Desastres portuarios | Cassanna Grafton

Para la mayoría de los nobles que visitaban por esas fechas Desembarco del Rey aquel era un viaje por placer, siendo técnicos en parte era deber pues una invitación del rey Aerys no dejaba mucho de opcional, sin embargo se podía considerar un viaje de esparcimiento ya que iban a las festividades por el día del nombre del príncipe que incluían un banquete y torneo. Aunque pensaba acudir de todas formas a la capital de los Siete Reinos, el señor de Colmillo Dorado había aprovechado de matar varios pájaros de un tiro, incluyendo su nueva postura de diversificar sus posibilidades comerciales, una idea que había nacido incluso antes de que Tywin Lannister durmiera con los gusanos, las gestiones se habían empezado a desarrollar desde que se enterase del peculiar heredero que el león planteaba en caso de que alguien le sucediera. La idea en sí era espantosa en más de un sentido, no era que el enano le trajera más en gracia ni nada por el estilo, pero el elegido, Erik Lannister, conllevaba más de un dolor de cabeza, partiendo porque el niñato de una rama insignificante de su casa era quien dirigía Lannisport, el puerto que todo Occidente usaba como salida comercial.

Una de las salidas era mejorar rutas comerciales por Desembarco del rey, con la guerra en los ríos acabada era viable establecer caravanas por tierra, Colmillo Dorado era la puerta de entrada de occidente a la región de las otrora truchas por lo que tenía una posición privilegiada a la hora de negocias con otros reinos por tierra y ahora que el tridente pertenecía a La Corona, todo debería ser más sencillo para el plan del Lefford. Para ello había programado algunas pruebas de transporte de mercancías, nada de verdadero valor pero que cumplieran ciertos criterios en tamaño y peso, para sacar algunas estimaciones en los tiempos que demorarían los transportes tras todo lo acontecido en poniente.

Su familia se hospedaba en la Fortaleza Roja, pero adicionalmente había conseguido una habitación en una posada de la ciudad, más que nada para usarla de punto fijo entre sus tramites comerciales y sus deberes para con la invitación del rey. Habían viajado con suficiente tiempo de anticipación para ver sus temas tranquilo y afortunadamente así había sido, pues las al llegar al puerto para ver como había llegado la encomienda, había un gran tumulto en la zona de descarga, al parecer con la llegada masiva de nobles había existido un error en el uso de los puertos y dos barcos habían acabado colisionando causando no solo la perdida de varias cajas que ahora flotaban en la marea sino que también una demora circunstancial para desembarcar y, como no, una serie de nobles enfurecidos.

Bueno, tenía que admitir que la situación era bastante cómica, escuchar a su madrastra gritar enloquecida porque sus ropas menores estaban flotando a la vista de todos era sin duda un espectáculo que Cassanna nunca habría soñado verse realizado. Ni siquiera la caja donde iban sus pertenencias se había salvado del choque, pero por lo menos se mantenía cerrada sobre el agua, sus cosas estaban a salvo, o por lo menos eso esperaba. También estaba el asunto de que la joven de Puerto Gaviota estaba atrapada en su barco, no podía bajarse. El puente que debía conectar las embarcaciones estaba roto por la mitad y parte del borde del barco también estaba ya dañado. Quizá sería rescatada con mucha mayor prontitud de no ser por la histérica esposa de su padre estaba acaparando la atención cual arbusto solitario en medio del jardín. Debería sentirse avergonzada, pero por suerte no compartía sangre con aquella mujer, así que se limitaba a observar y entretenerse.

Pensó en que su madrastra debería considerar también que su hijo estaba tan atrapado como Cassanna misma, pero al ser un niño tan silencioso, ni se le había ocurrido llorar por su madre. Mejor para la mayor de los hijos de Marq Grafton, pues quizá el llanto de su hermano menor estaría arruinándolo todo, era bueno que el niño fuese tan bien portado. Estaba sentada sobre el borde dañado, comiendo manzanas junto a su hermano, pensando seriamente si saltar con él en brazos era una buena idea, pero considerando que a los ojos de la madre la salud del pequeño no daba ni para un vientecillo frío, un chapuzón sería como ponerle una daga al cuello a su parecer.

Su hermano la miró, ligeramente hastiado de todo el asunto, como si le rogara que hiciese algo para sacarlos de ahí. Cassanna le pinchó una mejilla y procedió a erguirse para hacer voces de que salirse del barco era ya una necesidad, pero sus peticiones cayeron en oídos sordos, estaban aquellos lores demasiado enfrascados en echarse la culpa entre sí que no les prestaban atención, fue entonces que comenzó a lanzar las manzanas que se habían estado comiendo ella y su hermano, pero no lograba alcanzarlos. Suspiró derrotada, pero su hermano sólo parecía irritarse con cada segundo que pasaba, así que se decidió por quitarse los zapatos, pues si nadie iba a hacerles caso, tendría que lanzarse al agua.

¿Cómo podía algo tan sencillo salir tan mal? Aunque sabía que había mil razones para que aquel desastre sucediera, parecía ridículo que los encargados de velar por el uso del puerto no hubieran tomado las medidas pertinentes si sabían que habría mayor afluencia de barcos en Desembarco del Rey. Todo el puto continente iba a moverse a la capital y ningún genio fue capaz de prever aquel colapso, la sola idea de tamaña incompetencia le ponía de mal humor. Busco con la mirada la bandera del mercader pentosi que se suponía debía traer sus mercancías pero no lo divisó por lo que comenzó a dar algunas vueltas por el puerto, en su camino pasó a llevar a alguien con el hombro sin mayor razón por el que podía y estaba enojado, el pobre pueblerino acabo dando aletazos en el agua mientras Roland seguía avanzando, ya un poco más alegre.

Como no se veía rastros del comerciante era plausible pensar que se había salvado de todo el desastre, pero de seguro había tenido que dar media vuelta para buscar otra zona donde desembarcar, y tardaría una eternidad en revisar todo ese maldito lugar. Los gritos de una ofuscada mujer llegaron a él e inevitablemente le hicieron mirar, pudo ver el epicentro de aquel desastre enmarcado por un navío con el emblema que reconocía como la casa Grafton, no se le daban muy bien los emblemas de las miles de casas de poniente, pero era dificil de olvidar una torre en llamas, eso aparte de que la casa del Valle tenía una de los puertos más importantes del continente, no tenían nada que envidiarle a Lannisport lo cual era de hecho una buena oportunidad.

Se acerco raudo a los nobles, no sería algo dificil intimidarlos un poco, quizas humillar o gritonear a alguno de ellos para sentar un precedente, y luego hacer que dejasen aquel estúpido conflicto para que comenzaran a trabajar en la resolución. Antes de que los alcanzara escucho un golpe en el agua, miro atraído por el sonido pero imaginando que sería el cargamento que continuaba cayendo de la embarcación, sin embargo para su sorpresa fue una hermosa joven lo que vieron sus ojos. Su primer impulso fue lanzarse a rescatarla pensando que se había caído, sin embargo no costo mucho entender que la joven había saltado por su propia voluntad, pues su caida había sido buena y ahora se acercaba nadando al puerto. De fondo escucho que los chillidos de la mujer gritona se intensificaban ante lo que no pudo evitar comenzar a reir, para luego acercarse a donde llegaba la joven y extenderle la mano para ayudarla a subir. - ¿Acaso tratáis de recuperar vuestro ajuar milady? de seguro que sobraran los jóvenes que se lanzarían a las profundidades a buscarlo por vos. - La escena era irrisoria, en especial para con los nobles que de pronto había tornado su atención ante aquel suceso, probablemente porque el vestido de la joven no era la ropa más adecuada para darse un baño. Tras alzarla hasta la seguridad del muelle se retiro su capa con la que cubrió a la muchacha, probablemente era más pesada de lo que la dama estaba acostumbrada, pero no era como si fuese el tipo de hombre que fuese preparado para esas cosas, no recordaba haber tenido un gesto así antes, al menos no con su esposa. - En otra ocasión diría que es para que no os resfriéis, pero la verdad es que solo espero que con esto vuestra madre deje de gritar.