys frunció el ceño. ¿Qué sucedía?
Y lo que pasó luego, pasó demasiado rápido. El Guardián del Oeste, Erik Lannister, se puso de pie también, pero no se retiró, sino que se acercó a la mesa real, por más que uno de los soldados que guardaban a los dragones intentó cortarle el paso. El Príncipe notó como el otro le felicitaba, de manera casi sarcástica, lo que le hizo fruncir el ceño.
Pero lo peor fue lo siguiente. Lannister se tomó el atrevimiento de cuestionar directamente al Rey... ¡Al Rey! ¡A Aerys Targaryen! ¿Es que aquel león era suicida?
Si con la llegada del monarca el ambiente se había puesto tenso, ahora directamente podría cortarse con un cuchillo.
Desde el punto de vista del Príncipe, los occidentales deberían agradecer el haber sido invitados a pesar de la aflicción que recorría sus tierras. Haber sido leales a la Corona no implicaba que tuvieran el derecho a enfermar y apestar a la familia real y a todos los invitados. Por lo menos eso era lo que el Viserys más auténtico pensaba.
Ahora bien... ¿Debía pensar como el Viserys auténtico? Probablemente, pero debía actuar como el Viserys Príncipe, el que había recibido constante educación de Diana Belmore, el que entrenaba en todos los aspectos posibles todos los días con la finalidad de convertirse en un buen rey. Si alguien le hubiera pedido su opinión, habría desaconsejado eso. Claro, habría mantenido lejos al grueso de los occidentales pero cerca a los Lannister. Los reclamos de Erik no eran del todo injustos. Después de todo, era preferible soportar a los dos leones que habían llegado, que a todo el aluvión zoológico occidental en su conjunto.
- Lord Lannister.- comenzó el chico, una vez que el Guardián del Oeste se hubo callado. No deseaba que su padre hiciese algo que perjudicase a los Targaryen todavía más, pero dudaba que se tomase las palabras del otro a bien. Sin embargo, tampoco podía quedarse callado mientras los dragones eran desafiados de esa manera. - Os agradezco vuestros deseos para conmigo, así como vuestra presencia en éste lugar.- él no ignoraba la ayuda que Tywin Lannister le había prestado al Trono de Hierro, ni tampoco la lealtad demostrada por Occidente durante la rebelión, o la muerte de Ser Jaime.
Viserys todavía no era quien para disculpar a la Casa Targaryen ante Occidente... Eso dependía plenamente de Aerys y creía que la reacción de Aerys no iba a ayudar al prestigio de la Corona. Pero su propia reacción... Ah, eso podría contribuir. Tenía que actuar como Viserys el Príncipe y tragarse todo lo que pudiese pensar de los occidentales y su enfermedad y estaba dispuesto a hacerlo con toda la dignidad y el orgullo posibles, para demostrar que los dragones no olvidaban a sus aliados, aunque hubiesen caído en desgracia.
El poder era algo tan frágil...
Se puso de pie, con lentitud y dijo:
- Las gestas de Occidente no se olvidan, milord, no penséis eso. Pero no creo que sea prudente hacer perder el tiempo de Su Majestad con reclamos de éste estilo que pueden solucionarse de manera muy simple. Vuestro lugar no es deshonroso como podríais pensar en un primer momento, es más...- hizo una pausa y luego le miró profundamente a los ojos. No sabía si su padre lo aprobaría, si Diana Belmore lo haría, ni si alguien en ese cuarto podría llegar a hacerlo, pero estaba dispuesto. Estaba dispuesto a realizarlo con tal de que los Targaryen continuasen en una posición de poder: - Si así lo consideráis, puedo deciros algo. La presencia de un príncipe honra cualquier mesa en la que éste se encuentre, más si se trata del homenajeado de la noche. - sus ojos lilas no delataban nada: ni asco, ni temor, ni desazón, absolutamente nada. Rodeó la mesa y entonces miró a Erik intensamente para rematar: - Os ofrezco ir hacia vuestra mesa y estar con vuestra gente, mi señor de Lannister. Que no se diga que la Casa Targaryen olvida a sus aliados...- luego sus ojos recorrieron el resto de la sala, en silencio. Se sentía abrumado, con una enorme pesadez sobre sus hombros. Tenía miedo de la reacción de Aerys, pero consideraba que ese ofrecimiento era mucho más digno que pedirle al Rey que se disculpara, y ahorraría la sangre de los Lannister. No podía invitar a Erik cerca de la mesa real, pero si era libre de ofrecer ir hacia donde se encontraban ellos. Y sabía que si se movía a esa mesa, los demás se verían obligados a acercarse allí, si querían presentar sus respetos como hasta ahora (o quizá se salvase del aburrido aluvión protocolar que había estado aguantando estoico). Nadie haría al lado a los Occidentales, de esa manera también. - Y que no se diga que el reino en general olvida a los que han sangrado por su bienestar, ni a los que necesitan apoyo.- quizá eso, en su parte, también conformaría a la retorcida mente de Aerys. Seguro ver al resto del reino acercarse a los "inmundos leprosos" como él los definía le daría gran satisfacción en sí. Le echó una disimuladísima mirada a Lady Diana, una que él esperaba que ella entendiera... Deseaba que intentara contener la reacción del Rey, que no hiciera nada que pudiera dañar totalmente a los Targaryen a los ojos del reino completo. Eso era lo que él temía: que por un reclamo de éste tipo, el dragón terminase debilitándose... ¡No debía permitirlo! Él, por su parte, no se preocupaba por su seguridad con los occidentales. Él tenía la sangre del dragón, una estúpida peste no iba a abatirlo.
Viserys Targaryen
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Elliot Glover, Laena Corbay, mellizos Belmore, Viserys, Aerys, Alyn y Alysanne Celtigar.
Mención: Bárbara Estermont, Alester, Cersei NPC. Y ya.
Diana le sonrió con calma maternal a sus hijos asintiendo con suavidad antes sus saludos. Estaban impolutos, tal como ella había esperado. Cuando la pareja Celtigar se acercó a ella Diana miró suspicaz a Alyn -¿Estás seguro que puedes estar aquí? ¿Qué te ha dicho el Maestre?- Cuestionó con soberbia antes de mirar a Alysanne con reprobación -Deberías haberlo mantenido en el lecho- Añadió antes de respirar profundo y no permitir que el descontento tiñera su rostro cuando estaban en plena celebración. Sin embargo, quería hablar con Alyn. Había escuchado que la muchacha había abandonado la tienda en cuanto empezaron a sacar la lanza. Si no podía soportar eso ¿Cómo daría a luz? Moriría en el intento. Y Diana no dejaría que ningún vástago Celtigar muriera por la debilidad de una mujer. ¿Por qué? ¿Por qué le tocaba estar rodeada de gente insulsa?.
Observó hacia Alester asintiendo por su excelente lección de regalo y el aceptamiento del Príncipe, así como lo vio desenvolverse con el resto de personas que le saludaron -No necesité nunca una corona de flores para llegar donde estoy, cariño. Mi belleza es cosa aparte, lo que importa de una mujer es la inteligencia. Aunque comprendo que no entiendas ese aspecto- Miró fijamente a Alysanne y sin añadir mucho más hizo un gesto para que se fuera. No quería tenerla en la vista, le parecía alguien débil y molesto. Como un mosquito que pululaba con un zumbido agudo. Pero antes de que pudiera inmiscuirse en alguna conversación con su sobrino apareció Laena -Querida, qué tal te trata El Valle?- Cuestionó, mirando a Alyn con un gesto de “Ahora entiendo tu cuervo”. Subió una mano hasta la mejilla de Laena para acariciarla antes d eque Lord Elliot, el norteño exiliado, saludara -Ustedes los caballeros os creéis inmortales. Deberían estar los dos acostados con un par de dosis de leche de amapola- Les regañó, tomandose atribuciones maternales con el norteño que no tenía. Pero como alguno empezara a desangrarse ahí mismo...Los mataba. Nadie iba a ensuciar su salón.
Pero antes de que hiciera algo al respecto ingresó Aerys en la sala. El silencio cundió con tanta facilidad que Diana estuvo a punto de soltar una risita. Era sorprendente y delicioso el miedo que le tenía. Después de hablar, se rió con tanta gracia que Diana lo miró con un poco de curiosidad pero lo dejó pasar todo. Observó el desenvolvimiento de la sala tratando de ver las reacciones ante las palabras de Aerys. Fichó a la doncella de las Tormentas, la hija de los Estermont. La niñita consentida de los Baratheon y le dieron ganas de pegarle para que borrara esa sonrisa. Notó entonces que Priscila se acercaba a entregarle el regalo al príncipe y en sus gestos entendió que la noche anterior habían compartido mucho y que su lazo se había afianzado y vuelto más íntimo. Diana se sintió extasiada, su hija había utilizado su encanto para su futuro esposo y él, que no había podido esconder las dudas ante los perspicaces ojos de la Querida del Rey, se le veía feliz. Eso era lo único que quería, que sus hijos y aquellos a los que había adoptado sin elevar palabra estuvieran felices. Así fue como paseó la vista por la sala. Si lo pensaba, tenía demasiados hijos. Sus mellizos y los pequeños, eran cuatro; después observó a Laena, tan grácil doncella con un matrimonio perfecto con Lord Corbray, aunque debía halarle la oreja por no haberle dado un heredero aún. Observó la cabellera platinada de Alyn y sus peligrosos ojos con orgullo, recordó a Daerys como señora de Marcaderiva, a Alyssa, a Viserys, Aegon, Rhaenys...Y los Lannister. Aunque la única que quedaba era Cersei y Tyrion. Vio entonces que la Leona se retiró y sintió un ligero nudo en el estómago, comprendía que era por precaución que Aerys ordenaba aquello pero la rubia no dejaba de ser la hija de su amigo, Tywin, que había sido arrancado del mundo de la peor forma posible. Tensó suavemente los labios pero aquello duró poco porque Erik Lannister, Lord Lannister, aquel que suplantaba a Tywin se acercó. Diana pudo percibir lo que iba a hacer antes de que lo hiciera. Sus felicitaciones se convirtieron en una agria exigencia de respeto que Diana comprendió a la perfección, tragó lentamente y deslizó una mano hacia Aerys. Viserys y ella intercambiaron una mirada de alerta y advertencia. El futuro heredero se desenvolvió con gracia, aunque eso no quitaba el peso de la situación.
La Querida del Rey deslizó una mano hacia Aerys, tomando la suya con suavidad, con una sonrisa luminosa, mientras se inclinaba hacia él para ronronearle algo al oído -¿No es curioso lo que el licor y el poderío de una estúpida justa les hace creer a los caballeros?- Preguntó -Es mi culpa, importé un vino de Essos y está tan fuerte...Hice que lo sirvieran en la mesa occidental para que se fueran más rápido del banquete, mi Rey. No quería importunaros, es el alcohol- Para entonces, la fiesta sólo tenía ojos para Lord Lannister, el príncipe y la “pareja” real. Diana tenía el corazón acelerado pero su control de emociones era tan férreo como el mismísimo Trono de Hierro y en su rostro no se dejaba ver nada, era una máscara de porcelana profundamente coqueta y agradable. Volvió a mirar a Viserys con un deje de aceptación pero también de aviso: Cuidado. Volvió de nuevo sus ojos al Rey -Déjalos a los jóvenes, mi Rey. El príncipe Viserys ha hecho una demostración de política excelente, no estais orgulloso? - Cuestionó con dulzura- Abramos el baile. Hace años no bailamos juntos. Concédeme este deseo- Agregó mirándolo con las cejas alzadas y una sonrisa preciosa.
Off: Uso “Decisión de la Dama”.
Off 2: Erik, Diana te va a reventar a cachetazos. Así que cuando vuelva de mi ausencia tenemos que tener un rol.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Las alarmas internas de Syreo saltaron ante la irrupciòn del Lannister increpando al Rey por la supuesta falta de respeto que significaría haberlos sentado lejos de la mesa principal. Instintivamente llevò su mano a su cinturón, donde llevaba perfectamente disimulada su arma y comenzó a acercarse hacia Stannis, tratando de ubicarse entre él y el alboroto. Al parecer Lord Lannister, por muy Lord que sea, no sabía beber, con suerte llegaba a la veintena de años y de seguro aun no estaba habituado a llevar un ritmo alcoholico a la altura de los mayores. De espaldas a Stannis observaba con atención lo que ocurría. Se sorprendió un poco al notar la reacción del príncipe, joven como el Lannister, pero con un aplomo impresionante, mostrando dotes de liderazgo y de control de impulsos desde temprana edad, al parecer las lecciones que Syreo suponía que el príncipe estaba recibiendo para ser un buen rey, estaban dando frutos. Observó pacientemente la escena, un muchacho se llevaba a otro con copas de más a su mesa, y recordo las juergas que alguna vez vivió con sus compañeros del Templo Rojo de Volantis. - Críos que no saben beber... - pensó.
Por otro lado sopeso la posibilidad de que el Lannister estuviera enfermo, con todo eso de la peste rondando en Occidente, y en el peligro que podía suponer que el príncipe enfermara. Imaginó lo que eso podría significar para el reino, pero luego recordó cual era su trabajo y entre ellos evidentemente no era ser padre del príncipe ni mucho menos guardia real a su cargo.
Por otro lado sopeso la posibilidad de que el Lannister estuviera enfermo, con todo eso de la peste rondando en Occidente, y en el peligro que podía suponer que el príncipe enfermara. Imaginó lo que eso podría significar para el reino, pero luego recordó cual era su trabajo y entre ellos evidentemente no era ser padre del príncipe ni mucho menos guardia real a su cargo.
Syreo de Volantis
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interacción: Viserys.
Mención: Darren, Aerys y Erik.
El regalo para el príncipe había sido un auténtico quebradero de cabeza. Al principio, porque no sabía cuál sería el presente adecuado; después, porque el barco había tardado en llegar más de lo esperado, retrasando así el viaje de la joven dama del Valle. Había temido llegar tarde para las celebraciones, aunque finalmente la comitiva que acompañaba a la doncella había atravesado las murallas de la fortaleza la noche anterior, cuando todos parecían dormir en el castillo. Pronto descubrió lo equivocada que estaba, cuando los sirvientes que la recibieron guiaron sus pasos hasta encontrarse con el mismo Viserys, algo completamente inesperado para ella. Compartieron la cena y una tranquila charla, lo suficiente como para que no se sintiera tan intimidada por su presencia, a pesar de ser consciente de que se sonrojaba cada vez que los ojos violetas del príncipe se encontraban con los suyos.
Mandó traer la maqueta de la galera, una perfecta réplica en miniatura, apresurándose a decir que no era ese su regalo, sino un ejemplo de lo que le esperaba en el puerto. Sus ojos claros brillaron de emoción al ver la ilusión reflejada en los ajenos. Devolvió las caricias sutiles que Viserys realizó en su mano, un gesto lo suficientemente cercano como para indicar que la joven pareja había iniciado su particular camino con buen pie. —Podría acompañaros, si lo deseáis. No se me olvida vuestra promesa de mostrarme el puerto. —le recordó con una mezcla de respeto, sin perder el tono cálido de su dulce voz.
Le gustaría haber continuado con la conversación un poco más, pero sabía que no era el momento. De todos modos, lo sucedido a continuación habría terminado con cualquier charla por muy cordial que ésta fuera. El modo en que el Lannister se dirigió al Rey hizo que los ojos de Priscila se abrieran como platos, sin comprender cómo era posible que se hubiera atrevido a hablar así al monarca. Había adoptado un tranquilo segundo plano, volviendo junto a su hermano Darren, pero no perdía detalle de lo que sucedía. Viserys decidió interceder y Priscila rezó a los Siete porque fuera suficiente como para tranquilizar a Lord Lannister.
Mención: Darren, Aerys y Erik.
El regalo para el príncipe había sido un auténtico quebradero de cabeza. Al principio, porque no sabía cuál sería el presente adecuado; después, porque el barco había tardado en llegar más de lo esperado, retrasando así el viaje de la joven dama del Valle. Había temido llegar tarde para las celebraciones, aunque finalmente la comitiva que acompañaba a la doncella había atravesado las murallas de la fortaleza la noche anterior, cuando todos parecían dormir en el castillo. Pronto descubrió lo equivocada que estaba, cuando los sirvientes que la recibieron guiaron sus pasos hasta encontrarse con el mismo Viserys, algo completamente inesperado para ella. Compartieron la cena y una tranquila charla, lo suficiente como para que no se sintiera tan intimidada por su presencia, a pesar de ser consciente de que se sonrojaba cada vez que los ojos violetas del príncipe se encontraban con los suyos.
Mandó traer la maqueta de la galera, una perfecta réplica en miniatura, apresurándose a decir que no era ese su regalo, sino un ejemplo de lo que le esperaba en el puerto. Sus ojos claros brillaron de emoción al ver la ilusión reflejada en los ajenos. Devolvió las caricias sutiles que Viserys realizó en su mano, un gesto lo suficientemente cercano como para indicar que la joven pareja había iniciado su particular camino con buen pie. —Podría acompañaros, si lo deseáis. No se me olvida vuestra promesa de mostrarme el puerto. —le recordó con una mezcla de respeto, sin perder el tono cálido de su dulce voz.
Le gustaría haber continuado con la conversación un poco más, pero sabía que no era el momento. De todos modos, lo sucedido a continuación habría terminado con cualquier charla por muy cordial que ésta fuera. El modo en que el Lannister se dirigió al Rey hizo que los ojos de Priscila se abrieran como platos, sin comprender cómo era posible que se hubiera atrevido a hablar así al monarca. Había adoptado un tranquilo segundo plano, volviendo junto a su hermano Darren, pero no perdía detalle de lo que sucedía. Viserys decidió interceder y Priscila rezó a los Siete porque fuera suficiente como para tranquilizar a Lord Lannister.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
Interactúo con: Bryen Caron y Syreo de Volantis.
—Lord Caron —devolvió el saludo al Señor de Nocturnia, asintiendo con la cabeza—, espero que todo vaya bien por vuestro feudo —resolvió finalmente, sin añadir lisonjería ni más palabrería de la cuenta. No es que le agradase o desagradase verlo, aunque lo cierto era que aquel hombre había estado presente el día en el que casi muere. Y junto a su hermano, en la Torre de la Alegría. También sabía sobre qué habían hablado él y su hermano semanas atrás, aunque aquello último se lo guardaba para él.
Después de las cumplimentaciones y los saludos, Stannis se mantuvo distante de cualquier conversación que confluyera a su alrededor y buscó con la mirada por la pieza. No veía a su esposa por ninguna parte, pero al que sí que vio fue a Syreo, recto y adusto, al lado suya. A veces le generaba incomodidad el seguimiento que aquel hombre le dedicaba día y noche, pero estaba su servicio y tenía una característica que Stannis valoraba mucho en la gente: lealtad. Le llamó con la mano, sin hacer demasiados aspavientos, para no levantar demasiado la atención.
—Ve a buscar a Lysa —fue lo único que le dijo, en voz baja para que no se enterase la gente de su alrededor. Ya habían sido varios los que le habían preguntado por su mujer, y también había advertido alguna que otra mirada inquisidora y curiosa, alguna incluso cotilla. Así era la gente de los Siete Reinos, sobre todo la de la Corte, Stannis lo detestaba. Pero no era idiota. Sabía que era importante guardar una buena imagen de cara al resto con la ex Tully, más aún teniendo en cuenta la anterior condición de esta, para el que pudiera tener dudas acerca de su posicionamiento hacia la Corona.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
*- A Stannis.
Bryen no esperaba una gran salagarda, pero habría recibido de buen gusto una felicitacion por su victoria en el torneo de justas, logro que se venía a sumar a todos los otros logros militares de Lord Caron, aquellos logros en la guerra de verdad. Lo acontecido no hizo más que confirmar lo que ya sabía, ser Stannis era un tipo recto aunque apático inclusive con sus coterraneos. Al parecer la vida en Desembarco del Rey y en la Fortaleza Roja, lo estaba convirtiendo mas en un Targaryen que en Baratheon. - Nocturnia se encuentra en perfecto estado, lista y dispuesta para la batalla como siempre, ser Stannis... Ya sabe, esa frontera es difícil... - Respondio evitando tocar el asunto dorniense en aquella corte, aunque los que lo conocían sabían que no era amigo de las ratas del desierto. - Y que tal Aguasdulces? Produce lo que producía o sigue siendo el pàramo seco y de tierra quemado en el que se convirtiò despues de la guerra?- Inquirió, tomándose la libertad de hacer semejante pregunta ante la ausencia de Lysa Baratheon a la cual no quisiera incomodar recordandole aquella epoca. No le fue ajeno el gesto de Stannis con su guardaespaldas personal, ese tal Syreo al que había vencido en torneo, si bien no esccuchó lo que le dijo pudo ver como el volantino se separaba raudo de su protegido.
Todo esto le hizo preguntarse por la esposa del Consejero de Edictos, por un momento pensó en que podría ser una pregunta incómoda, pero sin embargo preguntó por ella, era raro que el Consejero Baratheon, casado, no estuviera acompañado e su señora esposa. - Apropósito... Su esposa no asistio a la fiesta? - Preguntó interesado en la respuesta.
El alboroto se hizo presente en el salón, al parecer al Lannister se le habían ido las copas a la cabeza, lo que sumado al golpe recibido por parte del Caron, lo estaban convirtiendo en un suicida en potencia, bueno, quizas no eran muy diferentes el uno del otro. Sonrió hacia sus adentros recordando la coronacion.
Bryen no esperaba una gran salagarda, pero habría recibido de buen gusto una felicitacion por su victoria en el torneo de justas, logro que se venía a sumar a todos los otros logros militares de Lord Caron, aquellos logros en la guerra de verdad. Lo acontecido no hizo más que confirmar lo que ya sabía, ser Stannis era un tipo recto aunque apático inclusive con sus coterraneos. Al parecer la vida en Desembarco del Rey y en la Fortaleza Roja, lo estaba convirtiendo mas en un Targaryen que en Baratheon. - Nocturnia se encuentra en perfecto estado, lista y dispuesta para la batalla como siempre, ser Stannis... Ya sabe, esa frontera es difícil... - Respondio evitando tocar el asunto dorniense en aquella corte, aunque los que lo conocían sabían que no era amigo de las ratas del desierto. - Y que tal Aguasdulces? Produce lo que producía o sigue siendo el pàramo seco y de tierra quemado en el que se convirtiò despues de la guerra?- Inquirió, tomándose la libertad de hacer semejante pregunta ante la ausencia de Lysa Baratheon a la cual no quisiera incomodar recordandole aquella epoca. No le fue ajeno el gesto de Stannis con su guardaespaldas personal, ese tal Syreo al que había vencido en torneo, si bien no esccuchó lo que le dijo pudo ver como el volantino se separaba raudo de su protegido.
Todo esto le hizo preguntarse por la esposa del Consejero de Edictos, por un momento pensó en que podría ser una pregunta incómoda, pero sin embargo preguntó por ella, era raro que el Consejero Baratheon, casado, no estuviera acompañado e su señora esposa. - Apropósito... Su esposa no asistio a la fiesta? - Preguntó interesado en la respuesta.
El alboroto se hizo presente en el salón, al parecer al Lannister se le habían ido las copas a la cabeza, lo que sumado al golpe recibido por parte del Caron, lo estaban convirtiendo en un suicida en potencia, bueno, quizas no eran muy diferentes el uno del otro. Sonrió hacia sus adentros recordando la coronacion.
Bryen Caron
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Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
El Rey observaba el ir y venir de los Lores que, fieles a la corona, habían resultado victoriosos en la guerra a la que le gustaba llamar “La Rebelión de los Inútiles”. Una sucesión de actos sin sentido, que había involucrado a casas antiguas que ahora no eran más que un simple recuerdo. Eso es lo que pasaba cuando alguien se enfrentaba al dragón, traicionando sus juramentos de lealtad.
Momentos más tarde, Barristan Selmy, se acercaba al rey, y depositaba frente a él una bandeja con comida y bebida. Solía encargarle a él la supervisión de esos preparativos, no confiaba en nadie más. Aún había noches en las que necesitaba recordar el momento en el que cabalgaba junto al Capa Blanca hacia la libertad, pues cierta parte suya seguía encerrada en esa mazmorra. Comenzó a comer una pata de pavo, jugosa y llena de especias, que terminaban en sus labios mientras la devoraba y saludaba con la cabeza o con un leve movimiento de la mano a quienes se acercaban a hablarle. Sus ojos sin embargo, recorrían a los participantes recelosos, buscando a quienes tuvieran intenciones desagradables. En su mente jugaba a adivinar quién sería el próximo en traicionarlo, y quién estaría escondiéndole secretos, pues estaba seguro que alguien lo hacía, sería idiota de no saber eso.
Arrancó el último trozo de carne del hueso, y lo arrojó sobre su bandeja con desdén, ordenando que lo quitaran de su vista. Fue entonces, mientras se quitaba una costra del brazo, una con la que llevaba varios días jugando, cuando se acercó el nuevo Lord Lannister, o mejor dicho, intentó acercarse, podría haber pasado a los capas doradas, pero la Guardia Real era una cuestión totalmente diferente. Alzó la vista intrigado por qué palabras podría dirigirle alguien de su… origen. Y todo iba bien, Aerys incluso casi sonríe por la valentía y estupidez con las que había actuado, ambas igual de graciosas y honorables, incluso el recuerdo del cuervo que le había anunciado la muerte de Jaime Lannister por infección anal le había provocado satisfacción, un bello recuerdo. Pero era la reacción de su familia la que lo había puesto nervioso, casi molesto. Y todos saben, que nunca debes hacerle cosquillas a un dragón cuando está dormido.
Cuando su hijo comenzó a hablar, el puño del rey se estrelló contra la mesa haciéndola retumbar y sacudir todas las copas, aunque su mano y su brazo se resintieron, quejándose de aquello que hicieron. Los ojos del rey se encolerizaron cuando observó a su hijo, como si lo viera por primera vez.
-No necesito que hables por mí, muchacho.-
Se puso de pie, pues ya no había marcha atrás para lo que habían provocado. Le dedicó una última mirada a Viserys, un aviso de una única vez, que se callara, y que no se acercara a los occidentales, con suerte comprendería el mensaje de su rey. Y entonces se dirigió al Lannister, inclinándose hacia él, pero lo suficientemente lejos para no contagiarse, y de su boca ya surgían palabras, órdenes de muerte y tortura, pero una mano suave lo alcanzó. Lady Celtigar lo requería, y algo en su voz calmó al dragón, una sensación extraña sin duda, y un poco molesta. Se liberó de su mano y volvió una vez más hacia Erik.
-No he olvidado la amistad de Lord Tywin Lannister, tal vez tú deberías aprender, que vuestro oro es MI oro… El oro de la corona.-
Se corrigió a mitad de camino, pero continuó.
-Deberá usted darse cuenta, mi querido vasallo, que no desprecio la lealtad de su familia, si es que os invito a mi casa, a pesar de la enfermedad que portáis. -
Respiró profundamente, la orden de los capa blanca era mantenerlos alejados de los occidentales en todo momento, así que el Rey aceptó la invitación de su Querida.
-Si, habló como un Rey- Le murmuró a su amante.
Después de todo, llevaba años sin bailar, y aún recordaba con nostalgia, los momentos vividos con ella, cuando aún eran jóvenes y sus cuerpos ansiosos y tiernos. La tomó de la mano, y la llevó hacia el centro de la sala encontrándose con Barristan y Alester de camino.
-Avisadle a Lord Lannister, que tanto Lord Rickard Stark, como su heredero se presentaron ante mí con exigencias hace no mucho.- Fueron las palabras para el capa blanca.
-Lord Mano, “invitad” a Lady Estermont a mis habitaciones para el final de la velada.- Ordenó a su Mano, y continuó hasta la zona de baile, donde volvió a alzar la voz.
-Como un vaticinio de los dioses, hoy, en el día del nombre de mi hijo celebramos la victoria sobre aquellos que traicionan su juramento hacia mí. Así que festejemos, por mil años más del linaje Targaryen, Reyes de los Siete Reinos-
Espero a que todos brindaran y bailó con su Querida, esperando a que los demás se unieran para poder retirarse a sus aposentos y disfrutar de la compañía de la joven Estermont.
Momentos más tarde, Barristan Selmy, se acercaba al rey, y depositaba frente a él una bandeja con comida y bebida. Solía encargarle a él la supervisión de esos preparativos, no confiaba en nadie más. Aún había noches en las que necesitaba recordar el momento en el que cabalgaba junto al Capa Blanca hacia la libertad, pues cierta parte suya seguía encerrada en esa mazmorra. Comenzó a comer una pata de pavo, jugosa y llena de especias, que terminaban en sus labios mientras la devoraba y saludaba con la cabeza o con un leve movimiento de la mano a quienes se acercaban a hablarle. Sus ojos sin embargo, recorrían a los participantes recelosos, buscando a quienes tuvieran intenciones desagradables. En su mente jugaba a adivinar quién sería el próximo en traicionarlo, y quién estaría escondiéndole secretos, pues estaba seguro que alguien lo hacía, sería idiota de no saber eso.
Arrancó el último trozo de carne del hueso, y lo arrojó sobre su bandeja con desdén, ordenando que lo quitaran de su vista. Fue entonces, mientras se quitaba una costra del brazo, una con la que llevaba varios días jugando, cuando se acercó el nuevo Lord Lannister, o mejor dicho, intentó acercarse, podría haber pasado a los capas doradas, pero la Guardia Real era una cuestión totalmente diferente. Alzó la vista intrigado por qué palabras podría dirigirle alguien de su… origen. Y todo iba bien, Aerys incluso casi sonríe por la valentía y estupidez con las que había actuado, ambas igual de graciosas y honorables, incluso el recuerdo del cuervo que le había anunciado la muerte de Jaime Lannister por infección anal le había provocado satisfacción, un bello recuerdo. Pero era la reacción de su familia la que lo había puesto nervioso, casi molesto. Y todos saben, que nunca debes hacerle cosquillas a un dragón cuando está dormido.
Cuando su hijo comenzó a hablar, el puño del rey se estrelló contra la mesa haciéndola retumbar y sacudir todas las copas, aunque su mano y su brazo se resintieron, quejándose de aquello que hicieron. Los ojos del rey se encolerizaron cuando observó a su hijo, como si lo viera por primera vez.
-No necesito que hables por mí, muchacho.-
Se puso de pie, pues ya no había marcha atrás para lo que habían provocado. Le dedicó una última mirada a Viserys, un aviso de una única vez, que se callara, y que no se acercara a los occidentales, con suerte comprendería el mensaje de su rey. Y entonces se dirigió al Lannister, inclinándose hacia él, pero lo suficientemente lejos para no contagiarse, y de su boca ya surgían palabras, órdenes de muerte y tortura, pero una mano suave lo alcanzó. Lady Celtigar lo requería, y algo en su voz calmó al dragón, una sensación extraña sin duda, y un poco molesta. Se liberó de su mano y volvió una vez más hacia Erik.
-No he olvidado la amistad de Lord Tywin Lannister, tal vez tú deberías aprender, que vuestro oro es MI oro… El oro de la corona.-
Se corrigió a mitad de camino, pero continuó.
-Deberá usted darse cuenta, mi querido vasallo, que no desprecio la lealtad de su familia, si es que os invito a mi casa, a pesar de la enfermedad que portáis. -
Respiró profundamente, la orden de los capa blanca era mantenerlos alejados de los occidentales en todo momento, así que el Rey aceptó la invitación de su Querida.
-Si, habló como un Rey- Le murmuró a su amante.
Después de todo, llevaba años sin bailar, y aún recordaba con nostalgia, los momentos vividos con ella, cuando aún eran jóvenes y sus cuerpos ansiosos y tiernos. La tomó de la mano, y la llevó hacia el centro de la sala encontrándose con Barristan y Alester de camino.
-Avisadle a Lord Lannister, que tanto Lord Rickard Stark, como su heredero se presentaron ante mí con exigencias hace no mucho.- Fueron las palabras para el capa blanca.
-Lord Mano, “invitad” a Lady Estermont a mis habitaciones para el final de la velada.- Ordenó a su Mano, y continuó hasta la zona de baile, donde volvió a alzar la voz.
-Como un vaticinio de los dioses, hoy, en el día del nombre de mi hijo celebramos la victoria sobre aquellos que traicionan su juramento hacia mí. Así que festejemos, por mil años más del linaje Targaryen, Reyes de los Siete Reinos-
Espero a que todos brindaran y bailó con su Querida, esperando a que los demás se unieran para poder retirarse a sus aposentos y disfrutar de la compañía de la joven Estermont.
Re: 1ª Trama Global — Vientos primaverales [Invitados]
[A Lysa]
Syreo asintio disimuladamente a las instrucciones de Stannis, y relajo levemente su cuerpo al notar que la situación con el occidental estaba bajo control. Comenzó a caminar por el salón esquivando a los asistentes, intentando no pasar a llevar a nadie muy fuerte, despues de todo sabía y podía ver por su aspecto fanfarrón que muchos de ahí eran "heroes de vino" como les decían en Volantis, a los guerreros que eran mas valientes despues de haber bebido que estando sobrios. Recorrió todo el lugar observando con detención hasta que dio con Lady Lysa. Se acercó lentamente intentando no llamar la ateción de los demás, estaba sola y su rostro reflejaba tensión en su estado puro, lo que podía ser comprensible al estar rodeada de personas que en su mayoría la consideraban parte de un linaje extinto por traicionar al Rey. A veces se compadecía de ella y sentía lastima por su situación, una mujer tan joven probablemente no sabía nada de los planes de su familia y aun así, los había sobrevivido para pagar por los pecados de estos. Al llegar hasta ella, le habló en un tono suave, casi al oído. - Mi Lady, ser Stannis la requiere ya misma junta a él. - Intentó no ser autoritario, despues de todo ella seguía siendo una noble y el solo un sirviente.
Toda esa situación le parecía extraña, una esposa que casi no convivia con su esposo y un esposo sumergido en su trabajo, hasta el punto de obviar todo lo demás, que casi no se relaciona con otras personas. algo andaba mal y aunque no era su asunto, le preocupaba enormemente, si Stannis era el príncipe que fue prometido, ¿quien sería su Nissa Nissa?.
Syreo asintio disimuladamente a las instrucciones de Stannis, y relajo levemente su cuerpo al notar que la situación con el occidental estaba bajo control. Comenzó a caminar por el salón esquivando a los asistentes, intentando no pasar a llevar a nadie muy fuerte, despues de todo sabía y podía ver por su aspecto fanfarrón que muchos de ahí eran "heroes de vino" como les decían en Volantis, a los guerreros que eran mas valientes despues de haber bebido que estando sobrios. Recorrió todo el lugar observando con detención hasta que dio con Lady Lysa. Se acercó lentamente intentando no llamar la ateción de los demás, estaba sola y su rostro reflejaba tensión en su estado puro, lo que podía ser comprensible al estar rodeada de personas que en su mayoría la consideraban parte de un linaje extinto por traicionar al Rey. A veces se compadecía de ella y sentía lastima por su situación, una mujer tan joven probablemente no sabía nada de los planes de su familia y aun así, los había sobrevivido para pagar por los pecados de estos. Al llegar hasta ella, le habló en un tono suave, casi al oído. - Mi Lady, ser Stannis la requiere ya misma junta a él. - Intentó no ser autoritario, despues de todo ella seguía siendo una noble y el solo un sirviente.
Toda esa situación le parecía extraña, una esposa que casi no convivia con su esposo y un esposo sumergido en su trabajo, hasta el punto de obviar todo lo demás, que casi no se relaciona con otras personas. algo andaba mal y aunque no era su asunto, le preocupaba enormemente, si Stannis era el príncipe que fue prometido, ¿quien sería su Nissa Nissa?.
Syreo de Volantis
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