Una visita inesperada (FB)

Dia XVII, Mes II

Desde la fortaleza de la Casa Bracken divisan a lo lejos los estandartes de la Casa Tully aproximándose a paso veloz por el camino principal, por la distancia no se logra distinguie quien es el que comanda la partida.

Desde su montura al galope, Hoster contempla el paisaje, mientras siente la brisa rozarle el rostro y el olor a humedad penetrando por su nariz.

Al llegar a las puertas de la fortaleza un guardia lo conmina a presentarse con tono condescendiente, sospechando de quien se podría tratar.

- Soy Hoster Tully, Señor Supremo del Tridente...

Se presentó con tono normal, pero a viva voz ara que todo los cercanos pudieran oirlo.

El ambiente en Seto de Piedra era distendido y calmado, viviendo sus habitantes una típica jornada de trabajo y faenas variadas. Su localización en el corazón del Tridente le hacía un lugar acostumbrado a recibir todo tipo de visitas de sus vecinos. Nadie se extrañó al ver a los abanderados de los Tully por el camino principal arribar al hogar Bracken. Jonella atendía unos deberes encomendados por su señor padre antes de partir a una rutinaria inspección de tierras en la zona limítrofe con los Blackwood. Ella suspiró por el empecinamiento de su padre en mantener vivas las rencillas con los cuervos y volvió su concentración a los libros de nuevo.

El mayordomo del castillo llamó a su puerta rompiendo su aislamiento. –Lady Jonella, una comitiva se acerca enarbolando el emblema Tully. ¿Qué hacemos? –la ausente joven rápidamente se alzó de su silla. -¿Se sabe quién los comanda? –preguntó apresurada. –No, mi señora. La distancia me ha impedido averiguar tal cosa. Lo lamento. –le respondió su mayordomo con pesar.

–No importa, saldré ahora mismo. Que les atiendan como es debido, Bowen. –ordenó invitando al hombre a abandonar aquella sala y así poder vestirse adecuadamente. Ya sola retiró el broche que sujetaba su vestido, cayendo el mismo suelo. Ya desvestida buscó en su guardarropa algo adecuado para la visita, eligiendo de su vestuario una prenda de tonos rojizos y borlas doradas. Abandonó tan presurosa la sala que se olvidó de calzarse.

Llegó justo a tiempo al patio del asentamiento para ver con desagrado que su visitante no era ser Brynden, sino su hermano y señor, lord Hoster Tully. –Bienhallado, mi señor. Es un placer teneros de visita en Seto de Piedra. Lady Jonella de la casa Bracken para servirle. –le dijo al hacer la debida reverencia.

Hoster respondió a la venia de aquella grácil muchacha con una leve inclinación de su cabeza, espero durante algunos segundos que se abriera la puerta, que lo hizo con un rechinido de sus goznes y el característico crujir de la madera entre los hierros que la sostienen.

- Muchas gracias por su recibimiento Lady Bracken...

Era recibido por la que suponía, era la hija de Lord Bracken, o mejor dicho por la descalza hija de Lord Bracken, según pudo observar sus entierrados pies pálidos, lo que no dejó de llamar su atención.

- Lamento mucho no haberme anunciado con anticipación a través de un cuervo, pero mi visita se hacia urgente. Mi lady... Donde se encuentra Lord Bracken?

Inquirió, intentando no ser descortés con la muchacha que lo había recibido.

–No hay de qué, mi señor. –le respondió ante su gratitud y era cierto. Seto de Piedra era una extensión de Aguasldulces y la llegada del señor supremo de aquellas tierras era motivo de festejo en tierras Bracken.

–Ni falta que hacía, mi señor de Tully. Con aviso o sin él, las puertas de Seto de Piedra siempre estarán expeditas a vos, como no puede ser de otra manera. –la pregunta sobre el paradero de su padre, le hizo torcer el gesto. –Siento comunicaros que mi señor padre salió a una inspección rutinaria de las tierras. Puede tardar un par de días. Pero no hablemos aquí, por favor. Pasad al salón y os agasajaremos como los Siete demandan. –le ofreció reparando por primera vez en sus pies delcalzos.

Respiró hondo y continuó camino al castillo como si nada hubiera pasado. Tampoco tiene importancia se dijo. –Mozo, atended a la comitiva y cuidad de los caballos. Forraje y agua, enseguida. –fue ordenando mientras daba unas palmadas para que todos empezaran con sus labores. –Lord Hoster, espero que no os agravie tener que ser recibido por mí. Si es así, lo entenderé y mandaré llamar al castellano.

Los hombres de la comitiva Tully avanzaron con paso sereno, guiados por el Mozo de Seto de Piedra, mientras Hoster escuchaba las palabras de la joven muchacha, que por unos segundos le recordo a su hija Catelyn, joven, atractiva y con ganas de ser algo más que una simple doncella. Sin duda mujeres con carácter de Los Ríos, mujeres dignas de estas tierras y de sus familias.

- No habrá necesidad de hablar con el castellano, usted es la hija del Lord e imagino que me podrá guiar durante la espera.

Hoster había conocido Seto de Piedra cuando era joven, cuando su padre aun vivía, pero habían pasado largos años de aquello, pensó en la cantidad de años que habían pasado desde su última visita a la Fortaleza Bracken y un gesto apesadumbrado se cruzo por su rostro. Había paulatinamente dejado de lado su gusto por recorrer sus tierras, cada vez más sumido en el papeleo y en asuntos de poca acción. extrañaba aquellos días en que cabalgaba por todos lados haciendo mapas y estudiando la flora y fauna de sus territorios. Tambien las carreras por las praderas o el nada por los ríos que regaban aquellos territorios.

Al llegar al salón notó que estaba finamente decorado, sin duda que a Lord Bracken le gustaba mantener su casa en orden y se notaba, todo pulcramente ordenado y limpio. En la decoración se dejaba notar una mano femenina, inconfundible es el gusto de las damas y doncellas de noble cuna para decorar aquellos ambientes importantes dentro de sus hogares, dando muchas veces a las fortalezas, el agradable y acogedor aspecto de un hogar.

- Es un bonito lugar, permítame felicitarlos, a usted y a toda su familia, tienen un lugar muy acogedor aqui.

Extendió las felicitaciones de manera sincera.

Ante las generosas palabras de Hoster la joven inclinó la cabeza como agradecimiento silencioso. Jonella si bien era tenaz e independiente sabía que su mundo era regido por hombres y muchos no estarían cómodos en ser recibidos por una mujer. La diosa de la fortuna quiso que su señor no fuera de esos.

Una vez en el salón, los sirvientes trajeron las típicas ofrendas para un invitado empezando por el pan y la sal. –Aquí tenéis, mi señor. –le dijo pasando una escudilla con los alimentos que sellaban el sagrado pacto entre anfitrión y huésped. Sus amables palabras por otro lado no hicieron mutar el gesto de la joven. Ella no caería jamás en halagos.

-Gracias mi señor, es muy amable al hacer tal apreciación. Hemos pasado tiempos malos como bien sabéis pero poco a poco hemos salido del pozo aunque sienta decir que nos faltan todavía algunas cosas por recuperar. –le confesó sin especificar que cosas. Hoster lo sabría de seguro. Los Bracken llevaban reclamando las tierras que los Blackwood les arrebataron  casi cien años antes en los tiempos del rey Daeron.

Una vez atendidos todos los visitantes con la debida cortesía, Jo se lanzó a preguntar el motivo de aquella visita por si podía ayudar en algo. –Mi señor, me gustaría anunciaros que si gustáis podemos adelantar algunos de los asuntos que os han traido a Seto de Piedra. No podré ayudaros en todo, desde luego pero contad conmigo en todo lo que mi rango me permita hacer. –una sombra de duda se dibujo en sus ojos. –Por supuesto que también podéis tomar justo descanso y mañana en el desayuno hablar de ello. Siempre lo que más deseéis. –finalizó haciendo una reverencia algo torpe.

Hoster tomó el pan y la sal comiendo de ambas cada vez, sellando así la tradición. Y casi de inmediato comenzó a comer aquello que le servían, comenzó por unas pequeñas hogazas de pan con queso y un sorbo de agua ya que no bebía vino cuando se encontraba "trabajando".

Sintió el comentario de la joven Bracken casi como una recriminación, aunque hizo caso omiso a aquel sentimiento en pos de llevar a buen puerto aquella visita, conocedor del conflicto intestino que cada cierto tiempo estallaba en sus tierras entre la Casa Bracken y la Casa Blackwood, enemigos de nacimiento, con un odio que se remontaba siglos atrás.

- Se refiere a los problemas limítrofes que tienen con los Blackwood? Si es así deben saber que tiempos difíciles se aproximan y que en razón de ello, como ribereños debemos estar más unidos que nunca, ya habrá tiempo para aclarar rencillas añejas. Debemos velar primero por el bienestar y seguridad de todos, despues por nuestros intereses personales.

Intento ser lo más claro posible, sin usar ningún tono en particular, solo palabras objetivas frente al inevitable hecho de que Poniente pende de un hilo, y que es muy probable que arda, en Los Ríos o en otro lugar.

No se sorprendió ante la pregunta de la joven, era lógico preguntar el motivo de la visita y una muestra de respeto manifestar estas razones a quien te recibía.

- He venido a una especie de inspección de rutina, quiero saber en que estado se encuentran sus tropas y que tal andan de provisiones...

Hoster cruzó sus manos por sobre la mesa, apartando su plato a un costado, mientras observaba a la muchacha directo a los ojos.

La misma Jo le entregó a su señor una bandeja con tres tipos distintos de bebidas. Agua, vino y cerveza. La Bracken ofrecía todo cuanto tenia y ya su gobernante elegiría lo que más le apeteciera.

-No tenemos nuevos pleitos con los infieles Blackwood, mi señor. Como sabéis mi padre no quebrará la paz del rey para no poneros en un compromiso. –reflexiva miró a los ojos a Lord Hoster. –Creo que en lo único en que nos ponemos de acuerdo con los cuervos asquerosos es en nuestra lealtad hacia Aguasdulces. –le dijo sin medir los adjetivos. Miles de años de insano odio no podían ser controlados. Jo no les odiaba con la rabia ciega de Otho pero era una Bracken como la que más.

-Me refería que todavía no hemos podido recuperar el esplendor de los días de Aegon IV. Perder guerras en lo que tiene, supongo. Si algo conozco a mi padre, podéis tener claro que no os dará problemas internos, mi señor. –le dijo sincera. Habían jugado con reyes en el pasado y habían sido escaldados. Habían aprendido la lección. Ahora tocaba servir a los Tully con lealtad por haber permitido mantener la mayor parte de sus rentas y su hogar.

Jonella se sentó en frente del huésped de su padre y escuchó los motivos de aquella inesperada visita. Entrecruzó sus manos sobre su regazo y mordió su labio recabando los datos que su señor le había pedido. –En lo financiero la situación no es muy boyante. Tenemos problemas para comprar y vender. Algo pasajero suponemos. No siempre hay demanda para el excedente y esa falta de liquidez nos impide competir a la hora de obtener ciertas mercancías. –en cuanto le tocaba exponer sobre guerreros no mostró duda alguna. –Las levas están bien entrenadas y se podría disponer de ellas sin mucha demora. Aunque tenemos según el último censo unos seiscientos hombres de armas, mi señor padre ha comenzado la instrucción de otros doscientos jóvenes granjeros. De momento es lo máximo que podemos aportar, entre seiscientos y ochocientos hombres. Con las actuales rentas no podemos liberar más muchachos de las cosechas.

Seria y protocolaria, sin mover sus manos de su regazo se lanzó a interesarse por Catelyn. –Me gustaría enviar mis mejores deseos a Lady Catelyn. Todo lo ocurrido con su prometido ha sido algo atroz. Por supuesto también deseamos que Lord Edmure, Lady Lysa y Ser Brynden se encuentren perfectamente. –dijo dejando para el final la persona que más le importaba del hogar Tully.

Infieles, asquerosos, eran adjetivos bastante fuertes para referirse a otro linaje noble, de similar antiguedad que el propio, sin embargo Hoster sabìa que las palabras de la joven Bracken eran eso, palabras de una joven Bracken, influida por cientos de años de tradicion belicosa entre ambas casas, influencia que tambien tuvieron sus ancestros y que de seguro tendrían sus descendientes. A pesar de todo hizo caso omiso a aquello comprendiendo el contexto en que se decían y asintió al oir la declaración de lealtad.

- Pobre muchacha, no sabe que la Paz del Rey ya ha sido violada, por el mismo Rey... bendita sea la inocencia de los jóvenes. - Pensó durante un segundo ante las palabras de la joven.

Escuchó atentamente el reporte que hizo la joven, aparentemente estaba bien enterada de todo aquello que sucedía en Seto de Piedra, sin duda era una mujer muy inteligente.

- En estos tiempos, son pocas las casas que pueden darse el lujo de decir que tienen una economìa boyante...

Sonrío, aunque se vio prontamente sorprendido por la pregunta sobre su familia, notando diferentes tonos e inflexiones de voz al nombrar a cada uno de ellos.

- Todos estan muy bien muchas gracias... Le comunicaré tus palabras de apoyo a mi hija Catelyn, es una joven fuerte, como todas las ribereñas, lo ha afrontado con bastante serenidad y esperanza.

Omitió el detalle de que tanto Lysa y Edmure habían partido a El Valle días atrás, pero sonrió al escuchar a la joven decir Lord Edmure, sonaba bien, aunque aunque aun solo fuese el heredero de la Casa Tullyy no el Lord, pero no la corrigió, era tan solo un asunto de forma.

- Y su familia mi Lady? Que tal llevan las cosas por estos lados...

-Sí, es posible que así sea, mi señor. Si vos lo decís, será. Yo solo sé que este mes no hemos podido vender nuestro excedente y por tanto nos fue imposible adquirir otros bienes. Por fortuna los dioses han querido que vuestro reino sea fértil y la próxima cosecha irá mucho mejor, de seguro. –dijo confiada. Ya bastante sincera había sido para con su señor. Sincera y detallista en sus exposiciones y pensamientos. No era Jo de las que callaban algo ya molestase o no.

-Hacedlo, por favor, vuestra hija es querida y admirada por estos lares y sufrimos por ella ante lo ocurrido. Al igual que guardamos cierto luto por la memoria del Mallister asesinado. Otra tragedia. –su límpida mirada se detuvo unos instantes en el rostro del firme señor de aquellas tierras. No debería hablar pero sabiendo que su casa era leal hasta la médula, se vio obligada a exteriorizar una pregunta privada que su padre se hacía. –Mi señor, mis hermanas y mi primo, el heredero de Seto de Piedra ostentan una salud fuerte y a prueba de inviernos. No es porque sean mis hermanas pero no dejarían mal a Lady Catelyn si ella precisase de una dama de compañía. Ahora bien, mi buen señor. En Seto de Piedra tenemos una duda desde hace algún tiempo. ¿Cuál es la posición de nuestro señor sobre los hechos ocurridos en Desembarco del Rey? –hizo una pausa, rompió la quietud de sus manos y bebió algo de agua antes de proseguir. –Si bien es asunto vuestro, sabéis tan bien como yo, que cualquier acción Tully será secundada por los Bracken, y debemos estar preparados para actuar en perfecta comunión. ¿No creéis? Pero para eso necesitamos saber un mínimo.

Sin duda que estaba de acuerdo con la joven Bracken, esas tierras eran probablemente las más fértiles de todo Poniente, eran afortunados de estar en aquel lugar, afortunados y a la vez los dejaba en una situación permanente de conflicto, cualquier ejército que se moviera por tierra, debía necesariamente pasar en algún momento de su trayecto por la región, lo que históricamente había convertido sus paisajes en campos de batalla, pero a Hoster no le preocupaba mucho aquello, si había que luchar, lo haría.

Asintió a la palabras relacionadas con su hija y con el joven Mallister muerto en Desembarco del Rey, sin duda que había sido una tragedia, y de poco a nada consolaría a su familia el retorno de su cuerpo, como lo había prometido la Mano del Rey.

Escuchó atentamente la propuesta de la joven Bracken, sobre la presencia de una de sus hermanas en Aguasdulces como doncella de Catelyn, no le parecía una mala idea del todo, pero de solo pensar en que tendría que aceptar a algún joven de la Casa Blackwood en forma de compensación le hizo repensar tal ofrecimiento. Si bien ambas casas eran sus vasallas, prefería mantenerlas a ambas contentas y mantener el equilibrio, al menos entre ellas sin mostrar favoritismo por ninguna de las dos, era un asunto que nunca había compartido con nadie, solo lo mantenía en su fuero interno, con la intención de mantener la armonía en la región.

- Preguntaré a mi hija si necesita alguna acompañante que le ayude en sus quehaceres, puede que lo acepte.

La pregunta lo sorprendió, no pensaba dar a conocer esa información, por lo que su respuesta fue la más escueta posible, sabiendo además que en Poniente los muros escuchan y los candelabros observan. Si bien la familia Bracken era leal, nunca se sabía quien podría estar escuchando a través de los oídos de otros.


- ¿Por que razón cree que he venido a visitarlos? Temo que el actuar del Rey, haya sido la chispa que termine de encender la yesca.

Este tema se cierra por abandono de Jonella Bracken. Hoster, te anexare los 4 puntos por el tema cerrado.

Lo dejaré en espera de enviar a la papelera por si deseas recuperar algo. En siete días, el tema desaparecerá.

Lamentamos mucho las molestias ocasionadas.