Por las memorias

Solo, quieto, con el torso mostrandome las cicatrices que atravesaban cada parte de mi piel. Una había sido de la cacería que tuve en la cual un lobo casi me saca tres de los dedos de la mano derecha. Aun guardaba sus colmillos. Otra había sido por la batalla que tuve con los isleños que buscaron ingresar de mala manera al territorio de la casa Glover. Una linea que atravesaba en diagonal parte de mi torso y aun así, nunca me había desagradado. Cada marca era un emblema y un recuerdo en el que yo salía victorioso. Y ahora estaba ahí, con un ojo menos, sin lengua ni dientes como si fuese un trozo de carne que habían dejado salir de Desembarco para que recordase su lugar. Pero lo peor de todo era mi pecho. Esa marca hecha a fuego por ese maldito hijo de puta que escuchaba música mientras yo gritaba. Y no era el único que gritaba. Tambien lo hacía Elbert.

Mi amigo...mi hermano.

Ned era parte de mi. Benjen y Lyanna eran parte de mi pero nunca habíamos compartido con ellos lo que yo había compartido con Elbert. Con Elbert peleamos uno a uno, cubriendo la espalda del otro. Con Jeffory reíamos mientras le enseñaba a usar una espada puesto que quería poder ser un digno vigía de Varamar. Kyle era aquel que siempre buscaba tener la razón, clásico temperamento de un Royce y con Ethan éramos amigos más allá de ser mi escudero. De ese grupo solo quedabamos Elbert y yo, y ambos luciamos en piel muerta y quemada el símbolo del dragón en el pecho.

Con mis dedos palpé los orificios donde quedaban mis colmillos. Seguramente los habían arrancado luego de notar que de dejarlos en su puesto, habría lanzado mi boca al cuello de Aerys una y otra vez, con el ansioso deseo de saborear su sangre.

Terminé saboreando la mía.

Catelyn vendría y sería mi esposa. Mi hermano fingiría entender lo que yo sentía y mi madre trataría de darme consuelo. Mi cabeza ya no estaba en Lyanna porque la daba por muerta y ahora, nadie sabía cómo yo me sentía. Nadie excepto aquel que había pasado lo mismo que yo.

Aun escribía y el viejo rey loco, costra demente y muerta dentro de poco me había arrancado todo lo que tenía. No podía gruñir pero aun podía cazar. Un lobo con un ojo y con sus manos, tal como mi madre había dicho, seguía siendo un problema. Viejo idiota por no notarlo.

Escribí en un pergamino algo que enviaría a Varamar. Conocía de lejos a Jason Mallister...Jeffory nunca dejaba de hablar de él.

Y finalmente, despues de terminar ese envío, tomé otro cuervo en mis manos. Le hice una seña al maestre de que necesitaba enviar algo más. "¿Dónde, mi Lord?", me preguntó. En el dorso del papel se leía la dirección con gran detalle "Nido de Aguilas, Elbert Arryn"

Y en ese pergamino cerrado, sellado por la marca del lobo, unas cortas palabras decían lo que ,de tener lengua, yo le diría a él. Mi hermano que no era de sangre. Aquel que peleó por mi, sangró por mi y casi murió por mi.

"La sangre de los dragones volverá a manar como agua y el Aguila y el Lobo serán los encargados de ello."