Mano a Mano

por **Alester Florent** Jue Jul 06, 2017 4:38 pm

Cuarto día del séptimo ciclo. Año 284 de la edad del dragón.

Con el sol en su punto mas elevado anunciando el mediodía, lord Alester se vio recorriendo la calle de las semillas seguido muy de cerca por uno de sus caballeros. En su rostro se dibujaba la preocupación por las consecuencias que la guerra había tenido en el pueblo. Allá donde posase sus ojos, la Mano contemplaba los despojos de la guerra, un año después de que está hubiese concluido con la victoria de las fuerzas realistas, los mendigos y tullidos llenaban los laterales de las calles suplicando por unas monedas, un mendrugo de pan que llevarse a la boca. Haraganes, eso es lo que en verdad eran a ojos de la ya mayor Mano del Rey.

Una realidad a la que debía poner un final. Pensaba deteniéndose frente a un mendigo y sacando unas pocas monedas de su bolsa, para sopesarlas en su mano y con un gesto desdeñoso al pobre hombre guardárselas y continuar su paseo. Rompiendo en mil pedazos la esperanza de una limosna, que hacía un solo instante nacía en los ojos del mendigo.

Avanzando entre miserables por una de las principales y mas despejadas calles de la ciudad, los gritos de una voz conocida le atrajeron hasta la plaza de las hermanas, allí alejado de la sombra de Stannis Baratheon, lo cual sin duda era ya un hecho extraño, un veterano guerrero predicaba a quien quisiera escucharlo sobre el señor de la luz. En un primer momento, lord Alester buscó una forma de cruzar la plaza sin captar la atención de la Mano Llameante, lo último que necesitaba era otro panfleto enumerando las ventajas de tener fe en R'hllor, y sobre los inconvenientes que suponía creer en falsos ídolos. Pero Syreo de Volantis se percató de su presencia y tuvo que acercarse a saludar.

—Saludos, Syreo de Volantis ¿Sigue creciendo vuestro rebaño? —le preguntó con una leve inclinación de cabeza, al tiempo que los plebeyos se hacían a un lado para permitir que la Mano del Rey se acercase a la Mano de R'hllor.

por **Syreo de Volantis** Jue Jul 06, 2017 7:26 pm

Syreo se encontraba en medio de la plaza de las hermanas, intentando dar consuelo a los desvalidos y en realidad a todo aquel que quisiera escucharlo, despues de todo la fe era gratuita y el creer a nadie le hacia daño. Una de las ventajas de estar rondando en la corte era que los capas doradas no lo molestaban y lo dejaban predicar en paz. La gente se aglomeraba a su alrededor, intentando buscar respuesta a los problemas que tenían, esperanzados en que algún dios pueda ayudarlos. La mayoría eran personas del pueblo llano, pero tambien habían algunos nobles menores que prestaban atención a las palabras del sacerdote rojo, desencantados con sus religiones originales despues de la guerra, la pobreza, las enfermedades y todas secuelas que deja un enfrentamiento belico en las personas.

En eso estaba, cuando a la distancia ve avanzar un rostro conocido, aunque no era su amigo lo ubicaba de la Fortaleza Roja, donde acompñaba frecuentemente a Stannis a sus reuniones en el consejo al cual no podía entrar, pero siempre lo esperaba a las puertas del salón. Era Alester Florent, señor del Dominio y Mano del Rey. - Mi señor Florent, no es mi rebaño, es de R´hllor... Y si, cada dia que pasa continua creciendo y con ello mis responsabilidades al respecto. - hizo una pausa para acercarse un poco mas a la Mano, desapegándose un poco del grupo de seguidores. - Y a usted que lo trae a este lugar? No creo que haya venido con la intención de asistir a mi predica. - Observó al guardia que acompañaba a Alester de reojo y lo saludo con un gesto de su cabezza, despues de todo hacia con Alester lo mismo que el hacía con Stannis, protegerlo, aunque probablemente por razones diferentes. - Al menos, va bien acompañado. - señaló.

por **Alester Florent** Sáb Jul 08, 2017 8:20 am

—Cuidado Syreo, se diría que pretendéis ocupar el lugar del Septon Supremo en esta ciudad —rió lord Alester al oír la devota replica del sacerdote. El señor del Dominio no era un hombre piadoso, rezaba a los Siete por tradición, pero las enseñanzas de los septones no habían logrado calar en su alma como si lo habían hecho renombrados autores de las ciudades libres.

—Cree usted bien, he salido a dar un paseo por la ciudad, y disfrutar de este nuevo día con el que el señor nos bendice —explicó siendo intencional la ambigüedad con la que se refirió a los dioses, podría estar hablando del Padre, o de R'hllor, o puede que incluso de otro dios, proveniente de lejanas tierras, había tantos dioses en el mundo.

—Y creo que yo no debería interrumpir vuestra prédica —dijo lord Alester haciendo gala de su educación y realizando una ligera inclinación a modo de reverencia— podemos seguir hablando mas tarde si gustáis, terminad de atender a vuestros fieles —sugirió cruzando sus brazos a la altura del pecho, en una posición cómoda, pues ya que estaba allí, ¿Por que no quedarse a escuchar las palabras del sacerdote rojo? No era como si tuviese algo mejor que hacer aquel día. No estaba programada ninguna reunión del Consejo y los documentos de su estudio podían esperar unas horas.

por **Syreo de Volantis** Mar Jul 11, 2017 5:42 pm

Syreo asentìa a cada una de las palabras del Lord Florent, incluso le brindó una pequeña risa ante su comentario respecto a ocupar el lugar del Septon Supremo - Para nada, el Septo en su septo y yo en las calles, aunque existe un Templo Rojo en Antigua, si me permite algún día pasar por sus dominios,podría ir a conocerlo, aunque me han contado que no es muy grande es un espacio de adoración suficiente, debe saber que los sacerdotes rojos no somos muy dados a los grandes lujos. - señaló haciendo un guiño a la posibilidad de ir algún día hasta Antigua. No le preció extraña la ambiguedad en cuanto a la existencia de muchos dioses a la que hizo alusión La Mano del Rey, sin embargo no le prestó importancia, puesto que solo al final de los tiempos, cuando llegue el tiempo en que el Príncipe que fue Prometido blanda a la Portadora de Luz contra los Otros, se sabrá que dios prevalecerá.

Hizo un gesto con su cabeza como respuesta a la sugerencia de Alester de continuar con su prédica. - Ya he finalizado, justo cuando usted hizo su aparición me encontraba dando mis últimas palabras a los nuevos fieles, como ve ya muchos se han dispersado. - Eefectivamente, muchos de los fieles u oyentes se habían retirado poco a poco del lugar, solo quedaban unos pocos, principalmente tullidos, cojos y ancianos, personas que no podían moverse por si solas o que no tenían la energía para hacerlo. - Me llama la atención que un hombre tan poderoso y ocupado como usted ande deambulando por la ciudad, csi sin protección, solo con un guardia, no creo que sea suficiente para contener a una turba. He visto que ha ocurrido, quizas nunca con un noble de alta cuna como usted, pero si con comerciantes, prestamistas y estafadores, no ha importado con cuantos guardias han contado, todos han terminado igual, con la boca llena de moscas... No le parece inseguro exponerse de esta forma? - Inquirió, con un sentimiento de preocupación verdadero. El solía aconsejar a Ser Stannis respecto a estos temas, aunque el Consejero de Leyes no tuviese la costumbre de salir muy amenudo de la fortaleza.

por **Alester Florent** Sáb Jul 15, 2017 5:34 am

Lord Alester enarcó una ceja al percibir como el sacerdote eludía la ambigua provocación, era un hombre extraño aquel que lord Stannis había tomado bajo su protección. La mayoría de los septones con los que el señor del Dominio se había cruzado desde que tiene uso de razón hubieran sentido la innata necesidad de corregirlo, asegurarse de que las palabras de lord Alester se refiriesen exclusivamente al Padre, mas frente a él tenía un hombre devoto y sensato, algo admirable en alguien de su... oficio, y también con sentido del humor.

—¡Ja! —rió lord Alester al escuchar la advertencia del sacerdote— Puede que llevéis ya mucho tiempo en esta ciudad, pero parecéis tan forastero como el día en que lord Stannis os trajo con su séquito, sin ofender por supuesto —respondió como explicación a la risa que hace un momento había dejado impresa en el rostro del señor del Dominio una amplía sonrisa.

—Conocéis a su majestad, Syreo, ahora imaginaos a una muchedumbre enfurecida que atacase a su Mano en las calles de su ciudad ¿Cómo creéis que el rey responderá? —le preguntó seguro de sí mismo. Seguro de la respuesta a la pregunta que había formulado, al tiempo que con un gesto de la mano invitaba al sacerdote a unirse a él en su paseo— Si no mostró un atisbo de piedad cuando los grandes señores se alzaron en rebeldía, llegando a exterminar linajes con mas de mil años de historia ¿Por qué mostraría piedad por esta gente que nos rodea? —inquirió extendiendo los brazos para abarcar al gentío que llenaba la calle de las hermanas.

por **Syreo de Volantis** Mar Jul 18, 2017 5:35 pm

Syreo sopeso cada una de las palabras de Alester Florent, y coincidió con el en varios aspectos, sin embargo había uno en el que no, pero dudo ligeramente antes de pronunciarse al respecto. Sabido era que el Rey no profesaba un gran amor a la especie humana, bastaba con recordar que no hizo nada por impedir la muerte de su propio hijo primogénito en un juicio por combate que de por si, era dificil de ganar. En su interior, el sacerdote rojo creía que para el Rey ninguna vida era importante, nisiquiera la de su mano al que podría reemplazar facilmente con solo mover un dedo. - Probablemente, el Rey haría arder media ciudad con tal de castigar a los ofensores - señaló, omitiendo gran parte de sus pensamientos. - Aunque no le costaría tanto trabajo nombrar a una nueva mano, son cientos los que darían lo que fuera por estar en su posición, incluso algunos a los que no les importaría que muriera mucha gente a raíz de su deceso. - Syreo frunció el ceño, no acostumbraba hacer ese tipo de especulaciones conspirativas, pero era verdad, cualquier señor ambicioso de Poniente, podría ofrecerle a una turba oro o alimentos, con tal de conseguir que cometan un magnicidio que lo beneficie, despues de todo, la historia de Poniente esta plagado de ejemplos como ese.

- Jajajaja. Al parecer, me estoy contagiando de la fiebre paranoica que abunda en la capital, donde muchos tienen algo que perder... No le tome importancia a mis especulaciones, como bien dice usted, soy aun un forastero, que poco y nada sabe de política. - Agregó intentando evadir el tema de conspiraciones, el que no le acomodaba mucho, prefería hablar de batallas y de fé. Comenzo a caminar junto a La Mano del Rey por las calles observando lo que ocurría a su alrededor, siempre escoltados por el guardia personal de Alester.

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