Its a better place since you came along - Compañía Tully & Stark + Libre

Hoster cabalgaba a la cabeza de la comitiva, a su derecha cabalgaba su hija y a su izquierda uno de sus soldados portando el estandarte de la Casa Tully, lo hacían a paso lento fatigados por el viaje. Otra cosa que podría haber llamado la atención es el número de personas de la comitiva, no más de 20 personas, y un carruaje donde se transportaban efectos personales y una doncella que acompañaria a Catelyn.

El frío calaba los huesos, y además Hoster traía los labios partidos producto de la humedad y del gélido vieno norteño. A la distancia pudo divisar la silueta de Invernalia, por fin llegaban a su destino luego del viaje. Observó a Catelyn de reojo sin saber si ya se había percatado de la cercania de la fortaleza de los Stark.

- Hija, estamos próximos a llegar.

Señalo hacia adelante con la mano, indicándole la ubicación de la fortaleza, mientras le indicaba al guardia con el estandarte principal que apurara el paso, para anunciar su llegada. El soldado espoleo al caballo haciéndolo saltar a un trote rápido, adelantándose al resto de la comitiva. Hoster volvió la atención a Catelyn.

- Pronto llegaremos y nos veremos con toda la familia de Brandon, recuerda que el ahora es Lord Stark, y lo apropiado sería que hasta que no esten casados lo trates con mayor respeto y un poco menos de confianza de la que lo podría haber tratado en el pasado.

No dijo nada sobre el rostro de Brandon, puesto que suponía que Catelyn tendría el suficiente tino para disimular cualquier tipo de impresión.

-Brandon.- Benjen cuando se acercaba a mi era como un cachorro. Los primeros días, cuando recién empezó a caminar era dificil que me lo sacase de encima puesto que siempre quería ir a cazar conmigo. Ya luego me alejé, poniendo una distancia interesante entre ambos, yendo a Tierra de los Rios. Y ahí quedó nuestro vínculo, mucho más distante del que podía tener con Eddard o con Lyanna. Y desde que pasó lo de la Fortaleza Roja, mi pequeño hermano volvió a ser el cachorro que era solo que podía ver en el interior de sus ojos ese distanciamiento.

De haber sido el que fui una vez, no habría notado tal diferencia pero desde que había vuelto de Desembarco, veía los detalles. El niño buscaba en mi un ligero parecido a mi padre y por más que no me lo dijese, quería preguntarme de él. Quería hablar conmigo. Quería decirme cosas y que yo le escuchase.

Lejos estaba de poder responderle aun así.

Estaba ante un espejo tratando de quitarme las primeras costras que se formaban alrededor de dónde una vez estuvo mi ojo izquierdo y notaba como empezaba a cicatrizar gracias al trabajo bueno que habían hecho los maestres que me habían atendido así como los continuos cuidados llevados a cabo por el maestre Luwin. Sin embargo, no lograba exponer eso como una herida de honor, por el contrario. Todavía envolvía esa marca con un parche de cuero de la misma forma que envolvía mis labios. Me giré a escuchar a Benjen con la herida expuesta y el niño se me quedó observando. Era la primera vez que veía un vestigio de lo que me habían hecho. Supuse que debía adaptarme a las miradas de espanto puesto que prontamente debería ver la de mi propia prometida.

-Madre...Ella. ¿Estás listo para recibir a la comitiva de Aguasdulces? - habló rapido. Se notó que las palabras se le atragantaron en su garganta y las soltó todas de golpe. Volví a verme en el espejo y noté que era esa extraña cicatriz de carne viva la que le llamaba la atención. De lo que fue el rostro de su hermano había quedado, solamente, el ojo derecho. Me puse de pie y me acerqué al niño. Me recordaba a Ned y eso que eran diferentes. Tomé un manojo de pergaminos y anoté en estos palabras rapidas que luego entregué. Esperando su respuesta, me senté en mi cama mientras comenzaba a quitar la parte superior de mis ropas para cambiarlas por algo más presentable. El dragón tricefalo estaba marcado y las llagas ya se habían vuelto piel muerta. Curioso era que aquello que más lastimaba mi ego haya sido lo primero en cicatrizar.

Benjen leyó en voz alta mis palabras para luego abrir sus ojos ante la marca de mi pecho.


-Yo...- El niño dudaba. No era raro que lo hiciese mientras veía los vestigios de mi error en mi propia piel. Benjen cerró la puerta lentamente e ingresó al sitio, mirandome con temor y a la vez, curiosidad. - ¿Duele mucho? - preguntó.

Bajé la mirada a la marca y llevé mi mano directo a donde estaba mi corazón. Golpeé ahí dos veces, marcándole que me dolía más por dentro que por fuera y el muchacho lo entendió. Pestañeó un par de veces como si buscase frenar un intento interno de decir algo, ya sea un insulto, un consuelo o algo que cruzase por su cabeza. Abrió los labios para empezar a hablar pero, el sonido detrás de la puerta lo hizo girarse en seco. Volvió la mirada hacia mi y me giré al instante. Me moví rápido dando la espalda a quien llegase mientras cubría esa marca en mi pecho con mis ropas. No pensé que verían mi espalda azotada aun así. Se me habían olvidado los azotes.

-¡Ned! ¡Lady Astraea! - Cuando lo dijo, lo hizo para que yo supiese de quienes se trataban. Astraea era la doncella ciega de Invernalia y, si bien nunca la había tratado mucho, la veía siempre caminando de formas extrañas, ya sea acariciando los muros de la fortaleza o siendo escoltada por alguien. Siempre pensé que la ceguera era lo peor que le podía pasar a una persona...

Siempre hasta ese momento.

Lady Lyarra no era una mujer que tendiera a impacientarse, había aprendido de su señor esposo que la paciencia era una virtud que se cultivaba y que llegaba a desarrollarse. Algo que no pudo enseñarle a Brandon y a Lyanna. Tal vez a Ned, aunque Lyarra quería creer que tenía que ver más con la sangre. Las manos de la Señora del Invierno estaban ocultas en la capa que tenía por encima de los hombros, negra como la noche así como el resto de su vestimenta a excepción de un cinturón en la cadera con pequeños destellos de hierro y bronce, los metales del Norte.

La mujer alzó suavemente la mano para llamar a una de las sirvientas que acudió rauda y veloz -¿Está todo en orden? ¿Banquete, habitaciones?- Cuestionó mirando los ojos de la mujer con calidez. La sirvienta asintió con una sonrisa -Todo mi Lady. Breon os manda a avisar que han limpiado el Septo, o al menos lo que han construido de él - Lyarra no pudo evitar sonreír ampliamente y asentir -Dile que luego me reuniré con él. Necesito hablarle- Dijo y aunque sus labios dibujaron una sonrisa el brillo de estas no llegó a sus ojos.

Necesitaba hablarle...Sobre la estatua de Rickard que debía colocarse en las criptas de Invernalia.

Tomó un largo respiro antes de despachar a la mujer con un gesto suave de sus manos. Volvió su vista hacia las puertas de la fortaleza esperando que sus hijos dieran finalmente la cara. Sabía que no sería algo fácil para Brandon, pero Ned había reavivado su espíritu y Lyarra misma lo había visto destrozar aquella carta. Debía salir. Debía… Esperaba que el resto de sus cachorros estuviesen con él.

-¿Lady Lyarra?-

La voz del Maestre Wyllis volvió a importunarla, sacándola de sus distraídos pensamientos. Desde que le había traído la noticia de Rickard no habían hablado del tema. Habían hablado de ceremonias, vasallajes, la Guardia de la noche, banquetes, construcciones y mil y un temas más pero Lyarra esquivaba el tema de Rickard cada vez que el Maestre quería traerlo a colación. No quería indagar, no quería hurgar en los sentimientos que tenía apresados ahí y que sólo en el refugio de la noche cuando sentía su lecho frío, sin el cuerpo y la sonrisa de su marido, solían salir. El maestre quería darle algo para dormir o alguna otra cosa, Lyarra lo sabía pero no quería decirlo. Se giró apartándose los rizos del rostro con los labios curvados en una sonrisa amable.

-¿Sí?-

-Ahí vienen, mi señora-

-Gracias-

La comitiva avanzó con paso seguro hasta las puertas de Invernalia, al parecer la vista en la lejanía de la fortaleza Stark había dado un segundo aire tanto a hombres como a caballos, la esperanza de una comida caliente y de un lecho cómodo y seco donde reposar los cuerpos, había inundado las extremidades de una nueva energía, de un impulso adicional que hizo que el tramo que los separaba de los cálidos muros de Invernalia se hiciera más corto y se transitara más rápido.

Una vez que alcanzaron cierta distancia prudente, la comitiva se detuvo y un porta estandarte finamente ataviado y con el blasón de la Casa Tully en su lanza se acercó para anunciar la llegada de su señor.

- Lord Hoster Tully, Señor de Aguasdulces y Señor Supremo del Tridente ha arribado. Lord Stark lo espera, junto a su comitiva.

Independiente de quien fuese la cabeza de la Casa Stark o de quien había organizado toda la celebración de aquel matrimonio, se debían guardar las formas ya que finalmente, cualquier acuerdo, promesa o pacto debía ser reafirmado por los Lords que correspondiesen, en este caso Stark y Tully.

Hoster sacudía el rocío de su capa con su mano mientras observaba los muros de la fortaleza, observando a su comitiva y finalmente a su hija, con aire escrutador, intentando leer que era lo que pasaba por su mente, lo que a todas luces era imposible.

El cuero y el pesado manto del lobo cubría mis hombros cayendo pesado sobre mi espalda. Había pedido que me hiciesen también en cuero algo que cubriese mi boca, la cuál solo abría para poder comer e higienizar. Ya no tenía otro uso útil más que ese. El parche de mi ojo derecho caía de forma tiesa, pero debajo del mismo se veía lo que había quedado de mi piel antes impecable. Caminaba junto a Benjen y éste se movía erguido como si de un soldado se tratase. Pero era pequeño a mi lado y eso nada lo cambiaría. El viejo tapado de piel de lobo de mi padre unido en un emblema al pecho me hacía sentir como más grande y más fuerte de lo que en realidad era. Más allá de saber hacia donde iba, tenía la mirada fija en el frente como si tuviese que recordarme que debía dar un paso atrás del otro.

Imaginé ese día de otra forma, quizás con más sonrisas pero eso no era una boda simplemente. Miles de cosas se unian en una y terminaban por crear una malgama de muerte y vida a la vez. El Norte siempre ha sido gris pero en ese momento, lo sentí más gris que nunca.

Benjen vio a Catelyn antes que yo. Dijo algo pero no entendí sus palabras puesto que admito que tampoco las escuché. Veía a mi madre, mi hermano y también algunos miembros de la comitiva recibiendo a los Tully. Y entonces las escaleras bajo mis pies resonaron como si quisieran hacer eco de mi presencia ante ellos. No podía hablar…Por eso mi presencia siempre traía silencio.

Lo primero que noté fue a Lord Hoster Tully y más allá de tratar de levantar un muro de frialdad e indiferencia a mí alrededor, por inercia busqué la cabellera roja de Catelyn. Fue entonces cuando le vi. Era más pequeña que yo, eso no había cambiado. De hecho ella estaba igual a la última vez. Verla incomoda me hace entenderla y en un acto de suprema formalidad, asiento con la cabeza. No puedo responderle. Benjen mira a mi madre y luego a mi hermano mientras mi ojo bueno, el único que me queda se fija en Catelyn. Casi es un desafio a ella como si quisiese que supiese todo lo que ha pasado y me dijese que le parecía horrible. No era para menos. No podía hablarle, ¡Siquiera sonreírle!

Volví la mirada a Hoster Tully y asentí también con la cabeza. Era la única forma que tenía de darle la bienvenida a mi hogar a mi futuro suegro y a mi futura esposa.

Hoster observó ccon impaciencia como el rastrillo de la fortaleza se levantaba para dejarlos entrar, el abiente era festivo aunque tenso, pudo notar y sospecho que la esperanza del norte radicaba en esa unión, todos lo sabían y con ello sus sospechas hicieron un poco más latentes. Catelyn tendría que ser fuerte y perseverante para ayudar a su esposo a levantarse, tenía claro que con un poco de ayuda y el calor de una buena mujer como sabía que lo era su hija, le ayudaría a recuperar la personalidad.

Desmontó y ayudo a Catelyn a hacerlo por uno de los costados del caballo. Luego de unos segundos observó a Brandon llegar a darles la bienvenida, evidentemente no habló, pero el gesto que hizo a su persona fue más que suficiente. Asintió con el mismo gesto de cabeza.

- Gracias por la bienvenida Lord Stark, estamos aquí para honrar lealtades y cumplir con las alianzas entre nuestras casas.

Dijo a modo protocolar para luego responder a Lady Lyarra.

- Gracias por su bienvenida mi Lady... Los caminos del Norte son amigables para aquellos que los transitan deseando el bien a sus habitantes. Y si, el frío nos ha calado hasta los huesos.

Dijo esto último con una sonrisa y asintió a la invitación de sus anfitriones a pasar, un fuego y comida caliente, sin duda que le aliviarían de aquel frío. Pensó que ya se estaba poniendo viejo o mal acostumbrándose a la seguridad de un techo ya que estaba seguro que siendo más joven y en una visita anterior al Norte, no había sentido aquel frío tan intensamente.

Observó con gusto la manera en que Lyarra cobijó a Catelyn, despejando del todo las dudas que en algún momento pudo llegar a tener, sintiéndose seguro de que su hija mayor se acostumbraría a su nuevo hogar. se acercó hasta el grupo de bienvenida, para estrechar la mano de Brandon y luego proseguir al interior.
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Hoster escribió:
Fin de mi participación en la bienvenida exterior. Estoy listo para proseguir en el interior de la fortaleza.