El Fuego Prometido (Stannis)

por **Syreo de Volantis** Jue Jun 09, 2016 8:56 pm

Día 2 del Mes 4, Año 282.

El Sacerdote Rojo caminaba rapidamente entre las personas, había oido el rumor de que un hombre se había levantado practicamente desde su tumba, que había mordido las garras de la muerte para liberarse de ella y había retornado al mundo de los vivos. No sabía el nombre de aquel sujeto, solo que era un noble o algo así, que vivía en el castillo más grande de esas tierras. Eso le había dicho aquel campesino al que había ayudo a reparar la rueda de su carreta en su trayecto desde Desembarco del Rey. Una noticia cuando menos curiosa y que lo lleno de esperanza, quizás el Prometido ya se había manifestado, el Portador de Luz podría ya estar en este mundo.

Pronto llegó hasta las puertas de aquella imponente fortaleza, donde unos guardias custodiaban la entrada, con gente que iba y venía por la calle y algunos incluso entraban y salían por la barbacana custodiada. Se acercó a uno de los soldados y le hablo, intentando parecer débil.

- Será posible conseguir una cama por aqui? Ha sido un largo viaje y me gustaria reposar mis huesos en algún lugar seguro... Será que podré hablar con el señor de esta fortaleza?

por **Stannis Baratheon** Dom Jun 12, 2016 11:34 am

Utilizo a Rolland, guarnicionero al mando del rastrillo de entrada.

"Que entre", fue lo único que se limitó a decretar el caballero tormenteño, desde su acomodo en el salón principal.

El señor de la fortaleza no se encontraba en aquel momento, y había delegado la dirección y el gobierno del castillo en su hermano pequeño, Ser Stannis. Cojo e inválido, el joven no podía hacer más que dar órdenes desde un trono para encomendar a los sirvientes de Bastión, como si de un rey se tratase.

— Va a ser posible. —Espetó con carentes modales una vez hubo vuelto a la estacada para verificar la aprobación del Baratheon. — Sígueme.

Le condujo hasta el salón del trono. Allí Stannis aguardaba sentado frente a un basto escritorio de roble, lleno de pergaminos y manuscritos metódicamente ordenados; al otro lado de la mesa, esperaba un lugar vacío para su huésped. Fue invitado a sentarse. Comida caliente y un pichel de vino especiado le aguardaban para aclimatar su cuerpo del cansado viaje. Rolland salió de la pieza una vez hubo cumplido su cometido, dejando a solas a forastero y caballero, y a los dos soldados armados que custodiaban la pieza.

Fin de la interacción.

— Buenas noches. —Saludó adusto el joven Venado desde su acomodo. Sin saber por qué, desde el momento en el que le había sido anunciada la llegada de un extraño que pedía asilo en el castillo, algo en su interior le había dicho que debía acogerlo. Algo que no conseguía explicarse. — Tomad asiento. Servíos lo que necesitéis.

por **Syreo de Volantis** Mar Jun 14, 2016 4:01 pm

Apenas el guardia le indico que podía continuar, comenzó a caminar siguiendo las indicaciones y el andar del guardia, en dirección a alguno de los aposentos del Lord imaginó. Al llegar vio a un joven sentado frente a un prominente escritorio, ocupado resolviendo papeleo, sin duda que ser un noble en Poniente traía aparejadas muchas responsabilidades, las suficientes como para que un hombre joven y con poder, se tuviera que limitar a estar largas horas entre cuatro paredes en vez de andar por ahi cortejando doncellas o cabalgando hacía las tierras de sus vasallos, supervisando e imponiendo orden.

- Muchas gracias.

Respondió con tono fuerte y seguro, luego de haber apreciado de reojo la comida que lo aguardaba sobre la mesa. se sacó la capa y la colgó en el respaldo de su silla y luego tomó asiento mientras se arremangaba la sobrecota. Olfateo la comida deleitándose con el aroma y la tibieza del vapor, para luego servirse un vaso de vino.

- Ha sido un largo viaje y estaba hambriento.

Dijo casi al aire, intentando no parecer descortés al mantener tanto silencio, con la idea de poder entablar alguna conversación mientras mordisqueaba un trozo de pan humedecido en caldo.

por **Stannis Baratheon** Vie Jun 17, 2016 6:46 pm

Escrutó con detenimiento a su foráneo huésped, a medida que caminaba para tomar asiento y acomodarse, recreándose con los alimentos que Stannis había mandado preparar para él.

En Poniente existía la ancestral tradición del pan y la sal. Ya no sólo en la Fe de los Siete; por lo que tenía entendido, incluso en El Norte la verenaban. Era una práctica tan honrada como ancestral, y difícilmente existía hombre que no la respetase o conociese; mas aquel tipo no parecía de por allí. Ni siquiera de Poniente: por su aspecto, su voz o su vestimenta, el Joven Venado diría que provenía de un sitio muy lejano, aunque no habría sabido asegurar el por qué con certeza. Lo único que podía aseverar era que algo le decía que aquel individuo tenía algo importante que decirle.

— No escatiméis. —Expresó, apoyando los codos sobre la escribanía de roble que yacía frente a su sillón, reclinándose hacia adelante con cuidado de no dañar su maltrecha espalda y posando la barbilla sobre la base de sus dos puños entrelazados. — ¿Quién sois? —Preguntó directamente, sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos. — ¿Y qué os trae por las tierras de Lord Robert Baratheon?

por **Syreo de Volantis** Jue Jun 23, 2016 8:40 pm

Sin duda que la comida estaba buenísima, bocado a bocado y sorbo a sorbo sentía como se le devolvía el alma al cuerpo. Tras días y días de marcha por los caminos del reino, ya llevaba varias semanas sin probar un alimento real de casa, no simples meriendas de verduras crudas y carnes asadas a duras penas por un fuego débil a la orilla de un camino. Lo único que no le gustaba de la vida al aire libre era la ausencia de calderos y de grandes fogones donde preparar una buena comida. Por supuesto que no escatimaría, estaba hambriento por lo que asintió con la cabeza, para no hablar con la boca llena.

Apenas tragó, procedió a responder las preguntas de aquel joven noble.

- Mi nombre es Syreo, provengo de Volantis y soy un sacerdote rojo... Un placer.

Syreo tambien sintió curiosidad por conocer la identidad de aquel joven, tan gallardo, pero a la vez sereno, formando a sus ojos la imagen de un león enjaulado, se le notaba cierto grado de inquietud en la mirada, quizás era rabia o impotencia. No lo sabía con certeza.

- Y su nombre mi señor? Es usted el Robert Baratheon del que habla? Estas son sus tierras?

Inquirió, intentando no parecer demasiado entrometido, mientras preparaba la garganta para dar otro sorbo de vino especiado.

por **Stannis Baratheon** Sáb Jun 25, 2016 12:30 pm

Escrutaba con una mirada helada a su curioso huésped, a cada trago y bocado que daba casi de forma ininterrumpida, como si de un indigente famélico tras días sin ingerir alimento alguno se tratase.

— Syreo de Volantis. —Incidió con interés, reamoldándose sobre su asiento una vez conoció la condición nigromática de aquel forastero. Negó levemente con la cabeza.

— No, Lord Robert Baratheon es mi hermano. Yo soy Stannis Baratheon, heredero de Bastión de Tormentas. Y mandatario de la misma en ausencia de su señor. —Explicó con tono austero, sin mutar un ápice del gesto de su rostro ni de su posición. — Y estas son sus tierras. Las Tierras de la Tormenta.

Alzó la mano y con un vaporoso ademán indicó a uno de los siervos de Robert que volviese a llenar la copa de vino de su contertulio, el cual no parecía sacar su atroz apetito. Stannis por su parte, se deleitaba a sorbos discretos con una jarra de agua.

— ¿Podríais responder a mi pregunta? —Inquirió con rigurosidad. — ¿Qué os trae por las tierras de Lord Robert Baratheon? ¿Hacia dónde os dirigíais? —Detestaba que la gente eludiese sus preguntas. Era de las cosas que más detestaba. — ¿Qué os trae por Poniente? ¿Venís a divulgar vuestra magia roja?

por **Syreo de Volantis** Mar Jun 28, 2016 12:41 am

Syreo asentía con la boa llena a cada una de las palabras que Stannis dedico para explicarle el asunto de quien era Robert y su posterior presentación, lo que aclaró la situación para el extranjero. En ese momento estaba hablando con el segundo al mando. Aun así era un heredero y por tanto una persona importante.

Escuchó las preguntas, las que no le parecieron ofensivas, era lógico que cada cual presentará dudas sobre su estadía en Poniente, no era común ver o conocer a sacerdotes rojos en Poniente.

- En primer lugar, no tenía idea de quien era Robert Baratheon antes de su explicación y mucho menos sabía que estas eran sus tierras... Yo solo vi un gran castillo donde pensé que podría encontrar un techo y algo de comida caliente, no he venido hasta aqui de forma premeditada, mi señor.

Comenzó a tratarlo con más respeto e hizo una pausa para darle una mordida a una pata de gallina, algo flaca según su parecer, pero siendo una atención de parte de su anfitrión, no comentó nada al respecto.

- En segundo término... La verdad es que no me dirijo a ningún lugar en particular, mi jefe el Gran Sacerdote Rojo de Volantis me envió a Poniente con una misión, esparcir la palabra de R´hllor, el Señor de Luz y que cuando encontrara el lugar ideal para dirigir la fé del Dios Rojo, lo sabría y qque desde ahí debería concentrar mis esfuerzos.

Obvio mencionar que tambien le había sido encomendada la tarea de encontrar a un posible Azor Ahai.

- Basicamente eso, soy un misionero...

por **Stannis Baratheon** Sáb Jul 02, 2016 1:19 pm

Resultaba cuanto menos curioso adentrarse en las tierras de Lord Robert Baratheon sin siquiera conocer quién era Lord Robert Baratheon. O eso pensaba Stannis. Pero es que, al fin y al cabo, él era un extranjero, un forastero de otro continente que nunca había pisado aquellas tierras occidentales. Se preguntaba si habría desembarcado en las costas del tumultuoso Cabo de la Ira, o sin embargo lo había hecho en otro litoral más apacible como el de los Ríos, las Tierras de la Corona o Dorne, y el resto del camino lo había hecho a pie.

— Podéis estar agradecido de haber topado con la fortaleza correcta. Lord Robert Baratheon es un hombre hospitalario. En cualquier otro lugar, podrían haberos dejado morir de hambre a la intemperie. —Y no mentía con aquello, a pesar de la arrogancia con la que hablaba.

Las siguientes palabras del volantino sí que despertaron el interés del joven Venado, cuantiosamente además. Tanto que, obviando parte de su discurso, no pudo reprimir en lanzar una pregunta nada más acabó. — ¿Y hacéis magia roja? —Su voz era la habitual, firme y rigurosa, pero con un matiz realmente interesado.

— Lord Stannis fue devuelto a la vida con magia roja. —Exclamó uno de los soldados que guarecían la sala, apostado junto a la puerta. El tormenteño alzó la mano para tratar de acallarlo, pero era demasiado tarde. Le dirigió una mirada fría y lacerante, y en aquel momento decidió que él, personalmente, no volvería a contar con sus servicios. Volvió a clavar sus gélidos ojos azules en su invitado, e insistió.

— ¿Hacéis magia roja, o solo divulgáis vuestra religión?

por **Syreo de Volantis** Mar Jul 05, 2016 7:02 am

Las palabras del joven caballero eran tan ciertas como que el sol sale cada día, en tiempos como aquellos se hacía cada vez más difícil encontrar un techo y un plato de comida caliente, tanto en Essos como en Poniente los grandes amos estaban cada vez más reacios a dar alojamiento a un completo desconocido. Ya le había pasado durante su viaje por Poniente, recordò de que forma tuvo que salir corriendo mientras le arrojaban piedras y palos desde una empalizada de madera, hace un par de semanas en un remoto poblado en la zona de los muchos ríos.

- Siempre estaré agradecido de vuestra hospitalidad, y lo comentaré cada vez que se de la opinión, para que todos conozcan de sus buenas costumbres.

La siguiente lo sorprendió mordisqueando un trozo de pan con el cual casi se atraganta. No era ccomún que le hicieran esa pregunta y mucho menos de forma tan directa. Pensó durante unos segundos y cuando iba a dar una respuesta, uno de los guardias interrumpió con una declaración aun más sorprendente.

- Divulgo mi fé, la magia roja la hace el Señor de la Luz a través de las personas, sus súbditos no tienen ningún poder, el Señor de la Luz es el que se manifiesta a través de ellos.

Respondió de la forma más pragmática que pudo ante las declaraciones que se estaban mostrando ante sus ojos y sus oídos.

por **Stannis Baratheon** Miér Jul 13, 2016 5:55 pm

La situación estaba tornando algo tensa e incierta para Stannis. Ya le resultaba de por sí incómodo que un foráneo del pueblo llano y que además alardeaba divulgar la magia del Dios Rojo morase ahora un castillo, que ni siquiera era suyo, sino de su hermano. No habría sabido el por qué de tanta hospitalidad ante aquel desconocido, mas algo le decía en su interior que obraba justamente. Además que su gratitud, el pan y la sal que le ofrecía, un techo y tres paredes, protegido de la intemperie... quién sabe. Stannis creía en los hombres agradecidos; pocos, pero creía. Y creía que, a lo mejor, él podría ayudarle con su discapacidad.

Decidió contarle su particular episodio, ignorando si sería lo suficiente crédulo o no para tragar algo tan inverosímil, pero cierto. — Hace algunas semanas, durante una refriega con unos bandidos en la costa inmediata a este bastión, fui herido de gravedad por una flecha en el cuello. Una herida mortal, de no ser por la intervención... sobrenatural, de una mujer. Melara Morrigen. —Hizo una breve pausa, de no más de cinco o seis segundos, en los que se tomó la libertad de beber tranquilamente de su vaso de agua, tratando de refrescar su garganta antes de carraspear, y proseguir. — Pero quedé tullido. Mis piernas quedaron inservibles. ¿Vos, podríais hacer que vuestro Dios se manifieste para curarme?

por **Syreo de Volantis** Lun Jul 18, 2016 9:38 am

Syreo dejo a un lado la comida, apenas comenzó a presenciar el relato de aquel joven, un relato que si bien podría haber sido sacado de las historias que las ancianas le contaban a sus nietos, no le pareció nada descabellada. Conocida era para él la facilidad que tenía el Señor de la Luz para manifestarse en los momentos más inesperados y a través de las personas menos creyentes, quizás como una forma de refregarles por la cara la insignificancia de sus vidas en el universo, respecto a la existencia de la mismísima divinidad.

El relato hacia alusión a una mujer, cuyo nombre no conocía ni le sonaba e inclusive dudaba de que fuera una sacerdotisa roja. El remate del relato lo hizo caer en cuenta y aclaró sus dudas respecto a su interlocutor, ahora ya sabía por que estaba atado a esas cuatro paredes. Si bien R´hllor puede haberle dado una oportunidad, también le quitó algo como castigo.

- Misteriosos son los caminos del Señor de la Luz...

Se puso de pie y se acercó suavemente hacia Stannis, sin disimular hizo amago de observar la herida en el cuello lo que no pudo hacer debido al cuello de la camisa que portaba.

- Me permite ver su herida en el cuello? Antes de responder a su pregunta, debo ver en que estado está la herida.

Sabía perfectamente que era una posibilidad que R´hllor hubiese obrado sobre aquel joven, pero debía estar seguro. Conocidos eran los casos similares que se rumoreaban más allá del Mar Angosto sobre las heridas que sanaban, pero no cicatrizaban, permaneciendo como marcas perennes de la obra divina del Corazón de Fuego.

- Además de la herida en el cuello, recibió alguna herida más en la espalda? Tiene sensibilidad en las piernas? Y en el miembro?

Casi como si de un cirujano se tratase, comenzó a hacer preguntas para diagnosticas el alcance de lo "sobrenatural" que había sucedido a través de la intervención de aquella mujer que mencionaba.

por **Stannis Baratheon** Lun Jul 18, 2016 7:06 pm

Confiaba en que aquel hombre era de verdad lo que decía ser y tenía la certeza de que podría ayudar a su recuperación, por lo que alzó una mano en clara negativa cuando uno de los guardias hizo por abandonar su posición al fondo de la sala y acudir en pos del forastero, el cuál ya se había puesto en pie para dirigirse hacia el joven Venado.

Ante la pregunta del essosi, Stannis no hizo por responder; ni asintió ni negó, simplemente se limitó a liberar el apósito de su cuello, con ambas manos y el suficiente cuidado y esmero para no lastimar la cicatriz transversal que había justo debajo de su mandíbula, a la izquierda. Tras las grasas emanaba aún cierto olor a podredumbre, y sin embargo, la herida sanaba satisfactoriamente. — Ya no me duele demasiado, a no ser que roce con algo. Así que ni se os ocurra tocarla.

Negó con la cabeza la siguiente pregunta del volantino. — No, no recibí ninguna herida más. Solo algunos rasguños que ya sanaron hace tiempo, causa de la caída del caballo. —Ante la segunda, asintió. — Siento las piernas como siempre, pero no puedo moverlas. No puedo coordinarlas y cuando trato de caminar, un dolor insoportable me sube por la columna. —Y ante la tercera, se sintió incómodo y algo vejado. Rechinó los dientes. — Mi miembro funciona tan bien como siempre. —Declaró con el ceño fruncido.

No sabía si aquello supondría suficiente diagnóstico para el supuesto sacerdote rojo; esperaba que sí. De igual manera, lanzó la pregunta. — ¿Existe manera alguna de curar mi incapacidad, aquí y ahora?

por **Syreo de Volantis** Vie Jul 22, 2016 9:25 am

Syreo observó la herida del cuello con detención, pudo notar algunos trazos de hilo que seguramente le pusieron en un intento desesperado por detener la hemorragia. El cuello era sin duda una de las partes mas delicadas del cuerpo, por el pasaba mucha sangre, pasaban los huesos que sostenían la cabeza erguida y además los nervios y tendones que hacía posible que el craneo continuara pegado al resto del cuerpo,y por si esto fuera poco en un espacio muy reducido que hacia que todo lo antes mencionado estuviera junto y prácticamente apretado, lo que suponía que una herida en esa zona de manera segura provocaría la muerte.

Era una herida importante, a ojos de un maestre sería una herida del tipo de aquellas de las cuales no se sobrevive, pero aquel joven estaba ahí sentado, trabajando y conversando prácticamente como si nada hubiese pasado. Su salvada fue por decirlo menos milagrosa.

- Su herida no parece estar completamente sana, lo que se contradice con su estado actual, una herida como esa aun abierta, sería letal, usted debiera estar en estos momentos desangrándose.

Sentenció sin saber muy bien como continuar.

- Sobre lo de sus piernas, se recuperará pero será doloroso, R`hllor no ha actuado sobre usted en este aspecto quizás por que confía en su recuperación. El dolor se quitará con el tiempo, al igual que la sensación de debilidad, pero para que eso ocurra debe comenzar a caminar, soportar el dolor y ejercitarse, para recuperar la fuerza en su espalda y en las piernas.

Había visto a muchos hombres caer de caballos, y los que sobrevivían o quedaban tullidos para siempre sin ningún tipo de sensibilidad de la cintura hacia abajo o terminaban recuperando sus extremidades inferiores luego de un tiempo.

Volvió a mirar la herida pensando en lo que veía y en como enfrentaría la situación.

- Me ha hablado de una mujer que lo ayudó y que usted cree que influyó en su salvada, vive cerca? Creo que debo hacerle una visita.

por **Stannis Baratheon** Dom Jul 24, 2016 11:36 pm

Ante las palabras del extraño forastero Stannis no pudo reprimir alzar una ceja, en claro gesto de inapetencia, y mirar de soslayo al susodicho. Y es que pensaba, ¿en serio creía que debería estar desangrándose? — Con esta herida, lo que debería estar es muerto. —Concluyó con rigor y severidad aún sin mutar un ápice de la posición de su cuello, rígida, notando como la sangre fluía con mayor vehemencia bajo su herida, fruto de la vesania. — Me dispararon una maldita flecha en el cuello. Recuerdo cómo sangraba, cómo sufría, deliraba. Recuerdo cómo mis constantes vitales bajaron hasta la nulidad y cómo mi mente se sumió en la nada. Morí y reviví.

Sintió alivió al oír acerca de la curación de sus piernas, del pronóstico, de que podría volver a caminar. Sintió alivió, hasta cierto punto. Stannis Baratheon era un hombre escéptico como el que más y no se conformaba con predicciones y veredictos, prefería remitirse a los hechos. — Haré lo que decís, y más vale que sea cierto.

Por último atendió a la demanda del volantino, acerca del paradero de su salvadora. El joven Venado no receló ni un momento en desvelarlo; y de hecho, puso de su parte con tal de que tuviera lugar dicho encuentro. — Su nombre es Melara Morrigen y es el Señor de Nido de Cuervos, su actual asentamiento. Allí podréis encontrarla. Algunos de los hombres de mi hermano podrían escoltaros hasta allí, está a pocas horas de viaje. Puedo ofreceros pasar la noche, o prepararlo todo para que partáis ya.

por **Syreo de Volantis** Lun Jul 25, 2016 6:22 am

Sonrió ante la precisión que hizo el joven Stannis, recordaría su nombre sin duda, a su apreciación respecto de la herida en el cuello.

- Si, debiera usted estar frío y siendo devorado por los gusanos.

Asintió con un gesto de su cabeza ante la auto promesa de ejercitarse que hacia el joven, aunque no le gustó demasiado la amenaza que le siguió. El era un hombre de fé y lo que ocurriera con el mismo o con los que lo rodeaban dependía solo de Dios.

- R´hllor es el que hace su obra, su amenaza no tiene ningún tipo de efecto, ni positivo ni negativo... Aunque ayudaría bastante que comenzara a mostrar algo más de confianza en el Señor de la Luz, despues de todo es casi seguro que el lo ha salvado.

Dando por superado aquel momento de leve tensión prestó atención a las palabras que siguieron en aquella conversación. Le llamo poderosamente la atención que una mujer fuera "Señor", no por que tuviera algo contra las mujeres sino por que era algo poco común. Pensaba que aquella mujer que pronto conocería sobresalía por sobre el resto en más de un aspecto y ya moría de ganas por conocerla.

- Me vendría bien algo de compañía para el viaje, como me vendría bien un documento emitido por usted para presentar ante esta mujer, algo que me avale y que sirva para que no crea que soy un embaucador.o algo peor.

Stannis escribió un documento en un pergamino que luego enrolló y selló con lacre, entregándoselo a Syreo.

- Estoy muy agradecido por su hospitalidad, pero partiré de inmediato a Nido de Cuervos, este asunto me parece que es mucho más importante y mis huesos pueden esperar.

Hizo una reverencia y salió del despacho no sin antes tomar un último trozo de pan de la mesa que se fue comiendo mientras avanzaba hasta la puerta.

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Off.
Gracias por el rol y discúlpame, pero me tome la libertad de manejar tu personaje levemente y ya para, como habíamos acordado, cerrar con este post. No se cuantos hombres me acompañaran, pero supongo que pueden ser 3, asi formamos un comitiva pequeña camino a Nido de Cuervos.

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