Casting de Darren Belmore

Desde el balcón de la torre de la luna, donde se encontraban los aposentos del Señor, podía tenerse una buena vista de las tierras que ahora pertenecían a la casa Belmore. Era allí el lugar en donde Lord Belmore se encontraba, al igual que en las últimas noches. Esperaba que el aire nocturno le brindara algo de paz y lo ayudara a conciliar el sueño.    
Bastantes eran los motivos por los cuales se le dificultaba dormir. Estaba acostumbrándose a un ambiente completamente distinto, su nuevo hogar era el Nido de Águilas, la antigua fortaleza que en un pasado reciente perteneció a la casa Arryn. Además de otorgársele el honor de ser el nuevo señor de la fortaleza, también se le dio la responsabilidad de velar por la seguridad de sus vasallos, quienes de seguro dudarían de la legitimidad de Darren para gobernar sobre ellos. A todo eso se le sumaba que su madre se encontraba en Desembarco del rey, su ausencia se hacía ampliamente notable, ya que ella era quien tomaba la mayoría de las decisiones políticas. Darren confiaba en la sabiduría de su madre y tenía fe en que sus decisiones beneficiaban a la familia, pero era consciente de que eso no podría continuar por mucho tiempo más. Él era el Señor de la casa y debería encarar todo el trabajo que esto conllevaba, que su madre estuviera lejos sería una buena práctica para ver qué tan se desenvolvía cuando todo dependía de él. Esperaba que la desconfianza en si mismo no lo traicionara o se encontraría más temprano de lo esperado enviando un cuervo a Desembarco para pedir consejo a su madre.  

Darren pensó que tal vez un paseo por la fortaleza aclararía su mente. Bajó los escalones de la torre de la luna y caminó por los pasillos del lugar. Sus pasos terminaron por llevarlo a la Sala Alta, donde se encontraba el trono de arciano que en el pasado perteneció a los reyes del valle que luego fueron rebajados al rango de señores. Se acercó lo suficiente como para acariciar la madera del trono.

-Es toda una obra de arte.- Mencionó una voz rasposa a su espalda, al voltear Darren sonrió, se traba del Maestre Urwyck. El anciano calvo y de espesa barba blanca era el encargado de las lecciones de Lord Belmore desde que este era un niño. Por cada paso que el viejo daba la larga cadena forjada con eslabones de distintos metales tintineaba.  

-Un trono digno del Guardián del Oriente.- Dijo el joven mientras se aproximaba al Maestre. –Espero poder mostrarme merecedor de ostentar ese título.- Con estas palabras la alegría que expresaba por encontrarse con el anciano, ahora se transformaba en una expresión de preocupación.

-Mi Señor, puedo aseguraros que sois merecedor de los títulos que el Rey os otorgó.- El Maestre hablaba en un tono calmado que en más de una ocasión casi produce que Darren se durmiera durante las lecciones. –Con el tiempo los señores del Valle lo verán.-

-No es solo la opinión de los nobles lo que me preocupa.- mencionó Lord Belmore mientras su vista permanecía clavada en el Maestre. –Durante cientos de años estas tierras fueron gobernadas por las águilas. Generaciones de campesinos vivieron y murieron bajo la protección de la casa Arryn.- Hizo una pausa para observar la Puerta de la luna, la trampilla que dirigía a una caída letal cuando esta era abierta. –Espero que el pueblo llano sienta seguridad al poner sus vidas bajo mi cuidado.-

-No esperaba menos de vos, mi Señor. Con el tiempo vuestras acciones le mostraran al pueblo llano lo acertado que estaba el Rey Aerys al daros estas tierras.- El Maestre hizo una reverencia y dijo unas últimas palabras mientras abandonaba el salón. – Debería intentar dormir, mañana muchos asuntos requerirán su atención.-  

Quedando a solas Darren caminó hacía el trono, subió los escalones que llevaban a este y se sentó en él. Observó en silencio el amplio salón que al día siguiente estaría lleno de personas con múltiples peticiones. En ese momento el Señor de Nido de Águilas descubrió el significado del lema de su casa, palabras que le parecían vacías hasta que tuvo que enfrentarse a una gran responsabilidad. –En la guerra, victoria.- Susurró para sí mismo observando los estandartes de la casa Belmore colgados donde en el pasado estaba el águila Arryn. Finalmente su vista quedo fija en la gran puerta por donde entrarían quienes pedían una audiencia. –En la paz, vigilancia.-