La promesa. [Erik Lannister]

por **Cersei Lannister** Lun Jul 31, 2017 8:38 pm

La promesa

El día había sido bastante productivo; Cersei se sentía de inusual buen humor esa noche por lo que pidió que le sirvieran la cena en las habitaciones de Lord Erik. Su viaje a Desembarco del Rey sería a primera hora de la mañana y sus buenos recuerdos la movían con infantil alegría.

Antes de que Erik Lannister tuviera tiempo a dirigirse al comedor, Cersei lo arrinconó en sus propios aposentos; quería escucharle prometer que vencería en el torneo.
—Buen día, mi señor. Espero que no sea un mal momento para invitarme a su habitación; he ordenado que nos sirvan la cena aquí y, a menos que tenga otra cosa mejor que hacer, le suplico no ponga objeciones. —Entró en aquella habitación y la siguieron dos lacayos con tartas dulces, frutas, vino de El Rejo y un lechón a las finas hierba. En el rostro de la joven se podía notar una sonrisa amplia que no había dibujado su cara desde la muerte de su padre. Esperó pacientemente a que dispusieran la mesa y les pidió que se fueran. Una vez la puerta estuvo cerrada, dirigió a su marido a una silla y ella tomó asiento en sus piernas. Sin duda era un comportamiento nunca antes visto en ella, al menos no para Erik Lannister. Le abrazó con un brazo y con el otro le acarició el pecho distraídamente.

—Tengo una pregunta, Cuando mi señor gane el torneo... —Dijo las siguientes palabras con una seguridad absoluta de que su marido sería vencedor. —¿A quién coronará como reina del amor y la primavera? —Su pregunta era genuina, a pesar de las tragedias, aún sentía ese anhelo tonto e infantil de saberse la mujer más hermosa de Occidente. No importaba cuánto tiempo ella lo negara, o se odiara por sentirlo... internamente deseaba que su marido la coronara.

Ny Nymphea

por **Erik Lannister** Miér Ago 02, 2017 2:26 am

Día I del Mes VII, Año 284

Su único deseo era quitarse aquellas botas y acostarse en su cama, cálida y acogedora, para no volver a dirigir la palabra a ningún maestre, consejero o sirviente. Se encontraba agotado hasta un punto en el que su paciencia había sido rebalsada -y eso que toda la vida lo habían considerado un muchacho estoico-. Pero la peste parecía ser una fosa oscura sin fondo, en la cual, mientras más te adentraba, más grave se ponía, sin señales de que hubiese un final. Sin embargo, no había encontrado momento alguno para probar siquiera un trozo de pan en todo el día, por lo que el estómago le rogaba a gritos que comiese algo. Y fue allí, en su camino al comedor, cuando Cersei Lannister le bloqueó el paso, indicándole que la cena les sería servida allí y ambos comerían juntos. En la misma habitación

Su primer sospecha fue que era una broma de mal gusto de su esposa, le diría algo y se marcharía. Mas sus siguientes palabras le dejaron sorprendido. Y el asunto terminó siendo más convincente cuando algunos sirvientes entraron con manjares de todo tipo. Al terminar de instalar una improvisada mesa en aquellos aposentos, se retiraron y Cersei los siguió para cerrar la puerta. La estupefacción en el rostro de Erik era permanente, y por dentro, todavía intentaba descifrar la causa de aquel inusual comportamiento. Aunque quizá estaba siendo muy prejuicioso. ¿Acaso su mujer no podía estar intentando armar lazos afectivos? Estaba claro que no comenzaron con el pie derecho, y su relación no era la típica de dos genéricos esposos nobles ponientis con una vida plena. Pero quizá, la Lannister intentaba volver a empezar, él entendía en parte que la muerte de su hermano y su padre, en fechas tan cercanas, fueron algo muy duro y marcaron un capítulo en su vida. Sin más, tal vez estaba pensando en superarlo y volverlo a intentar con él.

—¿Cómo dices? —la pregunta lo tomó desprevenido. Había estado tan ocupado que se le había olvidado por completo que participaría de las justas. Era su primera vez en un torneo tan grande como uno organizado por el mismísimo rey de Poniente, pero suponía que estaba a la altura— Uh, sí... el torneo —esbozó una sonrisa relajada, pero algo traviesa—. Sencillo, coronaré a la mujer más bella de todo Occidente... y Poniente, también.

por **Cersei Lannister** Miér Ago 02, 2017 3:10 am

La promesa

La resistencia y desconfianza de su marido parecieron aplacarse con sus mimos, lo miró lanzar aquella sonrisa con picardía y Cersei notó por primera vez aquél destello de los Lannister: un rostro varonil y atractivo. Entendía ahora la fama de su señor esposo entre las damas y las doncellas, una oleada de orgullo y vanidad la invadió cuando notó que era de ella.

—¿Es, acaso, esa mujer su devota esposa? —Acercó sus labios a la mejilla del chico y depositó un beso ahí. Cersei se mostraba muy complaciente, sabía lo mucho que estaba luchando por entender la enfermedad que se había llevado a su padre y ella estaba preocupada por su arribo a Desembarco del Rey. —Mi señor ha tenido un día muy pesado, y los venideros se ven con el mismo destino. ¿Qué puedo hacer para aliviar el peso sobre sus hombros? —Giró su cuerpo para alcanzar un tazón con frutos del bosque y le puso uno en la boca, esperó a que lo mordiera para depositar un beso en el mismo sitio. —Espero que no haya sido motivo de enojo mi viaje a Costabella, pero he traído noticias que quizás pudiesen ayudarnos. —Le besó una vez en los labios, esta vez más profundo, para levantarse y entregarle un pequeño cofre que contenía dos talismanes iguales y uno adornado el escudo targaryen en oro; una exquisita pieza de joyería. Mirando atenta su expresión.

Ny Nymphea

por **Erik Lannister** Miér Ago 02, 2017 4:01 pm

—¿Quién más podría ser? —indicó Erik— Vuestra belleza es divina, un obsequio de los dioses. Ninguna puede compararse, o siquiera aspirar a ser como mi señora —se atrevió a mencionar, a pesar de que Erik no era muy devoto a ningún Dios.

Aquellos besos, mimos, caricias, eran algo nuevo para Erik viniendo de ella, pero le seducía. Cuando ella lo besó en los labios, le correspondió con una risa algo traviesa. Estaba pasando un complaciente momento, hasta que Cersei mencionó Costabella. Ese día se había enojado con ella y todos los consejeros que no mencionaron el paradero de su esposa. Por parte le preocupaba que saliese de la Roca tan desprevenida, no quería que ella contrajese la peste -si es que aún no cargaba con ella-. Pero lo peor fue que decidió embarcar hacia allí por su cuenta, sin consultarle. Se suponía que eran un equipo, y si seguían ocultándose cosas, el futuro de la casa pendería de un hilo.

Pero todo eso se difuminó en la mente cuando le presentó el cofre que contenía dos talismanes. Los contempló durante unos segundos, con el ceño fruncido. El brillo del dragón Targaryen de oro se reflejaba en sus ojos avellana. Eran hermosos, pero no entendía cómo esas piezas podrían ayudarlos de cualquier manera. Tomó uno con sus manos y lo apreció con sus dedos. Eran sin duda bellísimos y llamarían la atención de cualquiera a primera vista. Mas seguía sin encontrarles un uso de utilidad.

—¿Qué es esto? —Volvió a darle vueltas entre sus dedos, jugueteando un poco con él— ¿Qué hace?

por **Cersei Lannister** Miér Ago 02, 2017 9:17 pm

Cersei Lannister

Cersei sonreía complacida; tal parecía que su esposo era bastante fácil y de aplacar, como cualquier hombre. Pero esta vez planeaba hacer las cosas bien; ya no tenía un padre ni un hermano a los cuales amar y necesitar... lo tenía a él, y ambos eran lo único que Occidente tenía. Caminó hasta quedar en la espalda del joven y le acarició el cuello y los hombros, masajeando el estrés de su cuerpo para inclinarse en su oído y susurrar.

—No se trata de lo que hacen, mi señor, sólo de lo que 'se supone' que hacen. —Remarcó aquella insinuación para que quedara clara, se irguió y continuó con aquél masaje. —Lady Farman muy amablemente trajo tres talismanes desde Essos que repelen todo tipo de enfermedad... el broche Targaryen es el regalo que Tywin Lannister mandó a hacer como regalo al príncipe por su día del nombre; yo mandé a que le unieran el amuleto. —Se sentía bastante satisfecha consigo misma, tanto que abrazó a su marido por la espalda y jugueteó con su oreja. —Es gracias a estos amuletos que gozamos de una excelente salud... o eso es lo que diremos. —Le estaba ofreciendo todo su plan como ofrenda de paz; de ahora en adelante debían ser uno sólo. Si no confiaban el uno del otro, todo saldría mal.

por **Erik Lannister** Jue Ago 03, 2017 4:18 pm

No podía negar que Cersei tenía una astucia impredecible al presentar soluciones o respuestas, pero aquello no le convencía a Erik. No era ningún secreto que desde pequeño presentaba vacilación ante cualquier cuestión referida a la religión, la magia o lo sobrenatural, lo que presentó algunos problemas al momento de uncirlo como caballero. Era muy improbable que todo eso fuese verdad. Era de los que pensaban que había que ver para creer. A diferencia de los otros niños en Crakehall -en donde sirvió como pupilo-, él mostraba una indiferencia impresionante ante cuentos y leyendas como los Hijos del Bosque o los Gigantes más allá del muro.

Con la mandíbula titubeante, estaba a punto de confesar esto a su esposa, sin embargo, no pudo; tenía un brillo en los ojos que no había apreciado nunca desde el día en que la conoció. Era la primera vez que la veía radiando un glorioso esplendor, digno de la divinidad. Quería verla así por siempre, y por un momento, se apoderó de él un sentimiento de posesión: ella es mía ahora, mía. Quiero protegerla y hacerla feliz.

—Es perfecto, mi señora —se olvidó de todos los problemas que lo rodeaban, sólo eran él y Cersei esa noche. Puso sus manos en su cuello con delicadeza y la contempló durante una milésima de segundo, antes de acercarse con cautela a las comisuras de sus labios y depositar un beso—. Voy a ganar ese torneo —le dijo, como si nunca hubiese estado tan convencido de algo en su vida—. Vamos a mostrarles a todos quiénes son los Lannister, y nada va a detenernos.

por **Cersei Lannister** Jue Ago 03, 2017 11:09 pm

Cersei Lannister

En los ojos de Erik había algo que lo molestaba, ella lo sabía; sin embargo no dijo nada... simplemente aceptó su palabra y Cersei no sabía cómo interpretarlo. Le acarició los cabellos cuidadosamente cuando éste apenas la besó; para haber sido un conquistador en Lannisport, ella habría esperado más iniciativa... o al menos más exigencia. Era incapaz de recordar cómo habían consumado su matrimonio; ligeramente decepcionada aceptó el beso de su marido, y ella misma le regaló un camino de besos hasta su oreja, cuyo lóbulo mordió antes de susurrarle.

—Espero podamos dejar las formalidades de lado estando a solas. De ahora en más no tendré secretos para ti. —Le dijo tutéandolo, era una verdad a medias. Claro que habrían secretos, pero de su parte le contaría sus planes que pudieran repercutir en Occidente. No quería actuar desde las sombras y más le valía a él no hacerla de menos.

Guardó el broche en el cofre y se lo llevó a una maleta, resguardando lo que podría ser un plan desastroso; pero era lo único que tenía. Guardar las apariencias era todo lo que le quedaba si los maestres eran incapaces de encontrar una cura. Volvió a la mesa, y ésta vez se sentó a lado del hombre, le sirvió vino y esperó pacientemente a que comenzara a comer, o hiciera cualquier otra cosa. Necesitaba encontrar el momento oportuno y preguntarle cómo iba el tema de la enfermedad; tal vez fuera ese mismo día o durante el camino. No quería estropear lo que había cosntruído hoy.

por **Erik Lannister** Vie Ago 04, 2017 2:33 am

Aquella última oración lo cambiaba todo. Hasta el momento, había estado tratando de mantener cierta cordialidad y distancia de ella. Si bien era su esposa, no era ningún secreto que compartir la intimidad no era algo usual entre ellos, y que Cersei era tan impredecible como un Rey Loco. Un movimiento mal hecho y estabas fuera de juego. Sin embargo, comprendió que su actitud no era parcial, sino totalmente diferente esa noche. ¿Debería tomar provecho de aquello? Erik era un hombre de palabra, y si se le era dicho que podía dejar de lado las formalidades, no tardaría más de un segundo en hacerlo: por lo que se relajó en su silla, con una copa de vino en su mano, y una sonrisa sarcástica en su rostro.

—Entonces, dime —su tono de voz era algo más relajado ahora—: ¿de qué va todo esto? No te habías mostrado tan cariñosa nunca conmigo. ¿Es algo que quieres obtener de mí, o algo de lo que quieres convencerme? —su lenguaje corporal abierto y seguro, y su entonación entre lo defensiva e irónica, parecían darle una pinta de arrogante, mas era todo lo contrario. Puede que fuera joven e inexperto, pero Erik Lannister no era ningún tonto.

Se desabrochó dos botones de su camisa de seda blanca, dejando que el aire refrescara su pecho. Probó el vino y lo deleitó en su boca. Lo saboreó un segundo antes de tragar el sorbo por completo. Planeaba festejar aquella noche, ¿con qué motivo? Las futuras victorias. Se propuso en su interior que la casa Lannister retornaría a la gloria. ¿Era el ambiente que le causaba aquellos deseos? Fuera por ello u otra cosa, se sentía eufórico.

—Es un vino bastante bueno. ¿Dorniense? No, aguarda —hizo una pausa, examinando—... ¡El Rejo! ¿Verdad? Si te soy sincero, nunca fui bueno distinguiendo sabores o proveniencias. Todo sabe muy parecido ¿no lo crees? —Se reía en sus adentros. Lejos de querer molestar a Cersei, estaba corroborando que su buen humor fuera cien por ciento certero. Entre risas y comentarios, se le cruzó por la cabeza bajar un poco la vista, y, por Los Siete. Si se decía que Cersei era la mujer más bella de Occidente, era con pura evidencia; de pies a cabeza... y lo que estaba en el medio, también. Volvió a beber.

por **Cersei Lannister** Vie Ago 04, 2017 3:15 am

Cersei Lannister

El cambio en la actitud de Erik era tal que la leona tuvo que mostrarse impresionada... su lenguaje corporal y hasta su postura habían cambiado. ¿Era acaso que su marido le tenía miedo? Rió ante el pensamiento al mismo tiempo que él le encaraba sin cordialidades ni falsa amabilidad. Así le gustaban las conversaciones, directas y sin lisonjas.

—¿Tal vez sean ambas? —Se relajó en la silla y tomó una cereza con la que jugó antes de meterla en su boca. Le sonrió ladina al ver cómo desnudaba su pecho, tomó un sorbo del vino y lo escuchó. Divertida. —Al igual que tú, lo único que me interesa es terminar con ésta maldita peste. Ningún maestre sabe nada y estoy harta de ir con cuidado, quemando todo lo que toco. A este paso convertiremos todo Occidente en una pira funeraria. —Notó cómo su mirada la recorría y su vanidad se inflamó, coqueta se quitó el calzado y llevó una pierna hasta la silla de su marido, acariciando su entrepierna en el camino. —¿Te gusta lo que ves, mi lord? —Se incorporó en la silla y se llevó el cabello hacia un costado, liberando su cuello y acariciando la copa distraídamente. Mirando a su esposo directamente a los ojos, entrecerrándolos para intentar leerlo.

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