Leyenda de Hielo y Fuego
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Al caer la primera lagrima ⋆ Soliloquio.

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Al caer la primera lagrima ⋆ Soliloquio.

Mensaje por Ashara Dayne* Lun Mayo 09, 2016 6:02 am


PALOSANTO
Día II del Mes III, 282 AC. - Soliloquio

Al caer la primera lagrima
Ya no es posible detener a las demás, llorarás.


L
legado a un punto, los días transcurridos se perdían sin estar seguros cuantos habían pasado, las palabras sobraban entre los adultos, sin novedades, con una tierra distante puesto que se alejaban lo suficiente como para despertar curiosidad, pero mantenían una distancia segura para no perderse mar adentro. El momento en que fueron interceptados por una embarcación perteneciente a Yronwood, fue entre confuso, caótico y ,aun después, le resultaría irreal. Ashara lo había vivido como si estuviese fuera de su cuerpo y viese pasar los acontecimientos desde algún lugar suspendida en lo alto, cansada y desorientada, con sed y hambre, agradecía que fueran vasallos de Doran quienes los hubiesen encontrado, puesto que dudaba que pudiesen haber hecho algo de no ser así. Pocas fuerzas le quedaban.

Había sentido tantas veces su fuerza y entereza flaquear durante el viaje, aun más durante la breve estancia entre personas vagamente conocidas y desconocidos totales en sus primeros momentos en Palosanto. Se sentía casi como una muñeca, un adorno en manos de la criada que habían requerido para que le ayudase. Ella debería haber estado cumpliendo aquel papel con Elia, y en cambio tenía tan pocas fuerzas que no podía ni siquiera bañarse sin necesidad de que alguien le ayudase. Les habían dado un poco de fruta y agua dulce, pero había escuchado la vaga explicación del maestre de que no era conveniente alimentar demasiado rápido a un cuerpo que se había visto tan privado de alimentos. De todas maneras ella recuerda haber comido un par de uvas y tomado un gran sorbo de agua en primer instante, pero luego sintió el estomago cerrase de golpe y no pudo come más. Fue así como se excusó para terminar en una habitación espaciosa con una criada echando agua a la gran bañera. – Podéis… ¿podéis dejadme sola unos minutos? – tuvo que probar dos veces la primera palabra para asegurarse de que fuese realmente su voz, la cual le sonaba reseca y casi vacía en sus oídos. Había mirado hacia arriba con los ojos implorando que cumpliese su petición, no era dada a dar ordenes, aunque tuviese cierta posición para hacerlo. Vio a la muchacha, más joven que ella, titubear y luego encontrar algo en su mirada que le hizo ceder.

Iré por más agua caliente, mi lady – era una excusa, Ashara lo sabía, pero lo agradecía. La vio hacer una reverencia rápida y salir por la puerta.  

No  creía poder resistirlo más, había sentido ese nudo en la garganta desde que escapase con el corazón allí mismo de Rocadragón, encontrado constantemente motivos para resistir, primero por voluntad, luego porque el cansancio era tal que las pocas energías no las podía desperdiciar. Pero allí, donde el peso del mundo parecía aplastarla de golpe, no sintió las lágrimas puesto que se mezclaban con su piel ya mojada por el baño, pero sabía que las había dejado correr, lo que sí escucho fue el primer sollozo ahogado que liberó. Se encogió en un extremo de la bañera abrazando sus piernas contra su pecho fuertemente mientras apoyaba la cabeza en las rodillas, sintió su pelo mojado envolverla y pegarse a los lados, mientras comenzaba a convulsionar del llanto.

Al caer la primera lagrima ⋆ Soliloquio. D4Ff1

Se despertó sobresaltada en medio de la noche, sintió las sabanas mojadas pero tenía frío. Había lágrimas en sus ojos y se apresuró a secarlas. Había sido solo una pesadilla, ella no se había despertado a mitad de la noche cuando los saqueadores irrumpieron en su habitación, había logrando escapar escapar mucho antes. En su sueño veía hombres sin rostro, todos grandes y aunque no distinguía rasgos, todos desprendían maldad.

Recordó que antes de terminar en la cama, había perdido el tiempo que pasó llorando, si no llegase a ser porque la criada decidió volver, para encontrarla con menos fuerza que antes, en una bañera con agua casi helada y en una habitación en penumbras, Ashara no hubiese podido salir de la misma. Había querido ir a ver a Elia y a los niños, pero la chiquilla que la había empujado a la cama no se lo había permitido, alegando que siquiera podía mantenerse en pie. Le había secado y ayudado a ponerse la ropa de dormir, ropa prestada, la aseveración de ese pensamiento le había estrujado el corazón. Sabía que debía agradecer más que nada el haber escapado con vida del saqueo, pero cualquier menciona a todo lo que habían perdido en el mismo le traía una avalancha de recuerdos que le hacían querer flaquear nuevamente. Se obligaba a no dejarse vencer por las lagrimas otra vez, había descargado la frustración, la tristeza y el dolor de los sucesos en ese momento, ahora debía mirar hacia delante por ella, y por el deber que le concernía.

Apartó las sabanas, e intentó levantarse, le costó bastante pero las horas que había dormido le ayudaron un poco. Sintió el frescor de la noche envolverla con más fuerza al encontrase húmeda, había transpirado frío en medio de su pesadilla, apoyó los pies descalzos sobre una alfombra suave. No era mullida, pero si evitaba el piso de piedra bajo sus plantas. Y se impulsó para ponerse de pie, sintió un mareo y tuvo que tenerse de la cama para no caer sobre ella o sobre el piso, respiró hondo un par de veces. La quietud de la noche hacía que su corazón retumbase en su pecho, dio unos pasos tentativos cuando se sintió capas y aunque lentos, eran más seguros que anteriormente. Se acercó a la gran ventana opuesta a la puerta de entrada que tenía el recinto.  Corriendo las cortinas, apoyó la cabeza contra el cristal de la ventana, no era el Torrentino el agua que alcanzaba a avistar, tampoco el Aguasnegras, sino el Mar de Dorne, el cual le recordaba cuan cerca estaba de su hogar y cuanto se había alejado de aquel quién le había entregado su corazón. Hasta el momento no se había permitido pensar en Eddard Stark, pero la noche siempre tiene algo que adormece la conciencia y despierta al corazón. Suspiró viendo como el vidrio se empañaba, su mano se deslizó a través del cristal, mientras que parecía estar remarcando el contorno de su rostro, su mente trazaba un rostro masculino, imaginado que podía llegar a tocarlo. – Te quiero, Ned, espero que nunca lo olvides. – se lo había dicho solo una vez en persona, el ultimo día que se habían visto en Harrenhal, aunque su corazón deseaba fervientemente que fuera así, el destino los estaba alejando cada vez más.

Ashara Dayne*
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