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Entre tú y yo - Brandon Stark
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Entre tú y yo - Brandon Stark
Día 19 del mes V
Puerto Blanco.
Puerto Blanco.
Día y noche habían viajado. La comitiva no excedía las 10 personas, Lyarra había sido tan rápida en aquello que simplemente dejó un mensaje escrito a Catelyn diciendo que un cuervo había llegado a Invernalia sobre Lyanna y Ned y partía directo a Puerto Blanco a hablar con Brandon. Ni siquiera se había llevado a Astraea ni a ninguna de sus doncellas, solo tomó algunas tonterías, las tiró en un baúl y partió tan rápido que ni siquiera le dio órdenes al Maestre para que anunciara que iría. La carta había llegado a sus manos en medio de un atardece, de las manos temblorosas del maestre que abrieron aquel pergamino sin sello y tras leer las palabras fue directo hacia la madre de los muchachos.
Apenas si había logrado conciliar el sueño en la carroza en la que viajaba. Su cabeza siempre terminaba golpeándose contra las paredes de madera del carro y cuando no era eso, era porque miraba la carta que tenía arrugada en los dedos con lágrimas en los ojos. Las imagenes mentales que acudían a su cabeza destrozaban cualquier tipo de fortaleza que tuviera porque muy en el fondo sabía que ya era tarde… Que no había noticias.
El atardecer del segundo día la recibió ya en Puerto Blanco, con una calidez impropia de las tierras del eterno invierno...Una calidez que Lyarra quiso volver a tener en su corazón, pero no...No lo tenía. Sólo tenía esquirlas de miedo clavadas en este y bajo la piel, haciendo que cada latido expandiera una oleada de dolor que hacía zozobrar su entereza. La carroza se detuvo de pronto y Lyarra abrió la puerta inmediatamente sin esperar que alguien lo hiciera por ella, escoltada por los guardias Stark -agotados y extenuados del viaje- ingresaron a la fortaleza de los Manderly abriéndose paso entre los grupos militares de la casa norteña.
Más de uno de los soldados salieron corriendo a avisar a su señor, Lord Wyman, de la presencia de Lady Stark. No era la primera vez que ponía un pie en Puerto Blanco así que era más bien reconocida tras tantos años siendo la “Reina” de aquellas lejanas tierras. El cansancio no aminoraba el paso apretado de la mujer y avanzó con premura por el salón principal, siendo entonces recepcionada por el castellano - Lady Stark- La mirada azul y fría de Lyarra se posó en este como si fuese una libelula que había aparecido de la nada -Necesito ver a mi hijo, necesito ver a Lord Stark- El hombre frunció suavemente el ceño y abrió la boca para dar la respuesta incorrecta -En este momento Lord Stark se encuentra ocupado, mi lady. Si os gusta podemos prep..- Lyarra dio un paso hacia adelante con el rostro congestionado por la ira y la preocupación -Busca a mi hijo- Ordenó, sin derecho a titubeo mientras sus dedos apretaban el papel entre sus dedos. El hombre hizo una reverencia breve, notando que se trataba de algo urgente por el gesto perturbado de la mujer y se retiró rápidamente en busca de Brandon.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Leía papeles, uno tras otro de todos los que Ser Cassel me había acercado. Sí, yo era Lord ahora pero eso no implicaba que estuviese al tanto de lo que sucedía alrededor nuestro, o mejor dicho, en las tierras de mis vasallos. Además, aun mi cabeza estaba en otra cosa. Por un lado, Ned y su falta de respuestas desde Dorne. Por el otro, Catelyn y la falta de respuesta del maestre acerca de su estado y por si eso fuera poco, el último suceso en el cual casi termino bebiendo algo envenenado. No era el hecho de morir lo que me torturaba por dentro, sino el morir de esa manera porque, como norteño, siempre esperé una muerte llena de sangre donde al menos tuviese la oportunidad de protegerme.
Ser Cassel estaba particularmente callado, como si tampoco terminase de entender lo que había pasado y buscaba entre palabrerío y rumores de otros, una razón por la cuál alguien estuviese deseando mi cabeza. Por supuesto, sabía quién la deseaba más que nadie y ese alguien era Aerys II Targaryen de Desembarco del Rey luego de que hubiese tomado su carta, la hubiese mirado dos segundos y la hubiese azotado contra la mesa.
Pero ¿Convencer a un norteño de hacer semejante cosa? Eso sí que no tenía nombre a mis ojos. No había escrito a Catelyn con las noticias puesto que lo que menos quería era molestarle o preocuparla y por eso cuando llegaron a mí las palabras de que mi madre, Lyarra Stark, se encontraba en Puerto Blanco, no dudé en negar con la cabeza y mirar de mala manera a Ser Cassel.
Él, aun así, negó al instante, diciéndome que las órdenes de que el asunto del veneno quedase entre nosotros se habían llevado al pie de la letra.
Pero entonces ¿Por qué estaba ella ahí?
Caminé con la capa del lobo cubriendo mis hombros, ahora con una escolta de seis hombres a mi alrededor cosa que me hacía sentir como el Lord más apresado del mundo pero que, por razones de responsabilidad, no podía negar, menos ahora que sabía que había gente que me quería muerto.
Mi caminar era marcado, alto con la mirada al frente como si con esto no le diese a mi madre el lugar de pedirme que me retirase de Puerto Blanco. No le temo a los envenenadores, y eso se lo haría saber a quién necesite saberlo.
Cuando encontré sus ojos en los pasillos, si bien sentí el alivio de tenerle cerca, no podía evitar la duda. Estaba preocupada. Posé mi mano sobre el hombro de Ser Rodrick Cassel para que éste se acercase a ella, entregándole las palabras que yo no podía darle.
-Lady Stark. Que inesperada vuestra presencia. Lord Stark solo desea hacerle saber que él se encuentra bien y que no debió haber hecho un viaje tan largo solo para verificar algo que no sucedió. -
Ser Cassel estaba particularmente callado, como si tampoco terminase de entender lo que había pasado y buscaba entre palabrerío y rumores de otros, una razón por la cuál alguien estuviese deseando mi cabeza. Por supuesto, sabía quién la deseaba más que nadie y ese alguien era Aerys II Targaryen de Desembarco del Rey luego de que hubiese tomado su carta, la hubiese mirado dos segundos y la hubiese azotado contra la mesa.
Pero ¿Convencer a un norteño de hacer semejante cosa? Eso sí que no tenía nombre a mis ojos. No había escrito a Catelyn con las noticias puesto que lo que menos quería era molestarle o preocuparla y por eso cuando llegaron a mí las palabras de que mi madre, Lyarra Stark, se encontraba en Puerto Blanco, no dudé en negar con la cabeza y mirar de mala manera a Ser Cassel.
Él, aun así, negó al instante, diciéndome que las órdenes de que el asunto del veneno quedase entre nosotros se habían llevado al pie de la letra.
Pero entonces ¿Por qué estaba ella ahí?
Caminé con la capa del lobo cubriendo mis hombros, ahora con una escolta de seis hombres a mi alrededor cosa que me hacía sentir como el Lord más apresado del mundo pero que, por razones de responsabilidad, no podía negar, menos ahora que sabía que había gente que me quería muerto.
Mi caminar era marcado, alto con la mirada al frente como si con esto no le diese a mi madre el lugar de pedirme que me retirase de Puerto Blanco. No le temo a los envenenadores, y eso se lo haría saber a quién necesite saberlo.
Cuando encontré sus ojos en los pasillos, si bien sentí el alivio de tenerle cerca, no podía evitar la duda. Estaba preocupada. Posé mi mano sobre el hombro de Ser Rodrick Cassel para que éste se acercase a ella, entregándole las palabras que yo no podía darle.
-Lady Stark. Que inesperada vuestra presencia. Lord Stark solo desea hacerle saber que él se encuentra bien y que no debió haber hecho un viaje tan largo solo para verificar algo que no sucedió. -
Off: Lady Madre, la carta llega el día XVII del mes V. Supongo que Brandon se quedó mucho tiempo ahí atendiendo las problematicas del Norte y él cree que te llegó el rumor que no fue tan rumor, de que quisieron matarlo.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Los minutos le parecieron horas mientras se encontraba sola en el centro de recepción de Puerto Blanco. Un lugar que antes había sido tan amigo y tan cálido y que ahora, pese a mantener su esencia, ni siquiera le hacía cosquillas a la coraza de hielo que tenía en su corazón. Tan gruesa, tan dura que ni siquiera sus lágrimas llegaban a derramarse aún.
Las manos de Lyarra se encontraban temblorosas gracias al cansancio y estrés que su cuerpo sufría, pero no se notaba ya que -consciente de ello- presionaba con fuerza la carta debajo de las pieles que cubrían su figura. Podría estar cayéndose el mundo afuera - tal como le pasaba- pero ningún Stark podría dejarse caer en las garras de la desesperación delante de sus vasallos. Ya era suficiente haber llegado sin previo aviso a una de las casas vasallas y con un aspecto tan agitado.
-Mi lady- Murmuró uno de sus guardias cuando la comitiva de Brandon, demasiado grande para lo que recordaba, se acercaba. Lyarra no apartó su mirada azul de las orbes grises de su hijo, pese al parche. Se acercó con paso apresurado hacia él, al menos hasta que Ser Rodrik se interpuso. La mujer entonces esperó unos segundos y finalmente pasó su mirada hacia él. Había olvidado lo molestos que podían ser los castellanos cuando se requería hablar con el Lord aunque fuese su madre, su esposa...O lo que fuese.
-¿Perdón?- Cuestionó con un brillo de confusión en el rostro, sin comprender un ápice de lo que estaba diciendo Rodrik. -No he venido aquí por...Por lo que sea que no sucedió- Dijo y volvió su vista a Brandon, moviendo las pieles para sacar la carta que estaba apresada entre sus finos dedos, pasó a un lado de Rodrik y se acercó a Brandon tanto como pudo, pero al hacerlo la entereza que tenía empezaba a resquebrajarse. Extrañaba la calidez de sus hijos, extrañaba a Benjen pero sabía que Catelyn y Astraea lo cuidarían. Apoyó la carta en el pecho de Brandon mientras sus labios hacían una mueca, tensandose en una línea fina para contener las lágrimas -Ned...Lyanna, Brandon… Lyanna- Repitió. La palabra que había puesto esa doncella la había atormentado durante tanto tiempo, se repetía una y otra vez en su mente y buscaba todas las consecuencias posibles que mantuvieran a su hija “incapacitada”. ¿Qué? ¿Qué era lo que le habían hecho esos bastardos? ¿Qué le había hecho el Príncipe? Su labio inferior empezó a temblar con vehemencia y su mano libre se apretó contra las pieles que cubrían a su hijo, necesitaba que Brandon recuperara a sus hermanos, necesitaba que sus lobos volvieran a Invernalia...Y por los Antiguos Dioses, nunca abandonarían el Norte de nuevo.
¡NUNCA!
Las manos de Lyarra se encontraban temblorosas gracias al cansancio y estrés que su cuerpo sufría, pero no se notaba ya que -consciente de ello- presionaba con fuerza la carta debajo de las pieles que cubrían su figura. Podría estar cayéndose el mundo afuera - tal como le pasaba- pero ningún Stark podría dejarse caer en las garras de la desesperación delante de sus vasallos. Ya era suficiente haber llegado sin previo aviso a una de las casas vasallas y con un aspecto tan agitado.
-Mi lady- Murmuró uno de sus guardias cuando la comitiva de Brandon, demasiado grande para lo que recordaba, se acercaba. Lyarra no apartó su mirada azul de las orbes grises de su hijo, pese al parche. Se acercó con paso apresurado hacia él, al menos hasta que Ser Rodrik se interpuso. La mujer entonces esperó unos segundos y finalmente pasó su mirada hacia él. Había olvidado lo molestos que podían ser los castellanos cuando se requería hablar con el Lord aunque fuese su madre, su esposa...O lo que fuese.
-¿Perdón?- Cuestionó con un brillo de confusión en el rostro, sin comprender un ápice de lo que estaba diciendo Rodrik. -No he venido aquí por...Por lo que sea que no sucedió- Dijo y volvió su vista a Brandon, moviendo las pieles para sacar la carta que estaba apresada entre sus finos dedos, pasó a un lado de Rodrik y se acercó a Brandon tanto como pudo, pero al hacerlo la entereza que tenía empezaba a resquebrajarse. Extrañaba la calidez de sus hijos, extrañaba a Benjen pero sabía que Catelyn y Astraea lo cuidarían. Apoyó la carta en el pecho de Brandon mientras sus labios hacían una mueca, tensandose en una línea fina para contener las lágrimas -Ned...Lyanna, Brandon… Lyanna- Repitió. La palabra que había puesto esa doncella la había atormentado durante tanto tiempo, se repetía una y otra vez en su mente y buscaba todas las consecuencias posibles que mantuvieran a su hija “incapacitada”. ¿Qué? ¿Qué era lo que le habían hecho esos bastardos? ¿Qué le había hecho el Príncipe? Su labio inferior empezó a temblar con vehemencia y su mano libre se apretó contra las pieles que cubrían a su hijo, necesitaba que Brandon recuperara a sus hermanos, necesitaba que sus lobos volvieran a Invernalia...Y por los Antiguos Dioses, nunca abandonarían el Norte de nuevo.
¡NUNCA!
- Carta:
- A Lord Brandon Stark.
Sabrá, mi señor, disculpar la falta de formalidad que presta esta nota, pero es urgente que sepa las desdichas que están ocurriendo en Dorne. Le escribo en nombre de su hermana, Lyanna Stark, quién en este momento se encuentra incapacitada para hacerlo. Pero es primordial que crea en mis palabras, mi señor, en estos momentos Ser Arthur Dayne y Ser Oswell Whent batallan contra Lord Eddard y Lord Baratheon fuera de la Torre de la Alegría. En mis plegarias está que no ocurra una tragedia antes de que reciba este mensaje, y de no ser así, necesitaremos de cualquier ayuda.
Por favor, sea rápido, Lord Stark.
Delia, Doncella de Lady Lyanna Stark.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Los seres humanos estamos hechos para muchas cosas pero algo que nunca pude llegar a tolerar era ver a mi madre llorar. Y eso que había visto todo y las peores imágenes se habían quedado clavados en mi retina desde la muerte de mi padre y mis amigos. Cuando llegué a ella luego de lo de Desembarco, la vi sollozar pero nunca desesperarse, como si parte de su fuerza la pusiese en mantenerme a mi entero, emocionalmente al menos.
Eddard se había quebrado; yo me había quebrado; Benjen se había quebrado pero no ella. Ella parecía la que nos mantenía a todos de pie, con su sonrisa siempre presente en sus labios a pesar de vestir el luto por la muerte de su compañero de vida.
Tomé a Ser Rodrik del hombro y lo moví sin medir mi fuerza para llegar a ella y abrir mis brazos en un gesto tan intuitivo que no sabría decir por qué lo hice. Solo le abracé a pesar del trozo de papel que ella posaba en mi pecho. No podía decirle que yo estaba ahí y que sea lo que sea que le estuviese atormentando, no llegaría a ella sin pasar por mi.
Y entonces le escuché. Esa fuerza de mis músculos se azotó en mi contra como si yo fuese su enemigo y la sensación de fatiga fue instantánea. La carta en mi pecho decía algo y yo la tomé como si tuviese en ella la peor de las profecías.
…Y la tenía…
¿Cuándo? – quería preguntar pero no hacía más que babear palabras idiotas que ella no entendería. Tomé a mi madre de los brazos y le miré fijamente mientras trataba de hacerle una pregunta –uan…- pero ésta no lograba salir de mi maldita boca.
La liberé y busqué a Ser Cassel quien no se había alejado puesto que su rostro marcaba temor al ver a Lyarra Stark de esa manera. ¿Para qué mentir? Todos esperábamos una noticia y de las peores pero, no queríamos hacerlo saber.
Su paso fue veloz mientras sacaba de una pequeña alforja de cuero un trozo de carbón y me lo entregaba. A pesar de los guantes que entorpecían el movimiento de mis dedos, en el mismo papel que ella me había dado, marqué una palabra…
Cuando?!-
¿Cuándo había llegado el condenado cuervo? ¿Estaba Ned vivo?
Eddard se había quebrado; yo me había quebrado; Benjen se había quebrado pero no ella. Ella parecía la que nos mantenía a todos de pie, con su sonrisa siempre presente en sus labios a pesar de vestir el luto por la muerte de su compañero de vida.
Tomé a Ser Rodrik del hombro y lo moví sin medir mi fuerza para llegar a ella y abrir mis brazos en un gesto tan intuitivo que no sabría decir por qué lo hice. Solo le abracé a pesar del trozo de papel que ella posaba en mi pecho. No podía decirle que yo estaba ahí y que sea lo que sea que le estuviese atormentando, no llegaría a ella sin pasar por mi.
Y entonces le escuché. Esa fuerza de mis músculos se azotó en mi contra como si yo fuese su enemigo y la sensación de fatiga fue instantánea. La carta en mi pecho decía algo y yo la tomé como si tuviese en ella la peor de las profecías.
…Y la tenía…
¿Cuándo? – quería preguntar pero no hacía más que babear palabras idiotas que ella no entendería. Tomé a mi madre de los brazos y le miré fijamente mientras trataba de hacerle una pregunta –uan…- pero ésta no lograba salir de mi maldita boca.
La liberé y busqué a Ser Cassel quien no se había alejado puesto que su rostro marcaba temor al ver a Lyarra Stark de esa manera. ¿Para qué mentir? Todos esperábamos una noticia y de las peores pero, no queríamos hacerlo saber.
Su paso fue veloz mientras sacaba de una pequeña alforja de cuero un trozo de carbón y me lo entregaba. A pesar de los guantes que entorpecían el movimiento de mis dedos, en el mismo papel que ella me había dado, marqué una palabra…
Cuando?!-
¿Cuándo había llegado el condenado cuervo? ¿Estaba Ned vivo?
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Sentir los brazos de Brandon a su alrededor la confortaron un poco. Estaban juntos. Estaban bien. Benjen estaba con Astraea y Catelyn, todos estaban seguros. ¿Por qué los demás estaban tan lejos? ¿Por qué?. Lyarra se dejó consolar por apenas un momento, un espacio de segunda en el que se sintió segura en los brazos de su hijo, intercambiando los papeles desde la muerte de Rickard. Un momento en el que respiró y dejó que los sentimientos fluyeran por su cuerpo hasta llegar a sus ojos de donde brotaron lágrimas escasas pero con demasiado significado.
Se incorporó cuando su hijo tomó la carta y miró sus ojos grises notando el cambio inmediato cuando leyó las palabras plasmadas allí. Sus labios se abrieron mientras intentaba preguntar algo, pero su frustración y sangre hirviendo le pudo más y salió corriendo a escribir algo en un papel aunque Lyarra le había entendido perfectamente -Dos días- Explicó -El Maestre me llevó la carta y salí inmediatamente para acá- Mencionó Lyarra frunciendo levemente el ceño.
La mujer dio dos pasos hacia su hijo notando que a su alrededor se empezaban a arremolinar damas y señores de la corte, curiosos por la irrupción de Lyarra de manera tan desaforada en el salón principal de Puerto Blanco. Muy consciente de lo poderosos que podían ser los espías se acercó tomando con fuerza el antebrazo de Brandon para que le prestara atención, tomándolo de ahí como lo hacía cuando lo reprendía de niño -Escúchame- Su tono era firme, casi de orden, pero en sus ojos no se veía más que la súplica de una madre que temía por la vida de sus hijos. De absolutamente todos.
-Tenemos que discutirlo en otro lado- Indicó acercándose hacia él para decir aquello en voz baja. Fue Ser Rodrik quien actuó inmediatamente guiándolos hacia el despacho donde anteriormente había estado Brandon. Lyarra tenía el corazón agitado contra el pecho y caminaba del brazo de su hijo con bastante premura y aunque el cansancio carcomía su cuerpo, la voluntad de ser madre le daba fuerza a su alma. Una vez estuvieron dentro soltó a Brandon para ponerse delante de él -Si esta carta es cierta y viene de Dorne...Lo que sea que ha pasado, ya sucedió. ¡He elevado tantas plegarias, hijo mío!- Dijo, asumiendo lo que no había querido oír -Quiero...quiero escribirle a Branda, hijo. ¿Puedo?- Su hermana Branda se encontraba casada con Lord Rogers y vivía en las Tierras de las Tormentas. En ese momento no tenía presente el mapa pero era lo más cercano de familia que podían tener allí -Por favor… Sé que quieres saber tanto como yo que ha pasado pero...Por Ned, tenemos que usar la cabeza- Mencionó llevándose las manos a la sien con un gesto preocupado.
Se incorporó cuando su hijo tomó la carta y miró sus ojos grises notando el cambio inmediato cuando leyó las palabras plasmadas allí. Sus labios se abrieron mientras intentaba preguntar algo, pero su frustración y sangre hirviendo le pudo más y salió corriendo a escribir algo en un papel aunque Lyarra le había entendido perfectamente -Dos días- Explicó -El Maestre me llevó la carta y salí inmediatamente para acá- Mencionó Lyarra frunciendo levemente el ceño.
La mujer dio dos pasos hacia su hijo notando que a su alrededor se empezaban a arremolinar damas y señores de la corte, curiosos por la irrupción de Lyarra de manera tan desaforada en el salón principal de Puerto Blanco. Muy consciente de lo poderosos que podían ser los espías se acercó tomando con fuerza el antebrazo de Brandon para que le prestara atención, tomándolo de ahí como lo hacía cuando lo reprendía de niño -Escúchame- Su tono era firme, casi de orden, pero en sus ojos no se veía más que la súplica de una madre que temía por la vida de sus hijos. De absolutamente todos.
-Tenemos que discutirlo en otro lado- Indicó acercándose hacia él para decir aquello en voz baja. Fue Ser Rodrik quien actuó inmediatamente guiándolos hacia el despacho donde anteriormente había estado Brandon. Lyarra tenía el corazón agitado contra el pecho y caminaba del brazo de su hijo con bastante premura y aunque el cansancio carcomía su cuerpo, la voluntad de ser madre le daba fuerza a su alma. Una vez estuvieron dentro soltó a Brandon para ponerse delante de él -Si esta carta es cierta y viene de Dorne...Lo que sea que ha pasado, ya sucedió. ¡He elevado tantas plegarias, hijo mío!- Dijo, asumiendo lo que no había querido oír -Quiero...quiero escribirle a Branda, hijo. ¿Puedo?- Su hermana Branda se encontraba casada con Lord Rogers y vivía en las Tierras de las Tormentas. En ese momento no tenía presente el mapa pero era lo más cercano de familia que podían tener allí -Por favor… Sé que quieres saber tanto como yo que ha pasado pero...Por Ned, tenemos que usar la cabeza- Mencionó llevándose las manos a la sien con un gesto preocupado.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Estaba enjaulado y no era la primera vez. No podía seguir ahí escuchando los murmullos a mi alrededor mientras yo solo quería una respuesta. Nunca he sido un hombre tranquilo pero los últimos sucesos estaban a punto de sacarme de mis cabales si es que alguna vez me había logrado ubicar en ellos.
Dejaba que mi madre caminase a mi lado, guiándola al sitio donde nadie pudiese vernos porque de poder hacerlo, seguro haría notar a más de uno lo poco que me gusta que me observen cuando trato cosas de mi familia; mi destruida familia que parecía maldita por los Antiguos por algún pecado del que no estaba enterado.
Dos días. Ella tenía razón y eso era lo que más me asfixiaba. En dos días, Ned podría estar muerto así como Lyanna. En dos días, podrían haber apresado a mi hermano y él estar en el mismo lugar donde yo estuve meses antes.
¡Puta, Ned! ¡Se supone que eres el inteligente de los dos!- Cerré mi ojo y le di la espalda a mi madre, tratando de reacomodar mis pensamientos mientras le escuchaba.
Branda, ¿Quién era Branda? Mi tía, sí. Podía recordarla. Ella estaba más cerca de Dorne que yo ahora. Tardaría días en llegar así eligiese mi mejor caballo. Mi madre trataba de adornar las cosas lo mejor posible pero yo sabía lo que ella me estaba pidiendo y si no lo pedía, aun así yo iba a hacerlo. Sentarme en Puerto Blanco o Invernalia a esperar las noticias que trajesen del Sur con el destino de mis hermanos no era ni siquiera una opción.
Llevé una de mis manos al rostro mientras limpiaba mi ojo cubierto de preocupación y respiraba, tratando de pensar. El camino directo de las coronas, pasaría por el Valle y podría…No, dejaría a Elbert fuera de esto. No repetiría mi error. Él ahora estaba protegido por el Nido y las impiadosas montañas que recubrían ese terrible lugar aislado y eso lo salvaría.
Me gustaría decir que podría pasar por Invernalia para despedirme de Catelyn pero sabía que no. No podía darme el lujo de perder más tiempo. Si salía de Puerto Blanco, debería hacerlo en ese momento, dejando a mi madre ahí junto con Rodrick Cassel para atender la asamblea. Y una carta que enviaría a mi mujer diciéndole lo que sucede y rogando por sus oraciones. Nunca creí necesitarla pero, en ese momento cuando la furia comenzaba a contaminarme la garganta recordaba sus caricias y su forma de mirarme y sí, había aprendido a abrazar su cuerpo y calmar con el tacto de su piel mi atormentado espíritu.
Asentí a mi madre ante su pedido y me acerqué a ella. Sin ningún preámbulo, bajé la mirada hasta su rostro y apoyé mi frente en la suya. Iba a traerlos o moriría allá con ellos.
Lo peor de todo, es que ella sabía eso.
-Cuida a mi esposa, cuida a mi hermano. Siempre debe haber un Stark en Invernalia. – pensé cubriéndole con fuerza mientras apretaba los labios ante las palabras que no podía decir.
Rodrick Cassel ingresó incómodamente a la habitación y le hice una señal con la mano. Entendía qué era lo que yo necesitaba cuando hacía eso y me facilitaba un papel que llevaba doblado entre sus cosas así como el condenado carboncillo que no me cansaba de maldecir en mi mente.
Rápidamente escribí unas palabras que enviaría luego a Invernalia. Me volví a ambos, dejándoles claro que la asamblea del Norte debía llevarse a cabo, solo que yo no estaría ahí. Y por los Antiguos, nadie debía saber la razón por la cual me había ido.
-Escribe a Branda y a Hoster Tully. Pasaré por los Aguasdulces. Que busque su mejor hombre para acompañarme a Dorne. – coloqué en el papel y se lo di a mi madre, junto con otra carta, la cual esperaba que enviase a mi esposa.
No fue simple decir tan poco pero no tenía más opciones. Rodrick había salido despedido apenas vio las palabras en el papel, pálido como la nieve. Iría a preparar lo que necesitaba para mi viaje.
Luego de aquello, solo me quedé observándo a mi madre por un momento, viendo como ella se derrumbaba lentamente frente a mí. No iba a negarlo; estaba muerto de miedo de abandonar otra vez el Norte. Temía no volver a verla; ni a ella ni a Benjen. Temía no volver a sentir a Catelyn y desaparecer en la historia sin siquiera haber dejado un legado. Dioses, estaba aterrado como un lobo que despierta en la nieve y se encuentra con que su manada no está ahí.
Pero ellos eran mis hermanos...Eddard era mi hermano. Él sin mi seguiría siendo el mejor. Yo sin él no era nada.
Dejaba que mi madre caminase a mi lado, guiándola al sitio donde nadie pudiese vernos porque de poder hacerlo, seguro haría notar a más de uno lo poco que me gusta que me observen cuando trato cosas de mi familia; mi destruida familia que parecía maldita por los Antiguos por algún pecado del que no estaba enterado.
Dos días. Ella tenía razón y eso era lo que más me asfixiaba. En dos días, Ned podría estar muerto así como Lyanna. En dos días, podrían haber apresado a mi hermano y él estar en el mismo lugar donde yo estuve meses antes.
¡Puta, Ned! ¡Se supone que eres el inteligente de los dos!- Cerré mi ojo y le di la espalda a mi madre, tratando de reacomodar mis pensamientos mientras le escuchaba.
Branda, ¿Quién era Branda? Mi tía, sí. Podía recordarla. Ella estaba más cerca de Dorne que yo ahora. Tardaría días en llegar así eligiese mi mejor caballo. Mi madre trataba de adornar las cosas lo mejor posible pero yo sabía lo que ella me estaba pidiendo y si no lo pedía, aun así yo iba a hacerlo. Sentarme en Puerto Blanco o Invernalia a esperar las noticias que trajesen del Sur con el destino de mis hermanos no era ni siquiera una opción.
Llevé una de mis manos al rostro mientras limpiaba mi ojo cubierto de preocupación y respiraba, tratando de pensar. El camino directo de las coronas, pasaría por el Valle y podría…No, dejaría a Elbert fuera de esto. No repetiría mi error. Él ahora estaba protegido por el Nido y las impiadosas montañas que recubrían ese terrible lugar aislado y eso lo salvaría.
Me gustaría decir que podría pasar por Invernalia para despedirme de Catelyn pero sabía que no. No podía darme el lujo de perder más tiempo. Si salía de Puerto Blanco, debería hacerlo en ese momento, dejando a mi madre ahí junto con Rodrick Cassel para atender la asamblea. Y una carta que enviaría a mi mujer diciéndole lo que sucede y rogando por sus oraciones. Nunca creí necesitarla pero, en ese momento cuando la furia comenzaba a contaminarme la garganta recordaba sus caricias y su forma de mirarme y sí, había aprendido a abrazar su cuerpo y calmar con el tacto de su piel mi atormentado espíritu.
Asentí a mi madre ante su pedido y me acerqué a ella. Sin ningún preámbulo, bajé la mirada hasta su rostro y apoyé mi frente en la suya. Iba a traerlos o moriría allá con ellos.
Lo peor de todo, es que ella sabía eso.
-Cuida a mi esposa, cuida a mi hermano. Siempre debe haber un Stark en Invernalia. – pensé cubriéndole con fuerza mientras apretaba los labios ante las palabras que no podía decir.
Rodrick Cassel ingresó incómodamente a la habitación y le hice una señal con la mano. Entendía qué era lo que yo necesitaba cuando hacía eso y me facilitaba un papel que llevaba doblado entre sus cosas así como el condenado carboncillo que no me cansaba de maldecir en mi mente.
Rápidamente escribí unas palabras que enviaría luego a Invernalia. Me volví a ambos, dejándoles claro que la asamblea del Norte debía llevarse a cabo, solo que yo no estaría ahí. Y por los Antiguos, nadie debía saber la razón por la cual me había ido.
-Escribe a Branda y a Hoster Tully. Pasaré por los Aguasdulces. Que busque su mejor hombre para acompañarme a Dorne. – coloqué en el papel y se lo di a mi madre, junto con otra carta, la cual esperaba que enviase a mi esposa.
No fue simple decir tan poco pero no tenía más opciones. Rodrick había salido despedido apenas vio las palabras en el papel, pálido como la nieve. Iría a preparar lo que necesitaba para mi viaje.
Luego de aquello, solo me quedé observándo a mi madre por un momento, viendo como ella se derrumbaba lentamente frente a mí. No iba a negarlo; estaba muerto de miedo de abandonar otra vez el Norte. Temía no volver a verla; ni a ella ni a Benjen. Temía no volver a sentir a Catelyn y desaparecer en la historia sin siquiera haber dejado un legado. Dioses, estaba aterrado como un lobo que despierta en la nieve y se encuentra con que su manada no está ahí.
Pero ellos eran mis hermanos...Eddard era mi hermano. Él sin mi seguiría siendo el mejor. Yo sin él no era nada.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Ver la espalda de Brandon hizo que Lyarra bajó la mirada con cierta tristeza, en el fondo de su corazón sabía que había partido de Invernalia a ver a Brandon porque ese tema los involucraba a los dos, porque era un tema de familia, de manada y que su hijo no se detendría allí, los buscaría.
Y cada vez que iba al Sur…
El corazón de la mujer se apretaba contra su pecho de la misma manera en que sus manos se cerraban en puños, consciente de que aquel viaje imprevisto se debía a que tal vez...Sería la última vez que viese a su primogénito y que...tal vez, las alas negras llegarían con noticias más oscuras en las cuales relataban la muerte de sus tres lobos. Aquello hizo que soltara un quejido antes de llevarse las manos a la boca y tratar de contener lo que estaba sucediendo dentro de ella.
Alzó la vista hacia él cuando se acercó a ella, observando aquel único y precioso ojo que la miraba también en conocimiento de estos últimos momentos entre ambos. El significado de aquella mirada hizo que ella asintiera, de alguna manera recomponiendose lentamente por dentro. Si Brandon se iba, Catelyn quedaba a cargo, pero Lady Stark aún no conocía a los señores norteños y ella tendría que guiarla -Siempre debe haber un Stark en Invernalia- Repitió tensando los labios en una sonrisa que nunca llegó a sus ojos.
Cuando se apartó hacia Rodrik, Lyarra intercambió una mirada con su viejo amigo y trató de mantener la compostura con toda su fuerza de voluntad. Cuando su hijo se volvió hacia ella tomó las cartas leyendo todo lo que decía, asintiendo con suavidad notando que la segunda era para Catelyn a quien ella misma debía escribirle. Se había quedado con una amargo sabor de boca tras dejarla sola sin previo aviso, pero Astraea la ayudaría, confiaba en ella.
Al quedarse solos, Lyarra miró a su hijo -Rickard solía decirme que…- Respiró largamente para luego suspirar -Que si algún día encontraba la muerte quería estar feliz de haber hecho todo lo posible por vivir de manera honorable y justa, bajo las enseñanzas del Norte- Se acercó a su hijo y tomó sus manos con suavidad apretándolas -Quiero que sepas, que estoy absolutamente orgullosa de cada una de tus acciones, porque las hiciste para defender el honor de Lyanna. Tus errores o aciertos, todos han servido de elección para convertirte en el hombre que eres hoy. Estoy segura de que tu padre también estaría orgulloso- Subió la mano hasta su mejilla y respiró profundamente.
Antes de que te retires hijo mío, quiero que sepas una verdad que...Que me ha hecho… Yo…- Frunció con suavidad el ceño -Tengo una amiga en la corte del Rey Aerys, el príncipe Rhaegar volvió a Desembarco y… Dice que Lyanna fue con él por voluntad propia y que su matrimonio traería la alianza entre El Norte y las Tierras de la Corona...Dice que esta embarazada- Saber aquello había partido el corazón de Lyarra, no obstante, seguía sin comprenderlo del todo. ¿Instinto de madre tal vez? -Pero… Sigo sin comprender, pese a esta traición, por qué nunca se comunicó con nosotros...Si llegas a ver a tu hermana, Brandon, hazme un favor. Preguntale porqué nos hizo esto y escúchala. Después, como Lord Stark, respeto que tomes tu decisión respecto a tu hermana- Respiró nuevamente - Pero no estaré allí con ella para oírla, tú sí. Espero por los Dioses que sí- Se llevó una mano a la sien antes de cerrar los ojos.
-Y debo decirte otra cosa, hijo mío. Me llegaron rumores de que...De que Hielo ya no existe. El Rey la fundió, no sé qué hizo con ella...Pero al fundió- Alzó la vista hacia él, quería darle toda la información que tenía y que fuese con todas sus armas hacia el Sur. Tras ello tomó su rostro con sus manos y dejó un beso en cada mejillas -Partes del Norte con mi bendición, con la protección de tu padre y los Antiguos Dioses, si es su decisión volverás con la manada, de no ser así, debemos comprenderlo. ¿De acuerdo, Brandon?- Sonrió de lado -Te amo mucho, hijo mío. Mi primogénito…- Murmuró sintiendo que su voz se quebraba en el último instante antes de estrecharlo entre sus brazos una última vez...Hasta que los Dioses decidieran su destino.
Y cada vez que iba al Sur…
El corazón de la mujer se apretaba contra su pecho de la misma manera en que sus manos se cerraban en puños, consciente de que aquel viaje imprevisto se debía a que tal vez...Sería la última vez que viese a su primogénito y que...tal vez, las alas negras llegarían con noticias más oscuras en las cuales relataban la muerte de sus tres lobos. Aquello hizo que soltara un quejido antes de llevarse las manos a la boca y tratar de contener lo que estaba sucediendo dentro de ella.
Alzó la vista hacia él cuando se acercó a ella, observando aquel único y precioso ojo que la miraba también en conocimiento de estos últimos momentos entre ambos. El significado de aquella mirada hizo que ella asintiera, de alguna manera recomponiendose lentamente por dentro. Si Brandon se iba, Catelyn quedaba a cargo, pero Lady Stark aún no conocía a los señores norteños y ella tendría que guiarla -Siempre debe haber un Stark en Invernalia- Repitió tensando los labios en una sonrisa que nunca llegó a sus ojos.
Cuando se apartó hacia Rodrik, Lyarra intercambió una mirada con su viejo amigo y trató de mantener la compostura con toda su fuerza de voluntad. Cuando su hijo se volvió hacia ella tomó las cartas leyendo todo lo que decía, asintiendo con suavidad notando que la segunda era para Catelyn a quien ella misma debía escribirle. Se había quedado con una amargo sabor de boca tras dejarla sola sin previo aviso, pero Astraea la ayudaría, confiaba en ella.
Al quedarse solos, Lyarra miró a su hijo -Rickard solía decirme que…- Respiró largamente para luego suspirar -Que si algún día encontraba la muerte quería estar feliz de haber hecho todo lo posible por vivir de manera honorable y justa, bajo las enseñanzas del Norte- Se acercó a su hijo y tomó sus manos con suavidad apretándolas -Quiero que sepas, que estoy absolutamente orgullosa de cada una de tus acciones, porque las hiciste para defender el honor de Lyanna. Tus errores o aciertos, todos han servido de elección para convertirte en el hombre que eres hoy. Estoy segura de que tu padre también estaría orgulloso- Subió la mano hasta su mejilla y respiró profundamente.
Antes de que te retires hijo mío, quiero que sepas una verdad que...Que me ha hecho… Yo…- Frunció con suavidad el ceño -Tengo una amiga en la corte del Rey Aerys, el príncipe Rhaegar volvió a Desembarco y… Dice que Lyanna fue con él por voluntad propia y que su matrimonio traería la alianza entre El Norte y las Tierras de la Corona...Dice que esta embarazada- Saber aquello había partido el corazón de Lyarra, no obstante, seguía sin comprenderlo del todo. ¿Instinto de madre tal vez? -Pero… Sigo sin comprender, pese a esta traición, por qué nunca se comunicó con nosotros...Si llegas a ver a tu hermana, Brandon, hazme un favor. Preguntale porqué nos hizo esto y escúchala. Después, como Lord Stark, respeto que tomes tu decisión respecto a tu hermana- Respiró nuevamente - Pero no estaré allí con ella para oírla, tú sí. Espero por los Dioses que sí- Se llevó una mano a la sien antes de cerrar los ojos.
-Y debo decirte otra cosa, hijo mío. Me llegaron rumores de que...De que Hielo ya no existe. El Rey la fundió, no sé qué hizo con ella...Pero al fundió- Alzó la vista hacia él, quería darle toda la información que tenía y que fuese con todas sus armas hacia el Sur. Tras ello tomó su rostro con sus manos y dejó un beso en cada mejillas -Partes del Norte con mi bendición, con la protección de tu padre y los Antiguos Dioses, si es su decisión volverás con la manada, de no ser así, debemos comprenderlo. ¿De acuerdo, Brandon?- Sonrió de lado -Te amo mucho, hijo mío. Mi primogénito…- Murmuró sintiendo que su voz se quebraba en el último instante antes de estrecharlo entre sus brazos una última vez...Hasta que los Dioses decidieran su destino.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
—No te preocupes, Benjen. Todo saldrá bien. Tu madre y tus hermanos volverán pronto a Invernalia. Ya lo verás —la muchacha abrazaba al chiquillo que había venido a buscarla aquella mañana, bien temprano. Desde que Lyarra se marchase de aquella forma no había podido conciliar el sueño y aunque el maestre se ofreció a darle una infusión para calmarlo, Catelyn prefería no tener que recurrir a esos remedios tan pronto. Por eso le había permitido dormir con ella. Lo encontraba tan parecido a Edmure, tan joven, tan lleno de vida y tan perdido entre tanta calamidad que no pudo evitar sentir una conexión instantánea con el pequeño de los Stark.
Cuando Astraea vino a llevárselo para prepararlo para el día, Catelyn ya se encontraba de camino al despacho del maestre para preguntar, como había hecho los dos días anteriores por noticias. Cualquiera le valdría en ese momento. Casi impactó con el hombre de la cadena.
—Mi señora, ahora mismo iba en su busca. Hemos recibido noticias, del sur —el maestre extendió el pergamino enrollado carente de cualquier tipo de sello, aunque el lacre había sido roto, Catelyn ni se preocupó por ello deslizando los ojos por las palabras escritas con rapidez, devorando las noticias por si eran buenas o malas.
—Enviadla a Puerto Blanco, deprisa. Brandon debe saber lo que ha ocurrido —instruyó la muchacha completamente ajena a lo extraño que había sonado su voz en aquel momento. Tomando algo de pergamino escribió unas escuetas palabras y volvió a lacrar la carta de Ned con el sello de los Stark de Invernalia.
La doncella corría todo lo que podía con el pergamino bien apretado en una mano mientras sostenía su falda para evitar caer en la otra. El Maestre de la fortaleza le había insistido en que llevase aquel mensaje a los aposentos donde Lord Stark se hospedaba con toda la rapidez que sus piernas pudieran llevarla sin detenerse por nada del mundo, ni tan siquiera por el resto de lores del lugar. Se detuvo ante la puerta y tomó aire a grandes bocanadas para poder recuperar el aliento perdido. Recuperó la verticalidad y tocó la puerta tres veces antes de abrirla sin esperar a que le dieran permiso para ello.
—Mis más sinceras disculpas, mi lord, mi lady. Este cuervo acaba de llegar desde Invernalia. El maestre ha dicho que era de suma importancia. Perdón por mi atrevimiento —estiró la mano con el pergamino hacia delante esperando que cualquiera de ellos lo tomase haciendo una profunda reverencia, bajando la cabeza a modo de disculpa aún respirando de forma agitada.
—Esperaré fuera si necesitan cualquier cosa. Con su permiso —se despidió la muchacha para abandonar la estancia y cerrar la puerta detrás de sí. Se quedaría apoyada en la pared por si hiciera falta pero sospechaba que debía ser algo de suma importancia para que toda aquella tensión hubiese aparecido en el alegre rostro del maestre.
Cuando Astraea vino a llevárselo para prepararlo para el día, Catelyn ya se encontraba de camino al despacho del maestre para preguntar, como había hecho los dos días anteriores por noticias. Cualquiera le valdría en ese momento. Casi impactó con el hombre de la cadena.
—Mi señora, ahora mismo iba en su busca. Hemos recibido noticias, del sur —el maestre extendió el pergamino enrollado carente de cualquier tipo de sello, aunque el lacre había sido roto, Catelyn ni se preocupó por ello deslizando los ojos por las palabras escritas con rapidez, devorando las noticias por si eran buenas o malas.
—Enviadla a Puerto Blanco, deprisa. Brandon debe saber lo que ha ocurrido —instruyó la muchacha completamente ajena a lo extraño que había sonado su voz en aquel momento. Tomando algo de pergamino escribió unas escuetas palabras y volvió a lacrar la carta de Ned con el sello de los Stark de Invernalia.
Ha llegado esta carta desde el sur. Es de tu hermano Eddard. Lo ha conseguido, Brandon. Ha recuperado a vuestra hermana. Vuelven a casa, mi amor. Vuelve pronto tú también.
Siempre tuya,
Cat.
Siempre tuya,
Cat.
La doncella corría todo lo que podía con el pergamino bien apretado en una mano mientras sostenía su falda para evitar caer en la otra. El Maestre de la fortaleza le había insistido en que llevase aquel mensaje a los aposentos donde Lord Stark se hospedaba con toda la rapidez que sus piernas pudieran llevarla sin detenerse por nada del mundo, ni tan siquiera por el resto de lores del lugar. Se detuvo ante la puerta y tomó aire a grandes bocanadas para poder recuperar el aliento perdido. Recuperó la verticalidad y tocó la puerta tres veces antes de abrirla sin esperar a que le dieran permiso para ello.
—Mis más sinceras disculpas, mi lord, mi lady. Este cuervo acaba de llegar desde Invernalia. El maestre ha dicho que era de suma importancia. Perdón por mi atrevimiento —estiró la mano con el pergamino hacia delante esperando que cualquiera de ellos lo tomase haciendo una profunda reverencia, bajando la cabeza a modo de disculpa aún respirando de forma agitada.
—Esperaré fuera si necesitan cualquier cosa. Con su permiso —se despidió la muchacha para abandonar la estancia y cerrar la puerta detrás de sí. Se quedaría apoyada en la pared por si hiciera falta pero sospechaba que debía ser algo de suma importancia para que toda aquella tensión hubiese aparecido en el alegre rostro del maestre.
Catelyn Stark
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Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Con el tiempo que pasaba y las cosas que se habían empezado a formar alrededor de mi y de mi legado, no podía decir que no me sentía cansado.
¿Era esto lo que cargaba mi padre diariamente? No. A él no le había tocado enfrentar la terrible verdad de que, posiblemente, Lyanna no había sido secuestrada. ¿En qué pútrido universo es un alivio que una mujer sea secuestrada y no se haya ido por propia voluntad? En el universo que me toca vivir a mi. Aun tenía que pensar en la posibilidad de que mi hermana sea una traidora a nuestro apellido y que mi padre murió por un capricho de su mente.
No podía no recordar el momento en que ese maldito príncipe la coronó ante mis narices. No podía olvidar la mirada de satisfacción en su rostro cuando me quiso quitar la corona de las manos y como su mente, demasiado tonta para poder entender lo que estaba pasando, se vanaglorió de aquello.
En mi interior le odiaba porque empezaba a creer lo que Ned me había dicho en la carta “Ella se había ido por voluntad propia”.
Esbocé una sonrisa agotada mientras escuchaba las palabras de mi madre. Ella siempre estaría orgullosa pero no sabía que no había día en que yo no me arrepintiese. Había llevado a morir a varios de mis amigos y a mi propio padre. Había hecho que mi mejor amigo estuviese marcado el resto de su vida.
-Te amo, madre. Pero no tienes nada de qué enorgullecerte – me habría gustado decirle pero no pude. Solo asentí, dándole un abrazo que terminó en un suspiro mientras yo ya me preparaba para partir.
Hasta que ella me detuvo.
Y cada palabra que salía de sus labios era una bofetada en mi rostro. Bajé la mirada puesto que no quería que me viese envenenado. Ya Catelyn lo había hecho y la ira que sentí en aquel momento solo tuvo a mi esposa como testigo. Conozco a mi madre desde que aspiré el aire de Invernalia por primera vez. Le mataría saber lo que yo pensaba hacer con Lyanna si sus palabras eran ciertas.
Sentí que la columna recibía un latigazo invisible cuando las noticias de Hielo llegaron a mis oídos. Y al instante, pude visualizar la escena de mi padre siendo castigado de aquella forma. Era una visión que aun me perseguía en sueños constantemente, como si buscase ahogarme.
Me giré para darle la espalda y que ella no viese la furia salir de mis poros. No podía seguir escuchándole. No podía quedarme de pie ahí ahora. Me pedía demasiado y ella lo sabía. Me pedía que no castigase a la mujer que había asesinado a mi padre y me había vuelto lo que era. Me pedía que escuchase sus razones y perdonase lo que sea que estuviese metido en su vientre.
Me pedía que escuchase las palabras de la mujer en la que creí tan ciegamente que había ido a buscarla y por la cual nuestro legado se había perdido para siempre en las manos de un rey demente.
Y entonces solté un alarido y le di un golpe feroz al muro a mi lado, deteniendo en seco sus palabras. La mirada que le dirigí; esa que no quería que ella viese fue tajante: Iba a matar a Lyanna si era cierto. La mataría a ella y con ella, empezaría un último respiro para los dragones.
Solo un sonido hizo que todo cambiase y mi mirada se desviase de la de mi madre. Un hombre ingresando al lugar con algo en sus manos que no sabía qué era. No tardé en arrancar el pergamino de entre sus dedos, ya dispuesto a ver en esas palabras la peor de las noticias.
Se me revolvió el estómago mientras estiraba el condenado papel pero ¿podía estar más golpeado en ese momento? Cerré mis ojos con alivio al instante en que la letra delató al escritor detrás de esas palabras. Toda la tensión previa desapareció cuando supe que Ned estaba vivo después del maldito mensaje que Lyanna me había enviado.
Asentí y creo que por vez primera en muchos días, volvía a sonreír. El fuego de mi interior emergió ante esa carta, la cual pasé a mi madre mientras podía sentir mis dedos temblar.
¿Oyes el canto a lo lejos, Madre? Es la guerra.
La guerra que viene a vengar el Norte.
¿Era esto lo que cargaba mi padre diariamente? No. A él no le había tocado enfrentar la terrible verdad de que, posiblemente, Lyanna no había sido secuestrada. ¿En qué pútrido universo es un alivio que una mujer sea secuestrada y no se haya ido por propia voluntad? En el universo que me toca vivir a mi. Aun tenía que pensar en la posibilidad de que mi hermana sea una traidora a nuestro apellido y que mi padre murió por un capricho de su mente.
No podía no recordar el momento en que ese maldito príncipe la coronó ante mis narices. No podía olvidar la mirada de satisfacción en su rostro cuando me quiso quitar la corona de las manos y como su mente, demasiado tonta para poder entender lo que estaba pasando, se vanaglorió de aquello.
En mi interior le odiaba porque empezaba a creer lo que Ned me había dicho en la carta “Ella se había ido por voluntad propia”.
Esbocé una sonrisa agotada mientras escuchaba las palabras de mi madre. Ella siempre estaría orgullosa pero no sabía que no había día en que yo no me arrepintiese. Había llevado a morir a varios de mis amigos y a mi propio padre. Había hecho que mi mejor amigo estuviese marcado el resto de su vida.
-Te amo, madre. Pero no tienes nada de qué enorgullecerte – me habría gustado decirle pero no pude. Solo asentí, dándole un abrazo que terminó en un suspiro mientras yo ya me preparaba para partir.
Hasta que ella me detuvo.
Y cada palabra que salía de sus labios era una bofetada en mi rostro. Bajé la mirada puesto que no quería que me viese envenenado. Ya Catelyn lo había hecho y la ira que sentí en aquel momento solo tuvo a mi esposa como testigo. Conozco a mi madre desde que aspiré el aire de Invernalia por primera vez. Le mataría saber lo que yo pensaba hacer con Lyanna si sus palabras eran ciertas.
Sentí que la columna recibía un latigazo invisible cuando las noticias de Hielo llegaron a mis oídos. Y al instante, pude visualizar la escena de mi padre siendo castigado de aquella forma. Era una visión que aun me perseguía en sueños constantemente, como si buscase ahogarme.
Me giré para darle la espalda y que ella no viese la furia salir de mis poros. No podía seguir escuchándole. No podía quedarme de pie ahí ahora. Me pedía demasiado y ella lo sabía. Me pedía que no castigase a la mujer que había asesinado a mi padre y me había vuelto lo que era. Me pedía que escuchase sus razones y perdonase lo que sea que estuviese metido en su vientre.
Me pedía que escuchase las palabras de la mujer en la que creí tan ciegamente que había ido a buscarla y por la cual nuestro legado se había perdido para siempre en las manos de un rey demente.
Y entonces solté un alarido y le di un golpe feroz al muro a mi lado, deteniendo en seco sus palabras. La mirada que le dirigí; esa que no quería que ella viese fue tajante: Iba a matar a Lyanna si era cierto. La mataría a ella y con ella, empezaría un último respiro para los dragones.
Solo un sonido hizo que todo cambiase y mi mirada se desviase de la de mi madre. Un hombre ingresando al lugar con algo en sus manos que no sabía qué era. No tardé en arrancar el pergamino de entre sus dedos, ya dispuesto a ver en esas palabras la peor de las noticias.
Se me revolvió el estómago mientras estiraba el condenado papel pero ¿podía estar más golpeado en ese momento? Cerré mis ojos con alivio al instante en que la letra delató al escritor detrás de esas palabras. Toda la tensión previa desapareció cuando supe que Ned estaba vivo después del maldito mensaje que Lyanna me había enviado.
Asentí y creo que por vez primera en muchos días, volvía a sonreír. El fuego de mi interior emergió ante esa carta, la cual pasé a mi madre mientras podía sentir mis dedos temblar.
¿Oyes el canto a lo lejos, Madre? Es la guerra.
La guerra que viene a vengar el Norte.
Re: Entre tú y yo - Brandon Stark
Ella misma había estado cavando un agujero en su corazón a medida que decía aquellas palabras en voz alta. Lyarra dio un respingo cuando Brandon gritó y golpeó la puerta llevandose una mano al pecho para contener el terror y miedo que estaba recorriendo su cuerpo, no podía dejarlo fluir. Tenía que ayudarlo. Sin embargo, cuando se volteó hacia ella la sentencia en su mirada fue lo único que necesitó para saber que el cuervo sobre su hija era la última cosa que recibiría de ella. La Señora del Invierno bajó la mirada hacia el piso sin poder soportar un ápice de las ideas que desprendían las orbes de Brandon. Respiró, una, dos y tres veces tratando de controlarse y no caer de rodillas ante él pidiendole que no sacrificara a su sangre. No podía oponerse, ya había gastado la circunstancia como madre y si eso no era suficiente...No lo haría como vasalla.
Alzó la mirada con una actitud más férrea y dispuesta, siendo el apoyo que su hijo necesitaba. Era lo que se esperaba de ella. Observó al enviado y notó en el cambio de rostro de Brandon lo que la bañó en cálida calma, el amanecer tras una horrible tormenta...Aunque éste no borrara nunca los destrozos que había realizado el anterior evento. Tomó la carta entre sus dedos sonriendo al reconocer la letra de Ned y acariciando el pergamino con profunda nostalgia -Gracias- Musitó a la doncella que se retiró y volvió a leer la carta, respirando profundo al darse cuenta de que Rhaegar había mantenido muchas cosas ocultas de su hija pero eso no retiraba el hecho de que se había ido con él porque así lo había querido. ¿Qué la había impulsado? ¿El amor? Nunca vio a su hija enamorada, no había visto el brillo en sus ojos, las sonrisas y gestos de ilusiones y sueños acerca de un amorío. Eso le desesperaba. ¿Había estado ciega? ¿Acaso no lo había visto? Debía hablar con Astraea.
No miró a Brandon, sino que se movió hacia la mesa para tomar el pergamino que había llegado de mano de alguien que no era Lyanna pero que tenía información sobre ella y dobló las dos cartas cuidadosamente -Ve. Parte y haz lo que como Lord Stark debas hacer. Lo respetaré porque eres mi señor, no esperes que como hijo haga lo mismo- Explicó e hizo una suave reverencia -Con vuestro permiso, necesito descansar, hijo- Lo cierto es que ya no tenía más palabras qué decirle. La guerra, la venganza por Rickard, la había querido desde que había salido de la habitación de Benjen el día que recibió la noticia. Rickard solía escucharla, pero el hombre delante de ella no era Rickard, era Brandon y su Sangre de Lobo aún aullaba con ansiedad -Escribiré a Hoster y a Catelyn, también a Branda para que parta a Nocturnia- Se acercó a él y le puso una mano en la mejilla -Piensa, Brandon. Has sido criado para ser comandante antes de guerrero, no faltes a tu educación...Pero sigue tus instintos- Sabía que se contradecia y frunció suavemente el ceño -Sé el Lobo que sé que eres. Sé astuto. Lideralos y caza a los dragones y, por amor a los Dioses, no olvides a tu manada- Besó su mejilla y se retiró de la habitación esperando que hubiesen arreglado aposentos para su corta estadía en Puerto Blanco.
Alzó la mirada con una actitud más férrea y dispuesta, siendo el apoyo que su hijo necesitaba. Era lo que se esperaba de ella. Observó al enviado y notó en el cambio de rostro de Brandon lo que la bañó en cálida calma, el amanecer tras una horrible tormenta...Aunque éste no borrara nunca los destrozos que había realizado el anterior evento. Tomó la carta entre sus dedos sonriendo al reconocer la letra de Ned y acariciando el pergamino con profunda nostalgia -Gracias- Musitó a la doncella que se retiró y volvió a leer la carta, respirando profundo al darse cuenta de que Rhaegar había mantenido muchas cosas ocultas de su hija pero eso no retiraba el hecho de que se había ido con él porque así lo había querido. ¿Qué la había impulsado? ¿El amor? Nunca vio a su hija enamorada, no había visto el brillo en sus ojos, las sonrisas y gestos de ilusiones y sueños acerca de un amorío. Eso le desesperaba. ¿Había estado ciega? ¿Acaso no lo había visto? Debía hablar con Astraea.
No miró a Brandon, sino que se movió hacia la mesa para tomar el pergamino que había llegado de mano de alguien que no era Lyanna pero que tenía información sobre ella y dobló las dos cartas cuidadosamente -Ve. Parte y haz lo que como Lord Stark debas hacer. Lo respetaré porque eres mi señor, no esperes que como hijo haga lo mismo- Explicó e hizo una suave reverencia -Con vuestro permiso, necesito descansar, hijo- Lo cierto es que ya no tenía más palabras qué decirle. La guerra, la venganza por Rickard, la había querido desde que había salido de la habitación de Benjen el día que recibió la noticia. Rickard solía escucharla, pero el hombre delante de ella no era Rickard, era Brandon y su Sangre de Lobo aún aullaba con ansiedad -Escribiré a Hoster y a Catelyn, también a Branda para que parta a Nocturnia- Se acercó a él y le puso una mano en la mejilla -Piensa, Brandon. Has sido criado para ser comandante antes de guerrero, no faltes a tu educación...Pero sigue tus instintos- Sabía que se contradecia y frunció suavemente el ceño -Sé el Lobo que sé que eres. Sé astuto. Lideralos y caza a los dragones y, por amor a los Dioses, no olvides a tu manada- Besó su mejilla y se retiró de la habitación esperando que hubiesen arreglado aposentos para su corta estadía en Puerto Blanco.
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