La Orden del Escorpión

por **Alester Florent** Dom Jul 16, 2017 7:40 am

Noveno día del séptimo ciclo. Año 284 de la edad del dragón.

Desde sus aposentos en la torre de la Mano, lord Alester observa a través de una ventana como la ciudad de Desembarco del Rey se extiende ante sus pies hasta las murallas de piedra, altas y gruesas, y mas allá de estas los campos y bosques de las tierras de la Corona bañados por los últimos rayos del atardecer ocultan las verdes planicies de su hogar. Sus brazos están cruzados a la altura del pecho mientras piensa en todo lo que ha conseguido desde que su majestad lo elevase entre sus pares y lo convirtiese en el segundo hombre mas poderoso de los Siete Reinos.

Bajo sus pies, escucha el sonido de los guardias dando el alto a un visitante, por el sonido de las pesadas botas de monta que resuenan a continuación en el pasillo y escaleras hasta sus aposentos, lord Alester deduce que su lord Mariscal ha llegado, mas no se mueve ni un ápice y continua observando el atardecer, inclusive cuando llaman a su puerta.

—Adelante —responde a los golpes en la puerta, indicando al responsable que puede entrar— acercaos —indica manteniendo la mirada en las vistas de la ciudad. No necesita girarse para reconocer al hombre que en los últimos meses se ha encargado de mantener el orden en el sur, recaudando impuestos, buscando rebeldes y disidentes entre los que una vez fueron cercanos a los Tyrell, entre los que una vez fueron poderosos e influyentes y ahora habían caído en desgracia. Perfeccionando aquel atajo de mercenarios y bandidos que antaño saqueasen en las Marcas hasta convertirlo en el ejercito disciplinado y permanente que guardaban el camino real en aquella parte del reino, mantenían la paz, y aseguraban la obediencia de cada noble y caballero del Dominio.

—¿Que noticias traéis del Dominio? —preguntó al noble que aún vestía como soldado y olía como un soldado.