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Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
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Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
03 - 07 - 284
La mirada de la Viuda Blanca estaba clavada sobre quien, para ella, era el heredero legítimo del Trono de Hierro. De pura sangre, Viserys Targaryen entrenaba con la espada y el escudo contra un Guardia Real...Pero no cualquiera, El Toro Blanco, Lord Gerold Hightower, líder de la Guardia. Tenía las manos entrelazadas y las largas mangas de su vestido en color perla tapaban unas extremidades muy cuidadas, de uñas largas e impolutas. Perfectas para una cachetada.
Tenía más de media hora esperando, pero eso no había aminorado su determinación. Necesitaba hablar con su futuro yerno. Para entonces mucho de los guardias que estaban presenciando el combate la miraban de reojo, con plena incomodidad. Después de todo estaba sola, única mujer en un ambiente de hombres. No obstante, Diana estaba muy acostumbrada a ello. Se movía en un ambiente donde los hombres eran “superiores”, despreciando muchas veces el potencial de una mujer. Más en la guerra. Pero ella había oído historias de unas Salvajes que los harían despotricar antes de tener las tripas regadas.
Finalmente el entrenamiento finalizó. Fue entonces cuando Lady Celtigar, como mucha gente se refería a ella desde que era la Querida del Rey, caminó lentamente sin importarle que su costoso vestido con encaje de Lys se ensuciara con la tierra de combate -Príncipe Viserys- Dijo, llamando su atención y haciendo una reverencia profunda, esperando el tiempo suficiente que él considerara hasta levantarse y mirar hacia Lord Gerold con una sonrisa, bastante más sincera de lo que parecía -Es admirable lo que ambos haceis en el campo de combate- Lord Gerold hizo una reverencia en saludo pero no agregó nada, más bien hizo una seña a Ser Jonothor para que se encargara de escoltarlos -Si no os molesta, Príncipe, hay un asunto que debo hablar con usted con bastante premuta y de suma importancia- Indicó con delicadeza y cortesía. La gente podría decir que era una bruja, una víbora y lo que quisieran...Lo era. Lo era cuando hablaba con gente que no le convenía o por la que Aerys ni ella tenían interés alguno.
Con Darren, con Priscila, con Viserys todo era diferente. ¿Y con los más pequeños? No mentiría, si ella podía proteger de la muerte y el daño a niños lo haría. De alguna forma, aunque creía que era Viserys quien ascendería al trono para seguir a su padre; no podía pensar en ninguna forma de deshacerse de los huérfanos hijos de Rhaegar. Simplemente no pasaba por su mente. Diana tenía formas...Y formas. Levantó su mirada violeta para ver al príncipe Viserys con el rostro sereno y férreo. Y aunque sus palabras habían salido en forma de pregunta era bastante evidente que a Diana Celtigar, la Querida del Rey, nadie le decía que no. Por supuesto, eso sin agregar que Diana conocía a la perfección la agenda de Viserys porque ella misma la había preparado. Desde que había llegado a Desembarco había presionado a Aerys y a cada miembro del Consejo para aumentar la educación del futuro Rey. Lord Gerold había tomado el liderazgo del entrenamiento, el Maestre había pasado más tiempo dándole lecciones de estrategia y política y el Septón, por supuesto, Diana había pedido encarecidamente que la religión fuese más férrea. El pueblo de Poniente necesitaba la fe y la esperanza para salir de la etapa oscura en el que las traiciones de los grandes señores lo había sumido y los Dioses siempre prestaban la llama para guiarlos. Si Viserys se mostraba poco ateo, ayudaría a conseguir el apoyo del pueblo. Esperaba, entonces, que el único hijo legítimo de Aerys Targaryen tuviera en cuenta cada detalle.
Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
La espada de Viserys se movía con rapidez... Y chocaba una y otra vez contra la de Lord Gerold que intentaba alcanzarlo. El restallido metálico iba y venía una y otra vez, y Viserys procuraba disfrutarlo. Le gustaba. Le encantaba el sonido del acero al impactar contra el acero. Lo encontraba reconfortante.
Sin duda, esa era una de las tareas que más disfrutaba en su educación como futuro Rey de Poniente. Disfrutaba de la política, pero creía que cada cosa tenía su utilidad en diversas áreas de la vida y en un combate, la política de muy poco servía. Aunque si había algo que no le gustaba para nada eran las enseñanzas del Septón. Aunque trataba de fingir interés en los misterios de la Fe, lo cierto era que para Viserys estos significaban de muy poco. Él era de la sangre del dragón, y los dragones, la sangre de la Antigua Valyria había adorado a otros dioses, dioses extraños pero seguramente más poderosos por qué ¿en qué podían ser eficaces Siete, que a la larga eran aspectos de Uno solo, contra los Mil Dioses del antiguo panteón valyrio?
No se distrajo, a pesar de sus pensamientos y evitó el próximo ataque del Toro Blanco. Creía que Lord Gerold rebajaba su habilidad de combate para no darle tantos problemas, pero aún así, el otro atacaba duro, y eso era lo que Viserys disfrutaba. Habría detestado que combatiera con él de otra manera. Desvió el próximo embate y contraatacó, aunque el Lord Comandante de la Guardia Real lo evitó con rapidez. Gerold sonrió con suficiencia para volver a atacar, con un golpe que logró raspar uno de los costados de la armadura de ligeras placas de Viserys. El Príncipe gruñó y trató de encajar un golpe con su espada en las piernas de él.
El combate prosiguió, en tenso equilibrio. Una y otra vez, las espadas cantaban y los contrincantes danzaban al son de aquella dulce melodía del acero, hasta que por fin, viendo que ninguno de los dos parecía ir a tener una ventaja obvia, el Toro Blanco alzó su espada y ordenó el alto en la pelea.
El Príncipe se quitó el yelmo, dejando libre sus cabellos de plata y su rostro perlado de sudor por el esfuerzo. Entonces escuchó su nombre y vio que se trataba de Lady Diana, la Querida del Rey, aquella que se había mostrado siempre tan insistente con su educación y demás. Vio como ella le hacía reverencia e hizo un rápido gesto de asentimiento con la cabeza para que la mujer se incorporase. Después escuchó su motivo para que se encontrara en ese lugar. De mucha premura e importancia.
Premura e importancia... ¿Qué sería para que no pudiera esperar más? Se mordió el labio inferior, de manera pensativa. Estaba cansado. Pelear contra Lord Gerold lo agotaba y no era para menos. Habría deseado que la Querida hubiese podido esperar pero... ¿cómo decirle que no? El chico asintió y le dijo:
- Por supuesto, milady. Aunque no creo que éste sitio sea un lugar donde hablar de dichas cuestiones. - debía asearse, o como mínimo, cambiarse. No iba a aguantar mucho más con esa armadura. Por suerte, Viserys Targaryen tenía un recinto propio, cercano al patio de combate, donde pasaba el tiempo luego de los entrenamientos, ya sea para prepararse para los combates o simplemente para relajarse, un lugar aislado del lugar utilizado por los demás combatientes, después de todo... Él era el príncipe. Era mucho mejor que todos los demás. Sería un sitio perfecto para hablar con tranquilidad.
Empezaron a avanzar, saliendo del patio y escoltados por los Guardias Reales. Llegaron hasta la puerta del lugar, a un costado de la galería que rodeaba el patio y el Príncipe abrió la puerta de un empujón suave. Permitió que la mujer entrase primero y entró tras ella, indicando a su escolta que se quedase guardando la puerta.
El recinto era amplio y circular: tenía una gran mesa donde había distintas piezas de armadura, luego un artilugio donde había depositadas varias espadas y otras armas, tanto de torneo como letales. A un costado otra mesa con una gran jarra de vino, varias copas vacías y platos con refrigerios y junto a ella, un cómodo sillón individual, con otro enfrente. Más a lo lejos, confinada casi en el rincón del recinto, había además una bañera vacía.
Viserys, cansado, se sentó en uno de los sillones, y estiró la cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo por unos instantes.
- Bien... ¿Qué fue lo que sucedió ahora que requiere ser discutido de inmediato? - bajó otra vez la mirada, para observar directamente a los ojos a la mujer de origen Celtigar, con los suyos de aquella intensa coloración lila. - ¿Algo con mis sobrinos? ¿O acaso el Rey desea algo? ¿O tal vez no he rezado lo suficiente ésta semana? - ante ésta última pregunta, sonrió de costado. Su impaciencia natural no permitía a Viserys esperar demasiado por las cortesías propias de la mayoría de los del Pequeño Consejo. Las sutilezas de Varys lo aburrían y las largas y tediosas enseñanzas del Gran Maestre Pycelle le resultaban fructíferas, pero le hastiaban también. Prefería que las cosas fueran directas, y sin demasiados preámbulos. Por eso disfrutaba del combate con Lord Gerold.
Sin duda, esa era una de las tareas que más disfrutaba en su educación como futuro Rey de Poniente. Disfrutaba de la política, pero creía que cada cosa tenía su utilidad en diversas áreas de la vida y en un combate, la política de muy poco servía. Aunque si había algo que no le gustaba para nada eran las enseñanzas del Septón. Aunque trataba de fingir interés en los misterios de la Fe, lo cierto era que para Viserys estos significaban de muy poco. Él era de la sangre del dragón, y los dragones, la sangre de la Antigua Valyria había adorado a otros dioses, dioses extraños pero seguramente más poderosos por qué ¿en qué podían ser eficaces Siete, que a la larga eran aspectos de Uno solo, contra los Mil Dioses del antiguo panteón valyrio?
No se distrajo, a pesar de sus pensamientos y evitó el próximo ataque del Toro Blanco. Creía que Lord Gerold rebajaba su habilidad de combate para no darle tantos problemas, pero aún así, el otro atacaba duro, y eso era lo que Viserys disfrutaba. Habría detestado que combatiera con él de otra manera. Desvió el próximo embate y contraatacó, aunque el Lord Comandante de la Guardia Real lo evitó con rapidez. Gerold sonrió con suficiencia para volver a atacar, con un golpe que logró raspar uno de los costados de la armadura de ligeras placas de Viserys. El Príncipe gruñó y trató de encajar un golpe con su espada en las piernas de él.
El combate prosiguió, en tenso equilibrio. Una y otra vez, las espadas cantaban y los contrincantes danzaban al son de aquella dulce melodía del acero, hasta que por fin, viendo que ninguno de los dos parecía ir a tener una ventaja obvia, el Toro Blanco alzó su espada y ordenó el alto en la pelea.
El Príncipe se quitó el yelmo, dejando libre sus cabellos de plata y su rostro perlado de sudor por el esfuerzo. Entonces escuchó su nombre y vio que se trataba de Lady Diana, la Querida del Rey, aquella que se había mostrado siempre tan insistente con su educación y demás. Vio como ella le hacía reverencia e hizo un rápido gesto de asentimiento con la cabeza para que la mujer se incorporase. Después escuchó su motivo para que se encontrara en ese lugar. De mucha premura e importancia.
Premura e importancia... ¿Qué sería para que no pudiera esperar más? Se mordió el labio inferior, de manera pensativa. Estaba cansado. Pelear contra Lord Gerold lo agotaba y no era para menos. Habría deseado que la Querida hubiese podido esperar pero... ¿cómo decirle que no? El chico asintió y le dijo:
- Por supuesto, milady. Aunque no creo que éste sitio sea un lugar donde hablar de dichas cuestiones. - debía asearse, o como mínimo, cambiarse. No iba a aguantar mucho más con esa armadura. Por suerte, Viserys Targaryen tenía un recinto propio, cercano al patio de combate, donde pasaba el tiempo luego de los entrenamientos, ya sea para prepararse para los combates o simplemente para relajarse, un lugar aislado del lugar utilizado por los demás combatientes, después de todo... Él era el príncipe. Era mucho mejor que todos los demás. Sería un sitio perfecto para hablar con tranquilidad.
Empezaron a avanzar, saliendo del patio y escoltados por los Guardias Reales. Llegaron hasta la puerta del lugar, a un costado de la galería que rodeaba el patio y el Príncipe abrió la puerta de un empujón suave. Permitió que la mujer entrase primero y entró tras ella, indicando a su escolta que se quedase guardando la puerta.
El recinto era amplio y circular: tenía una gran mesa donde había distintas piezas de armadura, luego un artilugio donde había depositadas varias espadas y otras armas, tanto de torneo como letales. A un costado otra mesa con una gran jarra de vino, varias copas vacías y platos con refrigerios y junto a ella, un cómodo sillón individual, con otro enfrente. Más a lo lejos, confinada casi en el rincón del recinto, había además una bañera vacía.
Viserys, cansado, se sentó en uno de los sillones, y estiró la cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo por unos instantes.
- Bien... ¿Qué fue lo que sucedió ahora que requiere ser discutido de inmediato? - bajó otra vez la mirada, para observar directamente a los ojos a la mujer de origen Celtigar, con los suyos de aquella intensa coloración lila. - ¿Algo con mis sobrinos? ¿O acaso el Rey desea algo? ¿O tal vez no he rezado lo suficiente ésta semana? - ante ésta última pregunta, sonrió de costado. Su impaciencia natural no permitía a Viserys esperar demasiado por las cortesías propias de la mayoría de los del Pequeño Consejo. Las sutilezas de Varys lo aburrían y las largas y tediosas enseñanzas del Gran Maestre Pycelle le resultaban fructíferas, pero le hastiaban también. Prefería que las cosas fueran directas, y sin demasiados preámbulos. Por eso disfrutaba del combate con Lord Gerold.
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Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
-No, no lo es- Dijo con tranquilidad barriendo la zona con su severa mirada violeta. Ante el gesto y ya que el combate había acabado, muchos de los guardias empezaron a disiparse -Lord Gerold, antes de irse...Me gustaría hablar con usted en la tarde. Os mandaré a buscar- Le explicó, necesita pulir ciertos aspectos sobre la guardia, el torneo y quería saber el avance de Viserys sobre todo. Sin embargo, la futura llegada de los Señores de Antigua también despertaban curiosidad en ella. No podía olvidar que el día en el que el Desconocido visitó Altojardín, Lady Alerie Hightower había sido asesinada, embarazada con su tercer hijo. Los dos primeros también habían sido pasados por el filo de la espada y eso era algo que ni siquiera ella aprobaba.
Tras ello caminó al lado del príncipe, no detrás. Al lado. Hasta el lugar que le estaba destinado debido a su rango. Ladeó suavemente la cabeza para observar a Ser Jonothor con curiosidad. Era uno de los pocos que había sobrevivido al ataque del Kraken con la rebelión de las islas. Pero nunca había ocupado su mente en ello...Hasta que hace poco recordó a Ben. ¿Y si Jonothor sabía algo? Se cuestionó pero aquello quedó allí cuando ingresaron a la habitación. Viserys se sentó y con un gesto que Diana comprendió como exasperación, le habló.
-La tercera opción- Expresó con severidad y mirandolo con los ojos entrecerrados, tratando de borrarle la sonrisa de los labios. Pero no pasó más de allí, sino que fue a servirle una copa de vino y pasarle una toalla para que se limpiara un poco -El pueblo, príncipe, ha sufrido más que nadie tras las guerras que los grandes señores han provocado por su estúpida rebelión- Diana se paseó un poco con una erguida y perfecta postura. Sus pasos apenas eran susurros que iban más acompañados del tintineo de las cadenas de plata pura que caían desde sus hombros hasta delinear su figura. Se detuvo un momento y volvió su vista -Comprenderéis que aún el pueblo se está recuperando. Cuando acuden al llamado de armas, son pocos los que vuelven a sus casas y aquellos hogares que se quedaron huérfanos sólo encuentran refugio en una sola cosa…- Dejó un largo silencio esperando que Viserys le contestara pero decidió hacerlo ella -Fe- Respondió.
Se acercó haciendo gracia de su femeneidad al caminar y se sentó en el sofá sin esperar que él la invitara, ya que no lo había hecho al principio se tomaba ciertas atribuciones - La fe en Los Siete, o el Dios que mejor les convenga, es lo que buscan para guiarse en los restos de la guerra. Las Tierras de la Corona son ahora más grandes, tienen un territorio idílico para controlar Poniente. Y eso implica más pueblo. Los antiguos ribereños siguen ahí, rezando a sus Dioses por ayuda - Se inclinó un poco hacia delante - Sé que sabéis, así como yo, que los Dioses no son quienes forjan nuestro destino. Nosotros lo hacemos con política. Pero no debemos ser ajenos a lo que ellos creen. Tener la soberbia de despreciar al pueblo es el error más idiota que podemos cometer- Esperó un momento, dejando que aquella reflexión hiciera efecto en el heredero al Trono del Hierro -Durante años usé una herramienta que me ha permitido ganarme al pueblo. Os aseguro que su tiempo en el Septo podría reducirse drásticamente si aprendéis el gran valor que tiene. Aunque no podréis desentenderos... Sí que podría aliviarse vuestra carga religiosa.- Se recostó en el sofá y clavó su mirada en Viserys con firmeza mientras serenaba su rostro.
-Lady Priscila Belmore- Se quedó en silencio esperando la reacción del futuro esposo de su hija.
PD Alto Valyrio. Para que no nos entiendan, hooney.
Tras ello caminó al lado del príncipe, no detrás. Al lado. Hasta el lugar que le estaba destinado debido a su rango. Ladeó suavemente la cabeza para observar a Ser Jonothor con curiosidad. Era uno de los pocos que había sobrevivido al ataque del Kraken con la rebelión de las islas. Pero nunca había ocupado su mente en ello...Hasta que hace poco recordó a Ben. ¿Y si Jonothor sabía algo? Se cuestionó pero aquello quedó allí cuando ingresaron a la habitación. Viserys se sentó y con un gesto que Diana comprendió como exasperación, le habló.
-La tercera opción- Expresó con severidad y mirandolo con los ojos entrecerrados, tratando de borrarle la sonrisa de los labios. Pero no pasó más de allí, sino que fue a servirle una copa de vino y pasarle una toalla para que se limpiara un poco -El pueblo, príncipe, ha sufrido más que nadie tras las guerras que los grandes señores han provocado por su estúpida rebelión- Diana se paseó un poco con una erguida y perfecta postura. Sus pasos apenas eran susurros que iban más acompañados del tintineo de las cadenas de plata pura que caían desde sus hombros hasta delinear su figura. Se detuvo un momento y volvió su vista -Comprenderéis que aún el pueblo se está recuperando. Cuando acuden al llamado de armas, son pocos los que vuelven a sus casas y aquellos hogares que se quedaron huérfanos sólo encuentran refugio en una sola cosa…- Dejó un largo silencio esperando que Viserys le contestara pero decidió hacerlo ella -Fe- Respondió.
Se acercó haciendo gracia de su femeneidad al caminar y se sentó en el sofá sin esperar que él la invitara, ya que no lo había hecho al principio se tomaba ciertas atribuciones - La fe en Los Siete, o el Dios que mejor les convenga, es lo que buscan para guiarse en los restos de la guerra. Las Tierras de la Corona son ahora más grandes, tienen un territorio idílico para controlar Poniente. Y eso implica más pueblo. Los antiguos ribereños siguen ahí, rezando a sus Dioses por ayuda - Se inclinó un poco hacia delante - Sé que sabéis, así como yo, que los Dioses no son quienes forjan nuestro destino. Nosotros lo hacemos con política. Pero no debemos ser ajenos a lo que ellos creen. Tener la soberbia de despreciar al pueblo es el error más idiota que podemos cometer- Esperó un momento, dejando que aquella reflexión hiciera efecto en el heredero al Trono del Hierro -Durante años usé una herramienta que me ha permitido ganarme al pueblo. Os aseguro que su tiempo en el Septo podría reducirse drásticamente si aprendéis el gran valor que tiene. Aunque no podréis desentenderos... Sí que podría aliviarse vuestra carga religiosa.- Se recostó en el sofá y clavó su mirada en Viserys con firmeza mientras serenaba su rostro.
-Lady Priscila Belmore- Se quedó en silencio esperando la reacción del futuro esposo de su hija.
PD Alto Valyrio. Para que no nos entiendan, hooney.
Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
No es que Viserys Targaryen fuera completamente ateo ni mucho menos. Por el contrario, de vez en cuando asistía a las ceremonias religiosas honrando a los Siete y demás, pero las liturgias le resultaban tan aburridas e innecesarias... El pueblo creía, en eso le daba la razón a Lady Diana, pero no estaba tan seguro en que sus creencias fueran de relevancia. ¿Por qué había que pensar, después de todo, que un rato arrodillado en el septo, rezándole a estatuas e ídolos podía hacer, de pronto, que todos los problemas desaparecieran? ¿Acaso el pueblo creía que la rebelión había sido vencida por intervención divina? ¿Habría algunos que, por el contrario, pensaban que la misma revuelta fue impulsada por fuerzas invisibles venidas de los Siete Cielos? Era curioso lo idiota que podía ponerse la gente cuando se trataba de religión. Lo fácil que les resultaba dejar de lado todo rastro de racionalidad y abrazar las creencias más alocadas de un momento a otro.
- Es loable que me digáis que el pueblo no ha de ser subestimado.- murmuró Viserys, en el mismo dialecto antiguo, el alto valyrio que había aprendido desde pequeño, primero con enseñanzas de su madre y luego con las del Gran Maestre. - Y estoy de acuerdo pero... La religión es terriblemente subjetiva. Hay quienes creen que nuestra victoria en la rebelión fue un acto inspirado por los dioses, pero también apuesto que los hay los que creen que la misma rebelión fue inspirada por ellos. ¿De qué lado están los dioses? ¿Del victorioso, o acaso del desvalido y derrotado, si le damos la razón a La Estrella de Siete Puntas?
Sin embargo, guardó silencio mientras Lady Belmore continuaba hablando. Y no tuvo que ser un genio para darse cuenta lo que sugería con el resto de sus palabras. Aliviar su carga en los deberes religiosos; Lady Priscila Belmore. Y dos más dos eran cuatro.
Era un rumor muy firme lo de su futuro casamiento con la hija de Diana y no le molestaba, o no del todo. Por supuesto, le disgustaba la idea de que alguien que no fuera de la sangre del dragón se casase con él. Bueno, Priscila podría tener la sangre de la Antigua Valyria gracias a su madre, pero aún así... No era una Targaryen, como él habría deseado. ¿Tan difícil había sido pedir que sus padres le hubieran dado una hermana a él, al Príncipe? Con una chica que compartiese totalmente su sangre, el Viejo Linaje estaría asegurado y las cosas le resultarían mucho más fáciles.
- Lady Priscila Belmore...- repitió Viserys, en voz baja, como degustando el nombre, casi como si estuviera paladeando la idea, intentando determinar si tenía buen sabor o no. Se quedó pensativo por unos instantes. No dijo nada y prosiguió quitándose partes de la armadura. Se deshizo de las hombreras y de las partes del brazo, revelando aquellas extremidades en pleno (y excelente) desarrollo gracias a los constantes entrenamientos. Bebió de la copa de vino que ella le había tendido y se secó con la toalla tanto la cara como los brazos, dejándola después en su regazo, levantó la mirada otra vez y, por fin, habló: - Será un placer tener a alguien que comparta el tedio del septo... Aunque por sus palabras, probablemente ella no lo considere un tedio.- se encogió de hombros y agregó: - ¿Qué puedo esperar de vuestra hija, Lady Belmore? La gran piedad que sugerís que posee parece ser notoria pero... ¿También posee astucia? ¿Posee algo de vuestras envidiables dotes para manipular la política y los acontecimientos?
PD: Comprendido, Alto valyrio pues :v
- Es loable que me digáis que el pueblo no ha de ser subestimado.- murmuró Viserys, en el mismo dialecto antiguo, el alto valyrio que había aprendido desde pequeño, primero con enseñanzas de su madre y luego con las del Gran Maestre. - Y estoy de acuerdo pero... La religión es terriblemente subjetiva. Hay quienes creen que nuestra victoria en la rebelión fue un acto inspirado por los dioses, pero también apuesto que los hay los que creen que la misma rebelión fue inspirada por ellos. ¿De qué lado están los dioses? ¿Del victorioso, o acaso del desvalido y derrotado, si le damos la razón a La Estrella de Siete Puntas?
Sin embargo, guardó silencio mientras Lady Belmore continuaba hablando. Y no tuvo que ser un genio para darse cuenta lo que sugería con el resto de sus palabras. Aliviar su carga en los deberes religiosos; Lady Priscila Belmore. Y dos más dos eran cuatro.
Era un rumor muy firme lo de su futuro casamiento con la hija de Diana y no le molestaba, o no del todo. Por supuesto, le disgustaba la idea de que alguien que no fuera de la sangre del dragón se casase con él. Bueno, Priscila podría tener la sangre de la Antigua Valyria gracias a su madre, pero aún así... No era una Targaryen, como él habría deseado. ¿Tan difícil había sido pedir que sus padres le hubieran dado una hermana a él, al Príncipe? Con una chica que compartiese totalmente su sangre, el Viejo Linaje estaría asegurado y las cosas le resultarían mucho más fáciles.
- Lady Priscila Belmore...- repitió Viserys, en voz baja, como degustando el nombre, casi como si estuviera paladeando la idea, intentando determinar si tenía buen sabor o no. Se quedó pensativo por unos instantes. No dijo nada y prosiguió quitándose partes de la armadura. Se deshizo de las hombreras y de las partes del brazo, revelando aquellas extremidades en pleno (y excelente) desarrollo gracias a los constantes entrenamientos. Bebió de la copa de vino que ella le había tendido y se secó con la toalla tanto la cara como los brazos, dejándola después en su regazo, levantó la mirada otra vez y, por fin, habló: - Será un placer tener a alguien que comparta el tedio del septo... Aunque por sus palabras, probablemente ella no lo considere un tedio.- se encogió de hombros y agregó: - ¿Qué puedo esperar de vuestra hija, Lady Belmore? La gran piedad que sugerís que posee parece ser notoria pero... ¿También posee astucia? ¿Posee algo de vuestras envidiables dotes para manipular la política y los acontecimientos?
PD: Comprendido, Alto valyrio pues :v
Viserys Targaryen
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Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
Diana lo miró con un brillo de orgullo cuando le respondió en Alto Valyrio, pero claro, ese dialecto siempre le despertaba una vena nostálgica y divina. De alguna manera sentía que hablar ese idioma la remontaba al poderío del Feudo Franco y que eran ellos, ahora, quienes ejercían la justicia y el poder de los valyrios en estas tierras plagadas de descendientes de ándalos y Primeros Hombres. -Estoy absolutamente de acuerdo, Príncipe. Y si hablais con 100 personas, las 100 tendrán opiniones diferentes. Algunos dirán que la Madre se ausentó, que el Guerrero hizo de las suyas y que la paz llegó gracias al Padre. Existirán mil opiniones y ninguna será correcta, pero todas serán una verdad para cada uno de ellos.
No lo siguió con la mirada mientras bebía el vino y se aseaba, no le importaba lo que hiciera. Se distrajo mirando el resto del lugar, ya que tenían tantas armas. Definitivamente, debería aprender un poco más del área militar. Ya sabía tantas cosas que aprender algo que desconocía en su totalidad sería intersante. Entonces el Príncipe volvió a responderle, nombrando a su hija y saboreando el nombre. Diana lo examinó con mucho cuidado esperando que tuviese alguna reacción. Ella también había sido víctima de un matrimonio arreglado, pero Lord Belmore era un asco de hombre. Viserys y Priscila, sin embargo, dos ejemplares de sangre valyria eran poderosos.
-No, no lo considera. Le place- Esperó las preguntas que vendrían del Príncipe y Diana negó con la cabeza inmediatamente -No- Fue tan directa que le dolía incluso a ella misma -Escuchadme con atención- Dijo y sintió la necesidad de levantarse y empezar a caminar, hablar de sus hijos era un tema delicado para ella -Crecí en Desembarco del Rey con vuestros padres, crecí en la Fortaleza Roja y desde que soy una niña conozco el juego de tronos, príncipe Viserys. Así como usted. Mis hijos nacieron en una casa vasalla del Valle. Del Honorable Valle…- Dijo con desprecio y volvió su vista hacia Viserys -De todo lo que hablan es del maldito honor… Como si eso los fuese a llevar algún lado- Espetó, soez por primera vez desde que hablaba con el príncipe -Mis hijos conocen la política porque ambos presenciaban mis audiencias cuando era regente. Los incorporé a mis Consejos, Priscila pocas veces ya que su presencia incomodaba a muchos señores. Pero son críos sumamente buenos, su Alteza. De naturaleza altruista y justa. Honorables. Han crecido protegidos por la tranquilidad de aquel Reino y aunque con conocimientos, sus puntos de vista distan de los nuestros. Pero tampoco han tenido que lidiar con víboras, la corte del Valle es mucho más tranquila. - Respiró con mucha profundidad tratando de controlar su descontento.
-Por eso permitiré que Darren se quede un mes en la Fortaleza y por eso ansío que desposeis a Priscila. Si bien ella será una excelente esposa, os lo puedo asegurar, reforzará sin duda su lado religioso. Priscila es una dama que vive para y por el pueblo, le dará una faceta caritativa a vuestro reinado que el pueblo echa mucho de menos- No iba a mencionar la escasa aptitud de Rhaella en ese sentido, según le había dicho Aerys estaba mucho más pendiente de tramoyas políticas a espaldas del Rey que realmente dedicarse a lo que tenía que hacer -Pero tiene inteligencia y aprenderá rápido, comprenderá más pronto que tarde mis numerosas lecciones, si compartis vuestros conocimientos con ella. Es una dama que ha sido criada para ayudar a su esposo. Generalmente, los hombres soberbios subestiman el poder de una buena mujer y no hablan con ellas. Si Priscila ve que puede ayudarlo en la corte, lo hará. No hay nada en este mundo, Príncipe Viserys, que le sea más satisfactorio que serle útil en lo que precise y, por supuesto, hacerlo feliz. De eso, heredero, no me queda ninguna duda-
No lo siguió con la mirada mientras bebía el vino y se aseaba, no le importaba lo que hiciera. Se distrajo mirando el resto del lugar, ya que tenían tantas armas. Definitivamente, debería aprender un poco más del área militar. Ya sabía tantas cosas que aprender algo que desconocía en su totalidad sería intersante. Entonces el Príncipe volvió a responderle, nombrando a su hija y saboreando el nombre. Diana lo examinó con mucho cuidado esperando que tuviese alguna reacción. Ella también había sido víctima de un matrimonio arreglado, pero Lord Belmore era un asco de hombre. Viserys y Priscila, sin embargo, dos ejemplares de sangre valyria eran poderosos.
-No, no lo considera. Le place- Esperó las preguntas que vendrían del Príncipe y Diana negó con la cabeza inmediatamente -No- Fue tan directa que le dolía incluso a ella misma -Escuchadme con atención- Dijo y sintió la necesidad de levantarse y empezar a caminar, hablar de sus hijos era un tema delicado para ella -Crecí en Desembarco del Rey con vuestros padres, crecí en la Fortaleza Roja y desde que soy una niña conozco el juego de tronos, príncipe Viserys. Así como usted. Mis hijos nacieron en una casa vasalla del Valle. Del Honorable Valle…- Dijo con desprecio y volvió su vista hacia Viserys -De todo lo que hablan es del maldito honor… Como si eso los fuese a llevar algún lado- Espetó, soez por primera vez desde que hablaba con el príncipe -Mis hijos conocen la política porque ambos presenciaban mis audiencias cuando era regente. Los incorporé a mis Consejos, Priscila pocas veces ya que su presencia incomodaba a muchos señores. Pero son críos sumamente buenos, su Alteza. De naturaleza altruista y justa. Honorables. Han crecido protegidos por la tranquilidad de aquel Reino y aunque con conocimientos, sus puntos de vista distan de los nuestros. Pero tampoco han tenido que lidiar con víboras, la corte del Valle es mucho más tranquila. - Respiró con mucha profundidad tratando de controlar su descontento.
-Por eso permitiré que Darren se quede un mes en la Fortaleza y por eso ansío que desposeis a Priscila. Si bien ella será una excelente esposa, os lo puedo asegurar, reforzará sin duda su lado religioso. Priscila es una dama que vive para y por el pueblo, le dará una faceta caritativa a vuestro reinado que el pueblo echa mucho de menos- No iba a mencionar la escasa aptitud de Rhaella en ese sentido, según le había dicho Aerys estaba mucho más pendiente de tramoyas políticas a espaldas del Rey que realmente dedicarse a lo que tenía que hacer -Pero tiene inteligencia y aprenderá rápido, comprenderá más pronto que tarde mis numerosas lecciones, si compartis vuestros conocimientos con ella. Es una dama que ha sido criada para ayudar a su esposo. Generalmente, los hombres soberbios subestiman el poder de una buena mujer y no hablan con ellas. Si Priscila ve que puede ayudarlo en la corte, lo hará. No hay nada en este mundo, Príncipe Viserys, que le sea más satisfactorio que serle útil en lo que precise y, por supuesto, hacerlo feliz. De eso, heredero, no me queda ninguna duda-
Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
Mientras la escuchaba, continuaba con aquel ritual de quitarse la armadura, hasta que por fin se vio enteramente libre de ella, quedando únicamente con las ropas de lana basta y endurecida que había por debajo y cubrían su torso, llegando casi hasta la zona de las rodillas. Bien. Ahora se sentía muchísimo más ligero y menos incómodo. Bebió un nuevo sorbo de vino, mientras continuaba escuchando a Lady Diana hablar al respecto de sus hijos, del comportamiento de los mismos y del hecho de que al venir de una región "honorable" como el Valle no sabían demasiado de intrigas y astucias políticas, aparentemente ninguno de los dos.
Viserys no sabía como sentirse al respecto. Siempre esperó que los descendientes de Lady Celtigar compartieran su inclinación por la intriga y el manejo de las sombras y los susurros... Pero ahora que ella lo explicaba entendía muy bien el por qué. Hizo una ligera mueca con la boca. Si los Belmore tenían enemigos en el Valle que aún apoyaban a los Arryn, lo más seguro era que estos presentasen una oposición abierta. En Desembarco del Rey las cosas eran tan diferentes...
- El mundo no tarda en corromper a las personas buenas. - sentenció el Príncipe. - Y ésta ciudad menos que menos.- si Darren Belmore era tan inepto en las cuestiones cortesanas como Diana sugería, entonces era probable que un mes en la capital le fuera útil. Pero también peligroso.
También oyó acerca de las ansias de ella porque Priscila fuera desposada. No sabía si compartir su entusiasmo o no, ahora que conocía la verdad. Si, una esposa atenta a sus deberes religiosos sin duda era algo fantástico para cualquier Rey que se precie de tal. Pero también le hubiera gustado tener a su lado alguien que lo ayudase a lidiar con las intrigas de la corte y que no fuera únicamente la mujer que tenía enfrente. A Viserys no le gustaba la idea de depender tan enteramente de una única persona. Le daba a esa persona un poder demasiado grande sobre sus decisiones.
Pero así eran las cosas, por lo menos de momento. Se casaría con una chica poco apta para la política, y mucho para suscitar el amor de aquellos malditos inferiores del pueblo. La necesaria carne de cañón. Suspiró y agregó:
- Entonces será mejor que la despose cuanto antes... ¿Sugerís alguna fecha en particular?- preguntó, interesado. Deseaba saber todo lo posible al respecto de aquel futuro matrimonio. Si, se acababa de enterar, al menos "oficialmente", aunque "extraoficialmente" ya se lo imaginaba; de ahí su aparente falta de sorpresa ante el asunto. Era obvio que no disfrutaba del todo con la idea de concertar un matrimonio arreglado, menos que menos con una mujer a la que jamás había visto y que, aparentemente, distaba mucho de ser de la clase de chicas con la que solía rodearse. Pero era su deber. Esperaba que la hija de la Querida del Rey fuera, como mínimo, tan buena como ella pregonaba. Quizá fuese un agradable cambio.
Hubo una palabra en el discurso de Lady Belmore que le erizó un poco los pelos. La obvia. "Heredero". La que había oído en susurros constantemente. Si... Estaba seguro en que, más temprano que tarde, Aerys llegaría a la completa determinación de desheredar a su nieto, en favor de él. Pero el hijo de Rhaegar seguía siendo una espina clavada profundamente en el costado de Viserys. Una que podría dar una infinita cantidad de problemas, aún si el monarca se decantase hoy mismo por él. ¿Qué le impedía a aquel crío tener sus seguidores, siendo hijo de Rhaegar, en primer lugar? - ¿Y qué hay de Aegon? - murmuró, en su fluido hablar alto valyrio. El idioma era suave y tranquilo, muy útil para la poesía, e incluso también para realzar las emociones en la voz. Emociones como el desprecio, por ejemplo. El niño estaba junto a su hermana en Rocadragón... y pronto volverían a estar en sus garras. Debía hacer algo con ellos. Aún no sabía exactamente que. Tanto acabarlos como mandarlos al otro lado del mundo podrían probarse alternativas sumamente peligrosas. - ¿La pequeña serpiente, hija de un traidor, debe seguir siendo acogida bajo el techo que es mío por derecho?
Viserys no sabía como sentirse al respecto. Siempre esperó que los descendientes de Lady Celtigar compartieran su inclinación por la intriga y el manejo de las sombras y los susurros... Pero ahora que ella lo explicaba entendía muy bien el por qué. Hizo una ligera mueca con la boca. Si los Belmore tenían enemigos en el Valle que aún apoyaban a los Arryn, lo más seguro era que estos presentasen una oposición abierta. En Desembarco del Rey las cosas eran tan diferentes...
- El mundo no tarda en corromper a las personas buenas. - sentenció el Príncipe. - Y ésta ciudad menos que menos.- si Darren Belmore era tan inepto en las cuestiones cortesanas como Diana sugería, entonces era probable que un mes en la capital le fuera útil. Pero también peligroso.
También oyó acerca de las ansias de ella porque Priscila fuera desposada. No sabía si compartir su entusiasmo o no, ahora que conocía la verdad. Si, una esposa atenta a sus deberes religiosos sin duda era algo fantástico para cualquier Rey que se precie de tal. Pero también le hubiera gustado tener a su lado alguien que lo ayudase a lidiar con las intrigas de la corte y que no fuera únicamente la mujer que tenía enfrente. A Viserys no le gustaba la idea de depender tan enteramente de una única persona. Le daba a esa persona un poder demasiado grande sobre sus decisiones.
Pero así eran las cosas, por lo menos de momento. Se casaría con una chica poco apta para la política, y mucho para suscitar el amor de aquellos malditos inferiores del pueblo. La necesaria carne de cañón. Suspiró y agregó:
- Entonces será mejor que la despose cuanto antes... ¿Sugerís alguna fecha en particular?- preguntó, interesado. Deseaba saber todo lo posible al respecto de aquel futuro matrimonio. Si, se acababa de enterar, al menos "oficialmente", aunque "extraoficialmente" ya se lo imaginaba; de ahí su aparente falta de sorpresa ante el asunto. Era obvio que no disfrutaba del todo con la idea de concertar un matrimonio arreglado, menos que menos con una mujer a la que jamás había visto y que, aparentemente, distaba mucho de ser de la clase de chicas con la que solía rodearse. Pero era su deber. Esperaba que la hija de la Querida del Rey fuera, como mínimo, tan buena como ella pregonaba. Quizá fuese un agradable cambio.
Hubo una palabra en el discurso de Lady Belmore que le erizó un poco los pelos. La obvia. "Heredero". La que había oído en susurros constantemente. Si... Estaba seguro en que, más temprano que tarde, Aerys llegaría a la completa determinación de desheredar a su nieto, en favor de él. Pero el hijo de Rhaegar seguía siendo una espina clavada profundamente en el costado de Viserys. Una que podría dar una infinita cantidad de problemas, aún si el monarca se decantase hoy mismo por él. ¿Qué le impedía a aquel crío tener sus seguidores, siendo hijo de Rhaegar, en primer lugar? - ¿Y qué hay de Aegon? - murmuró, en su fluido hablar alto valyrio. El idioma era suave y tranquilo, muy útil para la poesía, e incluso también para realzar las emociones en la voz. Emociones como el desprecio, por ejemplo. El niño estaba junto a su hermana en Rocadragón... y pronto volverían a estar en sus garras. Debía hacer algo con ellos. Aún no sabía exactamente que. Tanto acabarlos como mandarlos al otro lado del mundo podrían probarse alternativas sumamente peligrosas. - ¿La pequeña serpiente, hija de un traidor, debe seguir siendo acogida bajo el techo que es mío por derecho?
Viserys Targaryen
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Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
-Lo sé. Por eso aspiro y confio en vuestro apoyo para que Priscila no pierda el enfoque. Tendrá la fortaleza para sobreponerse a todo, pero descubrir que el mundo es tal cual como su madre lo pintaba y no como los Dioses dibujan será un duro golpe- Mientras decía eso Diana miraba hacia ningún lugar en particular porque su verdadera mente estaba lejos de allí, en las patéticas cortes del Valle. Tan dulces, educadas y enclaustradas en protocolos cuando detrás de ellos había tanto que hacer, tanto por lo que luchar. ¿Por qué eran tan carentes de visión? ¿Por qué sólo pensar en que su pueblo viviera cuando podían hacerlo pasar a la historia? Eso quería para Darren, que aprendiera que existía todo un mundo fuera de El Valle que merecía la pena conocer, que merecía la pena conquistar y gobernar.
El tema de la fecha...Tenía muchas pensadas pero prefería que se ocupara otra persona de ello, ella tenía situaciones más importantes que atender -Sería bueno, príncipe. Sin embargo, considero que ustedes deben tomar esa decisión. Sois lo suficiente mayores para empezar a tomar las riendas de vuestro matrimonio. En el futuro, sólo podrán confiar en ustedes dos- Aparte, eso reforzaría el vínculo que empezarían a tener ellos dos. Confiar en su compañero de viaje, aunque no hubiese amor, era necesario para poder salir adelante en un mundo como aquel -Creo, sin embargo, que cualquier fecha que elijan será perfecta antes de que finalice el año. Pero tan pronto como la tengan, por favor, notificadme que los preparativos de una boda real son de sumo detalle e importancia- Agregó, como buena anfitriona y madre de la futura esposa debía asegurarse de que la perfección reinara ese día. Se sentía mucho más relajada después de hablar con Viserys sobre el tema del matrimonio y ser cruelmente sincera. A Diana le habían mentido descaradamente sobre Lord Belmore y sus hazañas. De puertas para adentro no era caballero alguno.
-¿Aegon? ¿El legítimo heredero?- Cuestionó alzando las cejas con una sonrisa dulce en los labios -Es un bebé- Añadió alzando el hombro con sumo desinterés. Pero después oyó el detalle de cada palabra que usó para describir a su sobrino y Diana se vio en la necesidad de levantarse del asiento y caminar hacia él -Sí. Para el mundo él sigue siendo el heredero. Y cuando Aerys os nombre el mundo os mirará mal. ¿Creéis que os lo mereceis? Trabajadlo. Mantendremos a Aegon en segundo plano. Sed el encanto, sed la solución, sed la paz que necesita Poniente y en vuestro camino al trono no encontrareis obstáculo alguno- Su mirada amatista se detuvo en la de Viserys durante un rato en el que se mantuvo en silencio. Lo estudiaba, mucho. Esperaba que tuviera madera de Rey y que apreciara su educación porque hacía lo mejor que podía. Alzó una mano para apartarle el cabello de la cara en un gesto absolutamente maternal y soltó el aire -Tengo una debilidad. Son los hijos. Los jóvenes y los huérfanos. Es mi defecto. Puede que lo hayáis notado, pero aunque estoy consciente de que nunca podré suplantar ni a vuestra madre, ni a la de mis sobrinos… Me es imposible establecer estrategias políticas con niños de por medio. El Dominio, aunque lejos de mi mano , sigue siendo una atrocidad que no puedo superar- Cerró los ojos pensando en Lady Tyrell, embarazada de su tercer hijo, seguramente viendo morir a sus primogénitos y sintió que se le humedecían los ojos de sólo pensarlo, la piel se le erizaba y la mano libre se había contraído en un puño - Aegon y Rhaenys están fuera del juego para mí. Si bien no tienen la culpa de los pecados de su padre, la sangre es fuerte. Intento no pensar en ellos… Porque no quiero que se metan bajo mi piel- Apartó la mano y le miró con el rostro sereno. En apenas esos escasos segundos que tomó decir esas palabras, Diana se vio mucho mayor de lo que era como si de pronto todos los años que tenía le hubiesen caído encima de mala manera. Tensó suavemente los labios -Aegon es un niño. Seríais su regente hasta que él tenga edad para gobernar, si el mundo le es benevolente y sobrevive. Y si no, seríais el legítimo heredero siempre siguiendo la línea de sangre pero vuestro padre ve en vos algo más y considero que pronto podría ejercer su voluntad. Así que no lo defraudeis, ni a mi, ni al pueblo, Viserys Targaryen. No teneis permitido ni defraudaros a usted mismo. ¿He sido clara?-
PD: Perdona que cambie tanto de color pero brillan mucho y me pongo histérica xD
El tema de la fecha...Tenía muchas pensadas pero prefería que se ocupara otra persona de ello, ella tenía situaciones más importantes que atender -Sería bueno, príncipe. Sin embargo, considero que ustedes deben tomar esa decisión. Sois lo suficiente mayores para empezar a tomar las riendas de vuestro matrimonio. En el futuro, sólo podrán confiar en ustedes dos- Aparte, eso reforzaría el vínculo que empezarían a tener ellos dos. Confiar en su compañero de viaje, aunque no hubiese amor, era necesario para poder salir adelante en un mundo como aquel -Creo, sin embargo, que cualquier fecha que elijan será perfecta antes de que finalice el año. Pero tan pronto como la tengan, por favor, notificadme que los preparativos de una boda real son de sumo detalle e importancia- Agregó, como buena anfitriona y madre de la futura esposa debía asegurarse de que la perfección reinara ese día. Se sentía mucho más relajada después de hablar con Viserys sobre el tema del matrimonio y ser cruelmente sincera. A Diana le habían mentido descaradamente sobre Lord Belmore y sus hazañas. De puertas para adentro no era caballero alguno.
-¿Aegon? ¿El legítimo heredero?- Cuestionó alzando las cejas con una sonrisa dulce en los labios -Es un bebé- Añadió alzando el hombro con sumo desinterés. Pero después oyó el detalle de cada palabra que usó para describir a su sobrino y Diana se vio en la necesidad de levantarse del asiento y caminar hacia él -Sí. Para el mundo él sigue siendo el heredero. Y cuando Aerys os nombre el mundo os mirará mal. ¿Creéis que os lo mereceis? Trabajadlo. Mantendremos a Aegon en segundo plano. Sed el encanto, sed la solución, sed la paz que necesita Poniente y en vuestro camino al trono no encontrareis obstáculo alguno- Su mirada amatista se detuvo en la de Viserys durante un rato en el que se mantuvo en silencio. Lo estudiaba, mucho. Esperaba que tuviera madera de Rey y que apreciara su educación porque hacía lo mejor que podía. Alzó una mano para apartarle el cabello de la cara en un gesto absolutamente maternal y soltó el aire -Tengo una debilidad. Son los hijos. Los jóvenes y los huérfanos. Es mi defecto. Puede que lo hayáis notado, pero aunque estoy consciente de que nunca podré suplantar ni a vuestra madre, ni a la de mis sobrinos… Me es imposible establecer estrategias políticas con niños de por medio. El Dominio, aunque lejos de mi mano , sigue siendo una atrocidad que no puedo superar- Cerró los ojos pensando en Lady Tyrell, embarazada de su tercer hijo, seguramente viendo morir a sus primogénitos y sintió que se le humedecían los ojos de sólo pensarlo, la piel se le erizaba y la mano libre se había contraído en un puño - Aegon y Rhaenys están fuera del juego para mí. Si bien no tienen la culpa de los pecados de su padre, la sangre es fuerte. Intento no pensar en ellos… Porque no quiero que se metan bajo mi piel- Apartó la mano y le miró con el rostro sereno. En apenas esos escasos segundos que tomó decir esas palabras, Diana se vio mucho mayor de lo que era como si de pronto todos los años que tenía le hubiesen caído encima de mala manera. Tensó suavemente los labios -Aegon es un niño. Seríais su regente hasta que él tenga edad para gobernar, si el mundo le es benevolente y sobrevive. Y si no, seríais el legítimo heredero siempre siguiendo la línea de sangre pero vuestro padre ve en vos algo más y considero que pronto podría ejercer su voluntad. Así que no lo defraudeis, ni a mi, ni al pueblo, Viserys Targaryen. No teneis permitido ni defraudaros a usted mismo. ¿He sido clara?-
PD: Perdona que cambie tanto de color pero brillan mucho y me pongo histérica xD
Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
Asintió con la cabeza cuando ella dictaminó que de eso debían ocuparse los futuros esposos. Concordaba. Ya estaba bastante grande como para que, además de todo, estableciesen por él la fecha de su casamiento. Sin embargo, no pensaba perder el tiempo, esperaba contraer matrimonio pronto con Priscila. Claro, primero tenía que conocerla, pero apenas pudiera, se casaría con ella.
Y luego tocaron el peliagudo tema de Aegon. Si. Viserys estaba más que consciente que el niño no era más que un bebé... Y también estaba más que consciente que muchas personas podían considerarlo su legítimo heredero. Quizá los dornienses tuviesen esperanzas de verlo en el trono en algún momento y eso era algo que al hijo de Aerys no le gustaba para nada, así como no le gustaban muchas otras cosas.
Los Starks, los Tullys y los Arryns habían sido aplastados como consecuencia de la Rebelión, y eso lo aplaudía. Los Tyrells habían sido destrozados, probando lord Alester que también fueron traidores a la causa. Pero los Baratheon... Robert Baratheon continuaba siendo el Señor de las Tormentas y conservaba su sitial de Bastión. Stannis estaba en el Pequeño Consejo, casado con la hija de otro conocido traidor, Lysa Tully. Desde su punto de vista, Aerys se había mostrado excesivamente bondadoso con los rebeldes: Bastión de Tormentas debería haber explotado de una sola vez. Si era cierto que Robert Baratheon lloraba tanto a su difunta Lyanna, entonces que se uniera a ella. Lysa debía haber sido destrozada, igual que su padre, igual que su hermana. Todos aquellos que alguna vez se habían alzado, de una u otra forma contra el Dragón debían haber perecido en sus fauces. Sin olvido, y sin perdón.
Viserys se quedó en silencio, escuchando a Diana, sintiendo como ella le posaba la mano en su mejilla. Recordaba que Rhaella lo hacía a menudo, cuando era solo un niño. Luego se centró en Rhaegar...
Su mirada lila se centró en los ojos de ella. Si... Aquel "defecto" del que ella hablaba era cierto y Viserys había podido apreciarlo por su cuenta. Pero era un defecto del que él carecía. Desde su punto de vista, y si era cierto que los Tyrell también habían traicionado al reino, lord Alester actuó correctamente exterminándolos de raíz, sin perdonar a ninguno.
Y Aegon era el hijo de un traidor. Y un hijo con reclamos sobre el Trono, reclamos que muchos ponienti podrían ver como legítimos. Él no iba a dejar que un miserable crío amenazase su posición, sin importar su edad... ¡Él era el Dragón! No permitiría que una estúpida serpiente bebé pudiese convertirse en una amenaza potencial para su futuro reinado.
Si. Esperaba que su padre lo nombrase heredero, como correspondía. Pero tenía que atar cabos sueltos. Debía ocuparse de su sobrino, de alguna manera. Aunque lo pensaría. Tenía que ser cuidadoso, después de todo, herir las sensibilidades dornienses habría sido muy estúpido.
- La voluntad de mi padre...- repitió Viserys, en voz baja y luego miró a Diana: - ¿Y cuántos hombres en Poniente consideran realmente legítima la voluntad de mi padre, aún habiendo triunfado contra la Rebelión, o incluso por eso mismo? Dejó vivo a Robert Baratheon, el principal traidor y cobijó a su hermano en el Pequeño Consejo. Todos ellos, todos los traidores, deberían haber ardido sin excepciones. Y entiendo que sintáis debilidad por los niños, pero si los Tyrell eran traidores, lord Alester actuó como debía actuarse.- suspiró y agregó: - Entiendo que actuar contra Aegon, ahora, podría herir sensibilidades en Dorne y no quiero eso, por mucho que esos negros llenos de arena me desagraden.- hizo una mueca con la boca y agregó: - Pero si, los Dioses no lo permitan, mi padre termina sus días pronto y me mantengo en el trono, Aegon desaparecerá del todo, al más mínimo síntoma de rebelión de aquellas malditas serpientes.- a pesar de su aparente magnanimidad, a pesar de haber aprendido muy bien las lecciones de Diana Belmore y a pesar de mostrarse como un príncipe sabio y en búsqueda de lo mejor para todos, Viserys Targaryen continuaba siendo hijo de Aerys. La sabiduría no necesariamente reducía la implacabilidad contra los enemigos, o la potencial crueldad en el uso de los métodos, con tal de asegurar su éxito. Hizo una pausa, y entonces tomó la mano que Diana había posado en su mejilla y la bajó un poco, besando con tranquilidad y galantería el dorso de la misma, para volver a mirar a los ojos a la Belmore: - Yo no permitiré que nadie, y mucho menos un chiquillo hijo de un traidor me arrebate lo que es mío... y de vuestros futuros nietos, lady Belmore.- sonrió de costado y le dijo: - La casa Belmore será el ejemplo perfecto de la estrella en ascenso en Poniente. De simples vasallos en el Valle, hasta señores de esa región y, de paso, familia unida a la real en matrimonio. No solo aseguraré el futuro y el reino para mí, milady, sino también para mi esposa, vuestra hija. Me habéis ayudado mucho en éste largo tiempo de incertidumbre desde la muerte de mi madre, y eso es algo que no olvidaré fácilmente.
Y luego tocaron el peliagudo tema de Aegon. Si. Viserys estaba más que consciente que el niño no era más que un bebé... Y también estaba más que consciente que muchas personas podían considerarlo su legítimo heredero. Quizá los dornienses tuviesen esperanzas de verlo en el trono en algún momento y eso era algo que al hijo de Aerys no le gustaba para nada, así como no le gustaban muchas otras cosas.
Los Starks, los Tullys y los Arryns habían sido aplastados como consecuencia de la Rebelión, y eso lo aplaudía. Los Tyrells habían sido destrozados, probando lord Alester que también fueron traidores a la causa. Pero los Baratheon... Robert Baratheon continuaba siendo el Señor de las Tormentas y conservaba su sitial de Bastión. Stannis estaba en el Pequeño Consejo, casado con la hija de otro conocido traidor, Lysa Tully. Desde su punto de vista, Aerys se había mostrado excesivamente bondadoso con los rebeldes: Bastión de Tormentas debería haber explotado de una sola vez. Si era cierto que Robert Baratheon lloraba tanto a su difunta Lyanna, entonces que se uniera a ella. Lysa debía haber sido destrozada, igual que su padre, igual que su hermana. Todos aquellos que alguna vez se habían alzado, de una u otra forma contra el Dragón debían haber perecido en sus fauces. Sin olvido, y sin perdón.
Viserys se quedó en silencio, escuchando a Diana, sintiendo como ella le posaba la mano en su mejilla. Recordaba que Rhaella lo hacía a menudo, cuando era solo un niño. Luego se centró en Rhaegar...
Su mirada lila se centró en los ojos de ella. Si... Aquel "defecto" del que ella hablaba era cierto y Viserys había podido apreciarlo por su cuenta. Pero era un defecto del que él carecía. Desde su punto de vista, y si era cierto que los Tyrell también habían traicionado al reino, lord Alester actuó correctamente exterminándolos de raíz, sin perdonar a ninguno.
Y Aegon era el hijo de un traidor. Y un hijo con reclamos sobre el Trono, reclamos que muchos ponienti podrían ver como legítimos. Él no iba a dejar que un miserable crío amenazase su posición, sin importar su edad... ¡Él era el Dragón! No permitiría que una estúpida serpiente bebé pudiese convertirse en una amenaza potencial para su futuro reinado.
Si. Esperaba que su padre lo nombrase heredero, como correspondía. Pero tenía que atar cabos sueltos. Debía ocuparse de su sobrino, de alguna manera. Aunque lo pensaría. Tenía que ser cuidadoso, después de todo, herir las sensibilidades dornienses habría sido muy estúpido.
- La voluntad de mi padre...- repitió Viserys, en voz baja y luego miró a Diana: - ¿Y cuántos hombres en Poniente consideran realmente legítima la voluntad de mi padre, aún habiendo triunfado contra la Rebelión, o incluso por eso mismo? Dejó vivo a Robert Baratheon, el principal traidor y cobijó a su hermano en el Pequeño Consejo. Todos ellos, todos los traidores, deberían haber ardido sin excepciones. Y entiendo que sintáis debilidad por los niños, pero si los Tyrell eran traidores, lord Alester actuó como debía actuarse.- suspiró y agregó: - Entiendo que actuar contra Aegon, ahora, podría herir sensibilidades en Dorne y no quiero eso, por mucho que esos negros llenos de arena me desagraden.- hizo una mueca con la boca y agregó: - Pero si, los Dioses no lo permitan, mi padre termina sus días pronto y me mantengo en el trono, Aegon desaparecerá del todo, al más mínimo síntoma de rebelión de aquellas malditas serpientes.- a pesar de su aparente magnanimidad, a pesar de haber aprendido muy bien las lecciones de Diana Belmore y a pesar de mostrarse como un príncipe sabio y en búsqueda de lo mejor para todos, Viserys Targaryen continuaba siendo hijo de Aerys. La sabiduría no necesariamente reducía la implacabilidad contra los enemigos, o la potencial crueldad en el uso de los métodos, con tal de asegurar su éxito. Hizo una pausa, y entonces tomó la mano que Diana había posado en su mejilla y la bajó un poco, besando con tranquilidad y galantería el dorso de la misma, para volver a mirar a los ojos a la Belmore: - Yo no permitiré que nadie, y mucho menos un chiquillo hijo de un traidor me arrebate lo que es mío... y de vuestros futuros nietos, lady Belmore.- sonrió de costado y le dijo: - La casa Belmore será el ejemplo perfecto de la estrella en ascenso en Poniente. De simples vasallos en el Valle, hasta señores de esa región y, de paso, familia unida a la real en matrimonio. No solo aseguraré el futuro y el reino para mí, milady, sino también para mi esposa, vuestra hija. Me habéis ayudado mucho en éste largo tiempo de incertidumbre desde la muerte de mi madre, y eso es algo que no olvidaré fácilmente.
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Re: Construyamos tu futuro - Viserys Targaryen
-Los vasallos podrán opinar lo que quieran, Viserys, la voluntad del Rey es la voluntad del Rey- Sentenció- -Y nosotros nos haremos cargo de que la respeten- Añadió hablando con dureza y firmeza. Un decreto real no era algo que cualquier imbécil pudiera desestimar, estando o no fuera de su cabales, Aerys había demostrado ser implacable incluso con su propia familia cuando de traidores se trataba. ¿Estaba tan mal? Diana lo dudaba, aparte estaba cada vez mejor y eso, sin duda, se mostraba. Su buen ejemplo sería estrella en el cumpleaños de Viserys, de eso estaba segura -El principal traidor, Viserys, fue tu hermano idiota y la niña lobo. No te equivoques. No confío en Robert Baratheon, es un hombre tan voluble como las tormentas, pero él ha sido más víctima que todos nosotros. La mujer que amaba lo traicionó y tuvo que asesinarla. ¿Tienes alguna idea de lo que es eso?- Cuestionó con frialdad y entrecerró los ojos un momento, sin dejarle responder continuó -No, no lo sabes. Nunca has amado lo suficiente para elevar cuatro reinos en una rebelión en nombre de una mujer y percatarte de que esa mujer lo hizo porque lo deseaba. El Norte se elevó solo, Arryn lo añadió a Tormentas y a los Ríos con esa alianza. No pierdas el horizonte. Jon fue quien planeó todo esto y la unión de dos niños como Rhaegar y Lyanna orquestaron sólo el inicio de lo que pudo haber sido una época de más sangre en Poniente. Una época que pusiera fin a la dinastía Targaryen- Añadió sintiendo que el pulso le temblaba de sólo pensar en que aquella rebelión hubiese resultado exitosa. Terror, miedo...Dolor. Mucho dolor.
La posición de Viserys respecto a los Tyrell fue la gota que colmó su vaso. Los niños eran eso, niños -¡¡NO JUZGUES A LOS CRÍOS POR LOS PECADOS DEL PADRE!!- Espetó con furia en los ojos. Muy por debajo de aquel rostro grácil y dulce, de belleza imponente por sus rasgos valyrios, la sangre de dragón también ardía bajo las venas de Diana Celtigar. El feudo Valyrio mantenía su poder en la mujer. Por si acaso a Viserys se le había olvidado -Con el mismo mazo que juzgues serás juzgado. Si la Rebelión hubiese tenido éxito, príncipe, tú también habrías acabado aniquilado. Tu sangre adornaría el Salón del Trono igual que la de Rhaella, Aerys y Rhaegar. No te equivoques. Y el pueblo nisiquiera te lloraría porque los crímenes de tu padre son atroces, ¿Sabes cuántos lloran a Lady Alerie, a Lord Willas y Garlan? - Agregó con los ojos aún brillantes de ira -No te mientas. Ni creas todo lo que te dice Lord Alester. No creáis en absolutamente nadie, incluso os servirá de práctica poner en duda todo lo que yo os diga. Poniente está en tensa calma y si no demuestras que eres diferente, arderás de la misma forma que Aerys cuando se levanten los Reinos- Inspiró profundo. Odiaba tener arranques de ira pero creía que Viserys necesitaba un cachetazo de realidad -Y tú aún tienes tiempo de demostrarlo ¿Podrán los Tyrell hacerlo?- Preguntó alzando las cejas instándolo a responder, aunque aquello era una pregunta claramente retórica -Aegon se le criará para ser el segundón, tú no te preocupes por ello. Dorne no tendrá poder sobre los niños, yo me encargaré de ello. Ocúpate de lo que te corresponde y no te pierdas en demonios que no son de importancia ahora mismo-
La mirada de la Celtigar siguió el gesto de Viserys cuando besó su mano, escuchando luego sus palabras lo que la hizo fruncir el ceño -¿Y quien te dio a entender que yo permitiría que ese niño les quitara lo que es suyo por derecho?- Sabía que no debía presionar las cuerdas, pero el futuro de su hija y de sus nietos no dependía sólo de él. Viserys recién entraba en el juego de Diana y ésta tenía demasiados movimientos planeados a futuro. Era adorable, sin duda, que intentara remediar aquello. La máscara de fría cortesía volvió a colocarse en el rostro de Diana -Os agradezco vuestro gesto, príncipe. Sin duda, esta alianza reforzará la Corona y El Valle- Pero había algo que no podía olvidar, algo que le ardía en el corazón -Sed ejemplo para vuestros hijos. Nunca sabes cuando explotará una rebelión y se los arrancaran a mi hija por vuestros pecados- Señaló apartando la mano con un movimiento súbito. Si tuviera hijos...En el momento en el que tuviera hijos entendería totalmente a lo que se refería. O eso quería creer. Realizó una reverencia escueta -Con su permiso, Príncipe- Dijo y sin mirarlo se retiró en silencio, cual elegante sombra.
OFF: Todo en Alto Valyrio
La posición de Viserys respecto a los Tyrell fue la gota que colmó su vaso. Los niños eran eso, niños -¡¡NO JUZGUES A LOS CRÍOS POR LOS PECADOS DEL PADRE!!- Espetó con furia en los ojos. Muy por debajo de aquel rostro grácil y dulce, de belleza imponente por sus rasgos valyrios, la sangre de dragón también ardía bajo las venas de Diana Celtigar. El feudo Valyrio mantenía su poder en la mujer. Por si acaso a Viserys se le había olvidado -Con el mismo mazo que juzgues serás juzgado. Si la Rebelión hubiese tenido éxito, príncipe, tú también habrías acabado aniquilado. Tu sangre adornaría el Salón del Trono igual que la de Rhaella, Aerys y Rhaegar. No te equivoques. Y el pueblo nisiquiera te lloraría porque los crímenes de tu padre son atroces, ¿Sabes cuántos lloran a Lady Alerie, a Lord Willas y Garlan? - Agregó con los ojos aún brillantes de ira -No te mientas. Ni creas todo lo que te dice Lord Alester. No creáis en absolutamente nadie, incluso os servirá de práctica poner en duda todo lo que yo os diga. Poniente está en tensa calma y si no demuestras que eres diferente, arderás de la misma forma que Aerys cuando se levanten los Reinos- Inspiró profundo. Odiaba tener arranques de ira pero creía que Viserys necesitaba un cachetazo de realidad -Y tú aún tienes tiempo de demostrarlo ¿Podrán los Tyrell hacerlo?- Preguntó alzando las cejas instándolo a responder, aunque aquello era una pregunta claramente retórica -Aegon se le criará para ser el segundón, tú no te preocupes por ello. Dorne no tendrá poder sobre los niños, yo me encargaré de ello. Ocúpate de lo que te corresponde y no te pierdas en demonios que no son de importancia ahora mismo-
La mirada de la Celtigar siguió el gesto de Viserys cuando besó su mano, escuchando luego sus palabras lo que la hizo fruncir el ceño -¿Y quien te dio a entender que yo permitiría que ese niño les quitara lo que es suyo por derecho?- Sabía que no debía presionar las cuerdas, pero el futuro de su hija y de sus nietos no dependía sólo de él. Viserys recién entraba en el juego de Diana y ésta tenía demasiados movimientos planeados a futuro. Era adorable, sin duda, que intentara remediar aquello. La máscara de fría cortesía volvió a colocarse en el rostro de Diana -Os agradezco vuestro gesto, príncipe. Sin duda, esta alianza reforzará la Corona y El Valle- Pero había algo que no podía olvidar, algo que le ardía en el corazón -Sed ejemplo para vuestros hijos. Nunca sabes cuando explotará una rebelión y se los arrancaran a mi hija por vuestros pecados- Señaló apartando la mano con un movimiento súbito. Si tuviera hijos...En el momento en el que tuviera hijos entendería totalmente a lo que se refería. O eso quería creer. Realizó una reverencia escueta -Con su permiso, Príncipe- Dijo y sin mirarlo se retiró en silencio, cual elegante sombra.
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