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Hunting Names - FB - Ben Redwyne
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Hunting Names - FB - Ben Redwyne
Hunting names
Día 10 | Mes 7 | Año 270 | Campos de caza de Altojardín
Las familias del Dominio eran iguales al terreno que habitaban, y dicho sea de paso a los símbolos que ostentaban en sus estandartes. Eso no quería decir que los Hightowers fueran todos altos y hechos de metal, concreto y cemento, sino que se apegaban a su idea de propagar la cultura Iluminada, el comercio y las buenas costumbres. En eso estaba, también, la diplomacia… y si había algo que los nobles sureños adoraban más que las justas era el hablar.
El joven vestía en jubón de cuero negro y camisa de lino grueso, combinando con el pantalón y las botas del mismo color que la prenda del torso. Los Tyrell, en su tan famosa disponibilidad al diálogo, habían convocado a sus vasallos más importantes para organizar una partida de caza. Su tío, Lord Leyton, no había acudido pero si había enviado una importante comitiva que incluía a su primos Baelor y Alerie. Esto quería decir que los rumores eran ciertos: Leyton quería casar a su hija mayor con el Heredero de Altojardín, Mace Tyrell.
En efecto, en el campamento se podían ver los colores de las grandes y medianas casas del Sur: Blancos y verdes de Fossoway, Rowan, Oakhart… básicamente la mayoría poseía algo de verde. “Algunos dirían que Luthor Tyrell no es tan cabeza hueca…” le murmuró Emmet Bulwer, recientemente nombrado caballero, heredero de la casa Bulwer y amigo de Garth. Ambos iban tras la comitiva de Alerie y Baelor, puesto que eran nobles de “segunda línea”. El caballero miró a su compañero con una ceja alzada. “¿Y esas palabras de traición a que vienen, Ser?” preguntó el joven con seriedad, pero la sonrisa afilada de después le dio a entender al Bulwer que estaba bromeando. “Estamos de acuerdo que esta reunión tiene muñeca política, pero dudo que sea nuestro querido Señor el arquitecto de la idea”.
Los caballos los mecían levemente, puesto que estaban paseando más que viajando. “Me juego más a que mi tío y Lady Olenna Redwyne movieron las piezas.” La astucia de la esposa de Lord Luthor era bien conocida no solo en el Dominio, sino también en todos los Siete Reinos. “Hablando de buenos vinos…” comentó de nuevo Emmet, señalando con la cabeza una serie de pabellones de color violeta y azul marino. Los Redwyne habían asistido también, por supuesto y entre ellos no se podía divisar donde se encontraban los miembros principales de la familia.
No paso demasiado rato hasta que las carpas de los recién llegados fueron tendidas en el linde de un bosque a la rivera del Mander. Era un día soleado, pero relativamente fresco que auguraba buenos devenires para la mayoría de los creyentes… hombres y mujeres de Fé. Era muy sencillo decir que tendrían buena caza con un clima así. Él no fue invitado a las conversaciones oficiales previas a la actividad… y en ese momento no le importó. Prefería atender su equipo de cacería y aprovechas el día.
Pero quiso el destino que en el camino a la tienda cetrería (Luthor Tyrell adoraba cazar con halcones) se encontró con una figura familiar. De su edad, cabello color bronce y ojos profundos que rápidamente se encontraron con los suyos de tintes metálicos. Se detuvo en sus zancadas y enarcó una ceja. “Creo que os conozco, Ser… al menos de vista. ¿No sois Ben Redwyne?” cuestionó, sin trapujos. Pasaría largo tiempo hasta que Garth el Torrenegra aprendiera algo de delicadeza política. “El hermano de Lady Olenna… si mal no recuerdo.” Siguió, como para estar seguro.
Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
Una vez más, Olenna había demostrado a todo Dominio quién era la que estaba tras de todas las maquinaciones de la Casa Tyrell. Todo aquel embrollo de un futuro matrimonio entre Lady Hightower y Mace no era nada más que su hermana tratando de solidificar el poderío de los Tyrell. "Como si lo necesitaran," pensaría luego él.
Cabalgó junto a su hermano Horas obligándose a mantener una sonrisa. Detestaba cabalgar; prefería estar en un barco a tener que estar sobre un caballo. Pero todo por complacer a Olenna y su nueva idea. —Próximamente Olenna buscará una mujer para vos, Ben.—
Ben colocó los ojos en blanco ante el comentario de Horas, quién lanzó una carcajada que asustó a uno de sus jóvenes escuderos. —No creo que su ambición llegue a tal grado, mi señor.— A decir verdad, a él no le extrañaría para nada el que su hermana tuviera en mente una posible mujer. La reina de las espinas gustaba de jugar por todo el jardín del Dominio consolidando su estatus. —Por el momento Olenna está muy interesada en la unión con los Hightower.—
Horas se encogió de hombros pero no dijo nada.
Al no ser el primogénito y no ser un lord de nada, solo un joven capitán, Ben no fue invitado a las negociaciones llevadas a cabo en una de las tiendas. A él tampoco le importaba. Nunca le había agradado la política ni ninguna de aquellas cosas protocolares por las que Olenna tanto se esforzaba. Prefería pasar el tiempo en el mar o con mujeres; cualquiera de las dos estaba bien. Paseándose cerca de la tienda de su cuñado, escuchó la voz de un muchacho de más o menos su edad. El muchacho le reconoció, pero para su desgracia, él no pudo reconocerle. Por sus ropas dedujo que era un noble, pero aquello no era algo que ayudara demasiado. En aquellas tierras la mayoría de los hombres eran nobles. ¿Acaso era un Rowan? ¿Un Oakhart? Había visto también los bastiones de los Fossoway a lo lejos... ¿o quizás era un Hightower? Si Ben era honesto, desconocía quiénes eran los integrantes de la familia de Antigua. Solo reconocía a su Señor, a la joven Alerie y a Baelor.
Asintió. —Correcto. Ser Ben Redwyne.— Una sonrisa de lado se formó en sus labios. —Sí, el hermano de Lady Olenna.— Era mucho más sencillo que lo reconocieran por ser el hermano de la Reina de las Espinas que por ser el hijo menor heredero de nada del Rejo. —Por vuestras ropas he de decir que estoy ante un noble, pero mi memoria me falla en recordar vuestra casa.— Aquella era una forma sutil de decirle al chico que él no tenía idea de quién era pero que estaba interesado en conocerlo. Nuevos contactos siempre eran beneficiosos.
Cabalgó junto a su hermano Horas obligándose a mantener una sonrisa. Detestaba cabalgar; prefería estar en un barco a tener que estar sobre un caballo. Pero todo por complacer a Olenna y su nueva idea. —Próximamente Olenna buscará una mujer para vos, Ben.—
Ben colocó los ojos en blanco ante el comentario de Horas, quién lanzó una carcajada que asustó a uno de sus jóvenes escuderos. —No creo que su ambición llegue a tal grado, mi señor.— A decir verdad, a él no le extrañaría para nada el que su hermana tuviera en mente una posible mujer. La reina de las espinas gustaba de jugar por todo el jardín del Dominio consolidando su estatus. —Por el momento Olenna está muy interesada en la unión con los Hightower.—
Horas se encogió de hombros pero no dijo nada.
Al no ser el primogénito y no ser un lord de nada, solo un joven capitán, Ben no fue invitado a las negociaciones llevadas a cabo en una de las tiendas. A él tampoco le importaba. Nunca le había agradado la política ni ninguna de aquellas cosas protocolares por las que Olenna tanto se esforzaba. Prefería pasar el tiempo en el mar o con mujeres; cualquiera de las dos estaba bien. Paseándose cerca de la tienda de su cuñado, escuchó la voz de un muchacho de más o menos su edad. El muchacho le reconoció, pero para su desgracia, él no pudo reconocerle. Por sus ropas dedujo que era un noble, pero aquello no era algo que ayudara demasiado. En aquellas tierras la mayoría de los hombres eran nobles. ¿Acaso era un Rowan? ¿Un Oakhart? Había visto también los bastiones de los Fossoway a lo lejos... ¿o quizás era un Hightower? Si Ben era honesto, desconocía quiénes eran los integrantes de la familia de Antigua. Solo reconocía a su Señor, a la joven Alerie y a Baelor.
Asintió. —Correcto. Ser Ben Redwyne.— Una sonrisa de lado se formó en sus labios. —Sí, el hermano de Lady Olenna.— Era mucho más sencillo que lo reconocieran por ser el hermano de la Reina de las Espinas que por ser el hijo menor heredero de nada del Rejo. —Por vuestras ropas he de decir que estoy ante un noble, pero mi memoria me falla en recordar vuestra casa.— Aquella era una forma sutil de decirle al chico que él no tenía idea de quién era pero que estaba interesado en conocerlo. Nuevos contactos siempre eran beneficiosos.
Ben Redwyne
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Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
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Día 10 | Mes 7 | Año 270 | Campos de caza de Altojardín
Ser Ben Redwyne… no tenía mucha información del hombre, y le sería imposible adquirirla ahora, pero algo en el semblante del caballero le decía que se trataba de un sujeto interesante, un hombre con el que se podía intercambiar dos palabras sin aburrirse. Pero si bien él lo había reconocido, este no parecía hacer lo mismo con Garth. Obviamente… él había estudiado los árboles genealógicos del Dominio, y además había visto de lejos a su interlocutor en alguna ocasión, pero el Torrenegra no era otra cosa que el sobrino del Señor de Antigua. Ben, al menos, pertenecía a la “rama principal” de su propia familia.
Su sonrisa de lado pareció sincera y Garth no supo si interpretarla, también, como una disculpa por no saber quién era. Le mantuvo la mirada y se acercó a tenderle la mano. “No esperaba que me reconocierais, Ser. Mi nombre es Ser Garth Hightower, sobrino de Lord Leyton y primo de Ser Baelor y Lady Alerie.” Intercambió el saludo con Ben y luego se acomodó los guantes de cuero. “Pareciera que somos alguien gracias a terceros…” bromeó, haciendo un gesto con la cabeza en dirección a los grandes pabellones de los Tyrell, en donde se estaban realizando los últimos preparativos para el inicio de la cacería.
Pero si bien bromeaba el Torrenegra tenía cierto… animismo en contra de dicha idea. Él era él, no lo que otros hicieran de él. “Es un gusto conoceros, aquí en el círculo de los excluidos.” Se rió y tomó un arco largo de madera bruñida, inspeccionándolo de la misma forma que estaba midiendo a su acompañante. “¿Gustáis de la caza? Yo personalmente lo veo como un deporte noble siempre y cuando no se abuse del mismo. Pero como siempre fui un negado de la arquería, prefiero la lanza de jabalíes o la cetrería… aunque no soy tan bueno en la crianza de halcones como vuestro cuñado, Lord Luthor.” Dejó el arma con cuidado, pero haciendo un gesto negativo.
“Creo que un animal merece que lo mires a los ojos antes de que lo mates.” Murmuró y volvió su atención al joven caballero, características que compartía con él mismo. “Pero antes que la cacería prefiero la lectura, la justa o el melee. Supongo que la idea romántica del caballero andante no desaparece ni en los más veteranos, o el guerrero de la fé… o de cualquier causa esotérica.” Sonrió de nuevo y se dispuso a inspeccionar las lanzas entonces, pesadas y de cabeza ancha para poder dañar con mayor eficiencia el cuerpo macizo de un cerdo salvaje. “Claro que, nada de eso estaría completo sin un seudónimo y el misterio que genera un caballero que no se quita el yelmo. Un cliché asqueroso, no creéis?” Se encontró divertido pensando en esa idea, pero luego chasqueó la lengua y negó.
“Me perdonaréis mi larga perorata, tuve un largo viaje al lado de personas que aprecio, pero que hace mucho que sé cómo hablan y piensan. Charlar con alguien nuevo es refrescante”
Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
Le tendió la mano y lo escuchó presentarse. Un Hightower, tal y como sospechaba. Tan pronto las palabras sobre "terceros" salió de los labios del joven frente a él, Ben no pudo evitar dejar escapar una sonora carcajada. —Ah, nunca lo he dicho en voz alta, pero bueno... es el mal de ser el último hijo o ser el hijo de una línea secundaria.— Se encogió de hombros. A decir verdad, si uno se ponía a pensar bastante bien la situación, como él en muchos de sus tiempos libres lo hacía, su situación no eran tan lejana con los bastardos. Total, al final de cuentas no heredaría nada. Solo tenía un apellido de renombre y dos hermanos conocidos para sobrevivir en el mundo. Si él hubiera sido alguien con ansias de aspirar a más de lo que debía recibir, probablemente enloquecería.
Por suerte él no aspiraba a mucho. Solo una buena vida tranquila, salud para su familia y buenos frutos para el Rejo.
Observó a Garth tomar el arco e inspeccionarlo. —Si os soy sincero, no soy bueno en este tipo de deportes de tierra. De hecho, detesto todo esto,— señaló a su alrededor, especialmente al área donde estaban los caballos amarrados. —Detesto esas bestias, igualmente odio los halcones de Luthor.— Comentó con sinceridad. Odiaba con cada fibra de su alma el cabalgar. —Prefiero navegar, es lo que sé y lo que he dominado desde que he podido subirme a un barco.— En varias ocasiones su hermana Olenna le había comentado —para molestarlo— que él estaba más próximo a ser un isleño a ser un dominense.
Ben adoraba el agua y el mar. No sabía el por qué, pero él sentía una conexión inquebrantable con el océano. La satisfacción de navegar solo podía ser comparada con la satisfacción que dejaba el follar con una buena mujer junto a una copa de vino. Esos eran sus tres placeres en la vida: el mar, el vino y las mujeres. Y sí, casi eran parecidas a las de los sucios isleños, aunque lo del vino podía debatirse.
Escuchó al joven caballero hablar sobre sus gustos. —Un buen libro nunca viene mal,— Especialmente los de historia y geografía, sus favoritos. Ante el comentario del muchacho sobre los caballeros, él
se encogió de hombros. —Clichoso, sí, pero igual así es la vida en estas tierras, ¿no?— Eran dominenses, y ante los estándares de Poniente, eso los hacía los típicos caballeros de cuentos de hadas. Galantes, apuestos —la parte narcisista de Ben no lo negaba y tampoco se oponía a ello— y siempre recibiendo los pañuelos con aromas a rosas de las damas más hermosas —y no tan hermosas— en las justas. —Acepto que no soy bueno en el melee, tampoco en las justas, así que me alejo bastante del estándar de estas tierras.—
Negó la cabeza con una tenue sonrisa. —Descuida, siempre es interesante hablar con otras personas. Como capitán he conocido bastantes personas alrededor de los puertos que he visitado, así que es normal que hable mucho o simplemente escuche nuevas historias.— Era difícil encontrar gente interesante en el Dominio que fuera capaz de hablar de otras cosas que no fueran jardines, zorros y demás mierdas. —Cualquiera de las dos es divertida para mi.—
Por suerte él no aspiraba a mucho. Solo una buena vida tranquila, salud para su familia y buenos frutos para el Rejo.
Observó a Garth tomar el arco e inspeccionarlo. —Si os soy sincero, no soy bueno en este tipo de deportes de tierra. De hecho, detesto todo esto,— señaló a su alrededor, especialmente al área donde estaban los caballos amarrados. —Detesto esas bestias, igualmente odio los halcones de Luthor.— Comentó con sinceridad. Odiaba con cada fibra de su alma el cabalgar. —Prefiero navegar, es lo que sé y lo que he dominado desde que he podido subirme a un barco.— En varias ocasiones su hermana Olenna le había comentado —para molestarlo— que él estaba más próximo a ser un isleño a ser un dominense.
Ben adoraba el agua y el mar. No sabía el por qué, pero él sentía una conexión inquebrantable con el océano. La satisfacción de navegar solo podía ser comparada con la satisfacción que dejaba el follar con una buena mujer junto a una copa de vino. Esos eran sus tres placeres en la vida: el mar, el vino y las mujeres. Y sí, casi eran parecidas a las de los sucios isleños, aunque lo del vino podía debatirse.
Escuchó al joven caballero hablar sobre sus gustos. —Un buen libro nunca viene mal,— Especialmente los de historia y geografía, sus favoritos. Ante el comentario del muchacho sobre los caballeros, él
se encogió de hombros. —Clichoso, sí, pero igual así es la vida en estas tierras, ¿no?— Eran dominenses, y ante los estándares de Poniente, eso los hacía los típicos caballeros de cuentos de hadas. Galantes, apuestos —la parte narcisista de Ben no lo negaba y tampoco se oponía a ello— y siempre recibiendo los pañuelos con aromas a rosas de las damas más hermosas —y no tan hermosas— en las justas. —Acepto que no soy bueno en el melee, tampoco en las justas, así que me alejo bastante del estándar de estas tierras.—
Negó la cabeza con una tenue sonrisa. —Descuida, siempre es interesante hablar con otras personas. Como capitán he conocido bastantes personas alrededor de los puertos que he visitado, así que es normal que hable mucho o simplemente escuche nuevas historias.— Era difícil encontrar gente interesante en el Dominio que fuera capaz de hablar de otras cosas que no fueran jardines, zorros y demás mierdas. —Cualquiera de las dos es divertida para mi.—
Ben Redwyne
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Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
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Día 10 | Mes 7 | Año 270 | Campos de caza de Altojardín
Parecia un intercambio sincero entre dos sujetos que no habían ido a parar allí para otra cosa más que para salir de los ámbitos de confort a los que estaban acostumbrados. Él con sus libros y espadas, Ben con sus barcos y cartas de navegación. Garth abandonó su inspección y giró el cuello para observar nuevamente a su interlocutor con ojos entrecerrados ¿Por qué habían dejado atrás la comodidad de sus quehaceres en pos de un mundo que no los quería y que ellos no querían del todo? Lo último luego sería cuestionado para el Hightower, pero en cualquier caso la respuesta lo eludía. Quizás… solo quizás era la simple curiosidad de la juventud, que ningún joven admitiría nunca padecer, obviamente.
Chasqueó la lengua entonces, asintiendo. “Sois de una parte del Dominio que es extraña para el propio Dominio, Ser Ben. El Maestre de mi familia siempre dice que las personas son muy diferentes unas de otras, que los esteriotipos funcionan durante un tiempo… hasta que intercambias dos palabras con los individuos implicados. Por ejemplo, un norteño pensaría de vos que sois un excelente caballero que adora las justas y montar a caballo. En su lugar se encontraría con un hombre dedicado a las olas, el viento y la sal.” Se encogió de hombros. No decía nada demasiado revelador, pero si la verdad. Garth Hightower era un enemigo de las generalizaciones.
“Ahora, esto nos lleva Ser… a preguntarnos ¿Qué hacemos aquí?” Hizo una risueña exclamación “Podemos decir que estamos aquí por el protocolo y por la familia. Y eso no sería mentir, al menos en mi caso. Pero…” se detuvo un segundo y le hizo un amable gesto para que lo acompañara en su caminata, dirigiéndose a las caballerizas improvisadas ubicadas varias tiendas en dirección opuesta al pabellón principal. “… en un mundo como este siempre buscamos algo para nosotros mismos. Los placeres mundanos si queréis llamarlo así. En mi caso tengo el ansia de ver que tan buen cazador es nuestro Señor, Luthor.” Lo dijo con una naturalidad que le quitaba seriedad. Claramente seguía bromeando. “Y para cazar yo mismo, obviamente. Pero conocer gente… tal como vos, es un incentivo adicional, en el que supongo que estaremos de acuerdo.”
Era una conversación muy amena, o de eso se dio cuenta el Hightower cuando llegaron a los establos. “Quizas penséis que mucho libro me ha dañado la cabeza ¿Pero alguna vez os imaginasteis ser alguien diferente? Yo me encuentro muchas veces pensando que es de la vida de la gente menos afortunada que uno, ni hablar de los bastardos. Una vez conocí a un Septón que era bastardo, y se hacía llamar Rob… pero nunca nos dijo su apellido, puesto que tan avergonzado estaba de su condición de bastardo que él mismo se flagelaba por un crimen que no cometió y que, francamente, yo no considero tal cosa. Pero los Siete son sabios, y eso él alegaba…” terminó, algo taciturno. Luego hizo un gesto como para quitar importancia. “Mi estandarte debería ser una cabra, no?”
Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
Lo acompañó mientras lo escuchaba atentamente en silencio. A decir verdad, aquel muchacho le parecía una mente brillante. "No es de extrañarse," pensaría mientras recordaba que Garth era un Hightower de Antigua. Casi todos en Dominio señalaban a los Hightower de ser inteligentes y dedicados a la fe, después de todo, tenían el gran faro y la inmensa biblioteca de los Maestres. Un Hightower estúpido era igual de bizarro que ver a un isleño que odiase el mar, un dorniese que detestara el calor o un Lannister que no le llamara el oro.
—Es preferible contar caracoles en la orilla de la playa que ver a Lord Luthor cazar, os aseguro.— comentó con una sonrisa burlona en su rostro. Ben había sido escudero del marido de su hermana antes de que ella se convirtiera en su mujer. No había sido mucho tiempo atrás, quizás unos ocho o nueve años. Luthor no era un mal cazador, probablemente estuviera entre los cazadores normales, sin embargo, al Redwyne se le antojaba aburrido. Tal vez se trataba de su gusto personal, tal vez era que el deporte era así, daba igual. Prefería caminar sin rumbo por la costa del Rejo antes de estar observando a su cuñado cazar ratas y conejos.
Desgraciadamente los Siete lo habían condenado a eso durante aquella tarde.
¿Ser alguien diferente? Aquella pregunta lo hizo contemplar su vida por completo. ¿Que si había pensado en cómo sería el haber nacido en una familia menos privilegiada que la Redwyne? Sí, lo había pensado. Era extraño pues él no tenía afinidad por cosas materiales o por conseguir poder. Todo aquello le daba igual. Ben era una persona práctica, alguien cuyas afinidades yacían en aventuras, mujeres y vino. Nada más. No tenía ambiciones más allá de tener un barco, tampoco tenía pensado en qué quería para su vida, algo que su hermana Olenna le reprochaba hasta por cuervos. —Lo he pensado, sí,— comenzó, sus ojos claros destellando ante los rayos del sol. —Puede que suene tonto pero siempre he pensado en que mi vida probablemente sería mejor si hubiera nacido en el seno de una familia sin privilegios. Al menos sería bastante libre para no tener que pensar en que debo hacer o que no debo de hacer que arruine el apellido familiar.— Era la primera vez que dejaba escapar aquellas palabras en sus cortos dieciocho días del nombre. No deseaba pensar en qué diría Olenna u Horas si lo hubieran escuchado. —Rob es un buen nombre. Si volviera a nacer como un bastardo me gustaría ese nombre. Rob Flores...— se rió en voz alta, sin ni siquiera sospechar en los caminos de los Siete.
—No estamos muy lejanos de la condición de bastardos, ¿no crees?— Ladeó la cabeza antes de proseguir mientras caminaba junto al joven Hightower. —Soy el último hijo de una familia importante en el Dominio, hermano menor de la Señora de estas tierras, y sin embargo, no soy nadie. No heredaré nada, no lograré nada porque siempre seré la sombra de mis hermanos mayores. No me quejo, es la verdad. No aspiro a mucho más que tener una embarcación, algo de oro para vino y mujeres. Pero, ¿qué me distinguiría de un bastardo? ¿El apellido? ¿El que tengo libre acceso al Rejo?— se encogió de hombros. —El mundo es un lugar bastante complejo para entender,— finalizó.
Ante el comentario de Garth, Ben arqueó una de sus cejas. —¿Una cabra?— preguntó curioso.
—Es preferible contar caracoles en la orilla de la playa que ver a Lord Luthor cazar, os aseguro.— comentó con una sonrisa burlona en su rostro. Ben había sido escudero del marido de su hermana antes de que ella se convirtiera en su mujer. No había sido mucho tiempo atrás, quizás unos ocho o nueve años. Luthor no era un mal cazador, probablemente estuviera entre los cazadores normales, sin embargo, al Redwyne se le antojaba aburrido. Tal vez se trataba de su gusto personal, tal vez era que el deporte era así, daba igual. Prefería caminar sin rumbo por la costa del Rejo antes de estar observando a su cuñado cazar ratas y conejos.
Desgraciadamente los Siete lo habían condenado a eso durante aquella tarde.
¿Ser alguien diferente? Aquella pregunta lo hizo contemplar su vida por completo. ¿Que si había pensado en cómo sería el haber nacido en una familia menos privilegiada que la Redwyne? Sí, lo había pensado. Era extraño pues él no tenía afinidad por cosas materiales o por conseguir poder. Todo aquello le daba igual. Ben era una persona práctica, alguien cuyas afinidades yacían en aventuras, mujeres y vino. Nada más. No tenía ambiciones más allá de tener un barco, tampoco tenía pensado en qué quería para su vida, algo que su hermana Olenna le reprochaba hasta por cuervos. —Lo he pensado, sí,— comenzó, sus ojos claros destellando ante los rayos del sol. —Puede que suene tonto pero siempre he pensado en que mi vida probablemente sería mejor si hubiera nacido en el seno de una familia sin privilegios. Al menos sería bastante libre para no tener que pensar en que debo hacer o que no debo de hacer que arruine el apellido familiar.— Era la primera vez que dejaba escapar aquellas palabras en sus cortos dieciocho días del nombre. No deseaba pensar en qué diría Olenna u Horas si lo hubieran escuchado. —Rob es un buen nombre. Si volviera a nacer como un bastardo me gustaría ese nombre. Rob Flores...— se rió en voz alta, sin ni siquiera sospechar en los caminos de los Siete.
—No estamos muy lejanos de la condición de bastardos, ¿no crees?— Ladeó la cabeza antes de proseguir mientras caminaba junto al joven Hightower. —Soy el último hijo de una familia importante en el Dominio, hermano menor de la Señora de estas tierras, y sin embargo, no soy nadie. No heredaré nada, no lograré nada porque siempre seré la sombra de mis hermanos mayores. No me quejo, es la verdad. No aspiro a mucho más que tener una embarcación, algo de oro para vino y mujeres. Pero, ¿qué me distinguiría de un bastardo? ¿El apellido? ¿El que tengo libre acceso al Rejo?— se encogió de hombros. —El mundo es un lugar bastante complejo para entender,— finalizó.
Ante el comentario de Garth, Ben arqueó una de sus cejas. —¿Una cabra?— preguntó curioso.
Ben Redwyne
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Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
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Día 10 | Mes 7 | Año 270 | Campos de caza de Altojardín
El apellido importaba, y como. Podrías llamarte Waters o Targaryen, y el determinante de tu vida sería justamente ese pequeño detalle: la suerte de las condiciones de tu nacimiento. A eso se reducía el mundo, sobre todo en Poniente. Garth estaba de acuerdo en cierto sentido, pero en otro le sentaba para la mierda. Él se veía muy capaz de alcanzar cosas grandes, pero su condición de posible heredero de Antigua estaba en duda, más aun considerando que ya había otro heredero como era Baelor que a su vez se casaría y tendría descendencia.
“Exacto, no tener el peso de la necesidad de ser alguien. Estoy consciente de que muchos hombres y mujeres se encuentran a gusto en su posición de nobles de segunda fila, o desplazados o como quieras nombrarlos… pero no es mi caso, os soy sincero.” Nuevamente, el joven caballero se encogió de hombros, llegando a los establos. Allí acarició a su caballo y llamó a un paje, indicándole la lanza y el arco que había elegido y que los trajera para adecuarlos a la silla de su montura. Luego volvió su atención al Redwyne.
“Rob Flores… recordaré el nombre en caso de necesitarlo.” Bromeó y asintió, siguiendo la línea de diálogo de Ben. Se acomodó los guantes de cuero y el jubón. “El mundo debe cambiar mucho para otorgarle un lugar a los hijos tardíos. Hay una compañía de mercenarios en Essos que se llama “Segundos Hijos” donde van gente como nosotros… quizás a futuro nos veamos allí, nadie sabe que tiene guardado el destino para cada uno.” Pero por otro lado, el mundo podría ser cambiado por aquellos que se veían disminuídos. Los actores en una escena rotaban con facilidad, y Poniente no era más que un gran teatro. Garth montó en su caballo. “Una cabra por lo loco que sueno… ahora, Rob Flores… me acompañaréis a ver a nuestro señor cazar? Al menos tendremos la oportunidad de seguir desarrollando nuestra larga perorata y nuestras quejas disfrazadas de reflexiones filosóficas.” Volvió a bromear y esperó. De alguna forma, el encuentro con el Redwyne lo había puesto de buen humor.
Re: Hunting Names - FB - Ben Redwyne
—Nunca sabes si lo vuelves a escuchar,— se rió, sin ni siquiera imaginar que los designios de los Dioses son misteriosos. —¿Segundos hijos?— preguntó más bien para sí mismo. —Cuando vaya a Essos indagaré más sobre ellos, porque tal y como dices, uno nunca sabe los designios del futuro,— se encogió de hombros. Siempre era interesante saber sobre nuevas organizaciones, especialmente más allá de Poniente. Había escuchado muchísimo de grupos en Braavos y en Pentos, pero en sus dos viajes a aquellas tierras no se había topado con ninguno.
Lo observó subirse a su caballo, observando a la bestia con malos ojos. Detestaba aquellos animales. No les parecía para nada de fiar, pues había conocido a varios hombres que habían sufrido golpes por parte de estos, sin contar a un pobre infeliz que había culminado muerto por una patada de un caballo. Terrible. — Por supuesto,— comentó, respondiendo a aquel nombre de bastardo.
Un joven paje trajo el caballo que había utilizado durante la mañana. Era una bestia fina y bastante dócil, sin embargo, él continuaba sin fiarse. Se montó con cuidado y se mantuvo atento a que el caballo no fuera a enloquecer y a lanzarlo por los aires. —Admito que los caballos no son lo mío,— comenzó, incomodo. Se acomodó en la silla y agarró con fuerza los sujetadores de la bestia. —He visto tanta gente herida por ellos que me ha bastado para catalogarlos como criaturas no gratas.— Espoleó la bestia y alcanzó al joven Hightower.
Lo observó subirse a su caballo, observando a la bestia con malos ojos. Detestaba aquellos animales. No les parecía para nada de fiar, pues había conocido a varios hombres que habían sufrido golpes por parte de estos, sin contar a un pobre infeliz que había culminado muerto por una patada de un caballo. Terrible. — Por supuesto,— comentó, respondiendo a aquel nombre de bastardo.
Un joven paje trajo el caballo que había utilizado durante la mañana. Era una bestia fina y bastante dócil, sin embargo, él continuaba sin fiarse. Se montó con cuidado y se mantuvo atento a que el caballo no fuera a enloquecer y a lanzarlo por los aires. —Admito que los caballos no son lo mío,— comenzó, incomodo. Se acomodó en la silla y agarró con fuerza los sujetadores de la bestia. —He visto tanta gente herida por ellos que me ha bastado para catalogarlos como criaturas no gratas.— Espoleó la bestia y alcanzó al joven Hightower.
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