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El Fuego Prometido II (Melara)
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El Fuego Prometido II (Melara)
Día 5 del mes 4 del año 282.
Cuatro jinetes fueron divisados en la distancia, tres de ellos portaban el emblema de la Casa Baratheon y el cuarto un llamativa capa roja que ondeaba al viento y se mecía con el galope del caballo.
El viaje había sido más largo de lo que Syreo había pensado en un principio, pero si lo que Stannis le había contado respecto de esa mujer era cierto, no podía esperarse más por una cita con ella. Desconocía si Stannis a su partida de Bastión de Tormentas había enviado algún cuervo, pero contaba con el pergamino que le había entregado en aquella reunión algunos días atrás como carta de presentación.
Al llegar cerca de los muros de la fortaleza, se adelanto a sus acompañantes y alzó la voz con su típico acento.
- Soy Syreo de Volantis, vengo desde Bastión de Tormentas con un mensaje para su... Lord.
Dudo un momento antes de pronunciar su última palabra. recordando la particularidad de este Lord, un Lord mujer. Espero pacientemente a que desde los muros, alguien respondiera a su llamado.
Cuatro jinetes fueron divisados en la distancia, tres de ellos portaban el emblema de la Casa Baratheon y el cuarto un llamativa capa roja que ondeaba al viento y se mecía con el galope del caballo.
El viaje había sido más largo de lo que Syreo había pensado en un principio, pero si lo que Stannis le había contado respecto de esa mujer era cierto, no podía esperarse más por una cita con ella. Desconocía si Stannis a su partida de Bastión de Tormentas había enviado algún cuervo, pero contaba con el pergamino que le había entregado en aquella reunión algunos días atrás como carta de presentación.
Al llegar cerca de los muros de la fortaleza, se adelanto a sus acompañantes y alzó la voz con su típico acento.
- Soy Syreo de Volantis, vengo desde Bastión de Tormentas con un mensaje para su... Lord.
Dudo un momento antes de pronunciar su última palabra. recordando la particularidad de este Lord, un Lord mujer. Espero pacientemente a que desde los muros, alguien respondiera a su llamado.
Syreo de Volantis
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Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Agudos los ojos de Marcurio cuando desde lo alto de una de las torres levantó su arco y apuntó al extraño que, sin ejército alguno, llamaba al Lord de Nido de Cuervos. Los arqueros desde lo alto no dudaron en poner un alerta notorio, más después de lo sucedido con los bandidos de la tormenta y los Baratheon, sabiendo que había dos cosas que eran un problema si llegaban a saberse:
Primero que Lord de Nido de Cuervos era una mujer y segundo, que había tenido algo, remotamente al menos, con Stannis Baratheon cuando éste murió, volviéndose, quizás, un factor importante en su retorno a la vida.
—Volantis — masticó esa palabra Marcurio desde lo alto, observando en silencio las órdenes de los guardias de abajo en caso de declarar una acción hostil de parte del extranjero.
Pero la gran puerta de la fortaleza se abrió y la figura imponente del viejo Marcus se presentó ante quien se había autonombrado Syreo. A la par de dos guardias y otros que esperaban en el umbral de la puerta, Marcus Horpe caminó hacía el extranjero.
—¿ Y a qué se debe que Lord Robert Baratheon envíe un mensajero de Volantis?— la mirada del anciano era de clara desconfianza, mientras en lo alto, los arqueros continuaban esperando el momento de acción para acabar con cualquier intento de amenaza contra su “lord”.
Primero que Lord de Nido de Cuervos era una mujer y segundo, que había tenido algo, remotamente al menos, con Stannis Baratheon cuando éste murió, volviéndose, quizás, un factor importante en su retorno a la vida.
—Volantis — masticó esa palabra Marcurio desde lo alto, observando en silencio las órdenes de los guardias de abajo en caso de declarar una acción hostil de parte del extranjero.
Pero la gran puerta de la fortaleza se abrió y la figura imponente del viejo Marcus se presentó ante quien se había autonombrado Syreo. A la par de dos guardias y otros que esperaban en el umbral de la puerta, Marcus Horpe caminó hacía el extranjero.
—¿ Y a qué se debe que Lord Robert Baratheon envíe un mensajero de Volantis?— la mirada del anciano era de clara desconfianza, mientras en lo alto, los arqueros continuaban esperando el momento de acción para acabar con cualquier intento de amenaza contra su “lord”.
Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Syreo pudo notar la hostilidad a la que se enfrentaba, por lo que detuvo el caballo ante la posibilidad de ser agredido. Consideraba haber avanzado bastante en su misión, por lo que morir ahora sería algo desafortunado. Pudo ver como la puerta y el rastrillo se abrían y como desde el interior aparecían algunos guardias escoltando al que supuso, sería un encargado.
- No ha sido ese Baratheon el que me ha enviado, es el otro, Stannis.
Sacó lentamente de entre sus ropas el pergamino que Stannis le había firmado días antes y se lo mostró, meneandolo en el aire y dejando ver el lacre con el sello del venado.
- Y es urgente.
Descabalgó y se acercó caminando lentamente, arrastrando al caballo por las riendas hasta estar cerca del tipo que había salido a recibirlo, lo suficientemente lejos para no parecer invasivo pero lo suficientemente cerca para que pudiera oírle en un susurro, como le hablaría a continuación para que nadie más pudiera oírlo.
- Si es por el secreto de su "Lord", no se preocupe, ya se que es mujer por lo que no se tiene que cuidar de mi.
- No ha sido ese Baratheon el que me ha enviado, es el otro, Stannis.
Sacó lentamente de entre sus ropas el pergamino que Stannis le había firmado días antes y se lo mostró, meneandolo en el aire y dejando ver el lacre con el sello del venado.
- Y es urgente.
Descabalgó y se acercó caminando lentamente, arrastrando al caballo por las riendas hasta estar cerca del tipo que había salido a recibirlo, lo suficientemente lejos para no parecer invasivo pero lo suficientemente cerca para que pudiera oírle en un susurro, como le hablaría a continuación para que nadie más pudiera oírlo.
- Si es por el secreto de su "Lord", no se preocupe, ya se que es mujer por lo que no se tiene que cuidar de mi.
Syreo de Volantis
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Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Viejo y curtido, lo que se notaba en la piel de su rostro y las dos cicatrices que se formaban en sus mejillas, Marcus no era un hombre que desconociese el campo de batalla. Pero lo que envolvía a Melara Morrigen y a Stannis Baratheon era de las pocas cosas que sacaban su lado más tosco y hostil. Por honor debía respetar al mediano Baratheon pero luego de aquel raro suceso que, estaba convencido, vinculaba a la mujer pelinegra con el venado y su paseo por la otra vida, Horpe no pudo más que agradecer a los Dioses que Nido de Cuervos volviese a encontrarse con su Lord y la distancia separase a ambos. No deseaba tentar a los Dioses pero tampoco que la reputación de la Casa se viese manchada con extrañezas como la magia.
Uno de los guardias trajo hacia sus manos el pergamino sellado y con ese símbolo, reconoció al instante algo que le heló la piel de la espina: El Baratheon se había ido de boca. Pero era hermano de Lord de Tierras de las Tormentas y no estaba en él desafiarlo. Marcus levantó la mirada a Marcurio y con un gesto de la cabeza, los arqueros bajaron sus armas.
Lo que sucedió después hizo que el semblante calmo del viejo Marcus transmutase en uno lleno de desconfianza. Levantó en lo alto una de sus manos y con ésta, indicó al soldado más cercano para que se encargase del caballo del extranjero mientras se acercaba a éste.
—Que así sea entonces —
Indicó que se le siguiese y le llevó hasta el interior del lugar. Cuando la fortaleza se abrió ante aquel extraño, Melara Morrigen apareció ante el extranjero cubierta con una pesada capa de plumas y una capucha que ocultaba su identidad. Mientras los soldados habían detenido al extranjero, uno de ellos le había hecho entrar en conocimiento de que un desconocido de Volantis reclamaba una audiencia con ella.
—¿Qué os trae a mis tierras, hijo de Volantis?— Su voz era fingida y de su rostro, solo los ojos se notaban, claros como el cielo y a la vez, igual de fríos.
Uno de los guardias trajo hacia sus manos el pergamino sellado y con ese símbolo, reconoció al instante algo que le heló la piel de la espina: El Baratheon se había ido de boca. Pero era hermano de Lord de Tierras de las Tormentas y no estaba en él desafiarlo. Marcus levantó la mirada a Marcurio y con un gesto de la cabeza, los arqueros bajaron sus armas.
Lo que sucedió después hizo que el semblante calmo del viejo Marcus transmutase en uno lleno de desconfianza. Levantó en lo alto una de sus manos y con ésta, indicó al soldado más cercano para que se encargase del caballo del extranjero mientras se acercaba a éste.
—Que así sea entonces —
Indicó que se le siguiese y le llevó hasta el interior del lugar. Cuando la fortaleza se abrió ante aquel extraño, Melara Morrigen apareció ante el extranjero cubierta con una pesada capa de plumas y una capucha que ocultaba su identidad. Mientras los soldados habían detenido al extranjero, uno de ellos le había hecho entrar en conocimiento de que un desconocido de Volantis reclamaba una audiencia con ella.
—¿Qué os trae a mis tierras, hijo de Volantis?— Su voz era fingida y de su rostro, solo los ojos se notaban, claros como el cielo y a la vez, igual de fríos.
Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Syreo espero pacientemente todo ese tiempo, sabía que la seguridad ante un desconocido era prioridad en cualquier castillo que tuviera un señor, o en este caso señora, medianamente diligente. Cuando su solicitud pasó todos los filtros, fue cordialmente invitado a pasar al interior donde pudo ver la total extensión de la fortaleza y ya no solo una de sus caras.
Caminó unos metros siendo conducido por el tosco hombre hasta encontrarse frente a frente a una persona, cubierta totalmente por una capa de plumas negras y con el rostro cubierto por una túnica. Al oirlo no pudo evitar sonreir, evidentemente esa persona se esforzaba bastante por intentar disimular su verdadera apariencia.
- Hijo de Volantis, pero adoptado...
Hizo una pequeña reverencia antes de continuar con su presentación. Observó a la persona directamente a los ojos y pudo ver su claridad, ojos tan claros y limpios que pensó een una fracción de segundo que si se quedaba mirándolos demasiado tiempo, podría urgar en lo más profundo del alma de su dueña, así que apartó la vista a otro punto de la capucha.
- Nací en este continente, pero siendo muy niño viaje a Essos donde me críe y adopte sus costumbres y religión.
Se estiró un poco intentando demostrar que estaba un poco cansado, por si le ofrecían asiento y algún refrigerio, despues de todo había viajado sin descanzo desde Bastión de Tormentas.
- Stannis me ha enviado a hablar con usted, mi "L".
No sabía como referirse a esa persona, por lo que solo dijo la primera letra del título que ostentaba, despues de todo Lord y Lady comenzaban con la misma letra.
Caminó unos metros siendo conducido por el tosco hombre hasta encontrarse frente a frente a una persona, cubierta totalmente por una capa de plumas negras y con el rostro cubierto por una túnica. Al oirlo no pudo evitar sonreir, evidentemente esa persona se esforzaba bastante por intentar disimular su verdadera apariencia.
- Hijo de Volantis, pero adoptado...
Hizo una pequeña reverencia antes de continuar con su presentación. Observó a la persona directamente a los ojos y pudo ver su claridad, ojos tan claros y limpios que pensó een una fracción de segundo que si se quedaba mirándolos demasiado tiempo, podría urgar en lo más profundo del alma de su dueña, así que apartó la vista a otro punto de la capucha.
- Nací en este continente, pero siendo muy niño viaje a Essos donde me críe y adopte sus costumbres y religión.
Se estiró un poco intentando demostrar que estaba un poco cansado, por si le ofrecían asiento y algún refrigerio, despues de todo había viajado sin descanzo desde Bastión de Tormentas.
- Stannis me ha enviado a hablar con usted, mi "L".
No sabía como referirse a esa persona, por lo que solo dijo la primera letra del título que ostentaba, despues de todo Lord y Lady comenzaban con la misma letra.
Syreo de Volantis
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Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Marcus caminó lenta y firmemente hasta colocarse junto a Lord Morrigen de Nido de Cuervos. Un susurró a su oído hizo que la mirada distante de Melara se entrecerrase por un momento y levemente su cabeza se moviese hacia el costado, sobre su hombro derecho.
—Lo sabe…—
La mujer que se ocultaba dentro de esa pesada capa de plumas esbozó una sonrisa oculta debajo de la tela que cubría la mitad de su rostro y mientras Syreo de Volantis explicaba en gran parte su procedencia, ante el nombre del venado mediano, la mujer llevó ambas manos a la capucha que le cubría, echándola hacia atrás. Los cabellos negros y enmarañados cayeron sobre el costado de su rostro y en parte, sobre la frente blanca de ella.
—"Lord Morrigen". Ese título no depende de un género sino de un legado, hijo adoptivo de Volantis — era alta y reacia, pero se notaba que sus facciones así como su voz y forma de su cuerpo no dejaba dudas a cuál era su género. Esa figura ante Syreo lejos estaba de ser Damon Morrigen y se trataba, en realidad, de su hija. Aquello que fue un rumor y de lo que nadie hablaba. Un secreto guardado herméticamente en Nido de Cuervos y que solo los hermanos Baratheon y algunos lores vasallos conocían. A pesar de la tensión del momento, Melara sonrió con tranquilidad.
Marcus hizo entrega en la mano a Melara de ese mensaje donde el símbolo del venado aparecía marcadamente. La mujer lo tomó con su mano sana y no tardó en reconocer aquel sello.
—Syreo de Volantis, acompáñeme, por favor. Marcus, que alimenten al caballo de éste hombre y preparen una habitación para su descanso. Por esta noche, este hombre será invitado de la Casa Morrigen y está bajo mi protección.— invitó al extranjero mientras caminaban hacia el despacho que hacía meses había pertenecido a su padre, ahora ya fallecido.
Una habitación de piedra donde dos ventanas permitían la entrada de la noche lucía una fogata encendida en una de las paredes. Además contaba con candelabros que mantenían iluminado el sitio donde los libros destacaban. En una de las paredes libres se podía apreciar el cuervo en un fondo verde; símbolo de la casa Morrigen.
Melara tomó asiento frente a una mesa de madera oscura, no sin antes dejar la pesada capa en manos de uno de sus hombros. Debajo de ésta lucía una armadura ligera y en la mano derecha, una venda que envolvía sus dedos.
Fue en el primer momento en que la mujer posó sus ojos sobre Syreo, como si lo estudiase. No duró más que segundos pero necesitaba entender por qué razón Stannis le había enviado a un hombre desconocido dándole, además, la identidad que ella tanto cubría debajo de la capa de plumas de cuervo.
—Stannis Baratheon le ha enviado entonces. ¿Cómo se encuentra él?— apretó los labios mientras rompía el sello del venado y leía por encima las letras del pergamino que le habían entregado— La última vez que supe de él apenas podía caminar y estaba por contraer nupcias con Lysa Tully.—
—Lo sabe…—
La mujer que se ocultaba dentro de esa pesada capa de plumas esbozó una sonrisa oculta debajo de la tela que cubría la mitad de su rostro y mientras Syreo de Volantis explicaba en gran parte su procedencia, ante el nombre del venado mediano, la mujer llevó ambas manos a la capucha que le cubría, echándola hacia atrás. Los cabellos negros y enmarañados cayeron sobre el costado de su rostro y en parte, sobre la frente blanca de ella.
—"Lord Morrigen". Ese título no depende de un género sino de un legado, hijo adoptivo de Volantis — era alta y reacia, pero se notaba que sus facciones así como su voz y forma de su cuerpo no dejaba dudas a cuál era su género. Esa figura ante Syreo lejos estaba de ser Damon Morrigen y se trataba, en realidad, de su hija. Aquello que fue un rumor y de lo que nadie hablaba. Un secreto guardado herméticamente en Nido de Cuervos y que solo los hermanos Baratheon y algunos lores vasallos conocían. A pesar de la tensión del momento, Melara sonrió con tranquilidad.
Marcus hizo entrega en la mano a Melara de ese mensaje donde el símbolo del venado aparecía marcadamente. La mujer lo tomó con su mano sana y no tardó en reconocer aquel sello.
—Syreo de Volantis, acompáñeme, por favor. Marcus, que alimenten al caballo de éste hombre y preparen una habitación para su descanso. Por esta noche, este hombre será invitado de la Casa Morrigen y está bajo mi protección.— invitó al extranjero mientras caminaban hacia el despacho que hacía meses había pertenecido a su padre, ahora ya fallecido.
Una habitación de piedra donde dos ventanas permitían la entrada de la noche lucía una fogata encendida en una de las paredes. Además contaba con candelabros que mantenían iluminado el sitio donde los libros destacaban. En una de las paredes libres se podía apreciar el cuervo en un fondo verde; símbolo de la casa Morrigen.
Melara tomó asiento frente a una mesa de madera oscura, no sin antes dejar la pesada capa en manos de uno de sus hombros. Debajo de ésta lucía una armadura ligera y en la mano derecha, una venda que envolvía sus dedos.
Fue en el primer momento en que la mujer posó sus ojos sobre Syreo, como si lo estudiase. No duró más que segundos pero necesitaba entender por qué razón Stannis le había enviado a un hombre desconocido dándole, además, la identidad que ella tanto cubría debajo de la capa de plumas de cuervo.
—Stannis Baratheon le ha enviado entonces. ¿Cómo se encuentra él?— apretó los labios mientras rompía el sello del venado y leía por encima las letras del pergamino que le habían entregado— La última vez que supe de él apenas podía caminar y estaba por contraer nupcias con Lysa Tully.—
Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Syreo camino tranquilamente tras el sujeto que lo había recibido, mientras su pequeña escolta se había quedado cerca de los barracones donde de seguro serían alojados y atendidos.
Cuando vio a la mujer descubrirse el rostro pudo apreciar sus facciones, una mujer muy atractiva y aun más, para muchos, en vista del poder que ostentaba. El cabello azabache le cayó sobre el rostro y Syreo no pudo evitar sentirse algo incómodo, era una mujer realmente muy atractiva, pero disimuló con bastante talento su sorpresa.
- La verdad es que a mi me da igual, lo que al parecer no es lo común en Poniente, si lo tiene que ocultar es por que no todos estarían de acuerdo
Señaló en tono serio. Hasta cierto punto comprendía la posición de aquella mujer, probablemente su condición sería vista por muchos como una debilidad, lo que en muchos casos no lo es. Ante las siguientes palabras asintió con la cabeza y la siguió por los pasillos de la fortaleza hasta llegara una habitación adornada con el emblema de la Casa Morrigen, lo reconocía puesto que había conversado con su escolta durante el viaje sobre el lugar a donde se dirigían.
No esperó una invitación a sentarse, pero lo hizo luego de quitarse la capa de viaje y colgarla en el respaldo de la silla donde se acomodó. La mujer tenía una mano vendada y la miró fugazmente sin detenerse en ello para no incomodar.
- Si, el me ha enviado y el se encuentra... Como decirlo... Extrañamente vivo...
Espero una reacción a su respuesta por parte de la mujer, la intentó provocar a la espera de que se mostrara impaciente o nerviosa, quizás.
- Y al menos desde que salí de Bastión, seguía sin poder caminar, aunque creo que se recuperará.
Volvió a mirar la mano vendada de la mujer.
- Le contaré que no soy un amigo de Stannis y lo que he conversado con èl se ha limitado en gran medida a lo que ocurrió aquella noche. Por lo demás, solo he compartido con él poco menos de una hora, luego de eso he partido de inmediato hasta acá.
Señaló el pergamino escrito por Stannis, aunque no sabía que decía, esperaba que el joven Baraheon hubiera escrito algo más en él, para Lord Morrigen.
Cuando vio a la mujer descubrirse el rostro pudo apreciar sus facciones, una mujer muy atractiva y aun más, para muchos, en vista del poder que ostentaba. El cabello azabache le cayó sobre el rostro y Syreo no pudo evitar sentirse algo incómodo, era una mujer realmente muy atractiva, pero disimuló con bastante talento su sorpresa.
- La verdad es que a mi me da igual, lo que al parecer no es lo común en Poniente, si lo tiene que ocultar es por que no todos estarían de acuerdo
Señaló en tono serio. Hasta cierto punto comprendía la posición de aquella mujer, probablemente su condición sería vista por muchos como una debilidad, lo que en muchos casos no lo es. Ante las siguientes palabras asintió con la cabeza y la siguió por los pasillos de la fortaleza hasta llegara una habitación adornada con el emblema de la Casa Morrigen, lo reconocía puesto que había conversado con su escolta durante el viaje sobre el lugar a donde se dirigían.
No esperó una invitación a sentarse, pero lo hizo luego de quitarse la capa de viaje y colgarla en el respaldo de la silla donde se acomodó. La mujer tenía una mano vendada y la miró fugazmente sin detenerse en ello para no incomodar.
- Si, el me ha enviado y el se encuentra... Como decirlo... Extrañamente vivo...
Espero una reacción a su respuesta por parte de la mujer, la intentó provocar a la espera de que se mostrara impaciente o nerviosa, quizás.
- Y al menos desde que salí de Bastión, seguía sin poder caminar, aunque creo que se recuperará.
Volvió a mirar la mano vendada de la mujer.
- Le contaré que no soy un amigo de Stannis y lo que he conversado con èl se ha limitado en gran medida a lo que ocurrió aquella noche. Por lo demás, solo he compartido con él poco menos de una hora, luego de eso he partido de inmediato hasta acá.
Señaló el pergamino escrito por Stannis, aunque no sabía que decía, esperaba que el joven Baraheon hubiera escrito algo más en él, para Lord Morrigen.
Syreo de Volantis
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Re: El Fuego Prometido II (Melara)
No pudo evitar una sonrisa en sus labios cuando escuchó que el extranjero no era amigo de Stannis. Eso era más fácil de creer que cualquier otra cosa. El Baratheon del medio no parecía ser un hombre que tenga amigos puesto que su temperamento bien podía resultar chocante para muchos.
—No dudo que no sean amigos. No es mal hombre pero no es alguien que se conozca por tener la capacidad de generar vínculos con las personas. Lo que sí me extraña de esta situación, Syreo, es que si no tienen ningun vínculo en común ¿Por qué él le habló de mí? — la cabeza de la pelinegra se dejó caer suavemente hacia el hombro mientras cruzaba una de sus piernas sobre la otra sin dejar de mirar al extraño. Más allá de haber visto muchas cosas, nunca había encontrado con un hombre de las tierras libres.
El semblante de Melara no mostró sorpresa alguna cuando se mencionó la terrible noche. Casi sin saberlo, ella sospechaba cuál era el tema que llevaba a Syreo de Volantis a Nido de Cuervos y tanto lo había hablado con su madre como con Marcus o el mismísimo Stannis que el tabú que bordeaba el mismo comenzaba a perderse. Levantó la mano vendada y la colocó ante la mesa entre ambos.
—Fue la primera persona con quien hablé de aquella noche y admito que me decepcionaría pensar que lo compartiría con cualquiera. Y como es el Señor Baratheon, dudo que fuese capaz de algo así. Por ende, Syreo, usted no es cualquiera— Ambos antebrazos se posaron sobre la mesa y ella apoyó su cuerpo sobre los mismos, posando de manera directa los ojos transparentes sobre los ajenos— ¿Quién es, hijo adoptivo de Volantis? ¿Qué fue lo que Stannis Baratheon le dijo para que venga ante mi?—
—No dudo que no sean amigos. No es mal hombre pero no es alguien que se conozca por tener la capacidad de generar vínculos con las personas. Lo que sí me extraña de esta situación, Syreo, es que si no tienen ningun vínculo en común ¿Por qué él le habló de mí? — la cabeza de la pelinegra se dejó caer suavemente hacia el hombro mientras cruzaba una de sus piernas sobre la otra sin dejar de mirar al extraño. Más allá de haber visto muchas cosas, nunca había encontrado con un hombre de las tierras libres.
El semblante de Melara no mostró sorpresa alguna cuando se mencionó la terrible noche. Casi sin saberlo, ella sospechaba cuál era el tema que llevaba a Syreo de Volantis a Nido de Cuervos y tanto lo había hablado con su madre como con Marcus o el mismísimo Stannis que el tabú que bordeaba el mismo comenzaba a perderse. Levantó la mano vendada y la colocó ante la mesa entre ambos.
—Fue la primera persona con quien hablé de aquella noche y admito que me decepcionaría pensar que lo compartiría con cualquiera. Y como es el Señor Baratheon, dudo que fuese capaz de algo así. Por ende, Syreo, usted no es cualquiera— Ambos antebrazos se posaron sobre la mesa y ella apoyó su cuerpo sobre los mismos, posando de manera directa los ojos transparentes sobre los ajenos— ¿Quién es, hijo adoptivo de Volantis? ¿Qué fue lo que Stannis Baratheon le dijo para que venga ante mi?—
Re: El Fuego Prometido II (Melara)
Syreo comprendía las dudas de aquella mujer, lo que había sucedido aquella noche era inexplicable, especialmente la forma en que Stannis había burlado a la muerte y el papel que Melara había llevado a cabo en esa oportunidad.
- El no solo me habló de usted, tambien me habló de todo lo que pasó esa noche...
La garganta de Syreo estaba seca y carraspeó un poco, intentando hacer notar que tenía algo de sed, tambien tenía hambre y le sorprendía que a pesar de ser un viajero, aun no le hubieran ofrecido nada más que la protección del techo que ahora lo cobijaba.
- La razón por la cual Stannis me ha enviado, es por que cree que puedo ayudarlos, a ambos, a entender que fue lo que pasó... El sentido común nos señala que una herida como la que le hicieron a ese hombre, sería mortal... y lo fue al menos durante unos segundos o quizás minutos...
Se inclinó hacia adelante apoyando sus brazos en el escritorio, para generar una sensación de intimidad entre el y su interlocutora.
- Pero mágica o milagrosamente volvió desde la muerte... Además existen otras peculiaridades dignas de estudiar, como por ejemplo la herida que parece no sanar y sin embargo no reporta ningún perjuicio grave a la persona.
Observó la mano vendada de la mujer y levantó una ceja, aunque hablaba de la herida de Stannis sospechó que la herida de Melara podría tratarse de una de similares características.
- Y el cree que yo los puedo ayudar, por que soy un sacerdote rojo, un sacerdote de R´hllor.
- El no solo me habló de usted, tambien me habló de todo lo que pasó esa noche...
La garganta de Syreo estaba seca y carraspeó un poco, intentando hacer notar que tenía algo de sed, tambien tenía hambre y le sorprendía que a pesar de ser un viajero, aun no le hubieran ofrecido nada más que la protección del techo que ahora lo cobijaba.
- La razón por la cual Stannis me ha enviado, es por que cree que puedo ayudarlos, a ambos, a entender que fue lo que pasó... El sentido común nos señala que una herida como la que le hicieron a ese hombre, sería mortal... y lo fue al menos durante unos segundos o quizás minutos...
Se inclinó hacia adelante apoyando sus brazos en el escritorio, para generar una sensación de intimidad entre el y su interlocutora.
- Pero mágica o milagrosamente volvió desde la muerte... Además existen otras peculiaridades dignas de estudiar, como por ejemplo la herida que parece no sanar y sin embargo no reporta ningún perjuicio grave a la persona.
Observó la mano vendada de la mujer y levantó una ceja, aunque hablaba de la herida de Stannis sospechó que la herida de Melara podría tratarse de una de similares características.
- Y el cree que yo los puedo ayudar, por que soy un sacerdote rojo, un sacerdote de R´hllor.
Syreo de Volantis
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