Alyn Celtigar

Alyn Celtigar

Personalidad

De los veintidós arcanos del Tarot, la luna es aquel que representa a Alyn Celtigar, casi como si se tratase de una elección, sabiendo que en el momento de nacer, sería el hijo primero de la isla Cangrejo, animal que es regido por el astro de plata.

Quienes conocen a Alyn a fondo, que son contadas personas como su madre y su hermana, pueden afirmar que, por momentos, pareciese que dos hombres viviesen dentro de él. Uno que busca la gloria y eleva su voz a lo alto para poder hacer que sus soldados sientan el deseo incuestionable de defender sus tierras, que además posee una temple intachable y un carisma notorio; dueño del valor de los heroes míticos cuya sangre aun posee el fuego de los dragones de otros tiempos. Envolvente con las mujeres, colega de los hombres, intimidante para quienes buscan hacerle ver como menos pero calmo ante quienes no representan amenaza alguna. Y esa es la cara que suele mostrar a todos los que conoce.

Pero existe otro dentro de Alyn que emerge con la noche, como su madre solía decir. En la soledad de los pasillos del Castillo de Isla Zarpa, caminando como un espectro lunar, observando aquello que la luz de la luna llegaba a marcar como su territorio. Dueño de una mirada firme y afilada y de pocas palabras, capaz de decir mucho con el poder de sus ojos cristalinos. Meditabundo e iracundo, su madre reconoció a éste como el lado oscuro de Alyn, el verdadero, que escondía detrás de una máscara de calma y jovialidad.

El viejo Maestre, un hombre que había ganado la confianza del joven con mucho esfuerzo, llegó a escribir en sus crónicas de Isla Zarpa que "el ahora Lord es como la Luna. Posee una cara radiante que lleva la luz a todos a quienes toca pero hay otra, mucho más oscura, que es la mitad que no muestra a nadie. A veces temo que la cara oscura envuelva la radiante y conozcamos a un hombre que es completamente diferente a lo que creíamos. Una vez tuve la mala suerte de encontrarme con la mirada atenuante de la que tanto hablaban, llegando sus labios a borrar la sonrisa que tenía en su rostro para mirar como una serpiente enfurecida a su propia madre. Oh, lo recuerdo. Fue el día que se enteró de que su hermana había sido prometida a Monfort Velaryon. Temí que por única vez, el zarpaso de Alyn dañaría el bello rostro de su amada madre y casi como si fuese instinto, estuve a punto de intervenir. Iba a detenerle de hacer algo que seguramente, le traería profundo arrepentimiento despues. Pero no llegó a más lejos. Antes que su lado más fúrico explotase en nuestra cara, Alyn logró frenar aquello que se escondía en su laberíntico temperamento"

Historia

“La luna es la morada de los hombres buenos después de su muerte. Llevan allí una vida que no es divina, ni bienaventurada, pero sin embargo exenta de preocupación hasta su segunda muerte. Pues el hombre debe morir dos veces”

Esas fueron las palabras de Alyn Celtigar cuando decidió tomar lugar en la guerra contra la Corona. Nunca había sido un hombre devoto del Rey pero la monarquia le había dado a su familia todo de lo cuál gozaban y cualquier tipo de cambio llevaría a una posible caída de su fortuna y su linaje. No estaba interesado en los problemas amorosos que desataron la tormenta en Poniente ni en si el Príncipe dragón conspiraba o no contra su padre. Lo que movía la sangre de sus venas era su familia y por eso, defendería a aquél cuyo nombre su propio padre había clamado en guerras anteriores.

Su madre fue quien buscó, a toda costa, convencer a Lord de Isla Zarpa de no tener una participación activa pero él negó rotundamente tal acción. Luego, en el castillo se dijo que el honor de Lord Celtigar así como su lealtad eran intachables y por eso, no enviaría a sus hombres a pelear si él no los comandaba pero, Jeyne sospechaba que su gallardo hijo no había sido llevado por ambiciones tan nobles como la que sus hombres creían.

Luego de que Alyn recibiese un cuervo donde su hermana notificaba que Monfort Velaryon marchaba a defender a su Rey, el hombre de cabellos rubios y mirada cristalina se quedó largo tiempo en quietud, observando por la gran ventana de su castillo las aguas moverse. Al notificar su decisión de acompañar al Rey en su batalla contra los traidores, Jeyne rogó una y otra vez que desistiese de ir. La muerte podría llegar y en tal caso ¿Qué pasaría con el futuro de Isla Zarpa?

Solo una madre es capaz de entender los ojos tormentosos de su propio hijo quien, al observarle, dibujó una suave sonrisa en sus labios para luego atenuar el silencio con unas cortas palabras -¿Qué tipo de hombre sería si permito que el Velaryon pelee mientras yo espero? Si él vuelve, será con gloria y yo seré el que se quedó en casa. Debo defender a mi familia. A ti, mi hermosa madre. A mis gente...A Daerys...-

Jeyne sintió por un instante no reconocer a su hijo de pie ante ella. Su corazón se volvió un puño mientras él se acercaba a besar su frente para luego enviar su respuesta a la Corona. Pero un hilo de voz salió de su garganta mientras sus ojos se encontraron.

-Daerys tiene un esposo que la proteja, Alyn. Nunca olvides eso.-

Los ojos de Lord Zarpa se mantuvieron firmes ante la mirada de su madre. Era como si buscase las palabras para responder pero no hubo un solo músculo de su rostro que se moviese y en ese corto instante, Jeyne dejó de respirar esperando una respuesta colérica que, extrañamente, jamás en su vida había visto.

Alyn sonrió.

-Por supuesto, madre. Y yo me encargaré que vuelva con ella y sus hijos.-

Monfort jamás volvió y Jeyne nunca habló de tal evento con su hijo. Tenía sus dudas de lo sucedido pero, conocía a Alyn y en el fondo de su corazón, sabía que era un hombre bueno que jamás dañaría los intereses de su familia.

Tal como él deseaba, la guerra sonrió a la Casa Celtigar y aquellas nubes que amenazaban con cambiar lo que los dioses habían impuesto se habían disipado. Ahora él era leal a la Corona, tal como su padre había sido años antes y gozaba del puesto de Lord respetado luego de obtener la gloria de una guerra. Los bardos de Isla Zarpa hablaban de los discursos que daba para motivar a sus hombres y de su impecable uso de las armas y la estrategia.

¿Cuál es tu papel en el Juego de Tronos?

Soy leal a la causa del Rey tal como mi padre lo ha sido. Entregué lo que más amo a mantener la paz de su reinado. Sin embargo, hay cosas que busco en el mundo donde la política no se mueve. Me atrae aquello que se esconde de los hombres y las mujeres. Me atrae aquello que me han dicho que no puedo tener.

¡Ficha aceptada!

Te sorprendería descubrir que Lord Celtigar, pese a ser un excelente comandante de ejércitos, no es más que un peón de sus sentimientos.