Legislación por la Decencia.

por **Alester Florent** Miér Jul 26, 2017 6:53 pm

Décimo segundo día del séptimo ciclo. Año 284 de la edad del dragón

A través de la ventana, la luz del sol entraba en el estudio del consejero de edictos, bañando con su claridad la mesa repleta de documentos que dos nobles se afanan en organizar, revisaban la validez de algunas de esas leyes, la necesidad de reformar o derogar otras, y el establecimiento de penas proporcionales al incumplimiento de aquellas normas que garantizaban la paz y la justicia en el reino.

—Cada día hay mas mendigos y rateros en las calles de la ciudad, lord Stannis —comentó el mas mayor de aquellos dos hombres a su compañero mientras examinaba un viejo decreto contra la holgazanería, preocupándose por que aquel hecho pudiera disparar el número de crímenes en la ciudad— deberíamos hacer algo al respecto, y creo que tengo la solución —continuó mostrando el último pergamino que había estado leyendo, un viejo decretado que había sido promulgado durante el reinado de Aegon II, por el entonces consejero de edictos Jasper Wylde.

—Fijaos, si un hombre no es capaz de encontrar un trabajo con el cual mantenerse a sí mismo, será obligado a vestir el negro— explicó dejando que su par leyese el resto del decreto sin interrumpirle, una medida dura pero garantizaba una reducción considerable de la mendicidad, siempre hacían falta manos en el campo, con esta ley en el que no pudiera ganarse la vida con un trabajo honrado en la ciudad, lo haría como granjero.

por **Stannis Baratheon** Jue Jul 27, 2017 11:19 pm

Stannis asintió ante las palabras del dominense, sentado de lado sobre su asiento y con una mano por encima del respaldo, mientras observaba también el pergamino que el mayor de los dos sostenía.

—En algo estamos de acuerdo, Florent —respondió.

En el despacho del Consejero de Edictos, la Mano del Rey y el funcionario real que se encargaba del bienestar de los Siete Reinos en materia de justicia repasaban algunos documentos oficiales, en su mayoría antiguos. Leyes y decretos antiguos en concepto de deberes, derechos y prohibiciones del ciudadano.

Ambos coincidían en algo: las calles de Desembarco del Rey cada vez se veían más marcadas por el pillaje y la mala vida, y estaban en mano de ambos cambiarlo. Stannis Baratheon no era precisamente un procursor del trabajo en equipo, pero era consciente de que aquel tipo de cometidos lo requerían y que, más allá de sus intereses políticos, Alester Florent era un gobernante capaz.

Cuando este propugnó una posible solución hallada en uno de los pergaminos, el venado oyó con atención. Arrugó la nariz, exhibiendo una mueca de disgusto. Su propuesta no le desagradaba del todo, pero tampoco le llenaba. Era un tema de circunstancias, claro. Matices.

—Es una buena norma —declaró, mientras terminaba de leer el decreto—, para aquel rufián que no tenga en qué zanja caer muerto. ¿Qué pasa con aquel que tenga familia? —cuestionó, mirando con inconformidad al avezado aristócrata—. En casa de un holgazán o un ratero no debería pagarse por la discplicencia del mismo, y bien sabido es que la mujer da hijos, no dinero. Sin tener en cuenta, claro, la prostitución —prosiguió, bajando ahora la mirada hacia un montón de pergaminos, del cuál comenzó a rebuscar alguno en concreto—, con lo que también urge hacer algo.

Legislación por la Decencia.

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